El conserje y el director entran en mi vida.

Segundo relato sobre mi vida, donde os cuento como el conserje y el director empezaron a ser asiduos a recibir mis servicios dentro del instituto.

Hola a todos de nuevo!

Soy Marina, chica de Murcia de 19 años que la semana pasada comenzó en esto de escribir relatos y viendo vuestros comentarios y correos electrónicos lo hice bastante bien! Quiero agradeceroslo a todos la verdad! Como muchos ya sabéis y dije, esta historia (y la anterior) son reales. Simplemente las escribo porque puedo promocionarme a mí misma y ganar más dinero debido a la gente que me quiere conocer en realidad, y si además le regalo una buena paja a más de uno, mejor todavía. He podido tener citas con 4 lectores ya aquí en Murcia, por lo que estoy muy contenta, y si alguien más quiere probar la experiencia que me escriba al correo!

Dicho esto, voy a contaros mi historia con el conserje y director del instituto donde estudiaba en Murcia. Por temas de privacidad lógicamente no voy a decir el nombre pero ya me han llegado oidas de que algunas personas que conozco están leyendo los relatos, así que bueno, algún día lo mismo me busco algún problema y tendré que borrar estos relatos si la cosa se pone turbia.

EL CONSERJE: Pedro, un pervertido

Pedro no es el nombre real del conserje de mi instituto, pero lo llamaré así para conservar su identidad. Pedro, desde el primer momento en que entramos a estudiar mis amigas y yo al instituto, nos dimos cuenta (aún siendo bastante niñas) de que ese hombre era un cerdo. Empezamos a llamarlo viejo verde entre nosotras, ya que tiene unos 55 años. Lo llamábamos así porque, sobre todo con las chicas de más edad (tercero, cuarto de la ESO...) se quedaba mirando durante un rato después de que pasaran por delante de él. Les miraba las mallas deportivas, las tetas, las piernas... siempre estaba diciendo piropos a las muchachas aunque hubiera más gente delante. En definitiva, todo el instituto, chicos, chicas y quizás hasta profesores sabían lo salido que estaba Pedro.

En mi situación personal con él, al desarrollar muy joven mis caderas y tetas, empecé a recibir piropos groseros cuando pasaba cerca suyo. Estos comentarios se hacían más serios todavía cuando iba sola y él estaba cerca, llegándome a decir incluso una vez directamente "vaya culete has echado Marina, vas a volver a todos locos un día". En fin, a mi me daba bastante asco, aunque dependiendo del día si a veces estaba cachonda me ponía contenta juguetear con él y verlo sufrir. Ver que desde su posición y su trabajo no podía hacer nada, solo mirar y hacerse pajas al llegar a su casa. Un día estos juegos se me fueron demasiado lejos, y ya no hubo forma de volver atrás, pero os lo cuento en un momento.

El caso es que Pedro, desde que le llegaron oidas de que estaba atendiendo a chicos en el baño de minusválidos del instituto por dinero, aumentó el nivel de sus comentarios hacia mi. Ya eran directamente palabras sucias y groseras. A veces me decía cosas como "quiero follarte Marinita, pero tú callada que si se enteran me echan" o una vez me dijo "vaya labios rojos llevas hoy, seguro que quedarían bien en un sitio que yo conozco". Vamos, que ese hombre estaba loco por mí, y en ese momento quería aprovecharme. Sabía que Pedro tenía dinero, no se si por temas de su familia, el sueldo de su mujer, ni idea. El caso es que tenía un Audi A7, que es un coche bastante caro para un conserje. Un día pensé que quizás hacerle una mamada a Pedro me daría mucho más dinero que la de un alumno normal, porque además de estar loco por mi desde hacía tiempo, realmente podría pagarme mucho más.

Empecé a jugar con él, poniéndole a veces sonrisa a sus comentarios y girándome y cambiando mi expresión de la cara a la de una chica mala cuando sabía que me estaba mirando el culo. Pero nunca, nunca, me atrevía a proponerle usar mis servicios. Yo sabía que él tenía claro que le estaba chupando la polla a la gente en el baño y que me estaban follando, pero es que Pedro me daba mucho asco. A pesar de tener dinero era feo, bastante, y en ese momento el rollo de los maduros no me había convencido (todavía, después eso cambió).

En conclusión, jugaba con Pedro pero ya está, nada más. Todo cambió un día en que terminé de comerle la polla a un chico de último curso de bachillerato al acabar un recreo. El muchacho salió del baño antes que yo, como siempre, pero después volví a oír la puerta (nunca nadie entraba a ese baño, nunca) y me pilló subiéndome el tanga con la puerta del retrete aún abierta. Se quedó mirándome fijamente y esbozó una sonrisa que, la verdad, me dió un poco de miedo.

  • Vaya, Marina, se puede saber qué haces en el servicio de minusválidos?

  • Pues estaba meando Pedro, perdona, tengo que irme a clase de Historia que voy a llegar tarde.

  • Tú no vas a ningún lado sin que hablemos de una cosita antes - dijo mientras se ponía apoyado entre la puerta y el lavabo, impidiendo a nadie entrar o salir.

  • Cómo? de qué?

  • Se perfectamente lo que haces aquí. Tengo alumnos con los que tengo relación y me lo han dicho directamente. Vienes aquí a follar y a comer pollas por dinero, vamos, que eres puta además de estudiante, je je je.

  • Eso es mentira, la gente siempre habla mucho.

  • Bueno, mucha casualidad que Antonio acaba de salir de este baño subiéndose la bragueta también, no?

No tenía sentido seguir mintiendo, ese día Pedro se había decidido a pillarme y lo había conseguido. Había confirmado los rumores sobre mi, y a juzgar por el dibujo que aparecía en su pantalón que cada vez crecía más, le gustaba. Yo tenía miedo, porque es un hombre que no me gusta, pero este momento me ayudó a darme cuenta de que una puta no debe juzgar a sus clientes, simplemente debe ponerse de rodillas, recibir una polla en su garganta y cobrar después. Me di cuenta con el paso del tiempo.

  • Bueno... pues sí, soy puta Pedro, ya está, necesito sacarme algún dinero y con los chicos que quieren ayudarme pues yo les ayudo a ellos.

  • Les ayudas eh? Claro que les ayudas, anda que no les tienes que dejar los huevos vacíos con esos labios de zorra que has tenido siempre.

  • Oye me estás cabreando, dejamé irme ya pesado, que por tu culpa voy a llegar tarde, estás salido.

  • Tú no vas a ir a ningún sitio Marina, lo siento, voy a contarte una cosa..

  • Eres muy pesado eh? Tío que me olvides ya

  • Le voy a decir al director lo que haces aquí. Quizás no me crea, pero llevo 19 años trabajando aquí, como mínimo se lo va a plantear. Y no te olvides que conozco a tu padre, se perfectamente quién es. Tú ponte tonta conmigo que a la mínima te hundo la vida niña.

  • Pedro, yo paso de mi padre, me da igual lo que le digas porque ya ha oído muchas cosas de mí, y desde que se divorció de mi madre me quiere más todavía.

  • Bueno, eso me la suda, pero como mínimo te buscas otro instituto para acabar tus estudios.

Ese hijo de puta, en realidad, me tenía entre la espada y la pared. Lo de mi padre en cierto modo era cierto, es verdad que sería la primera vez que un hombre adulto le dijera que había visto/oído cosas sobre mí, pero estoy seguro que aparte de un sermón de 5 minutos no me esperaba nada más. Lo del instituto me jodía mucho, tenía mis mejores amigas allí, tenía clientes, los profesores tenían buen trato conmigo... me sentía feliz y aceptada, además de ser popular y un poco la "reina" de la clase.

Me resigné, preferí tragarme el orgullo y acabar la situación de la única manera que se podía. Sabía perfectamente lo que él quería, así que para qué alargarlo más...

  • Mira Pedro, es que paso de ti, en serio, se lo que quieres, me dejas tranquila si lo hago?

  • Hombre, está claro lo que quiero, pero no lo quiero una vez, ni dos, lo quiero como mínimo una vez por semana hasta que te vayas de este sitio, quiero desfogarme contigo todas las veces que he querido follarte niña.

  • Sabes que te voy a cobrar no?

  • Me parece justo. Podría decirte que no y seguir con el chantaje, pero mira, prefiero tenerte contenta que así seguro que me chupas mejor la polla..

  • Te informo de los precios o que? Podemos verlo luego que me voy a clase?

  • Claro que te vas a clase, después de vaciarme los huevos ahí dentro - dijo señalando al retrete que había al fondo del baño, donde me acababan de follar hace unos minutos.

  • Pffff... venga. Vamos dentro. Quiero 40 euros por la mamada.

  • Toma, ahí los tienes. Ahora quiero la mejor mamada que hayas hecho en este baño para mí. Y cuidadito con los dientes.

Entré al retrete mientras Pedro cerraba la puerta con la llave maestra que tiene el conserje. No hacía falta porque no iba a entrar nadie, además me había propuesto que se corriera lo antes posible para que me dejara tranquila. Me senté en la taza del váter y Pedro entró a los segundos, algo nervioso, mientras se desabrochaba su cinturón en el que había algunas herramientas y destornilladores junto a su teléfono.

  • Uffff Marinita, venga, dale a la lengua que seguro que tienes experiencia. Limpiamé bien el sable.

Saqué su polla de los calzoncillos y se me mojó el coño instáneamente. Apareció delante mío una polla que, aunque no era la más larga que había visto, era super gorda. Yo calculo que unos 17 centímetros pero un diámetro que asustaba, y a la vez me hacía la boca agua. Me mojaba más a cada segundo imaginando de qué forma debían dilatarse mis agujeros con eso dentro. Sin más dilación, la cogí con la mano derecha y tras escupir en el capullo, le pasé la lengua por el tronco hasta llegar a la cabeza y me la metí del tirón.

La polla de Pedro ya estaba super dura y en su tamaño máximo, así que me concentré (ayudándome con la mano) en deslizar mi boca con movimientos de succión a lo largo de toda su longitud. Desde la cabeza hasta los huevos, y llegando a provocarme alguna arcada al final, fui engullendo la polla del conserje en ese antro durante cerca de diez minutos. Pedro puso su mano en mi cabeza para llevar el ritmo de mis chupadas, y eso me ponía muy cachonda, tanto que tuve que empezar a tocar el chocho con la mano izquierdo mientras mi derecha le agitaba su rabo.

  • Dios de mi vida, como chupas niña, sigue sigue... sigue que te voy a llenar la boca de lefa.

  • Srgrgggg... glup... glupp... ummm... - eran los sonidos que mi garganta y boca emitían fruto de la succión.

  • Hasta el final, hasta el fondo...

  • GGRrrrrr.... grgrgrgrgrg...

Le estaba proporcionando una garganta profunda de campeonato. Pedro tenía su rostro desencajado, con la mandíbula abierta, y echando la cabeza hacia atrás en ocasiones fruto del gustazo que sentía. Yo estaba llenando mi tanga y la tapa del váter de flujos, porque tragarme ese rabo me estaba poniendo demasiado cerda. Tanto que tuve que meterme un par de dedos dentro del chocho y empezar a jugar con ellos. Mi conserje no tardó en darse cuenta de lo que estaba haciendo, y aunque estaba a punto de caerse del gusto y correrse, me dijo (lo recuerdo como si fuera ayer, y hace cerca de un año...):

  • Te tocas el coño eh puta? Te gusta mi polla, a que sí?

  • Sí, esta rica Pedro, me gusta más cuando me has pagado 40 euros, pero está rica..

  • Me voy a sentar ahí donde estás y te vas a subir encima mío vale? No voy a tardar en correrme así que no te preocupes, pero tengo que probar ese chochito ya.

  • Al final voy a llegar tan tarde que no me van a dejar entrar, verás...

A quién pretendía engañar, me daba igual la clase ya, solo quería sentir ese falo dentro de mi coño igual que él. Pedro paso por delante mío, fruto del poco espacio que teníamos en la cabina, y se sentó encima del retrete. Le abrió la tapa para tener mejor sujeción. Yo, tras escupir en mi mano y dejarle aún mas lubricada la polla, fui abriendo las piernas y subiéndome encima suyo poco a poco, a horcajadas. El conserje dirigió su gruesa polla hacia la entrada de mi coño, que rápidamente se tragó al invasor en apenas dos o tres segundos, lo que provocó un sonido de vacío total. El conejo se había comido la zanahoria completamente.

  • Burffff... que gustazo joder... rompemé que yo tampoco voy a aguantar mucho más cabrón...

  • Vaya volcán tienes entre las piernas, niñata. Que coño tienes, esto es fuego, mira que lo sabía todos estos años..

  • Dame dame, dame..

  • Ahora verás... arggg.... ummmm...

Pedro estaba agarrado a la pared y a donde está el papel higiénico, y tras sujetarse bien fuerte, comenzó a darme fuertes embestidas en el coño a la vez que yo saltaba sobre él. En resumen, yo estaba subiendo y bajando para facilitar la follada, pero él se centraba en hacer que las embestidas fueran con mucha fuerza, como si me quisiera romper. Yo estaba en el puto cielo, tenía los ojos en blanco y cuando llevé mi mano al clítoris ya empecé a soltar agua..

  • Aahhhhhhh.... ahhhhhhh.... me estoy corriendo ya... me estoy corriendo... jodeeeerrrrrrr - tuve que taparme la boca y ponerme a gemir susurrando porque al final estábamos en un puto baño.

Pedro al ver que me corría y echaba la cabeza hacia atrás, me agarró del pelo y del culo y se centró en seguir embistiéndome con todas sus fuerzas. No pasaron más de unos diez o quince segundos hasta que comenzó a rociar mi interior con su leche mientras se retorcía como un cerdo.

  • Ohhhhh... ohhhh.. ohhh.. oh... me corro... que gusto, que gusto pedazo de zorra!

Yo me reía de forma malvada, mientras con mis caderas hacía circulos encima de él para ayudarlo a vaciarse por completo. Notaba su lefa caliente dentro de mí, estaba tranquila porque tomaba la píldora, y eso me permitía disfrutar de cada una de las sensaciones que su rabo y su leche me estaban provocando. Estuve cerca de un minuto moviéndome encima suyo porque, aunque me interesaba tenerlo satisfecho, yo también estaba bien corrida y agusto.

Al levantarme de sus muslos, toda su corrida cayó al suelo del retrete. Era muchísima, lo cual provocó en Pedro un sentimiento de admiración y orgullo hacia lo que acababa de hacer.

  • No solo me he follado a la niña más guapa y puta del instituto, sino que además la he dejado más llena que un pavo eh?

  • Me lo tienes que pagar, me ha gustado mucho pero una buena puta cobra.

  • Te he pagado ya Marinita

  • Por la mamada, no por el polvo.

  • Anda pero no me vas a decir que no te ha gustado, si me has llenado los muslos de flujo, te has corrido como una perra..

  • Mira... vale, es lo único que te voy a regalar de aquí en adelante. La próxima vez que quieras tocarme son 40€ si quieres solo mamada y otros 50€ si quieres follarme.

  • Madre mia, 90 euros... en fin, menos mal que ahora se que merece la pena..

  • Hombre que si merece la pena, ya te he visto la cara guarro.

  • Je je je je, si, me has dejado en la gloria. Oye, el culo que?

  • Ui el culo... jajajaja, si yo te contara... qué pasa, que te gusta?

  • Te doy lo que me pidas si me dejas follarte el culo, aunque ahora no va a ser.

  • No no, si está claro, ahora no va a ser porque me voy de aquí pero ya. Pero sí, si en vez de 50€ por follar me das 65€ te dejo que me rompas el culo, te estoy cobrando más caro que a los chavales del instituto pero se que tienes más dinero. He visto tu móvil, tu coche, tu ropa... se perfectamente que tienes dinero Pedro.

  • No vivo mal la verdad, me parece bien, te daré 65€ para que te compres tus cositas, pero no voy a tener compasión con ese culo, no te vas a poder sentar en dos días..

  • A ver si es verdad.

Al acabar de vestirnos y mientras teníamos esta conversación, me di cuenta de que había ganado un nuevo cliente, y además, uno que me iba a pagar muchísimo más. El día había terminado bastante bien, o eso creía yo, porque aún no había terminado. Fui a las clases que me quedaban esa mañana, la profesora de historia me dejó entrar aunque fuese media hora tarde. Media puta hora. Le dije que había estado en el médico y que tenía una cita que no podía cambiar, y me dijo que no había problema, pero mientras iba por el pasillo del aula miraba a ambos lados y algunos de mis compañeros esbozaban una sonrisa. Creo que, en el fondo, sabían que no venía del médico...

Cuando terminaron las clases y estaba recogiendo mis cosas, la última como de costumbre por mirar tanto el móvil, se asomó por la puerta el director del instituto.

EL DIRECTOR: Jaime, "el respetuoso"

Me sorprendió muchísimo ver al director asomarse a la puerta, aunque esa sorpresa duró muy pocos segundos y después de mi cuenta de que el conserje le habría dicho algo con total seguridad. No había nadie en el aula, ni siquiera mi profesora, y Jaime tras quedarse callado un momento y mirar alrededor del aula, volvió a mirarme y me dijo:

  • Marina, necesito que vengas a mi despacho a hablar contigo antes de irte a casa, si no te importa, ¿te parece?

  • Ha pasado algo?

  • Te lo comento en el despacho en un momento, venga, sígueme.

Estaba sudando, las 2 de la tarde en Murcia es época de calor, pero sobre todo sudaba de los nervios. Ya pensaba que Pedro se había chivado de nuestro polvo en el baño, o de que me había visto follar con alumnos ahí, y que me iban a echar del instituto. Por otro lado, me empezaba a hacer la idea de que toda esta situación se estaba complicando. Lo que hace apenas unas semanas había comenzado como una forma de sacar dinero fácil, ya me tenía con una deuda personal con el conserje del centro (que estaba a punto un día de estos de reventarme el ojete) y yendo de camino al despacho del director, quién sabe si para expulsarme o no.

Iba super nerviosa por los pasillos, los más rezagados del instituto antes de irse a casa me veían andando detrás del director y se giraban a mirar. Pensarían que me iban a expulsar, a poner un expediente de conducta, quién sabe...

Llegamos al despacho y el director cerró la puerta por dentro, lo cual para nada me extrañó (no soy tonta, se donde terminan estas cosas...). Se sentó en su sillón y se puso a mirar unos papeles que tenía encima de la mesa.

  • A ver Marina, tengo por aquí unos trámites para que te vayas a uno de estos dos institutos de la ciudad, por un lado tenemos el instituto Miguel de Cervantes y por otro el Saavedra Fajardo. ¿Cuál te llama más la atención?

Yo estaba sentada en el sofá del despacho y me quedé de piedra. El corazón se me puso a mil, nunca había visto tan serio al director, era un hombre realmente agradable y sonriente con los alumnos y profesores, pero esa cara me indicaba que nada iba bien. Ya me estaba haciendo a la idea de que tendría que hacerle una mamada cuando lo ví cerrar la puerta, pero quizás estaba equivocada.

  • Por favor, no me quiero ir de aquí, qué ha pasado? Por favor no me echéis, tengo mis amigas, estoy bien con las asignaturas, los profesores... todo.

  • Sí, lo sé, ese es el problema. Que estás demasiado bien. ¿Crees que no tengo constancia de lo que llevas haciendo unas semanas en los baños?

Estar en esa situación con el director no era como estarla con el conserje. Jaime me intimidaba mucho, aunque era un hombre más joven que Pedro, unos 41 años, mi idea sobre él estaba cambiando rápidamente y ya lo veía como un hombre serio y difícil. Tanto estrés me pasó factura y empecé a llorar un poco, las lágrimas se me saltaban y me temblaba la voz.

  • Yo yo... lo siento muchísimo... no sabía en qué estaba pensando Jaime, perdón, de verdad... He sido una estúpida, voy a centrarme en el curso desde ya y dejar a un lado todo eso, por favor.

  • Eso es lo que quería oír Marina. Necesito que te olvides de hacer eso en este centro ni un día más. Aunque nadie te haya visto, muchísima gente se ha enterado y la imagen del propio instituto está en duda para algunos profesores. La curiosidad ha llevado a algunos a preguntarme. Es una situación que tiene que terminar.

  • Lo se, lo se, lo entiendo... He sido una idiota.

  • No llores más anda, te prometo que no va a volver hacer falta hablar de esto más, vale?

Jaime se acercó a mi y se sentó en el sofá. Yo seguía temblando de los nervios y con toda la cara empapada.

  • Venga.. ya está... se que estás nerviosa pero es que es normal, has hecho algo que no había ocurrido nunca en este centro, y que yo sepa, en otros...

  • Muchas gracias por permitirme quedarme, de verdad, por poco se me cae el mundo encima... Gracias Jaime.

  • De nada hombre, tú ya sabes que si quieres estar en este instituto y que te vayan las cosas bien, tienes que ser una alumna ejemplar, por el prestigio que este sitio ha tenido siempre, y para que yo esté contento también.

  • Sí, lo seré, no lo dudes... de verdad.

Tras mirarnos unos segundos Jaime dejó los papeles en el sofá y me dió un abrazo, no me lo esperaba. Fue un abrazo fraternal, en ningún momento sospeché de otras intenciones. Me sentía genial con ese abrazo, era como si mi padre me abrazara tras un momento difícil. Me sentía genial, las lágrimas todavía estaban en mi cara y aún hacia soniditos característicos de haber llorado recientemente. Las manos de Jaime pasaron a mi pelo y a hacerme un suave masaje en el cuello. Yo seguía apoyada contra su pecho pero abrí los ojos, empezaba a sentirme un poco rara de lo que el director estaba haciendo, y lo confirmé justo un instante después.

  • Ay Marina Marina... qué bien que vayas a ser buena de ahora en adelante. Bueno, antes de irte, voy a darte un masaje en la espalda y el cuello para que relajes. ¿Sabes que además de director soy fisioterapeuta? Tengo una clínica en Cartagena, y tengo citas los lunes y martes.

  • No lo sabía, pero no hace falta Jaime, tengo que irme a comer, es más tarde de lo normal ya...

  • Que no hombre, que quiero que veas lo mucho que ayuda un masaje a relajarte y a respirar. Te hace falta respirar, después del susto que te has llevado, si no todo ese estrés te lo llevas y se te forman contracturas, bolas de tensión...

  • Está bien. Pero ya estoy mejor, con que lo hagas poco tiempo sobra.

  • Claro, va a ser un minuto no te preocupes.

Jaime me giró suavemente. Sus manos se colocaron sobre mis hombros y comenzaron un suave masaje, aunque firme. Me estaba encantando. Tenía los pelos de punta, la verdad que tenía unas manos increíbles. Me han gustado siempre los masajes, sobre todo recibirlos claro está, aunque también hacerlos. Una de mis salidas pensadas para el futuro era ser masajista, me llamaba mucho la atención proporcionar placer y relajar a la gente y además cobrar (supongo que la vena de puta está relacionada).

Cuando pensaba que el masaje estaba cerca de terminar, porque ya llevábamos algunos minutos de esa forma, Jaime dijo algo que me descolocó bastante:

  • Te gusta Marina? Te sientes mejor verdad?

  • Sí, está muy bien... me creo que seas fisio, la verdad... - dije con la cabeza hacia abajo y los ojos cerrados todavía.

  • Bueno, ahora quiero que estés quieta y tranquila...

Sin darme tiempo siquiera a contestar, Jaime pasó sus manos de mi espalda por mis costados hacia mis tetas y comenzó a apretarlas. Me quedé helada, abrí los ojos de golpe y todos los pelos volvieron a ponerse de punta. Quiero que entendáis una cosa antes de seguir con el relato. En primer lugar, no es un relato, es real, lo cual os aseguro que provoca reacciones que no podéis ni imaginar cuando una situación de este tipo ocurre. En segundo lugar, aunque sea puta y hubiera follado en ese momento ya con muchísima gente, no es para nada lo mismo hacer algo con gente de tu edad que esto. Incluso lo de Pedro, el conserje, había sido prácticamente como un cliente, me había pagado, me había follado en el mismo sitio donde otra gente me follaba, y se había ido.

Pero esto era muy diferente. Me sentía por primera vez en mi vida como si estuvieran abusando de mi, como si yo no tuviera nada que decir, sin tener el control. Jaime seguía tocándome las tetas y a mi no me salían ni las palabras. Estuve como unos 20 segundos quieta y petrificada, mientras él me tocaba las tetas con movimientos firmes y circulares.

  • Eso es, muy bien... tranquila... tienes que estar relajada para que los masajes tengan efecto, si no no sirven para nada, ¿lo sabías?

La forma de hablar que Jaime tenía, tan seria, firme, ese tono de voz... Tenía autoridad. Me sentía muy pequeña a su lado. Siempre he sido rebelde, he llevado el mango de la sartén en cualquier situación, pero ahora estaba totalmente sometida, y lo peor es que no podía reaccionar. Os juro que me encanta que me toquen las tetas pero en ese momento tenía mil cosas en la cabeza, asco, sumisión, nervios, dudas... Jaime volvió a hablar.

  • Veo que no dices nada. ¿Puedo interpretarlo como que te gusta?

...

...

  • Bueno. Entiendo que sí. Mira Marina, no hace falta ni que me mires a la cara, suelo ser una persona muy respetuosa con las mujeres... Pero ahora, mientras te estoy dando este masaje en tus pechos, te voy a contar lo que he sentido al oír tu historia esta mañana. Un profesor me ha contado lo que estabas haciendo y me he encendido, me he vuelto loco del enfado, de que una alumna estuviera haciendo eso aquí. Pero después, pensándolo mejor en el despacho, lo he visto como una oportunidad cariño. Mi esposa me engañó con otro hombre el año pasado, no he podido rehacer mi vida, estoy solo todos los días aunque tengo alguna amiga por ahí.

Imaginad toda esta situación mientras yo estoy de espaldas a él, sin mirarlo, dentro de un despacho con la puerta cerrada y mientras ese cabrón jugaba con mis tetas por encima de la sudadera...

  • Entonces, como sabrás, veo esto como una oportunidad para los dos, ¿entiendes? Como veo que no dices nada, ni siquiera reaccionas, te lo voy a proponer y ya tú decides. Te voy a permitir que hagas lo que sea en los baños del instituto, es más, puedo hasta proporcionarte una pequeña sala que hay en el gimnasio con llave. Hay una colchoneta y un banco, también un lavabo. Puedo darte esa llave y que lo uses como tu sitio donde hacer tus cosas. Lo único que pido es discrección y que no armes mucho escándalo por el instituto...

  • Por supuesto, también quiero otras dos cosas. En primer lugar, que ni se te ocurra decirle a nadie lo que ha pasado ahora mismo aquí. Y en segundo y último lugar, quiero que me tengas contento, ya me entiendes. Eres una chica lista, no hace falta que te explique nada más,. ¿verdad? Los dos salimos ganando.

La oportunidad era de oro. Lo que me estaba proponiendo, aunque sucio, asqueroso y raro, era muy productivo para mi. Tener un sitio donde llevar a mis clientes, de forma más cómoda, con llave propia... Era una oportunidad muy suculenta. Por otro lado, tendría que comerle la polla al director... quién sabe cuántas veces.

  • ¿Qué te parece? Dí algo de una vez.

  • Esto... a ver, Jaime... es que no me puedo creer lo que me estás diciendo.

  • Me estás cansando ya Marina y acabas de abrir la boca por primera vez, tú qué quieres, ¿problemas? ¿quieres putos problemas? Porque te los puedo dar.

No tenía más opciones. No hacía falta hablar mucho más con Jaime para darme cuenta que la sartén por el mango, en este caso, la tiene totalmente el director. Qué va a hacer una muchacha a la que pueden echar del instituto, certificar totalmente su fama de prostituta, buscarse un follón con su padre... qué va a hacer? Pues aceptar. Lo que hice. Aceptar y decirle que sí, que a cambio de tragarme su leche de vez en cuando aceptaba tener un sitio donde follar.

  • Acepto. Vale. Gracias por la oportunidad Jaime, de verdad gracias por permitirme quedarme en el instituto y... y por lo otro...

  • Chica lista. Sabía que no ibas a rechazar una propuesta así. Bueno, ya he tocado la mercancía, ¿qué tal si ahora me dejas verla un poco mientras me haces un primer trabajillo?

  • Sí, claro...

Ese rol de sumisa me estaba empezando a llamar la atención. Nunca me había sentido así. Mientras Jaime se abría la cremallera y empezaba a sacar su polla por en medio de los pantalones y me giraba y me acomodaba para mamársela. No había mucho más que explicar, tenía que tragarme otra polla más para seguir escondiendo mis putos comportamientos.

  • Ay Marina Marina... es tarde, van a preguntar por mí en secretaría pronto. Una mamadita de esas que me han dicho que haces y ya está, ¿vale? Otro día veré un poco más de ti, puede que en la misma sala del gimnasio. Yo soy un hombre respetuoso, ya lo verás...

  • Si, vale.

  • Hazte una coleta con la goma del pelo, que me llama mucho la atención bonita, anda.

En fin. Y encima con exigencias... Me hice una coleta con la goma que llevaba en la muñeca y la polla de Jaime apareció delante mío, a través de su cremallera de los vaqueros. No era grande, ni gorda, era una picha normal la verdad. Tampoco podía quejarme, seguro que se ponía serio otra vez y me habría meado encima ahí mismo...

  • Eso es, venga, a chupar.

Me la metí en la boca de golpe y hacía círculos con mi lengua desde dentro, para salivarla bien. Quería que estuviera bien lubricada para que la mamada fuera más húmeda y caliente, quizás eso ayudaría a que me fuera antes de ahí. Jaime colocó su mano izquierda en mi cabeza, cogiendo la coleta, para llevar el ritmo de la mamada. Con la otra mano por debajo me tocaba las tetitas, ahora al aire, que anteriormente había masajeado.

  • Que rico niña, eso es, sigue mamando, sigue...

No me costaba nada meterla hasta el fondo de mi boca porque era muy pèqueña, también sabía mal, mezcla de pis y requesón, ese hombre era un auténtico guarro pero aunque me estaban dando arcadas del asco por dentro, no podía decir nada. Recuerdo la pedazo de polla que se gastaba Pedro el conserje y se me hacía la boca agua, y no la mierda que me estaba comiendo ahora.

  • Estoy a punto, me has puesto tan caliente que no aguanto mucho más... me voy a correr pronto cielo...

Aceleré el ritmo de mi boca y sobre todo empecé a succionar mucho mas, como si chupara una pajita, quería que se corriera cuanto antes.

  • Ya, ya.. ya viene... ya... aaaaaaahhhhhh.... ooooohhhhh.... traga zorra traga, quiero que te lo tragues todo, no dejes ni gota que se te cae el pelo.

  • Gluruurrpp... gluppp... - sentí cada uno de sus trallazos en mi garganta y tuve que tragar, aunque fuera asqueroso, la semilla del puto director.

  • Ay, ay... ay que gusto... ufff...

No tenía palabras para el asco que acababa de sentir y eso que era puta. No había mojado nada mi chocho, no disfrutaba de estar ahí. Ese cerdo se había aprovechado de mi situación (situación que yo había ido provocando anteriormente, es verdad...) y me había hecho chupársela...

  • ¿Estaba rica niña? ¿Has visto? Ya has desayunado dos veces hoy, una esta mañana y otra ahora.

  • Sí Jaime, me ha encantado, muy rica. Gracias por la oportunidad. - dije fingiendo una sonrisa falsa mientras me levantaba del sofá y cogía mi mochila.

  • Bueno guapa, ya sabes, esto lo repetiremos otras veces. Mientras tanto boquita cerrada ahí fuera, pero abierta aquí conmigo, ¿vale?

  • Claro Jaime.

Salí del despacho y algunas lágrimas volvieron a saltar de mis ojos. Iba bajando las escaleras del instituto con la sensación de que mi vida había dando demasiados vuelcos ese día, había ganado un cliente que aunque mayor tenía una buena polla y me iba a pagar mucho dinero, y por otro lado había "ganado" un cliente que además de darme mal rollo, tener una polla pequeña y sucia, no me iba a pagar. Fue la primera vez que tuve ganas de estudiar y aprobarlo todo para salir de ese instituto cuanto antes y continuar con mi carrera puteril fuera.

Os contaré más historias en las próximas semanas. Seguí teniendo encuentros con estas dos personas, afortunadamente para mi mi relación con Pedro el conserje fue mejor de lo esperado y se convirtió en la persona que más dinero me hizo ganar de toda mi actividad. Desgraciadamente, por otro lado, tuve que hacerle (como mínimo) dos mamadas por semana al director hasta Junio. Y estábamos en octubre... vaya tela.

Un beso a todos, seguimos en contacto por mi correo si queréis citas en Murcia, o bien si queréis hablar de algo, aunque no puedo contestar a todos.

Marina