El consolador
Una lesbiana. Un hombre que la ama. ¿ Un amor imposible ?
Nuria no es que esté buena. Es que es una chica hermosa. Pelo negro, piel blanca. Ojos azules preciosos. Boca sensual. Pechos generosos. Culo respingón.
Sólo tiene un problema. Al menos para los hombres. Es lesbiana.
Nuria tiene un amigo íntimo, Raúl. Su paño de lágrimas. Siempre allí para ella. Él no la acosa cómo los demás hombres. Él es simplemente, su mejor amigo.
Se conocen desde los 12 años. Y desde los 12 años Raúl está locamente enamorado de Nuria.
A tan tierna edad sólo había entre ellos una buena amista. Que crecía día a día. Él adoraba estar con ella. Ella adoraba estar con él
Con la pubertad las cosas empezaron a cambiar. Las hormonas cambiaron tanto sus cuerpos como sus mentes. La primera en madurar fue Nuria. Se empezó a dar cuenta de que miraba a las mujeres como los chicos la miraban a ella. Se sintió confusa, y acudió a su amigo. Acudió a Raúl.
Él era aún casi un niño, un proyecto de hombre. Pero la escuchó. No sabían los dos mucho de aquellas cosas. Ella le contó que le gustaba una chica de su clase. Raúl la conocía. Nuria le suplicó que él hablase con ella.
Raúl se armó de valor y habló con la chica. Le dijo que una amiga suya ( no le dijo quien) estaba coladita por ella. La chica se rió. Le dijo que le dijera a esa amiga suya que no era ninguna boyera.
Él no se lo contó así a Nuria. Sólo le dijo que la chica había dicho que no. Esa fue la primera vez que Raúl consoló a Nuria. En su primer desengaño amoroso.
No sería la última. Nuria era muy enamoradiza. Le contaba todo a Raúl. Le contó su primer beso. Le contó sus primeras caricias. Le contó su primera vez. Él siempre estaba allí para ella. La escuchaba. Aunque por dentro se muriese de rabia.
Nuria tuvo varias novias formales, con las que tuvo algo más que simples encuentros. Y Raúl, como amigo del alma, salía con ellas. Las miraba caminar de la mano. Las miraba besarse. Deseaba ser esa chica.
Pero Nuria era su amiga, ante todo. Cuando rompía con sus novias, era a él a quien acudía. Era él quien la consolaba. Era él quien la abrazaba. Pero sabía que no tendría nada que hacer con ella. Él sólo era su amigo, y nunca podría ser otra cosa.
Con 17 años Raúl se echó su primera novia. Marisa. Una guapa y simpática chica. Salían los 4, como dos parejas. Nuria, en broma, le decía que si no la quería para él que se la pasara, que estaba bien buena. Los dos reían.
Una tarde estaban sólo Raúl y Nuria, hablando.
-¿Te has follado ya a Marisa?
-Joder Nuria. Que burra eres.
-¿Por qué? Yo siempre te lo cuento todo.
Eso era cierto. No se callaba nada.
-Pues no. Aún no me la he follado.
-¿Por qué no?
-Coño. Pues porque no.
-¿No esperarás a casarte, no? Que ya tienes 17 años y aún...virgo! jajajaja
-Jah Jah Jah- dijo Raúl con desdén. - No voy a esperar. Hemos hecho otras cosas
-¿Sí? Cuenta, cuenta.
-Me la menea.
-Vaya.
-Y yo le hago un dedito. Y le sobo las tetas.
-¿No te la ha chupado?
-Aún no.
-Si le comes el coño seguro que te la chupa.
-NURIA! Pero que brutita eres a veces
Los dos rieron con ganas. Raúl tuvo que disimular la erección que había tenido al hablar con Nuria de esas cosas.
La siguiente vez que Raúl estaba acaramelado con Marisa, acariciando con sus dedos su mojado coñito, la convenció para que se dejara lamer. Debió de hacerlo bien, pues ella tuvo varios orgasmos en su boca. Y como predijo Nuria, luego le hizo su primera mamada. Era también la primera vez que ella lo hacía. Era un poco torpe, pero el placer que le daba a Raúl era inmenso. Cuando él le avisó que se corría, Marisa lo hizo correr con la mano.
Al día siguiente, los dos dejaron de ser vírgenes. Se lo contó luego todo Nuria.
La relación con Nuria no fue muy larga. Ella lo dejó. Le dijo que no se entregaba a ella. Que no la amaba. Él le juró que sí, pero ella se fue.
Él no lo sintió mucho. Tenía a Nuria.
Pasó el tiempo. Raúl salía con chicas, pero con ninguna cuajaba. Nuria conoció a una chica. Se enamoraron locamente y se fueron a vivir juntas. Raúl también se independizó y alquiló un piso. Trabajaba y estudiaba.
De vez en cuando llevaba a su casa alguna chica para un buen polvo. Pero sólo eran eso. Chicas de una noche. Ninguna era Nuria.
Cumplieron 24 años. Nuria llevaba ya varios viviendo con su novia. Era muy feliz.
Hasta que una noche tocó a la puerta de su amigo del alma. Cuando él abrió la puerta, enseguida notó que algo iba mal. Nuria venía con dos maletas y los ojos rojos de llorar.
Cuando vio a su amigo, se derrumbó.
-Raúl..ella...ella....Me ha echado de casa..
Cayó al suelo, llorando desconsoladamente. A Raúl se le rompió el alma. La ayudó a entrar y entró las maletas. La llevó al salón y se sentaron. Ella se echó en su regazo, sin parar de llorar.
-¿Qué ha pasado, Nuria?
-Me ha echado. Dice que lo nuestro ha terminado. Que ya no me quiere. Que...que tiene a otra.
La abrazó con fuerza. Acarició su cabello. Trataba de consolarla. Él siempre trataba de consolarla.
-Lo siento, Nuria. De verdad que lo siento. No hay nada que yo pueda hacer excepto estar contigo.
Ella se abrazó con fuerza también al él.
-Siempre has estado conmigo. Siempre apoyándome. Tú eres la única persona que siempre ha estado ahí.
-Y siempre lo estaré, Nuria. Siempre.
Le dio un beso en la frente. Ella se calmó un poco. Estuvieron largo rato abrazados, hasta que poco a poco ella dejó de llorar. Se quedó dormida en su regazo.
Raúl la miró. Era tan hermosa. La amaba tanto. La deseaba. Y ahora sufría con ella.
La cogió en brazos y la llevó a su cama, la única cama del piso. La acostó y la arropó. Al fin Nuria estaba en su cama. Pero no como él lo deseaba. Estuvo largo rato velando su sueño. Era un sueño agitado. Rendido, se fue al salón y se durmió en el sofá.
Por la mañana Nuria se despertó. Al principio no sabía dónde estaba. Empezó a recordar. Su ruptura. Raúl. Estaba en la cama de Raúl. Pero él no estaba. Se levantó y lo vio en el sofá, dormido. Se notaba incómodo.
Quería mucho a ese chico. Era sin duda lo mejor que tenía. Jamás le había fallado. Siempre que lo necesitó allí estuvo para ella. Si lo perdiera también a él no sabría qué hacer. S acercó al sofá y lo despertó con cuidado.
-Raúl..Raúl
Él abrió los ojos y la miró.
-Hola....¿Cómo estás? - preguntó, incorporándose. Se dolió del cuello.
-Mejor, gracias a ti. ¿Por qué has dormido en el sofá?
-Necesitabas descansar, Nuria.
Las lágrimas volvieron a los ojos de ella. Y su amigo, la volvió a abrazar.
-Todo irá bien. Ya verás que saldrás de ésta. No es la primera vez que te rompen el corazón. Siempre has salido adelante.
-Pero..es que la amo tanto.....Raúl...Gracias.
-¿Por qué?
-Por ser mi amigo. Por haberte ayudado siempre. Por dejarme dormir en tu casa. En tu cama. Gracias
-Nuria, no tienes que agradecerme nada. Por ti haría lo que fuese.
-¿Por qué?
"Porque te amo. Porque lo eres todo para mí. Porque ninguna otra mujer eres tú".
-Porque eres mi amiga.
Lo besó en las mejillas, mojándole la cara con sus lágrimas.
-¿Qué voy a hacer ahora? ¿A dónde voy a ir?
-Eso ya se verá, Nuria. Puedes quedarte aquí todo el tiempo que quieras.
Más lágrimas. Pero estas eras de agradecimiento hacia su amigo. Lo abrazó y lo cabrío de castos besos.
Nuria se instaló en el piso de Raúl. Él estaba muy feliz de tenerla allí con él. Así la vería todos los días.
Por la noche se quedaron viendo la tele.
-Bueno, Raúl, me voy a dormir. Estoy muy cansada.
-Yo también.
La acompaño al dormitorio y cogió unas sábanas y una almohada. Ella lo miró.
-¿A dónde vas?
-Al sofá.
-La cama es grande para los dos. Sé que no me vas a meter mano. jajaja.
Raúl no sabía si podría resistir estar a su lado en la cama.
-Será mejor que yo duerma en el sofá, Nuria.
-Si alguien tiene que dormir en el sofá, soy yo. Trae acá esa almohada.
-Pero es incómodo.
-Pues por eso. Podemos dormir cada uno en su lado de la cama, como dos adultos.
Raúl claudicó. No la iba a dejar que durmiera en el sofá. En verdad era incómodo.
-Está bien.
-Perfecto. Voy a ponerme el pijama.
Cuando ella regresó del baño, Raúl se dijo que la cosa iba a ser más difícil de lo que pensaba. El pijama era cortito ajustado. Sus tetas se adivinaban con facilidad. Y juraría que no llevaba bragas. Casi podría notar la rajita de su coño. Su polla empezó a crecer. Se metió rápido en el baño.
-Voy a ponerme el mío
Tuvo que esperar un rato a que su polla se le bajada. Cuando al fin pudo salir, Nuria dormía, de espaldas a él. Se metió en la cama con cuidado y apagó la luz.
-Buenas noches, Raúl.
-Buenas noches, Nuria.
Lo costó dormirse. Oía su respiración. Sentía su calor. Olía su perfume. Y otra vez su polla creció en su pijama.
"Esto va a ser una tortura", pensó.
Por la mañana se despertó con Nuria abrazada a él, dormida profundamente. La dejó un rato. Olió su pelo. Acarició sus brazos. Ella, en sueños, parecía gemir.
Muy bajito, casi en un susurro, Raúl dijo.
-Nuria..Te amo.
Sus ojos se aguaron. Se los frotó para evitar llorar. Se levantó con cuidado para no despertarla. Se fue a la cocina a prepararse un café.
Ella apareció a los pocos minutos. Legañosa, con el pelo alborotado. Hermosa.
-Buenos días, Raúl.
-Buenos días, Nuria. ¿Cómo has dormido?
-Estupendamente. ¿Tú?
-También.
El se marchó a trabajar y Nuria se quedó en casa aclarar sus ideas. Aprovechó para terminar de guardar sus cosas. Raúl le había dejado un par de cajones de la cómoda. Empezó a guardar sus ropas. Al fondo de la maleta estaba su amiguito, como ella lo llamaba. Un consolador a pilas con el que ella y su ex-novia solían jugar. Le vinieron a la mente tantos y tantos momentos de placer vividos con su amor. Se excitó, recordándolos. Cogió a su amiguito y se fue a la cama.
Empezó a masturbarse, cerrando los ojos, imaginando, recordando. Se mojó rápidamente. Se frotó el clítoris con el consolador. Luego lo encendió y se lo metió en el coñito. Sentía mucho placer. Gemía.
Pero de repente se puso a llorar. Ella ya no estaba. Nunca más. Se lo sacó, lo apagó y lloró un buen rato. Luego lo guardó al fondo del cajón.
Después de la cena Nuria se puso el pijama del la noche anterior. Vio la película apoyada del hombro de Raúl. Su apoyo desde siempre.
Para él era un tormento tenerla así. Ten cerca. Tan cálida. Y después tendrían que dormir juntos. Trató de pensar en otras cosas, concentrarse en la película.
Cuando salió del baño con el pijama, esta vez ella no estaba dormida, esta vez estaba acurrucada mirándolo.
Se metió en la cama y se tapó. Estuvieron hablando un rato y luego se dispusieron a dormir.
Al poco, la oyó sollozar. Lo hacía bajito, para que él no la oyera.
-¿Qué te pasa, Nuria? ¿Estás bien?
-Sí...se me pasará. Lo..siento.
-No pasa nada.
-¿Me podrías abrazar?
Abrazarla. Claro que podía. Lo deseaba. La deseaba. Pero no quería engañarse. Ella no sería nunca suya.
Se acercó a ella, que estaba de lado, dándole la espalda. La rodeó con sus brazos. pegándose a ella. Ella se agarró sus brazos.
-Tengo suerte de tenerte, Raúl. No sé lo que haría sin ti.
Los brazos de Raúl los apretaba ella contra su pecho, contra sus tetas. Su respingón culito se apretaba contra él. No pudo evitar excitarse. Su polla se empezó a despertar. Se separó un poco. No quería que ella lo notase.
Lo que ella notó fue que su amigo se separaba de ella.
-Por favor, abrázame fuerte. Lo necesito.
Lo hizo. Se pegó nuevamente a ella y la abrazó, la apretó con sus brazos. Nuria se sintió reconfortada. Y sintió otra cosa. Algo duro apoyado contra su culo. Se dio enseguida cuenta de lo que era. Y se separó un poco. Si la luz hubiese estado encendida, podría haber visto el rostro rojo como un tomate de Raúl.
-Lo siento - dijo él.
-No pasa nada. Tranquilo. No dejes de abrazarme.
Nuria se dio cuenta de que Raúl, además de su amigo, era un hombre. Comprendió lo que para él sería tenerla tan cerca. Con ella siempre había sido muy respetuoso. Jamás la tocó de manera inadecuada.
Se volvió a pegar a él. Seguía aquella cosa dura. Pero no lo importó. Lo que necesitaba era su calor, sus brazos rodeándole. Al rato, estaba dormida.
Raúl se separó con cuidado de no despertarla. Se fue a su lado de la cama. Ella lo había notado. Había notado su dura polla contra su culo. Pensaba. Pensaba. Y deseaba. Se levantó sin hacer ruido y se fue al baño. Necesitaba descargar la tensión que sentía. Se masturbó, pensando en la hermosa mujer que tenía al otro lado de la puerta y que no podía tocar.
Volvió a la cama. Se acostó y se tapó.
-¿Te has...masturbado?
El corazón le dio un vuelco. Ella lo había descubierto.
-Sí.
Nuria se sintió fatal. No porque su amigo se hubiese masturbado. Se sintió mal porque ella culpa suya. Se levantó de la cama.
-¿Dónde vas?
-Será mejor que duerma en el sofá.
-No por favor. Quédate. No es culpa tuya.
-Claro que es culpa mía. Siempre pienso en mi. Ahora me doy cuenta de lo que debe de ser para ti tenerme en tu cama.
-Uf, es un poco...difícil, sí. Pero no te preocupes. Vuelve a la cama.
Ella volvió a meterse en la cama.
-Si yo estuviera en la cama con otra mujer, no sé si podría resistirme.
-Bueno.. es difícil, sí. Eres una mujer preciosa, Nuria. Pero eres mi amiga.
Era la primera vez que le decía que era preciosa.
-¿Me encuentras atractiva?
-Coño Nuria. Estás buenísima. Eres la mujer más guapa que conozco.
-Nunca me lo habías dicho. Tú también eres muy guapo.
-Oh! gracias! jajaja.
-Jajajaja.
Las risas relajaron la tensión.
-Buenas noches, Raúl.
-Buenas noches, Nuria.
Ella le dio un beso en la mejilla y se dio la vuelta. Cerró los ojos. Se puso a pensar en su amigo. Lo quería mucho. Era la persona que más quería en el mundo. Pero como amigo. No le atraía de ninguna otra forma.
Los siguientes días se fueron adaptando el uno al otro. Ella procuraba vestir mas 'decorosamente', sobre todo al irse a dormir. Se empezó a olvidar de su ruptura. Se empezó a sentir bien.
Un día busco en el fondo del cajón a su viejo amiguito. Esa vez tuvo un maravilloso orgasmo, que la dejó relajada. Que la liberó. Empezó a utilizarlo más a menudo. No tenía ganas de meterse en una nueva relación. Al menos por el momento. Pero tenía sus necesidades. Necesitaba sentir placer. Sus dedos, su amiguito y su imaginación eran suficientes.
Raúl, por supuesto, la seguía deseando con locura, pero procuraba que no se notara. Seguía masturbándose. Tampoco tenía ninguna relación en esos momentos.
Cuando se acostaban, procuraban no tocarse. Pero inevitable no rozarse, no tocarse. Algunas noches Nuria se despertaba pegada a él. Le gustaba sentir su calor. La reconfortaba.
Algunas noches, cuando la creía dormida, notaba como se levantaba sigilosamente y se iba al baño. Sabía a lo que él iba. Incluso, a veces, aprovechaba que él iba al baño para masturbarse ella. Él pensaba en ella. Ella no pensaba en él. Aún pensaba en su ex-pareja. O en otras mujeres, imaginadas.
Una de las noches, él volvió del baño y se metió sin hacer ruido en la cama.
-Raúl..
Otra vez lo había pillado.
-Dime.
-¿No te gustaría tener una novia?
-Claro. A quién no.
-Pero no sales mucho. Siempre estás conmigo. Yo ya estoy bien.
-No es por eso - mintió - Ahora mismo no me planteó una relación.
-¿Y un aquí te pillo aquí te mato?
-Jajajaja. No estoy tan desesperado. Ya sé que es muy reciente aún, pero...
-No...ahora no quiero más relaciones.
Nuria apoyó su cabeza en el pecho de Raúl. Él le acarició el pelo. Ella oía el latir de su corazón.
-Eres tan bueno conmigo. Y yo...no te doy nada.
-¿Cómo que nada? Tu amistad. No quiero nada más.
-Eres un hombre maravilloso. La mujer que te pille será muy afortunada. o...el hombre.
-¿Cómo que el hombre?
-Jajajaja.
Él le dio un pequeño pellizco.
-Ouch!
-Por capulla!
-Jajajaja.
Como niños pequeños, se empezaron a dar pellizcos y hacerse cosquillas, sin dejar de reír. De repente, Raúl se quedó mirando como ella reía. Se imaginó que se acercaba a su cara. Que la besaba, que la acariciaba. Que le hacía el amor.
Ella abrió los ojos, aún riendo. Vio como la miraba. La miraba como ella miraba a su amada.
Dejó de reírse. Comprendió entonces lo que pasaba. Por qué él no buscaba a otras mujeres. Por qué la trataba así.
Se dio la vuelta, dándole la espalda. Él hizo lo mismo.
-Buenas noches, Raúl.
-Buenas noches, Nuria.
Por la mañana, cuando él se fue, Nuria se puso a pensar en su amigo del alma. Se lo daba todo. Siempre allí para ella. Siempre para consolarla en los malos momentos. Y ella a él no le daba nada. Sólo lo ponía cachondo. Lo ponía como una moto y luego el pobre tenía que ir al baño a cascársela.
Recordó la mirada de él. Reconoció amor en esa mirada. Un amor al que ella no podía corresponder. Pero...era su amigo. Quizás pudiera agradecérselo de otras maneras.
Esa misma noche, una vez acostados y con la luz apagada, sacó el tema
-Raúl.
-Sé que por las noches vas al baño a masturbarte.
El no dijo nada. La vergüenza le impedía hablar.
-¿Es por mí?
-N..No...no es por ti.
-No pasa nada. No me molesta, de verdad. ¿Es por mí?
-Sí. Es por ti, Nuria.
Entonces ella hizo algo que cogió totalmente por sorpresa a Raúl. Llevó una mano a su aún fláccida polla.
-NURIA! ¿Qué haces? - le dijo, quitándole la mano.
-Sólo quiero devolverte parte de todo lo que tú me has dado todos estos años.
-Pero..no tienes que hacer eso.
-Tú siempre, siempre me has dado lo que necesitaba. Ahora tú necesitas esto.
Volvió a llevar su mano. Esta vez él no la quitó.
-Nuria, de verdad...No tienes que hacer eso.
-Shhhhhhhhh caya...
La polla empezó a reaccionar, a crecer. Nuria sentía como se iba poniendo dura bajo la tela del pijama. Metió la mano por dentro y la agarró. La notó caliente, dura.
-Es la primera polla que toco.
-Nuria...ummmm
-Y la única que tocaré! jaja
La polla dejó de crecer. La recorrió con la mano, con suavidad.
-Joder, es más grande que mi amiguito.
-¿Qué?
-Nada nada. ¿Te gusta?
-Ummmmm Sí..
Ella encendió la luz.
-Apaga, por favor.
-Bueeeno.
Las sábanas y el pijama le molestaban, así que Nuria la quitó y luego le bajó un poco el pijama. Ahora la polla estaba libre. Apenas la distinguía en la oscuridad.
-Raúl, es mi primera paja a un hombre. Dime que tengo que hacer.
-Agg..sigue así..Sólo mueve la mano arriba y abajo. Aprieta un poco más.
-¿Así?
-Ummm sí.
Raúl estaba muy excitado. Su amiga del alma, su amor de toda la vida, lo estaba tocando. Su cálida y suave mano subía y bajaba a lo largo de su polla.
-Nuria...agggg para...que me voy..a...correr..
-¿De eso se trata, no?
Siguió moviendo la mano. Lo sintió moverse. La polla tenía como espasmos. De repente Raúl se tensó y los espasmos de la polla fueron más seguidos. Algo caliente y húmedo le bajó por la mano. El semen de su amigo.
-Ummmmm...Nuria...
-¿Te ha gustado?
-Mucho.
-Me alegro.
Gran parte de la eyaculación le había caído sobre la parte de arriba del pijama de Raúl. Tenía que limpiarse y cambiarse. En la oscuridad, se bajó de la cama y fue al baño.
Se limpió todos los restos y se puso otro pijama. No se podía creer lo que había pasado. El inmenso placer que había sentido.
Cuando volvió al cuarto, Nuria estaba arrodillada sobre la cama, con la luz encendida, y se miraba la mano llena de semen.
-Jeje, es raro.
Raúl se puso rojo y salió corriendo a traerle algo para que se limpiara.
-Nuria..yo..
-No tienes que decir nada, Raúl. No he hecho nada. Sólo devolverte un poco del cariño que siempre me has dado.
-Gracias...
-De nada, hombre. Además, ha sido un placer hacerte una..paja.
-¿Un placer?
-No sexual, tonto. Me refiero que me ha gustado mucho complacerte.
-Ah...Para mí si ha sido un placer.! jajajaja.
-Jajajaja...Y ahora, a dormir.
-Vale.
Nuria estaba contenta. Había hecho muy feliz a su amigo, a su Raúl.
Raúl también estaba feliz. Sin esperarlo, había recibido un gran regalo de su amada.
Al día siguiente actuaron como si nada hubiese pasado. Pero los dos pensaban en lo ocurrido. Él deseando que volviera a ocurrir. Ella deseando que él se lo pidiera y darle placer.
Cuando se metieron por la noche en la cama, él esperaba que ella lo tocara. Ella esperaba que él se lo pidiera. Ninguno actuaba. Apagaron las luces, dispuestos a dormir.
Ella era más decidida, menos vergonzosa. Así que fue la que se lanzó.
-Raúl..
-¿Sí?
-¿Te apetece una pajita?
-¿Y por qué no me lo has pedido?
-No sé. Me da corte.
-Tonto.
Ella alargó la mano hacia la polla. Se la encontró dura como una piedra.
-Coño. Pero si ya la tienes dura.
-Sí.
Quitó la sábana y le bajó los pantalones, como la noche anterior, y empezó con la suave paja. Raúl gemía.
-¿Lo hago bien?
-Ummm, muy bien...
Ella deseaba verlo, así que encendió la luz. Raúl dio un respingo.
-Apaga.
-Quiero verlo.
-Joder, me da vergüenza.
-Venga hombre. Cierra los ojos.
Raúl los cerró. Nuria pudo mirar lo que tenía en la mano. La polla dura de Raúl. No es que sintiera excitación. Pero le gustaba ver a cara de placer de él. Saber que le estaba dado gustito. Vio que la punta de la polla brillaba. Le salía un líquido transparente.
-¿Te estás corriendo?
-Agggg no.. aún no.
-¿Qué es eso?
Abrió los ojos y miró.
-Es...líquido pre seminal. Me salen cuando estoy muy cachondo.
-¿Estás muy cachondo?
-Uf..mucho.
Ya no cerró los ojos. Se quedó mirando como la mano de Nuria subía y bajaba, subía y bajaba. Para estar más cómoda, ella se arrodilló a su lado, sin dejar de acariciarlo.
-Qué dura está.
-Ummmmm
-Avísame cuando te vayas a correr. No me lo quiero perder.
-Vale...no tardaré mucho.
Y mucho no tardó. A los pocos segundos le gritó que se corría. Nuria miró fijamente la polla. Se maravilló de los potentes chorros que salían de ella, cayendo sobre el pijama de él, y luego, más flojos, sobre su mano.
-Wow!
-Uf....Nuria...que rico.
-La próxima vez será mejor que te quites el pijama.
Raúl se miró. Lleno de semen.
-Sí, será mejor! jajaja.
La tercera noche no apagaron la luz. Y fue Raúl el que empezó.
-Nuria, ¿Me haces una paja?
-Encantada.
Se desnudó del todo y gozó de la caricia de su amiga.
No volvió a masturbarse a escondidas en el baño. Nuria se lo hacía encantada. Ella fue cogiendo experiencia y cada vez le daba más placer. Aprendió a conocer sus reacciones. Raúl gozaba. Nuria era feliz.
Una noche, Nuria estaba arrodillada masturbando a Raúl. Ya no importaba que se pusiese pijamas sexys o no. Esa noche llevaba uno ajustado. El movimiento de sus manos hacía que sus tetas se bamboleasen. Raúl no les quitaba ojo.
-¿Quieres verlas?
-¿Qué?
-Mis tetas. Parece que te las quisieras comer.
-Sí..me encantaría.
Nuria se sacó la parte de arriba del pijama. No llevaba sostén, así que sus dos preciosas y grandes tetas quedaron a la visa. La polla de Raúl dio un respingo.
-Son preciosas. Vaya tetas.
-No es la primera vez que las ves. Hemos ido a la playa muchas veces.
-Pero no así...desnudas.
-Las puedes tocar, si quieres
-¿En serio?
-Sí.
Llevó sus manos a aquellas dos preciosa masas de carne. Sintió su calor, su peso. Su suavidad. Estalló entre gemidos, apretando, amasando.
Ya no usó más parte de arriba del pijama.
Llevaba una época muy feliz junto a Raúl. Ya casi se había olvidado de su antiguo amor.´
Raúl la hacía feliz. Y ella a él, pensaba. No era sólo que lo satisficiera sexualmente. Eso sólo era una pequeña parte que ella hacía con agrado. Era por todo. Por como la trataba. Por lo que hablaban. Por lo que reían.
Había venido por unos días y ya llevaba varios meses viviendo con él. Si fuese por ella, podría estar así para siempre.
Como por las noches Raúl ya no se iba al baño, Nuria se satisfacía por las mañanas, o por las tardes, cuando él no estuviera. Se tumbaba en el sofá y daba rienda suelta a su imaginación. O en la cama. Fue una de esas tardes, en la cama, mientras el rum-rum se su querido consolador de plástico hacía vibrar todo su cuerpo, cuando se le ocurrió la idea.
No estaba pensando en Raúl. Pensaba en una preciosa chica que había visto en una película. Después de un fabuloso orgasmo, al sacarse el consolador del coñito sensible, se acordó de las pajas que le hacía a su amigo. De lo que él gozaba con ellas. De cómo la miraba. De cómo acariciaba sus tetas. De lo que ella disfrutaba viéndolo disfrutar a él. En unos días sería el cumpleaños de Raúl.
Si él siempre había si su consuelo, su...consolador...¿Por qué no utilizarlo como un consolador 'humano'? En vez de utilizar a su pequeño amiguito plástico, podría utilizar la cálida polla de Raúl. A él le iba a encantar, seguro. Y si ella cerraba los ojos no estaría follando con un hombre. Estaría masturbándose con un consolador.
Se decidió a hacerlo. Le haría a su amigo del alma ese regalo tan especial.
La noche del día del cumpleaños de Raúl preparó una estupenda cena. Se lo pasaron estupendamente, hablando, riendo. Eran una extraña pareja, una lesbiana y un hombre locamente enamorado de ella, pero eran felices.
Ella estaba un poco nerviosa. Pero sabía que él sería delicado, siempre un caballero.
-Raúl, tengo un regalo especial para ti - le dijo en los postres.
-¿Sí? ¿Qué es? ¿Es de comer?
-Jajajajaja. Sí! jajajaja. Se come, a veces. Pero esta vez no.
-Ah...¿Qué es?
-Ummmm, te lo daré después, en la cama.
-¿No me das una pistita?
-Pues no.
-Cachis!
Entre los dos recogieron y fregaron los platos. Se pusieron sus pijamas y vieron una película en el DVD.
-¿Cuándo me darás mi regalo?
-Vamos.
Fueron al dormitorio. Él se acostó en la cama, apoyándose en un codo, impaciente. No tenía ni idea que lo que ella le iba a regalar.
Ella se quitó la parte de arriba del pijama. Sus bellas tetas saltaron, libres. Raúl se empezó a excitar. Después se quitó la parte de abajo. Nunca se la había quitado. Los ojos de Raúl se abrieron como platos. Por primera vez veía su arregladito pubis.
Nuria se acostó a su lado. Raúl la miraba. Era la cosita más linda del mundo. Se notaba su dura polla bajo el pijama.
Vio como Nuria sacaba algo de su mesilla de noche.
-¿Sabes qué es esto?
-Joder. Un consolador. ¿Es ese mi regalo? - preguntó, incrédulo.
-Jajajaja. Sí.
-¿Queeeeeeeee?
-No, tonto. Este consolador es mi amiguito pequeño. Lo uso a menudo para darme...gustito.
Raúl aún no entendía nada.
-Esta noche, tú serás mi consolador. Tu polla será mi consolador. Esta noche, Raúl, me vas a follar.
La miró con la boca abierta. No se lo podía creer. Le estaba diciendo que su sueño de casi toda su vida se iba a cumplir. No le salían las palabras.
-¿No dices nada?
-¿Estás segura de esto?
-Sí. Si tú lo deseas. sí.
-Claro que lo deseo. Te deseo desde siempre.
-Ese es mi regalo para ti.
Raúl estaba emocionado. No sabía que decir.
-¿Tienes condones?
-Joder, no!
-Jeje, me lo suponía. Yo he comprado una cajita.
-Estás en todo.
Volvió a meter la mano en la mesa de noche y le entregó uno. Raúl miraba el preservativo, aún sin creerse que por fin su sueño se haría realidad.
-Apaga un de las luces, Raúl, hay mucha claridad.
Ahora la habitación quedó iluminada por la luz de una mesilla de noche. La atmósfera era cálida.
-¿No te desnudas?
-Oh...sí...sí.
El pijama voló. Raúl quedó desnudo, mirando el desnudo cuerpo de Nuria, el deseado cuerpo de Nuria.
-Póntelo.
Rompió el paquete y se puso el condón. Hacía mucho tiempo que no se ponía uno.
¿Y ahora qué? ¿Se subía sobre ella y se la metía sin más? No, así no. Si ella fuese otra mujer, una mujer a la que le gustasen los hombres, la besaría, la acariciaría. La lamería hasta excitarla, hasta que estuviera bien mojadita, y entonces la penetraría.
Pero Nuria no era así. Sabía que sus caricias no la excitarían. Ella salió en su ayuda.
-Ven aquí. Ponte sobre mí, pero sin metérmela..aún.
Cuando estuvo como ella le indicó, Nuria le cogió la polla y la acercó a su coñito. Esa polla que tantas veces había masturbado.
Raúl vio como ella cerraba los ojos. Sintió como ella se acariciaba con su dura barra. La pasaba por la rajita se su coñito, se frotaba el clítoris con ella.
Cuando Nuria se masturbaba con su consolador, el empezar, se ponía la punta vibrante sobre su clítoris. Eso la iba mojando poco a poco. Después se penetraba con el consolador. La polla de Raúl no vibraba, por eso la movía, arriba y abajo, se frotaba.
Nuria se imaginaba que no era la polla de Raúl. Era su querido amiguito, pero sin pilas. Con los ojos cerrados no era ella quien lo movía. Era una preciosa mujer, una desconocida. Imaginaba sus besos, sus caricias. Imaginaba que lamía sus pechos. Imaginaba que lamía su coñito.
Se fue excitando. Su coñito se empezó a mojar. Su 'consolador' se frotaba con más facilidad. Gimió suavemente. Con los ojos cerrados no veía como Raúl la miraba. Como mira miraba su cara en la suave luz del dormitorio. Como miraba sus carnosos labios, deseando besarlos.
-Ummmm....ahora...Métela despacito.
El momento había llegado. El corazón de Raúl quería salirse de su pecho. Se dejó caer lentamente sobre Nuria. La polla fue envuelta por el calor y la humedad del la vagina de su amada. Lentamente separaba las paredes del coñito a medida que entraba en ella.
Sus pubis chocaron. Estaba todo dentro.
-Ummmm despacito...hazlo despacito...
Lentamente se empezó a mover. A entrar y salir de aquel cálido lugar. El placer que sentía era muy especial. No sólo el gran placer físico. Era el placer psíquico de estar haciendo el amor con Nuria.
Ella también gozaba. Sentía mucho placer. Muchas veces cuando hacía el amor con otra mujer, ésta usaba un consolador para satisfacerla. Ahora era lo mismo. Con los ojos cerrados se imaginaba con otra mujer. Sabía que era Raúl, que era su amigo. Que era un hombre. Pero se lo imaginaba como mujer.
-Agggggg sigue...que rico...más...más rápido.
Raúl aumentó el ritmo. La deseaba tanto. No podría aguantar mucho más. No se pudo resistir a besarla, pero no en la boca. Besó la suave piel de su cuello. Aquel beso hizo estremecer a Nuria.
Los gemidos de ambos aumentaron. Nuria sintió que su orgasmo se aproximaba. No pensó que lograra correrse. Iba a ser un regalo para él. Sólo para él. Pero sentía placer. Su 'consolador' la iba a hacer correr, como tantas y tantas veces.
Cuando Raúl la sintió estremecer, cuando sintió que el cuerpo de su amada se tensaba, que dejaba de respirar, dándose cuenta de se estaba corriendo, que estaba haciéndola correr, no pudo más y estalló.
Nuria por primera vez sintió el calor del cálido semen que Raúl expulsaba dentro de ella, atrapado en las finas paredes del preservativo. Fue un agradable calor, que alargó su orgasmo. La cabeza de Raúl estaba en su hombro. Sentía el cuerpo de él temblar. Lo acarició con dulzura.
Quedaron unos segundos en silencio. Ella sintió un suave beso en la mejilla. Sonrió.
Salió con cuidado de ella, quitándose el preservativo. Se tumbó a su lado. Nuria lo miró. Raúl la miró. El corazón de él seguía latiendo. Se lo tenía que decir.
-Nuria...te..amo.
-Lo sé.
Se abrazaron y al poco rato, los dos dormían.