El consuelo de una hija

Un Hombre viudo en la flor de su edad recibe el consuelo que necesita de su bella y joven hija.

EL CONSUELO DE UNA HIJA

Hace ya un año que falleció mi esposa, la extraño mucho, su presencia, su voz, su cuerpo calentando el mío en esas noches frías. solo me dejo el frió de la soledad, y a mi querida y bella hija que me ha acompañado evitando que mi tristeza me consuma, su compañía a sido muy importante para mi durante este año, pero ahora no es ese tipo de compañía la que deseo, aprecio su cariño pero deseo amor, amor de una mujer que me acompañe en estas fria y humedas noches, una mujer que me de calor con su cuerpo, con su piel, con su boca.

-¿En que piensas Papí?- -Eh, Oh en nada hija, ¿De donde vienes?- -Del colegio, me bañare y me iré para la fiesta en casa de Carlos- -Bien-

mi hija se acerca y me da un tierno beso en la frente, mientras que yo sigo en estos pensamientos que me consumen, tengo que conseguir a una mujer que me quite esta inquietud, estos deseos fuertes de estar en la cama con alguien, saldré a algún bar y veré que consigo. Subo a mi  habitación, me baño y me visto, me preparo para que la cacería nocturna de inicio, afuera de mi habitación mi hija se despide, se que se puso su traje nuevo el cual aun no he visto, según ella es un traje muy atrevido, se ha de ver preciosa, es tan parecida a su madre.

Tomo el auto me dirijo al centro, son la diez de la noche, la mejor hora para el romance, para la conquista, leí en periódico acerca de los mejores lugares para la vida nocturna, allí voy al mas conocido de ellos, Arkanos, raro nombre para un bar, pero los tiempos cambian y hace ya mucho tiempo que no salgo en este plan.

Al llegar al lugar me encuentro con unos amigos, que hacia mucho no veía, entramos a lugar y tomamos una de las mejores mesas, esta mesa nos da una estupenda vista del resto del sitio, desde allí podremos observar y buscar a nuestra presa, somos cazadores expertos acechando victimas, sabemos lo que deseamos y sabemos como encontrarlo.

Carlos logra divisar a una hermosa joven que se halla sentada en la barra, su ropa es muy insinuante, desde aquí no veo muy bien su rostro, pero debe ser muy bonita, me recuerda a mi esposa, su presencia, su porte su figura, sino fuera por su juventud.

-Ve y ataca-Me dicen mis amigos.

Me levanto, el trago a comenzado su efecto, me dirijo justo hacia ella, miro en todas dirección y veo a un joven que se le acerca, me detengo talvez es su amigo, me dirijo a la barra pero sin mirarla, me siento allí y pido un trago mas, mis amigos me observan, uno de ellos ya  se halla hablado con una jovencita muy bonita, yo espero en la barra un rato mas, se por experiencia que si no logro entrar en la que estoy observando otra se acercara a la barra, a mi red. De pronto el joven que hablaba con la chica se retira, iba muy disgustado, la chica llora en la barra, es mi oportunidad, el acecho surtió efecto y soy premiado con la ocasión mas propicia para ingresar en la vida de esta jovencita.

-Quien nos hace llorar no merece nuestras lagrimas, Gabriel García Márquez- -Es cierto- -y sin embargo lloras- -Las lagrimas se me vienen, debo verme patética- -Eres demasiado bella, como para que unas pocas lagrimas le hagan daño a tu imagen- -Gracias- -¿Me permites que te invite algo?- -Lo cierto es que no me hallo de humor para esto ahora- -¿Para que?- -Vamos, me estas coqueteando- -Tal vez, o talvez solo desee invitarte un trago- -Esta bien, al fin y al cabo no tengo ninguna razón para irme temprano a casa.

La conversación continua, algunos de mis amigos menos afortunados se han ido solos a su casa, los mas afortunados ya han partido acompañados por alguna de las mujeres que conocieron, otros aun nos hallamos en el proceso, es la una de la mañana, aun hay tiempo para que la noche se salve y que el sol nos despierte entre sabanas húmedas y no tan solos como siempre.

A la una media de la mañana la chica se me acerca y me da un beso, es hora de partir, mi auto nos recibe con los brazos abiertos, llévanos mi noble corcel al sitio donde saciare mi sed bebiendo del cuerpo de una bella doncella. ella besa mi cuello, que largo es el camino, los lugares a donde llevarla se me agotan, mi casa es el único lugar cercano, allí iré.

Me toca, me besa, acelero, mi auto extendiende sus alas para volar por la calles vacías, sus besos me hacen valiente, no temo a los peligros de la velocidad, ella se quita la blusa, hemos llegado princesa al palacio de mis deseos, por fin mi cama se movería al ritmo del sensual cuerpo de una mujer, nuestras ropas marcan el camino a mi habitación, cuando llegamos a la cama nos hallábamos totalmente desnudos.

Su boca besa lentamente mi cuello, mi pecho, mi abdomen y mi sexo, su lengua serpentea alrededor de mi pene, lo humedece, lo saborea, lo devora, su suave veneno adormece mis piernas y mi mente, tocar su piel es como probar la miel por primera vez, aturdidoramente dulce, la levanto y la arrojo en la cama, deseo entrar en su cuerpo cual demonio, poseerla hacerla mía, verla desnuda me excita, aumenta mi sed, mi deseo, beso sus muslos suaves, aparto sus piernas, beso sus ingle mientras que una fruta fresca se abre y me embriaga con su dulce aroma, roja a causa de la excitación esa flor humedece sus pétalos con el grato roció de sus fluidos, la devoro, mi lengua ataca su clítoris cual vampiro sediento de sangre, mis manos se hallan inquietas bajo el temblor del cuerpo de mi victima, el placer la obliga a moverse a gemir, mi presa agoniza de placer, y trata de defenderse atacando mi cabello con sus manos. Como un matador preparo mi espada para clavarla en lo mas profundo de su ser, un beso asfixia el grito de la penetración, ella es mía y esta noche ella es mi alimento, me abraza con sus piernas y con sus brazos, la beso mientras mi manos se apoyan sobre los mas suaves senos que jamás halla tocado, nuestro combate continua, pero yo tengo el don de la experiencia y la practica, el placer la invade mi victima agoniza entre besos y caricias, sus ojos se cierran, un gemido casi inaudible sale de su boca, su respiración en mi cuello se escucha agitada, miro el espejo y este me muestra la figura de mi hija espiando tras la abertura de la puerta, ella cree que yo no la veo. pero la imagen en lugar de apaciguar, enciende mi deseo mi furor.

Me levanto y tomo a la mujer de la cintura, le doy la vuelta, sus bellas y redondas nalgas se me entregan son blandas y suaves al tacto como la piel de un durazno, las separo, el saber que tengo un testigo de mis actos me excita, deseo que ella me vea, que vea como la engendre en el cuerpo de la mujer que algún día ame mas que a nada sobre este mundo, como la amo a ella, el saber que ella, mi hija me esta prohibida me enardece, desfogo mi deseo con esta belleza, que me entrega su nalgas y su culo a mi deseo, aparto sus nalgas para que mi lengua invada este santo lugar, de una de la gavetas de mi mesa de noche, saco una crema que servirá a mi propósito, la levanto acaricio su ano untándolo de esta mágica pócima, mi dedo entra en el, ella que se estremece de dolor, placer y morbo, ella se convierte en perra y yo en bestia dispuesta al apareamiento, mi verga entra en su apretado culo, ella grita pero sus movimientos me dicen continua, la obedezco, ahora ella manda, me aprieta pero sigo el placer me invade, es un demonio que toma posesión de mi cuerpo que deja de obedecerme, mis manos la aprietan, ya el placer es tan intenso que mi hambre pronto se saciara.

-No, deseo saborear tu excitación, damela.

Cumplo su deseo, llevo mi erecto pene a su boca y una vez allí libero todo el licor que contenía, lo prueba y se satisface, en un tierno abrazo caemos exhaustos.

La mañana siguiente, el sol me despierta con su cálido roció, junto a mi el cuerpo de aquella que me deleito con sus placeres, me levanto y me dirijo a la cocina, fuera de la habitación mi bella hija me espera.

-Tenemos que hablar papá