El confinamiento con mi nuevo compañero de piso 9

El juego que hoy propone Diego dejará a Mario todo el día en tensión

Fuimos a desayunar, esta vez leche de verdad y unas galletas. Diego estuvo hablando por videollamada por whatsapp con un tal Marc. Creo que era uno de los que vino a ver el fútbol. Yo mientras me puse a hacer algunas cosas, ducharme y tal. Cumpliendo mi palabra, iba totalmente desnudo todo el rato. Cuando volví al comedor vi que Diego estaba en la terraza haciendo sus ejercicios.

  • ¿No has tenido suficiente deporte?
  • Este es de otro tipo, también es necesario si quieres mantener este cuerpazo -y flexionó los músculos de sus brazos mirándome de forma seductora.
  • Como sigas así voy a tener que pajearme mientras miro como te pones aún más cachas.
  • Mira que eres pervertido.
  • No lo sabes tú bien… bueno, empiezas a saberlo jeje -y me senté en el sofá que daba a la terraza. Yo me iba tocando la polla mientras Diego, sin camiseta y brillante por el sudor, iba haciendo ejercicio y a su vez seduciéndome y mostrándome las mejores características de su cuerpo.
  • Oye, he hablado con Marc, mi colega... ¿Te acuerdas de él?
  • ¿El delgadito más fibrado?
  • Sí. Veo que te fijaste…
  • Bueno… todos sin camiseta, exudando testosterona… faltaba que os sacarais las pollas allí mismo.
  • Ya te hubiera gustado a ti… -No respondí, me limité a sonreir y a seguir pajeándome con más energía-. Pues dice Marc que se pasa mañana. Quiero que hablemos de una cosa los tres.
  • ¿De qué cosa? ¿Ya me quieres compartir?
  • ¿No te gustaría?
  • ¿Folla tan bien como tú?
  • Eso lo hablaremos cuando venga, no te adelantes a los acontecimientos. El caso es que aprovecharé y me traerá algo de hierba. ¿Tú fumas?
  • Alguna vez, hace tiempo. Ahora me subiría enseguida, hace bastante que no fumo.
  • Bien… -sonreía maliciosamente Diego.

Después de la sesión de ejercicios, la mía por un lado, que acabé corriéndome encima mientras Diego miraba atentamente; y la suya para mantener su figura, me dijo:

  • ¿Nos duchamos y me haces el masaje?

Me pareció un doble plan perfecto. Al pasar cerca de donde yo seguía sentado, con todo el pecho lleno de mi propio semen, me cogió de la mano y fuimos juntos al baño para ducharnos. Nos metimos en la ducha, abrió el agua templada y nos fundimos en un beso mientras el me cogía del culo y yo a él de detrás de las orejas. Nuestras pollas jugaban entre ellas y también se empezaban a alegrar de estar juntas de nuevo. Cuando noté que ya la tenía dura me arrodillé, me la metí en la boca y comencé a lamer su glande mientras le masturbaba. El me miraba y gesticulaba de placer al ver como su polla iba desapareciendo en mi garganta y apareciendo otra vez para volver a ser engullida. Estuvimos así un rato hasta que Diego cogió el bote de jabón, me levantó estirando de mi brazo, me puso de espaldas, arqueó mi espalda estirando de mi culo y empujando mi torso hacia delante. Se puso un poco de gel en la mano, lo untó por mi culo y por su polla. Localizó con facilidad mi culo, ya se conocía mi cuerpo a la perfección, y de un movimiento rápido, me introdujo toda su polla hasta que nuestros cuerpos chocaron.

  • Ya verás qué limpitos que quedamos después de esto.
  • ¡Oooh! ¡Sí! ¡Fóllame, Diego! ¡Hazme tuyo!
  • Ya eres mío, Mario. Por eso podré compartirte, porque los amigos comparten los juguetes, y tu eres el mejor juguete que he tenido nunca.
  • ¿Me follaréis tu amigo y tú?
  • No solo te follaremos, te haremos flipar como nunca has flipado.

Al acabar de decir eso aceleró la follada que me estaba dando. El efecto lubricante del gel era muy efectivo y permitía a Diego follarme a toda velocidad hasta que me sacó la polla, me volvió a girar y me empujó para poder correrse en mi cara. Después se arrodilló és también, me empezó a besar y apartó mis manos de mi rabo para ser él el que hiciera que me corriera. Me pajeaba muy rápido, de manera muy salvaje, y me encantaba que lo hiciera mientras nuestras bocas se fundían en una sola. Me corrí sobre lo tenía delante en ese momento, la polla de Diego.

El agua de la ducha nos limpió al instante y cuando acabamos de ducharnos me dijo:

  • Hoy ya no vamos a corrernos más, hay que ahorrar leche y energías, que mañana tenemos un invitado al que atender.
  • ¿Me visto entonces?
  • De eso nada. Que no vayamos a corrernos no quiere decir que no vaya a pasarme el día sobándote el culo. Me mola tener la polla dura y ver que tú te excitas y mantener esa sensación el máximo posible. De hecho, para hacerlo más divertido, yo también voy a estar en pelotas hoy.

Cómo le molaba a Diego jugar con que estemos cachondos. No tenía yo muy claro que fuéramos a aguantar sin corrernos más todo el día. Aunque, pensándolo bien, no eran ni las 11 y ya nos habíamos corrido dos veces cada uno…

Después de la ducha tocaba el masaje diario a Diego. Era ya uno de mis momentos preferidos del día. Deseaba volver a acariciar todo su cuerpo. Sin embargo me sorprendió Diego con otra de sus exigencias:

  • Hoy, en el masaje. Te prohíbo tocar mi polla, no quiero que hagas que me corra. Pero tienes permiso para tocar todo lo demás.

Eso parecía un reto. En todo caso, estaba convencido de que sería capaz de proporcionarle placer sin tocarle la polla. Se estiró en su cama desnudo del todo, igual que yo. Le puse aceite poner todo el cuerpo, masajeando especialmente su culo, ya que estaba bocabajo. También le froté con energía la espalda, pero, “accidentalmente” mi polla dura se paseaba con facilidad por su parte trasera. Diego no se quejaba, me dejó hacer un buen rato. No me lo estaba follando, pero mi polla se iba restregando entre sus nalgas según yo le relajaba la tensión de los hombros. Él no lo sé, pero yo estaba a punto de correrme de tanto roce.

En ese momento Diego se dio la vuelta indicándome que continuara por su parte frontal. Enseguida me fijé que su pollón estaba durísimo, seguramente por cómo había estado jugando con su culito. Si no me lo hubiera prohibido expresamente me volvería a sentar en su rabaco para cabalgar como anoche. Pero me limité a masajear a fondo su pecho, sentado en su abdomen, mientras su verga dura iba dando golpecitos en mi culo. Estábamos los dos a punto de reventar, pero cumplimos la promesa de no corrernos cuando Diego dio por finalizado el masaje.

Después estuvimos un rato jugando con la Play. Los dos en pelotas en el sofá, con nuestras piernas rozándose y yo con una vista total de su cuerpo y de su polla. No tardó en ponérseme dura de nuevo.

  • Mira, hacemos una cosa. Voy jugando y mientras me vas tocando la polla, después te paso el mando y cambiamos... ¿Vale? ¡Ya verás como mejora jugar a la Play en este formato.
  • Estás fatal de la cabeza, Diego -dije entre risas.
  • Sí lo que tu quieras, pero cógeme la polla, que empieza la partida.

Diego se acomodó de manera que pudiera jugar a la play y yo pudiera ir tocando su polla. Acerqué mi cabeza, pero no para chuparla, esta vez me limité a mirar de cerca los movimientos de su verga, a notar su olor, a subir y bajar su piel poco a poco deleitándome con cada movimiento. Empezaba a salir precum de su uretra, y el movimiento que yo le proporcionaba hacía que ese líquido se distribuyera por todo su glande, quedando brillante y de aspecto jugoso.

  • Ves frenando que ya te he dicho que no quiero correrme, y a este paso te voy a volver a llenar la cara de lefa.
  • Pues adelante, quiero que me vuelvas a llenar de leche, ya soy adicto a tu néctar.
  • Que no, Mario. Hazme caso. Si no, no vas tener polla en todo el día. Si quieres disfrutar de mi rabo tiene que ser bajo mis condiciones.
  • Bueno...

Dejé de pajearle pero empecé a masajear muy suavemente sus huevos.

  • Así, dedícate a mis huevos, que se sienten abandonados.

Me resultaba muy difícil estar tan cerca de una polla tan atractiva y no estar mamando. Pero todo formaba parte del juego. Nuestros rabos estaban ya hacía mucho rato muy duros, si nos hubieramos pajeado en aquel momento hubiéramos tenido una avalancha de lefa en el sofá. Pero en ese momento Diego se pasó una misión del juego y me pasó el mando de la Play, indicando cambio de posiciones. Me medio estiré en el sofá apoyando mi espalda en el reposa brazos. Abrí bien mis piernas dejando mi verga y mi culo a su total disposición.

  • Mario, la tienes durísima. Te juro que como te corras me cabreo y no me vuelves a tocar. Vas a tener que aguantar todo lo que te haga sin echar ni una gotita de leche.

En ese momento me acojoné. No quería hacerle enfadar, pero a la mínima que me tocara me iba a correr. Me dediqué a perder el tiempo en el juego para no tener que estar atento a las dos cosas. Mientras, Diego, se humedeció un dedo y me lo empezó a meter por el culo. Casi no tocaba mi polla, solo me pajeó un poquito y después me sorprendió pasando su lengua por mis huevos y mi perineo.

  • Joder Diego, como sigas así me voy a correr.
  • Tú mismo, vas a tener que aguantar, ya te lo he dicho.

Dejó de tocarme y empecé a relajarme un poco, pero me fijé en que Diego estaba tumbado en el sofá con el culo mirando al techo, con su boca a cinco centímetros de mis huevos. Iba moviendo sus piernas mientras se sentía juguetón y yo me quedaba hipnotizado con el movimiento de sus nalgas. Lo cierto es que me había fijado poco, hasta ahora ha tenido más protagonismo su polla, pero lo cierto es que el culo de Diego es una puta pasada. Tiene las nalgas redondas y fuertes. Tienes que rebotar contra él si te lo follas, solo imaginarlo me ponía aún más cachondo. No lo había pensado mucho hasta ese momento, pero sería glorioso follarse a Diego.

Nos sorprendió su teléfono sonando: (solo se reproducirá la parte de conversación de Diego)

  • ¡Dime Marc!
  • Claro, mañana ¿no?
  • Vente por la mañana y comemos juntos.
  • ¿Me vas hacer ir a mí cacho perro?
  • Vale, pues te paso a buscar con el coche y de paso iré a comprar, por si nos dicen algo los mossos.
  • Venga, hasta mañana.

Dejó el móvil sobre la mesa y se volvió a dirigir al sofá donde estaba yo sentado.

  • Todo bien con Marc?
  • Sí, pero tendremos que ir a un sítio con el coche para recoger la hierba. Por eso aprovecharé para comprar. Compraré bastante comida y bebida. Si todo va según lo planeado Marc se quedará unos días y podremos disfrutar mogollón los tres.

  • ¿Marc y tú ya habéis hecho algo antes, verdad?

  • Mañana te lo explico, no seas pesado. Métete mi polla en la boca, anda, Que es la única forma en que estás callado.

Me dejó mamársela solo hasta recuperar su punto óptimo de dureza. Le encantaba estar con la polla dura al cabrón, y eso hacía que yo estuviera igual. Poco rato después nos  fuimos a hacer la comida. Estar los dos en pelotas en la cocina era muy morboso también. Cada dos por tres me venía por detrás y me abrazaba, haciéndome sentir su rabo por detrás, después seguía cocinando como si nda. Me rozaba el culo “sin querer” cada vez que yo me agachaba para coger algo de la nevera o de algún armario. Me hacía sacar cosas que no íbamos a usar solo para que pusiera mi culito hacia fuera. El aprovechaba, ponía su polla en mi culo y la iba rozando con descaro.

  • No esa sartén no, la otra… Más abajo… No espera, mejor la de ese armario... ¡Ay, perdona! Que se me mete la polla en tu culo...

Y así estábamos más perdiendo el tiempo y morboseando que cocinando. En el fondo era muy divertido a la vez qeu excitante todo lo que hacíamos. Las situaciones eran tan poco creíbles como calientes. Diego empezó a llamarlo "jugar a la peli porno" porque cualquier situación absurda acaba en follada o mamada.

  • Oye, Mario, ¿te gusta el queso de untar?
  • Sí, claro… -cogió bastante metiendo su polla directamente en la tarrina y lo recogió quedando sobre su glande, que ya estaba otra vez brillante y llamándame.
  • Pues mira, chupa un poco, ya verás que rico...

Me arrodillé ante él y empecé a lamer todo el queso que realmente sabía delicioso.

  • Como hagas que me corra será tu culpa, ya sabes…
  • Vaya jueguito te traes hoy, Diego… A ver cuando toca el juego de corrernos muchas veces en un día…
  • Mmmm… interesante idea, pero hoy no, hoy toca este. Anda chupa y calla, comepollas.

No me quejé lo más mínimo hasta que se acabó el queso de su rabo.

  • Quiero más…
  • No, ahora vamos a comer, pero del plato, luego seguimos...

Continuará...