El confinamiento con mi nuevo compañero de piso 4

Diego y Mario siguen jugando. ¿Hasta dónde les llevarán sus juegos?

Me tocaba a mi tirar el dado. Yo no sabía qué hacíamos al seguir jugando, podríamos estar follando ya. Pero decidí seguirle el juego. Era divertido. Y… podíamos jugar los dos.

  • Toma, un 6! Pongo regla.
  • A ver que regla pones.
  • Ya sé, si sale 5 tienes que chupar la polla del otro durante un minuto.
  • ¡Tú te flipas! ¡¡No te voy a chupar la polla!!
  • ¿Vaaa, estamos jugando, no?
  • Además un minuto es mucho, fijo que te corres en mi boca…
  • Vale, 20 segundos.
  • No sé…

Diego había pasado del “no” al “no sé”, eso parecían buenas notícias.

  • Diego, que no pasa nada. Prueba y si no te mola lo dejas, solo es un juego.
  • ¿Eso si saco un cinco, no?
  • Claro, claro, si sacas un cinco.

Diego cogió el dado para tirarlo.

  • ¡¡¡Toma!!! ¡¡Otro seis, pongo regla!!
  • ¿Otra regla?
  • A ver, por ahora era: 1 bebe quien tira, 2 bebe el otro, 3 los dos, 4 el otro bebe dos, 5 polla en la boca -me miró sonriendo- y 6 se pone regla. Además estaba lo de pagar prenda y no beber, pero ya estamos en pelotas.
  • ¿Y qué regla pones?
  • Vale, ahí va: como ya no quedan prendas, si quieres evitar beber has de ponerte de cuatro patas en el sofá durante 5 minutos. Y te tienes que tapar los ojos con una venda.
  • ¿Cómo te flipas, no?
  • Puedes ahorrártelo bebiendo. Es como un castigo.
  • ¿Y qué me vas a hacer estando en posición de perrito?
  • Eso no lo puedes saber. Podré hacerte todo lo que quiera durante cinco minutos, a no ser que te bebas lo que te toca.
  • Vale, venga.
  • Pues va, tira el dado, que te toca. -Y me pasa el dado en la mano.
  • Saco un 1. Me toca beber uno.
  • Si no quieres beber, ya sabes... perrito…
  • Va, solo es uno, me lo bebo.
  • Bebe, bebe, ya caerás...

En ese momento Diego se levantó para ir al lavabo. Me quedé durante un momento en el sofá yo solo, en pelotas. Pensaba en lo morbosa que era la situación. Los dos bebiendo, en pelotas, jugando a algo que hace que uno acabe con la polla del otro en la boca. Con un poco de suerte me estará follando en un rato. Empecé a pajearme mientras todas estas ideas pasaban por mi mente. Estaba tan agusto que cerré los ojos. El alcohol ayudaba a mantenerme en una situación prácticamente onírica, llena de morbo, mientras pajeaba suavemente mi polla. De repente noto algo rozando mis labios. Era Diego rozando su polla con mis labios semi abiertos. Se quedó hilo de precum entre su polla y mi labio cuando la alejó unos centímetros…

  • ¡¡Diego tío!!
  • No te quejes, golosón, si te estabas pajeando pensando en mi polla fijo.
  • Jajajaja. Puedo hacer cosas mejores que pajearme, si me dejas.
  • Ya veremos… Venga que me toca tirar -cogió el dado y lo tiró.
  • Jajajajajaja, un 5!! Me vas a chupar la polla.
  • Que va tío, no me jodas, que aquí el comepollas eres tú.
  • Nada, nada, de rodillas ante mí. Las normas son las normas.
  • ¡Joooder Mario! ¡Que yo nunca he chupado un polla!
  • Siempre hay una primera vez, venga de rodillas.
  • Si no me mola…
  • Tranquilo, si no te gusta no sigas. Pero te gustará, ya verás...

Diego se pudo de rodillas ante mí. Me gustaba verme de pie, con la polla durísima y recta. Diego ante mí, arrodillado. Por primera vez su cuerpo musculado, su actitud dominante y su porte de supermacho quedó en segundo plano.

  • Pon el temporizador en el móvil, que no te voy a regalar ni un segundo.
  • Vaale.

Diego, de rodillas, sentado sobre sus propios talones, pone sus manos en mis rodillas, cierra los ojos con mucha fuerza, abre la boca, y se va acercando a mi polla. Lo primero que entra en contacto es el capullo de mi polla durísima con la punta de su lengua. Él hace una mueca, chasquea la lengua y abre los ojos durante un momento.

  • ¡Está salado!
  • Calla y chupa, que pasa el tiempo.
  • Maldit...

Y le metí yo le polla en la boca. No volvió a cerrar los ojos. Mi miraba directamente mientras mi capullo llenaba su boca y el me pasaba la lengua por el frenillo. Sonó el temporizador del móvil, pero no se sacó la polla de la boca. Al contrario. Empezó a meter y sacar mi polla un poco de su boca. Solo fueron otros 10 o 15 segundos extras, pero fue maravilloso. Me hizo ver el cielo.

  • El tiempo de más es por haber parado, para que no te quejes.
  • ¿Qué, te ha gustado mi polla?
  • Claro que no chaval, a mí no me gustan las pollas. Eres tú el que se vuelve loco con mi rabo. No te confundas.
  • Vale, vale. Pero si sacas otro 5… O si simplemente te apetece, ya sabes… jajajaja.
  • Calla cerdo, y tira, que te toca.

Recogí el dado de la mesa y lo tiré en la mesa. Me volvió a salir un 1. Volví a beber, pero en ese momento ya empezaba a notar ciertas náuseas al beber. Había bebido demasiado.

  • Uy, chaval, que peligro. ¡No potes en el comedor eh!
  • No tranqui, aún aguanto. Venga, tira el dado.
  • ¡4! ¡Bebes dos más!
  • No jodas, no puedo beberme dos ahora.
  • Pues ya sabes, peeerrrrriitooo.

La palabra perrito la dijo lentamente, mirándome a los ojos. Acercándose a mí. Vi que tenía su mano tocándose la polla, pajeándose levemente. Su polla era un auténtico monumento. Venosa, enrojecida de la cantidad de sangre contenía, con el glance brillante, humedecido. No me lo pensé dos veces. Me puse en el sofá a cuatro patas.

  • Jajajaja, lo vamos a pasar muy bien, perrito Mario.

Escuché una cremallera. Era la funda de un cojín, de la que sacó el relleno y la usó para taparme los ojos. Pensé en poner el temporizador, pero ni de coña iba decirlo, ojalá se pasara de tiempo.

Sin decir nada empezó a pasar algo mojado por mi culo. Creo que era un dedo. Lo metió muy poquito, despacio, como disfrutando. La sensación era agradable, pero sabía que aún iba a mejorar pronto. Me saca el dedo y noto que se acerca para escupirme, acertando en el centro de mi agujero. En ese momento metió todo su dedo de golpe. Yo arqueé un poco la espalda.

  • ¡Tss! Quieto, perrito, que no te he dado permiso para moverte.

Empezó a sacar y meter, y así sucesivamente su dedo, ya bastante húmedo. Mi culo se iba adaptando a sus movimientos.

  • Menudo culito tragón que tienes chaval. Me va a molar más que el de Paola.
  • ¡Jajajaja! ¿Sí?
  • Bueno, después te digo.

Volvió a escupir y metió un segundo dedo.

  • ¡Aaaah, síííí! Méteme los dedos.
  • Oye, chúpamela mientras te meto los dedos.

No me lo tuvo que repetir. Él se movió para acercarse y empecé a mamar su pollazo a ciegas. La escena no podía ser más morbosa. Su pollón iba soltando precum de vez en cuando, que yo tragaba ansioso. Él seguía metiendo dedos en mi culo. Aprovechó que metió el tercer dedo para meterme también la polla hasta que mi nariz tocó su cuerpo. Fue cuando empezó a acompasar la follada de boca que me estaba dando con la metida de dedos en mi culo.

  • ¡Buah! Vas a hacer que me corra antes de follarte, perrito. Levanta el culito va, que ya estás dilatado y me quiero correr en tu culo, que en tu boca ya me he corrido hoy.

Era el momento que tanto esperaba. Puse mis brazos y mi barbilla tocando el sofá, mientras alzaba mi culo todo lo que podía.

  • Así, la postura perfecta, menudo putito estás hecho.

Sacó de algún lugar el aceite del masaje y lo untó en mi culo, así como imagino que en su polla. Sin perder más tiempo apuntó la cabeza de su polla hacia mi culo. El líquido lubricante ayudó a que me metiera toda la polla hasta el fondo, lentamente, pero sin cesar. Justo cuando noto el contacto de mi culo con sus muslos noto también que estoy totalmente atravesado por él. La sensación es magnífica.

  • ¡Ooooh, nene! Pero qué culo que tienes, cómo traga.
  • ¡Mmmmmh! ¡Aaaaaaah!

Yo no podía hacer nada diferente a gemir como un loco. Diego empezó a sacar muy poquito su polla para volver a meterla a fondo. Sacó un poco más que antes y me la volvió a envainar. Así seguía, como un mecanismo hidráulico perfecto, hasta que llegó el punto en que la sacaba hasta tener dentro solo la punta de su polla y me la volvió a meter hasta el fondo. Empezó a repetir ese último movimiento pero cada vez más acelerado. No se salío del todo ni una sola vez. Cada vez me follaba más y más rápido y yo empezaba a ver el cielo. Que manera de joderme el culo, nunca había follado con nadie con tanta energia. Era una máquina perfecta de follar.

Mientras me seguía dando por el culo fue acercando su cabeza a mi cuello. La follada se convirtió en mucho más intensa.

  • Tienes el mejor culo que me he follado nunca -me dijo casi susurrando en mi oreja.
  • ¡Aaaaaaa! ¡Y tú la mejor polla del mundo! ¡Y cómo la usas!

Siguió acelerando el muy bestia, yo estaba prácticamente perdiendo el conocimiento cuando noté que me quitaba la funda del cojín de golpe y me empezó a lamer una oreja por detrás. Eso fue justo lo que necesitaba para correrme de gustazo entre la follada y la lamida. La convulsiones de mi cuerpo se sumaron a la follada que me estaba dando Diego y causó que él también se corriera. Noté como se corría en mi interior. Tenía la polla de Diego metida hasta el fondo. Yo aún estaba en pleno éxtasis. Nunca, nunca había tenido una sensación tan increíble. Diego estuvo unos segundos aún con espasmos, echando las últimas gotas en mi interior. Después, sin sacarla, se tumbó sobre mi espalda. De una forma absolutamente tierna.

  • No te muevas perrito, déjame disfrutar más de tu culito...

No hice ni dije nada. Me sentía en la gloria. Quería que se parara el tiempo. Su polla poco a poco fue quedando en reposo. Acabó saliendo de mi culo por sí sola, acompañada de un hilo de la lefa que Diego había dejado dentro.

  • Hoy duermes en mi cama, perrito. Recuerda que eres mi regalo de cumpleaños.

Yo sonreí más que complacido, aunque él no me veía la cara porque seguía abrazado a mi espalda. En ese momento me dio un beso en la nuca y me apretó aún más contra él. Quedamos los dos hechos un nudo en posición fetal en el sofá.

Continuará.