El confinamiento – II

La conexión con las otras parejas va estrechándose.

El martes se me acumulo el trabajo y la “faena” a nivel de convivencia y todo por una indiscreción de Adriana, me enteré por ella misma. Ya había hecho mis ejercicios y estaba trabajando, a punto de salir a mi lugar de trabajo por unas incidencias ocurridas y que no podía solucionar desde casa. Adriana vino a hablar conmigo y con cara de preocupada…

  • Veras Carlos, no sé si he metido la pata.

  • Cuéntame y lo sabremos.

  • Con Daniela he conectado bastante bien, aunque con Lidia también.

  • Al grano Adriana que tengo que salir.

  • Pues el caso que le he contado que estuvimos por la noche en tu habitación. Que te estuve esperando, pero sin contar nada, te juro que nada.

  • No pasa nada.

  • Se le puso cara extraña y me insistió mucho si sabía dónde estabas. Lo hizo como si no preguntara, como el tipo de perfume…

  • ¿Qué le contestaste?

  • Que no sabía y como me mosquee ya no dije nada más.

Termine la conversación y me marche. Daniela era inteligente, ahora tendría que estar dándole vueltas a su cabeza e incluso dándole la paliza a Ray, porque era muy temperamental. En el trabajo no tarde mucho en hacer lo que necesitaba. Me quede un poco descansando de tanto ruido en casa y ahí era silencio total, puse un poco de música ambiente y me relaje bastante que me hacía falta. Estaba medio traspuesto cuando sonó el maldito móvil, vi quien era y me dije… la que faltaba. Era Amparo la vecina.

  • Dime Amparo.

  • ¿Te molesto o te cojo mal?

  • Ni una cosa ni la otra. ¿Ha pasado algo?

  • Te llamo porque Marc se pone muy pesado. Está harto de que le lave con las esponjas y quiere ir a la ducha. Yo sola no puedo y no creo que tu amigo, que pone muy buena voluntad pueda con él. Había pensado que tu podrías y a él le parece bien. Pero no quiero meterte en un compromiso, que ya he visto que me huyes.

  • Eso no es cierto.

  • Como me llevas evitando más de una semana, he pensado que no me quieres ver.

  • No sé si Tiano te diría que tuve que salir de viaje urgente y luego he llevado unos días muy complicados.

  • Ah, entonces… ¿Era verdad lo del viaje?

  • Pues claro, si no quisiera verte te lo hubiera dicho tranquilamente.

  • Pues cuando te venga a ti bien.

  • Ahora estoy en mi trabajo, como no hay tráfico, calculo si no me paran, que en cuarenta minutos estaré ahí. Ahora nos vemos.

  • Muchas gracias, pero no hace falta que vengas corriendo, con calma.

Llegaría antes, había dicho ese tiempo para ir con tranquilidad. Lo que había dicho llegue con tiempo. Deje la cartera con los documentos en casa, me disponía a irme cuando apareció Daniela que quería tener una charla conmigo y le dije que cuando volviera sin ningún problema, que iba a la casa de al lado. Muy seria me pregunto… “¿Qué pasa es que son mas importantes y por eso tengo que esperar?” moví la cabeza y ni la conteste, porque si lo hubiera hecho, le hubiera dicho algún disparate. Pero sí que estaba de mala leche.

Amparo abrió la puerta y menudo chasco, iba casi en estilo monacal. Pantalones anchos grises, jersey azul, fino de manga larga y cuello vuelto. Lo único bueno que con ese volumen de pecho, el jersey ese los mostraba más atractivos. Fui a saludar a Marc y estaba el hombre loco por ir a la ducha, le entendía perfectamente. Quise ir antes a echar un vistazo a la ducha.

Era una ducha de obra, nada de modulo prefabricado. Había varios problemas. El primero que en la bañera no podía ser, porque él no estaba para hacer malabares. Bañera descartada. La ducha tenía espacio para casi tres personas. El mayor de los problemas que era un ducha tipo lluvia y por la forma de la configuración de la ducha iba a ser muy difícil sostenerle sin estar dentro. Por eso fue por lo que se cayó al suelo la otra vez.

Desde la habitación que él nos estaba oyendo, nos dijo en voz alta… “Y si os poneis en bañador… ¿No sería más factible?”, ya se me había venido a la cabeza pero no quise verbalizarlo. Me quede callado y espere ver que decía la mujer, que se puso muy nerviosa y le decía al marido si estaba loco. La contestación de él fue que me podía dejar un bañador de los suyos. Le dije que gracias pero que no, que si eso me iría a casa por uno de los míos. Le dije a Amparo… “Mira tú decides, que no quiero meteros en un compromiso” después de resoplar unas veces y mirar de nuevo el baño, me dijo… “Venga… vale. Que le vamos a hacer. Mientras tú vas a tu casa, yo me iré cambiando”

Entre en mi casa y fui directo a la habitación. Tengo dos tipos de bañadores slip y bóxer. Los slip los vi demasiado, porque se me notaria todo mucho. Me puse unos bóxer de color naranja con una franja blanca en la cintura. Que daban ajustados y también se notaba todo el paquete pero no tanto como con el slip. Cuando me abrió la puerta Amparo en voz baja me dijo… “Por favor compórtate delante de mi marido, que es muy celoso” mi respuesta… “No me extraña, con una mujer tan bonita…” se azoro y camino delante mía. Que ahora llevaba un vestido de playa.

Me quite la ropa en el salón, eso confundió a Amparo que no dijo nada. Mi bañador era tipo bóxer, ajustado, naranja y con una franja en la cintura de color blanca. Sabía de sobra que se me notaba un paquete abultado y que la polla se notaba aunque no estuviera con una erección. Prácticamente lleva a Marc yo solo. Logramos meternos en la ducha sin muchos contratiempos. Amparo seguía vestida y ya se quitó el vestido.

Llevaba un bikini amarillo, para mí que pasado de moda. Una braguita grande y la parte de arriba le quedaba más ajustada, con las tetas que parecían que se iban a salir y lo más bonito el color, un amarillo intenso. Marc le dijo… “Vaya tela Amparo de donde has sacado eso, que horror…” ella puso cara de mal genio y le respondió con retintín… “Que quieres que haga, es lo único que he encontrado, era esto o en ropa interior, listo mas que listo…” Marc no le replico, solo oí un… “Mujeres”

Antes le había colocado unos plásticos en las heridas. Todo muy profesional. De todas maneras no se podía dar agua muy fuerte no fuera a ser que fallaran los plásticos. A Amparo se le cayó la esponja y alguien se tenía que agachar, tenía que ser ella porque yo estaba sujetándole a él. Marc en plan gracioso dijo… “Yo no me agacho que con lo que tiene este me pone mirando a Cuenca” no dije nada y menos cuando se echó a reír, pero su mujer con voz de cabreo le dijo… “MARC… NO TE PASES, YA ESTA BIEN, UNA Y NO MAS” y luego me dijo a mí con voz suave… “Perdónale Carlos, cuando se pone gracioso es inaguantable”

No quise decir nada para no dar pie al chistoso, que tampoco me molesto. Mientras lo lavaba con mucho cuidado, no le quedó más remedio que acercarse más a él, uno de sus pechos estaba pegado a mi mano. Con mucho cuidado y sin perder la oportunidad, abría y cerraba dos de mis dedos sobre su pecho, con el movimiento de una tijera. Hasta que empecé a notar como su pezón empezaba a coger unas medidas más que interesantes. Ya lo atrapaba con total facilidad y en algunos momentos dejaba mis dedos cerrados con el pezón atrapado.

Claro eso llevaba a otra cosa y es que mi polla no obedeciera a mi cabeza y empezara a crecer, pero todavía nada preocupante. Cada vez se daba mas prisa y se lo recriminó su marido porque en algún momento esas prisas le hicieron daño. Ahora se tenía que agachar para lavarle bien y con cuidado las piernas. Nos teníamos que mover para que ella pudiera estar bien estando agachada. Me puse de medio lado sujetando a Marc. Él se apoyó sobre la pared de la ducha.

Amparo ya estaba agachada y después de acabar con un costado y su pierna, tenía que ir por la otra, que era donde estaba yo también. Mi polla quedaba a la altura de su cara. Se la pegue varias veces, al final ya ni se quitaba, pero no quería decir que participase. Terminamos ya y ahora tocaba secarle. Lo hizo con bastante rapidez. Lo llevo a su cama y no me perdí el detalle de los dos pezones que se le marcaban de manera brutal a Amparo. Nada mas dejarlo sobre su cama, Amparo me dio un albornoz para que no me enfriase y ella llevaba otro puesto. Se que lo hizo para que no se me viese la erección.

Me aparte y ya deje que ella fuera la que hiciera el resto. me llamo la atención, a mí me lavan como a él le lavaron y la polla la tendría arriba, él ni se inmuto. Al ver la colección de medicamentos que tenía en la mesa de noche, imagine que eso le tenía anulado. Al estar la puerta del baño abierta, vi las dos piezas del bikini sobre la banqueta del baño, lo que quería decir que no llevaba nada mas que el albornoz, otra vez que mi polla me jugaba malas pasadas.

Una vez acabo el marido tenía cara de agotado, se tomó una pastilla y se quedó medio ido, pero antes le dijo a su mujer que le diera los auriculares, diciéndole también que me invitara a un café, una cerveza… lo que fuera. Nos fuimos a la cocina, aunque ella me decía que no hacía falta que me esperara en el salón. No la hice caso. Su cocina era distinta a la mía. No tenía una isla todo el espacio de mi isla estaba ocupada por una mesa de madera rustica y maciza. Ella dijo que se tomaría un café y le dije que para mí también. Saco una cafetera y coloco un café normal. Puso poco café para la cantidad de agua que puso, pero yo callado.

Estaba preparándolo y con calma me decía… “Te había pedido que te comportaras delante de mi marido… es que te lo he dicho y te lo digo de verdad, Marc es mas que celoso y a ti lo mismo no te dice nada, pero a mi…” me acerque por detrás y me pegue a ella… “Aquí no está tu marido, ahora si me puedo portar como quiera…” echo los dos codos para atrás, para quitarme, pero no de forma abrupta. Abrí su albornoz y puse mis manos en sus tetas. Dejo la cafetera y echo su cuerpo hacia detrás, apoyando su cabeza sobre mí.

Llevo sus dos manos hacia atrás y me empezó a acariciar la polla y los testículos, con voz suave y de excitación… “Menudo regalo que he encontrado, tenía razón Marc a Cuenca y a donde sea… uuuffff….”, baje su albornoz para que callera, ella lo facilito estirando sus brazos. Empecé a acariciarla todo el cuerpo, llegue a su pubis y tenía una gran cantidad de vello por todo el. Mis dedos tocaron su clítoris y se echó hacia delante, se apoyó en el mostrador. Dejo caer su cabeza hacia delante, se oía el sonido que se puede hacer cuando se tienen los labios apretados.

Mi polla está pegada a su culo, mirando hacia arriba. Con una mano la baje y se la puse entre sus piernas, ahí el sonido de su boca fue más fuerte, siempre contenida. Por fin empezaba a moverse y por fin hablo… “No tomo nada, así que ya sabes lo que te toca…”no llevaba condones, no podría follarme de momento. La lleve hacia la mesa, la tumbe y me puse a comerle el coñito. Aunque tenía mucho vello me daba igual. Mi lengua empezó a dejarla “libre” sin no poner resistencia a su placer. Se tocaba los pezones, sus ojos cerrados y yo mirándola.

Movía sus piernas a un lado y a otra, otras veces alzaba su culo para que su coñito se apretara mas en mi boca. También acariciaba mi cabeza y la apretaba. De pronto de forma inesperada, estando a punto de correrse, estiro sus brazos y le dio a un frutero que había en la mesa, cayendo al suelo haciéndose trizas. El ruido fue sonoro, la fruta se esparció por el suelo, pero seguimos a lo nuestro. Hasta que se oyó a Marc… “AMPARO, AMPARO… ¿QUÉ PASA?”, Amparo esta vez sí se alteró, se levantó de golpe se puso el albornoz y todo lo hacía con furia.

Me quede esperando y cuando volvió me dijo con cara apenada… “Carlos es mejor que te vayas, que íbamos a hacer una tontería…” me había traído la ropa. Me vestí sin dejar de mirarla, veía en sus ojos deseo, excitación. Me acerque la di un beso suave en sus labios… “Amparo, cuando estés dispuesta solo tienes que mandarme un whatsapp y ya está”, ni me dijo si ni me dijo no, solo una mirada lánguida. Regrese más caliente que un ascua a mi casa. Me metí en mi habitación y estuve tentado de llamar a Adriana y follármela para desahogarme, pero logre contenerme. Me cambie de ropa y fui con los demás, que tenían una charla entretenida en la terraza. Mal momento porque estaban las tres haciendo sus ejercicios en mallas y me puse “enfermo” de verlas. Me fui a leer la prensa digital, a distraer los pensamientos no solos los sexuales. Paso Daniela y me dijo si podíamos hablar un momento, le dije que sí, esperando que se sentara, pero prefería ir a quitarse el sudor y que volvía.

Hice una señal a Ray y cuando se acercó le conté lo que me había dicho Daniela, el me conto que estaba muy rayada por lo de la noche anterior y con muchas dudas. Que tratara de darle esquinazo a ser posible, que si no podía que tratara de disimular la verdad, lo que se dice toda la vida de la mentira. Oímos que venía y Ray como un mago desapareció.

  • Carlos quería hacerte solo una pregunta directa… ¿Ayer por la noche estuviste con nosotros en nuestra habitación?

  • ¿Me puedes explicar la pregunta? Porque si estuve con vosotros lo sabrías, digo yo.

  • ¿De verdad no entiendes la pregunta?

  • No, por eso te he dicho si me la puedes explicar.

  • Vale, tú eres quien mejor conoces a Ray, además sois iguales de pendones. Seguro que sabes los gustos de Ray y lo que pretende que hagamos, ¿Ha pasado algo de eso?

  • Vamos a ser claros. Te refieres a que Ray quiere que hagamos un trio y si me lo ha propuesto. ¿Es eso?

  • Mas o menos.

  • Si me lo propuso y le dije nada mas decírmelo que no.

  • ¿QUÉ NO? ¿Y ESO? (Bastante indignada que era de lo que se trataba)

  • Pues porque no me apetecía contigo. Me gustan las mujeres que son muy calientes.

  • Anda ya, que os den por culo a los dos, o mejor… que os deis…

Se levanto indignada y se fue. Prueba conseguida. Esquive el primer asalto, porque con el genio que tenía, seguro que volveríamos a encontrarnos. Llevaban varios días dando la lata de que tocáramos otra vez en la terraza, después de los aplausos, al final cedi. La cena todos contentos y después de cenar, como siempre música y que bailara quien quisiera, pero parecía que esa noche nadie se animaba.

Ray quería que jugáramos a algo y para sorpresa de todos Álvaro dijo… “Vamos a recordar viejos tiempos… juguemos a las prendas, que se anime la noche” todos nos quedamos descolocados, porque si esa propuesta hubiera venido de Ray o de mí, hubiera sido más normal, pero de él… la réplica la tuvo de Ray… “Mira Álvaro yo cuando juego a las prendas, juego sin límites, que no me gustan las mariconadas ni que luego la gente se eche atrás” y Álvaro decía que por él no había ningún problema. Daniela dijo que por ella sin problemas, Lidia mirando a su marido con rareza, le preguntaba si estaba seguro y Álvaro muy decidido le decía que si, que una noche era una noche, por lo que Lidia encogió sus hombros y soltó una risa diciendo… “Pues vale”

Tino y Adriana se miraron, me miraron y también dijeron que sí. La sorpresa vino de la parte de Ray, que dijo que él no jugaba, pero que lo hiciéramos nosotros, se levantó y dio las buenas noches. Daniela con gesto de desconcierto también dio las buenas noches y se marchó con él. No entendía a mi amigo, tenía que estar muy pillado por Daniela, aunque no entiendan los que lean el relato lo de la noche anterior. Álvaro se convirtió en el líder de la noche, ahora decía que todos con el mismo número de prendas, en total tres. Le hice una señal muy discreta a Álvaro, para que fuera hacia la cocina. Mientras los demás preparaban todo, fui a hablar con él.

  • ¿Venga Álvaro, sabes en que jardín te estas metiendo?

  • Siempre igual, porque me haces de menos, es que no lo entiendo.

  • Que no es hacerte de menos, es que con lo celoso que tú eres, no quiero que luego tengas malos rollos.

  • Por una vez me he querido liar la manta a la cabeza y hacer algo “impropio” sentirme más vivo. No sé si me entiendes…

  • Claro que te entiendo pero… ¿Por qué no lo hablas antes con tu mujer? Y si quieres cambiar de opinión, para que no quedes mal, si es lo que te preocupa, ya me encargo yo de joder el momento y que no juguemos.

  • Mira Carlos, ya le comente a mi mujer que lo mismo lo proponía un día cualquiera, pues ya está propuesto. Y no me vengas jodiendo (Muy serio) seguro que si la idea hubiera sido de Ray o tuya, todo estaría perfecto y hubiera sido una idea de puta madre.

  • Álvaro de verdad que no es eso, que no te quiero hacer de menos. ¿Te has imaginado a Lidia morreándose con otro o… algo más fuerte?

  • No soy un crio de 12 años, JODERRRRR…

  • (Di una palmada) Tu mismo…

El juego se hizo con dos dados y no voy a explicar todo el proceso iré a lo trascendente. Estábamos sentados sobre el suelo de corcho de la siguiente manera… cuando volvimos ya estaban sentados los tres, Álvaro se sentó junto a su mujer y yo me senté en medio de las dos. El primero en perder fui yo, me quite la camisa. Luego fueron perdiendo Álvaro y Tiano, que quedaron en slips. Las mujeres se mantenían y se reían sobre todo de sus maridos. Perdió Adriana y se quitó la prenda de arriba, le costó quitársela, porque como eran tres prendas no llevaba sujetador, quedo enseñando las tetas. Se puso un poco acalorada, se notaba en el rosado de sus mejillas.

Todavía jugamos con un solo dado, ya que el segundo valía para que el que ganara pusiera una prensa cuando estuviera alguien desnudo. Perdió Tiano y se quedó desnudo. Perdió dos veces seguidas Lidia y se quedó en braguitas, tenía un buen culito y unas tetas con los pezones erectos y apuntando hacia arriba, una forma curiosa. Al final todos desnudos, ella con los pezones empitonados y nosotros con una erección. Álvaro se reía y cuando le preguntaron que le pasaba… “Que Carlos siempre había tenido fama de tener una buena escopeta… pero es mas un cañón… jajaja…”

Ahora empezarían las pruebas. Perdió Adriana y con el otro dado gano Álvaro, que puso la siguiente prenda… “Te darás un morreo con… con… (Dio un poco de suspense) mi mujer o conmigo” y Adriana se levantó agitada… “Tiano y yo nos vamos a dormir, que no me gusta cómo va esto” me miro como esperando que dijera algo, pero no lo hice. Que hiciera lo que quisiera. Se marcho hacia su habitación, Tiano antes de ir de tras de ella nos dijo que la convencería.

Yo ya daba por terminada la noche. Álvaro se levantó se puso otra bebida y dijo que por el seguíamos, pero que sentados en sillas que en el suelo acababa con la espalda jodida. Nos fuimos a la mesa y dejamos los dados. Estábamos esperando a Tiano y Adriana. Mientras lo hacíamos, a Álvaro se le ocurrió usar un pañuelo para tapar los ojos de quien no tuviera que hacer nada o d quien decidiéramos. Le dijo a su mujer que fuera por un pañuelo suyo y le dije que lo mismo tenía yo una cosa mejor.

Hice que me acompañara a la habitación y saque un antifaz grande. Le gusto y antes de volver, le dije si se lo había pensado bien, su contestación… “Una noche es una noche y tampoco pasa nada por un pequeño tonteo”, no habían vuelto Adriana y Tiano, decidimos seguir jugando. Antes de reiniciar el juego, Álvaro dijo que cosas “sencillas” y sin pasarnos. Mi contestación fue que no respondía y se echó a reír. Se sucedieron prendas sencillas para niños pequeños.

Hasta que toco una prenda que era ponerle a ella el antifaz y que supiera quien le comía los pezones. Una vez que tuvo el antifaz a Álvaro se le ocurrió que cada uno eligiera uno y que ella tenía que decir quien éramos cada cual. Cuando lo supiera tenía que decir alto y resolverlo. La muy zorrita no decía nada y apretaba con mis labios fuertemente el pezón, Álvaro lo hacía suavemente y la expresión de su boca era estar pasándolo muy bien. Tuvo que parar Álvaro porque ella no decía nada y se excusaba en que lo hacíamos muy parecido.

Álvaro se volvió a “soplar” otra bebida y estaba más alegre. Me tocaba dar un morreo a Lidia. Hasta ahora habían sido besos ridículos. Ella se puso en plan digno, que no estaba bien, que le daba corte que Álvaro la viera… él se ofreció a ponerse el antifaz y entonces ella se dejó convencer. La prenda era que ella se sentase en mis piernas, de lado para que no hubiera problemas y me morreara, pero yo debía tener los brazos abajo, como muertos.

Álvaro se tapó los ojos. Le decía a Lidia que rápido y ella decía que no la atosigara, que le diera su tiempo. Se puso a horacadas sobre mis piernas, se pegó a mi polla que quedo rozando su clítoris. Su mirada era un volcán. La muy zorra seguía diciendo que esperáramos que no se decidía. Se estaba dando un restregón mientras hablaba de campeonato, es mas había agarrado mi polla y se la pegaba contra el clítoris. Me comió la boca con lujuria, estaba hecha una gran puta. Le agarre de los pezones y se los castigue a base de bien.

Se levanto, se sentó en su sitio y dijo que no había sido capaz de dar un beso, que cuando noto la lengua se cortó. Álvaro se metió con ella. Propuse dejar de jugar y Álvaro se puso un poco pesado, no sé si por el efecto del alcohol. Era el día de los calentones, ni de crio había tenido tantos. Me puse los bóxer y la camisa. Recogí el pantalón y me fui hacia mi habitación, antes pase por la cocina, quería coger agua fresca como todas las noches. Apareció Lidia y su cara no era de buenas intenciones, seguía con esa mirada de tener un volcán dentro. Me escabullí como pude no quería tener una mal historia con Álvaro. Una vez en mi habitación, cerré bien la puerta, poniendo el seguro, porque no quería visitas imprevistas.

Esta dispuesto a hacer una sesión de onanismo, pero llevaba tanto cansancio encima, de muchos días, que de golpe tanto mi mente como mi cuerpo dijeron hasta aquí. Me quede frito. Unos golpes me despertaron, mas que golpes que casi me tiran la puerta. Era Ray, le grite desde la cama que un momento. Que estaría soñando que me levante con una erección de época. Me tape con la sabana y abrí la puerta. Me deje caer de costado en la cama. Me avisaba de que había llamado Victoria y que era muy urgente.

Me dejo solo, encendí mi móvil y había sucedido un problema gordo. Tendría que ir al trabajo físicamente porque desde casa no lo podía solucionar. Me di una ducha rápida y salí sin tan siquiera tomar café, algo sagrado para mí, porque hasta que no me tomo mi dosis de cafeína no soy persona, me consolé pensando que en el despacho tenía café. Llegue rápido y tuve que esperar para poder meter el coche, ya que es un parking con ascensor. Los vigilantes estarían distraídos, me iba a bajar cuando se abrió. Metí el coche y para abajo.

Vi que además de vehículos míos, había dos que no tenían que estar. Pensé que serían de los vigilantes y vi uno eléctrico que era de alguien, pero no lo recordaba. Salude a uno de los vigilantes, le pregunte por cómo estaba sus familias y me dijo que todo bien, algo que me alegro. Luego le pregunte por los dos coches. Me contesto… “Son de la señora Gracia y de la señora Leila”, no dije nada pero me extraño mucho. Gracia era la jefa de un área y Leila su segunda. Leila tenía un bebe de nueve meses más o menos. Fue de las primeras en mandar a casa por tener niños pequeños y además que su trabajo era administrativo y se podría realizar desde casa.

Gracia llevaba conmigo casi como Victoria, habíamos ido juntos a muchos sitios. Tiene 45 años y de muy buen ver, pero nada más. Leila levaba menos había entrado de las ultimas como quien dice y tiene 38 y también esta francamente bien, aunque el embarazo le hizo coger algún kilo que todavía no había soltado, pero la hacía más resultona. Solo había un motivo para que estuvieran allí, había algún problema económico y gordo. En vez de usar el ascensor subí andando como hago siempre. Fui directo al departamento de ellas para ver cuál era el problema y estaban sus bolsos pero no ellas.

Me fui para el área de descanso y tampoco estaban. Solo quedaba donde están las fotocopiadoras, porque no tenía sentido en ningún otro sitio y tampoco. Me fui hacia mi despacho que está en la otra punta y empiezo a oír algo. La puerta estaba abierta ni dos dedos. Me asomo por la rendija y SORPRESA… “Cada día me lo comes mejor, como lo echaba de menos”le decía Gracia abierta de piernas, con la falda remangada, recostada sobre el sofá de mi despacho, con la camisa abierta, sus tetas libres y tocándoselas, tetas medianas pero bien puestas, con los pezones rosados, mientras Leila, sin pantalón con el culazo al aire sin nada y comiéndole el coñito a Gracia.

Lo que le faltaba a mi polla, que se puso en marcha sin pedir permiso. Me salió de lo mas adentro… “Buenos días, señoras, nos les pregunto como están, porque ya veo que gozan de buena salud”, las dos pegaron un bote que casi se mueren del susto. Siempre nos habíamos tuteado, pero no era momentos de tuteos. Quisieron hablar y no las deje… “Me voy a preparar un café, cuando vuelva espero que tengan esto recogido y abran algún ventanal”

Gracia cuando volví quería justificarse… “Carlos quiero explicarte que…” y más seco imposible… “Gracia, me va a disculpar pero si he venido es para trabajar no para otras cosas. Si no tienen nada que hacer su compañera Leila y usted, ya se pueden marchar, que de esto ya hablaremos. ADIÓS”, se quedó mirándome unos segundos y dijo un lacónico… “Lo que usted diga D. Carlos” y se fue. La verdad que me daba igual lo que había pasado, que no me pillaron el cuerpo para jotas, que si no…

Después de casi tres horas termine todo y salió bastante bien, porque lo que parecía un cataclismo no fue tal y conseguí algún objetivo más. Se lo conté a Victoria y no se lo creía, se alegró tanto como yo. Me fui contento y en el coche pensando en lo que había visto, recordando lo de la noche anterior y parte del sueño pecaminoso, con una “desconocida” iba empalmado a tope. Llegue y estaban preparando la mesa, ya estaba la comida. Fui a dejar papeleo en mi mesa de trabajo y entro Álvaro y cerró la puerta.

  • Ah, hola, Álvaro, un momento, te pediría un favor, si se acercan nubarrones, mejor con el estómago lleno.

  • Como eres, que va.

  • Pues dime en que te puedo ayudar.

  • En nada, quería preguntarte… ¿Por qué ayer noche cortaste tan bruscamente? Me voy buenas noches, sin más. (Quise salir de allí y nos fuimos andando hacia la terraza)

  • Porque sé que si llegamos a seguir, hubiera intentado follarme a Lidia y eres mi amigo. No quise tentar a la suerte.

  • ¿Es que ella te insinuó algo?

  • Que va, ni de coña, me hubiera dado cuenta. Tu mujer se comportó en todo momento. (Me dio un abrazo y me dijo al oído)

  • Gracias por mentirme, por protegerla, solo te pido que no sea tan descarado como con Adriana.

Me dejo helado y vi que Lidia nos había estado mirando y menuda mirada de loba que tenía, esas miradas que me pierden. La que estaba muy simpática era Adriana, como tratando de disculparse a su manera. Comida dentro de lo habitual y Ray como ya sabía que se cortó el juego, metiéndose con todos. Después de comer era un momento de estar cada uno a su aire, durmiendo la siesta, leyendo o haciendo lo que quisiera. Me salí a la terraza a hablar por el móvil. Adriana se vino conmigo. Lidia estaba sentada leyendo pero expectante, sin perderse nada. Álvaro se acercó por detrás de su sillón le dijo algo y ella le dio un beso en la boca. Su mirada era más provocativa.

Nada más acabar mi conversación, que era seria y personal. Adriana se tenía que haber dado cuenta que no era momento para gilipolleces… “Me parece nauseabundo, que después de estar conmigo, de rechazarme, te fueras con la zorra de Daniela… ¿Te parece respetuoso? Y ayer noche, porque no paraste cuando me tocaba besar a Lidia… ¿Te parece normal? No te me quedes mirando… DI ALGO”, claro que te responderé… “Estoy en un momento que quiero tener la mente en otras cosas y no en que me peguen la bronca. Si te parece bien, pues bien y si no te parece bien… es tu problema”

La deje sola y me fui. Ella salió detrás y se fue enfadada a su habitación. Ray y Daniela estaban adormilados con los auriculares puestos, Tiano había ido detrás de su mujer, Lidia leía, Álvaro se había ido supongo que a su habitación, coloque algunas cosas que habían descolocado y después de hacerlo me iba a echar un vistazo a el papeleo que había traído. Iba por el pasillo y Lidia me alcanzo… “Disculpa Carlos, pero en nuestro baño no nos queda jabón de las manos, si me dices donde esta… no te molesto más” le dije que en el armario del baño grande había de todo lo que les hiera falta.

Está a punto de meterme a lo que había dicho, cuando me fije como pasaba moviendo el culo y la falda como iba para un sitio y para otro. Me canse ya y fui tras ella. Ya había cogido el jabón, lo tenía sobre el lavabo y estaba apoyada en el mirándose en el espejo. Abrí la puerta sin llamar, giro la cabeza, me sonrió y volvió a mirarse en el espejo. Entre y asegure la puerta. Me puse detrás de ella. Los dos mirábamos a espejo y veíamos nuestras miradas. No nos decíamos nada.

Fui desabrochando su blusa despacio. Recreándome en cada botón que le desabrochaba. Se la quite, quedo con un sujetador blanco que se trasparentaba y se podían notar los pezones erectos. Ella intento echas sus manos para atrás y tocarme, pero se las agarre y se las hice apoyar de nuevo en el lavabo. Desabroche los dos botones de la falda y esta cayó al suelo quedando en braguitas a juego con el sujetador.

Desabroche el sujetador y se lo quite, empecé a acariciar sus pechos, dedicándole mas caricias a sus pezones. Mordisqueaba y lamia su cuello, los lóbulos de sus orejas y sobre todo los hombros, algo que me apasiona hacer. Lidia empezó a gemir y le decía a sus oídos… “¿Estas segura, zorrita?” y ella movía la cabeza mirándome para decir que sí. Sin dejar de lamerla, metí mi mano en mi bolsillo trasero y saque un condón. Me lo puse y sin prisas, empecé a acariciar su coñito, apartando sus bragas.

Estaba mas que preparada, mis dedos se empapaban, movía sus piernas como si hiciera flexiones y empezaba a emitir un sonido de excitación, ponía sus labios como haciendo un círculo con ellos. Trate de no quitarle las braguitas, de echárselas para un lado, pero eran tan pequeñas, tan ajustadas que costaba. Las agarre fuertemente con los dedos clavando las uñas, que no las logre romper, pero si desgarrar lo suficiente para hacerme un hueco.

La hice recostarse más sobre el lavabo, lo que hizo que su culito quedara más expuesto. De buena gana la hubiera follado por el culito, que lo tenía muy respingón, no quise estropear el momento, necesitaba correrme en condiciones. Coloque mi polla en la entrada de su coñito, la fui introduciendo con suma lentitud, lo que hacía que Lidia fuera soltando gemidos suaves y largos. Metía suavemente y la sacaba un poco, así durante bastante rato y controlando cuando ella se echaba para atrás para meterse más, eso no se lo permitía.

Suavemente, meter y sacar, meter y sacar, pero muy poco. Cuanto más se desesperaba mas cachondo me ponía y cuando menos se lo esperaba, con un golpe seco y certero de mis riñones, se la metí de un solo golpe. Ahora si soltó todo lo que tenía dentro, abrió la boca hasta mas no poder igual que abrió sus ojos mirándome con intensidad.

Le pregunte en su oído… “¿Esto es lo que buscabas… ZORRA?” y ella movió con mucha rapidez su cabeza mordiéndose los labios. Levanto uno de sus brazos, llevándose la mano a la boca y tapándosela, empezó a correrse, se puso muy roja y retorcía todo su cuerpo con movimientos espasmódicos. Se relajo unos segundos y luego siguio moviéndose, me quede parado y era ella la que me follaba, la que se follaba con sus movimientos fuertes. Volviéndose a correr y mirándome con voz jadeante me pregunto… “¿Es que tú no te corres? Menudo aguante”

Me salí de ella, la hice sentarse sobre el inodoro y me quiete el condón. Me puse a hacerme una paja para rematar el momento y ella me decía que no le hacía mucha gracia que se corrieran en su boca, pero no la hice caso. Se puso a hacerme una mamada y reconozco que la hacía bastante bien y seguro que no la hacía mejor, por estar pendiente para que no se corrieran en su boca.

Le dije muy seriamente que se olvidara y no estuviera pendiente, que me iba a correr en su boca. Parece que se resignó y remato con una buenísima mamada. Mi respiración fue en aumento, se podía oír. Hasta que em tense y empecé a echar una corrida memorable, agarrando su cabeza para que no se retirase, pero no me hizo falta, hasta en eso fue buenísima, se lo trago todo.

Me quede relajadísimo. Lidia me miro y no se aguantó… “Madre mía, que exageración, sorprendes en todo, la tienes ardiendo, echas lo que no se puede imaginar nadie, aguantas hasta el cansancio… eres mucho más de lo que se contaba de ti… que barbaridad”. Me extraño en parte que cogiera un colutorio bucal y se pusiera como una desesperada a usarlo, porque lo hizo varias veces y como la miraba me soltó… “No pretenderás que bese a mi marido con toda la corrida… pues no” me reí por la cara que puso y no dije nada.

Mientras terminaba acariciaba su culito, me miro se echó a reír diciéndome que me leía el pensamiento, pero que ahora no se podía mas, que lo mismo en otro momento y para rematar dijo… “Que a mí no me importa, que no soy una mojigata como otras. Aunque con ese… es que no sé cómo llamarlo, es para tenerle respeto, jajaja…”, me dijo que me fuera yendo primero mientras ella arreglaba el desaguisado, enseñándome sus braguitas destrozadas y diciéndome que le debía unas.

Al salir del baño, ¿Quién estaba mirando?, si Adriana miraba como perra guardiana y al salir poco después Lidia, la suma debió de ser fácil. Me puse a trabajar y ya me olvide de todo. El tiempo se me paso volando, porque me avisaron para cenar. Esperaba que después de ese día, poder estar un poco más relajado, necesitaba descansar un poco. Durante la cena, la sobremesa y las copas, la cara de Adriana era de funeral, con una mezcla de rabia y perdonándome la vida. Se salieron a la terraza al cigarrito y las vi hablando, aunque miraba de reojo, podía ver que en algunos momentos, por los gestos y las expresiones, la conversación era tensa y Daniela tratando de poner calma. Adriana se salió de la terraza, dándonos las buenas noches a todos y alegando que tenía dolor de cabeza que se iba a dormir para ver si se le pasaba.

Se nos hizo bastante tarde y nos fuimos a dormir. Me fui a mi baño, me di una ducha para relajarme y dormir mejor. Salí y me acosté desnudo como hago siempre. No había puesto el seguro a la puerta y no em apetecía recibir “visitas” inesperadas, porque Adriana lo mismo venia en plan “eufórico” pidiendo explicaciones y como que no me apetecía. Llaman a la puerta con mucha suavidad, me levanto y abro es Lidia, que viene con una sonrisa perversa y se mete dentro. Se quita una camiseta larga que lleva y se queda totalmente desnuda.

Me dio un pequeño beso y me entrego un tubo, que era de lubricante y me dijo… “Por favor se suave y sobre todo con lo goda y grande que es, vayamos por tiempos, que tenemos muchos días, no me la metas toda…”. Me sonreí y se echó sobre la cama, se tumbó boca abajo. Esta vez sí asegure la puerta y Lidia, levanto solo su culito, dejando el resto de su cuerpo pegado en la cama, empezó a moverlo provocándome. Me acerque, me senté en el borde de la cama y empecé a acariciarla. Cuando pase el canto de mi mano por su coñito, mientras acariciaba sus muslos. Puede comprobar que no hacían falta preliminares, venia muy mojada ya.

Pero para mí los preliminares son esenciales, salvo raras excepciones en momentos puntuales. Me agache y empecé a comerme el coñito y el culito, que olían a limpios, se acaba de asear. Los dedos entraban muy bien y en su culito, costaba un poco pero también se metían bien. Se lo estuve comiendo hasta el borde de la corrida y cuando paraba se “enfadaba” diciendo algo, pero siempre muy prudente en su lenguaje, me gustaban las mujeres mas sueltas al hablar, me refiero en esos momentos, no me gustaban las delicadezas. Abrí el tubo y se lo deje caer desde arriba, que recorriera todo el canal de la rabadilla hasta su ano. Era entre gel y aceite.

Primero un chorrito corto, con un dedo se lo fui metiendo, suspiraba, otro chorrito un poco mas copioso y ya entraban dos dedos, el tercero costaba meterlo. Aunque no se quejaba mucho y mucho menos protestaba. Cada vez metía y sacaba mis dedos con más fuerza y rapidez. Con mi otra mano le tocaba el clítoris y le follaba el coñito. Apretaba su boca contra la sabana, su sonido se amortiguaba pero se notaba que era potente. Llamaron a la puerta suavemente, la intentaron abrir y volvían a golpear. Por el sonido parecía de unas uñas golpeando.

Agarre del pelo a Lidia y levante su cabeza, follando con mas rabia su culito, se oían ahora mucho mejor sus gemidos y sobre todo sus quejas de placer. Dejaron de llamar cuando se oyeron los primeros gemidos. Me puse de pie sobre la cama, me coloque de cuclillas y así empecé a follarme ese culito. Se puso en tensión. Una vez la encaje, me pare, cuando dejo de resoplar, continué muy lentamente a meter mi polla. Siempre es un placer follarse un culito, lo prieto que están. Hubo un momento que no se quejó, pero si se puso en tensión, su respiración era contenida. Me pare y no forcé, ella se fue relajando.

Estaba con sus codos apoyados y en cuanto no vi tensión en sus brazos, continué, pero antes me eche sobre mi polla un buen chorrito adicional de lubricante. Ya faltaba poco, como el ancho dos dedos míos. Me pare sin motivo, saque u poco y volví a meterla, eso unas cuantas veces, pero sin meter más de lo que había metido. Me pare, deje de moverme lo más mínimo y espere que ella actuara. No tardo mucho, movió un poco el culito para atrás, tímidamente y tal vez con un poco de miedo. Cuando lo hacía yo hacia el mismo movimiento, de manera que no lograba meterse más.

Eso le hizo coger confianza y seguía insistiendo, en el momento que menos se lo espero, la metí de golpe, hasta el fondo, hasta que mi pelvis y mi cuerpo, se pegaron a sus nalgas. “AAAYYYYY… CABRONAZO… CABRONAZO… te dije que no me la metieras toda… MES HAS PARTIDO… pero ahora… NO TE PARES”, no había quien la entendiera. Iniciamos nuestros movimientos, porque ella bien que se movía. Ya no se cortaba, gemía fuertemente, salvo que alguien tuviera pegada la oreja a la puerta, nadie se enteraría. Se tocaba ella misma mientras la embestía como un toro e increíblemente ella me aguantaba sin protestar, de su boca solo salían gemidos, bocanadas de aire fuerte y coas ininteligibles.

Se corrió y se cayó sobre la cama. Estaba como ella decía derrengada. Me decía que no tenía fuerzas para nada, que estaba reventada y riéndose decía que en todos los sentidos y me pidió que me corriera no sobre sus tetas, lo que quería sobre sus pezones. Me estuve haciendo una paja ante la atenta mirada de Lidia y me corrí sobre el pezón más cercano a mi polla, pero balbuceando que era increíble, se giró un poco para que mi corrida cayera también sobre el otro pezón.

  • Joder Carlos… ha sido una puta pasada.

  • No ha estado mal.

  • ¿Qué no ha estado mal? Jajaja… tú no te corres, es un ordeño, madre mía. ¿Siempre es así?

  • Que yo recuerde siempre.

  • Pues ahora descansemos un poco y antes de despertarnos te “ordeñare” de nuevo.

  • ¿Cómo que antes de que nos despertemos?

  • No te preocupes le he dicho a Álvaro que lo mismo no regresaba hasta la mañana y no le ha importado.

  • No, si no me preocupo. No vamos a pasar lo que queda de noche juntos. Duermo solo.

  • No te entiendo… ¿Es que no duermes con una mujer después de haber tenido tema?

  • No tarto de que lo entiendas pero es así.

  • ¿Pero no dejarías a ninguna mujer?

  • Seguro que una especial sí. pero tú eres simpática, me caes bien, eres guapa… pero no especial para mí.

  • De verdad que borde eres algunas veces, porque no intentas quedar bien alguna vez. No es necesario tanta sinceridad.

Se levanto diciendo esto último. Disgustada y vistiéndose de malas maneras. Si trataba de que me arrepintiera iba dada, porque no em iba a echar para atrás. Se fue bastante airada y nada más salir, asegure bien la puerta, no quería más visitas y quería intentar dormir, que me costó mucho y no por tener remordimientos por no haberla dejado quedarse.