El confinamiento con mi nuevo compañero de piso 22

La conversación con Diego

Nos despedimos de Raúl no sin antes hacernos saber que salía a las ocho de la tarde y que trabajaba casi cada día. Diego y yo acordamos venir a verle algún otro día. Pero los próximos tres días Diego y yo nos dedicamos el uno al otro de forma exclusiva. Nunca había tenido una relación tan apasionada y dedicada al sexo. Dormíamos juntos abrazados, nos movíamos por casa cogidos de la mano, siempre estábamos desnudos y aprovechábamos cualquier momento para tocarnos, acariciarnos, mamarnos las pollas, los culos, follarnos en la cocina, en la ducha, en la cama, en la terraza… No podíamos parar de querernos. También teníamos tiempo para algunas conversaciones. Algunas desafortunadas que nos llevaron a situaciones difíciles...

  • Oye, Diego, ¿Al final hablaste con Marc?
  • ¿No, por?
  • Hombre, porque es tu amigo y le echaste de casa.
  • Ya... Mario, creo que no me apetece hablar con Marc ahora. Solo quiero estar contigo, abrazarte, besarte y follarte todo el día.
  • Yo también quiero eso, Diego, pero también quiero que mantengas tu amistad con buenos amigos como Marc.
  • ¿Tanto te importa Marc?
  • No, tanto me importas tú, no deberías de perder un amigo de la infancia si tienes oportunidad de preservarlo.
  • Joder Mario, mira que eres sensiblón…
  • ¿Sensiblón? Oye, que a mí me da igual…
  • Claro... no lo dices porque la polla de Marc te mole, ¿no?
  • ¿De verdad es porque estás celoso?
  • ¡No son celos!
  • ¡Noooo, que va!
  • ¡Oye, que no son celos!
  • ¿Entonces qué es?
  • ¿Tienes que estropear lo que tenemos, Mario?
  • ¿Estropear? ¿Pero tú me escuchas cuando hablo? Creo que sería bueno que conservaras el máximo número de amigos, nada más.
  • Pues no te metas en mi puta vida. Chúpame la polla, anda.
  • No me mola nada esto Diego.
  • ¿El qué?
  • Que yo me preocupo por ti, te hablo con sinceridad y tu no me haces ni puto caso y quieres solucionarlo con una mamada…
  • ¿Pero no te gustaba chuparme la polla? ¡No hay quien te entienda, Mario!
  • A veces pareces un crío, Diego.
  • Un crío con un pollón que te encanta sentir en el culo.
  • ¿Sabes qué, Diego? hazte una paja. No te la voy a volver a chupar hasta que no hables con Marc.
  • Pues que te jodan, Mario.
  • Diego... tío…
  • ¡¡¡QUE TE JODAN MARIO…!!! No sé si me has entendido bien… ¡¡¡QUE TE JODAN MARIO!!!
  • ¿Pero por qué tienes que ser así de inmaduro? ¿Todo por no pedir perdón a Marc? ¿Tanto te ciega el orgullo?
  • ¿Pero qué coño quieres más de mí, Mario? ¿No he cambiado lo suficiente por ti? ¿No te he morreado en medio de un Hiper? ¿No te he confesado que te quiero y que estoy enamorado de ti? ¿Qué más quieres? ¿Que piense como tú y que haga todo como lo harías tú? ¿Anularme completamente? Pues te lo repito: ¡QUE TE JODAN MARIO!
  • Es la última vez que me lo dices, Diego…
  • QUE TE JOD…
  • Muy bien, pues ahí te quedas.

Me levanté y me fui a la habitación. Empecé a recoger mis cosas y a meterlas en la mochila. Lloraba como un niño pequeño al que se le ha roto su juguete favorito. Al poco, vino Diego a la habitación.

  • ¿Qué haces?
  • Irme de esta casa
  • No puedes, está el confinamiento.
  • Me suda la polla el confinamiento.
  • No te vayas Mario.
  • Demasiado tarde.
  • Mario...
  • ¿No me has dicho que me jodan? Pues ya está, a eso voy, a cualquier mierda de sitio a mal vivir y a que me jodan.
  • Mario…
  • ¡¡¡QUÉ!!!
  • Que no quiero que te vayas, te necesito.
  • Pues piénsatelo mejor antes de tratarme como una puta mierda.
  • ¿Joder pero qué quieres, que llame a Marc y me arrastre como un gusano cuando fue él que me folló sin mi permiso?
  • Pero eso no lo habías solucionado ya?
  • Diego, tío, aclárate. Que me mole que seas dominante en el sexo no significa que pueda aceptar que impongas tu voluntad sobre los demás siempre. A veces hay que pedir perdón, y Marc no hizo nada para que le echaras de casa de esa manera, sin ni siquiera dirigirle la palabra.
  • Tú lo que quieres es que vuelva para que te vuelva a follar él.
  • ¿Pero no te das cuenta, Diego? Yo estoy enamorado de ti, no de él. Por mí como si no le vuelvo a ver nunca más, me da igual Marc.
  • Entonces, ¿por qué insistes tanto?
  • Porque lleva siendo tu mejor amigo toda la vida y no se merece este final. Pero haz lo que te dé la gana. Como sigas así vas a acabar solo.
  • Solo dice… pero si tengo montones de gente deseando chuparme la polla.
  • Pues ya sabes…
  • Entonces te vas?
  • Claro que me voy.

Diego se quedó callado, empezó a llorar aunque sin emitir ningún sonido. Me miró muy triste.

  • Mario, eres la persona a la que más he querido nunca, no te vayas por favor… -se arrodilló ante mí, abarazándome muy fuerte a la altura de mi culo. Su cabeza estaba a la altura de mi polla, pero, pese a que mi polla quedaba totalmente en contacto con él, no había contenido sexual.
  • Diego, suéltame.
  • ¿Pero no ves que nunca he suplicado antes a nadie? ¿Qué tengo que hacer para que me perdones?
  • Aprender humildad. No todo está en la órbita de tu polla. No eres el centro del mundo, por muy bueno que estés.
  • Diego lloraba sin dejar de abrazarme.
  • ¿Si llamo a Marc te quedas? -Me miró con los ojos llenos de lágrimas y haciendo pucheros con sus labios.
  • Sí… pero no solo es eso… -le cambió la cara y volvió a sonreir.
  • Le llamo ahora mismo.
  • Diego, lo que quiero es que aprendas que no puedes tratar a los demás como objetos, nada más.
  • Pues no vuelvas a hacerme esto, Mario. No me vuelvas a amenazar con irte. No quiero perderte.

Bajé a su altura, me puse de rodillas como él y nos fundimos en un beso. Nuestras lágrimas convergían en nuestros labios y le daban un sabor diferente al beso.

  • No sabes la de años que hacía que no lloraba y me has tenido que hacer llorar tú, eres un cabrón me tienes pillado por los huevos.
  • Yo no quiero hacerte llorar, Diego. Yo quiero estar contigo y que seamos felices juntos, no tenerte pillado por los huevos.

Estuvimos mucho rato abrazados, besándonos, secando nuestras lágrimas el uno al otro acariciándonos la cara.

  • Pues voy a llamar a Marc, ¿vale?
  • Vale
  • Pongo el altavoz, para que lo escuches.
  • Como quieras.

Diego cogió su teléfono y empezó a dar todo de llamada. A los pocos segundos cogió el teléfono Marc.

  • Más vale que llames para pedirme perdón.
  • Llamo para pedirte perdón.
  • ¿De verdad?
  • Sí.
  • ¿Seguro que eres Diego?
  • Oye, vete a la mierda… -Yo le miré muy serio-. Vale, sí perdóname, Marc.
  • No sé...

Diego me miró como diciendo “Y yo que quieres que haga…”. Le hice un gesto con las manos para que se calmara y le abracé por la espalda para darle todo mi apoyo.

  • Marc, me gustaría que vinieras a casa. Podemos hablar. Y quiero explicarte una cosa muy importante.
  • ¿Qué me quieres explicar?
  • Te lo digo en persona. ¿Vienes?
  • Vale, va, estoy en 20 minutos.
  • Venga, hasta ahora.

Le di un besazo de lo contento y agradecido que estaba.

  • Este es mi Diego favorito.
  • Pensaba que tu Diego favorito era el que tenía la polla dura.
  • Bueno, también, pero ahora eso no me importaba tanto. Quiero verte contento.

  • Vamos a vestirnos, Mario. Empecemos de nuevo con Marc. ¿Te parece?

  • Sí, vale.

Nos vestimos. Aunque tampoco tanto. Pantalones cortos y sin gayumbos ninguno de los dos. En realidad solo nos habíamos puesto una pieza de ropa. Pero para nosotros ya era mucho. Al rato llegó Marc. Llamó del timbre de la portería y Diego le dejó abierto mientras volvía al sofá, donde esperábamos sentados. Al llegar Marc, cerró la puerta y vino al comedor.

  • ¿Qué tal parejita? ¿Os habéis follado mucho el culo?
  • Siéntate, Marc, vamos a hablar, y después haz todas las bromas que quieras -le sugerí.
  • ¡Ah! Es verdad, que vosotros solo hacéis broma y folláis cuando os apetece a vosotros, a los demás que nos jodan.
  • Marc, por favor, escúchame -le dijo Diego.
  • ¡Por favor y todo! Esto tiene que ser serio para que tú digas por favor -se notaba que Diego estaba cargándose de paciencia para no enviar a Marc a la mierda.
  • Marc, Mario y yo somos novios.
  • Jajajajajaja, ya claro…
  • Marc, de verdad, somos pareja -en ese momento dejó de reírse y nos miró boquiabierto.
  • ¿Eres definitivamente maricón, Diego?
  • ¿Tú has venido con la intención de que nos llevemos bien, Marc?
  • ¡Joder, sí!
  • Pues lo disimulas muy bien, Marc -le dije yo.
  • Pues si sois novios... ¿Para qué me hacéis venir? ¿Para reíros de mí?
  • Te hacemos venir para pedirte perdón por lo del otro día y para decirte que, aunque seamos novios, vamos a querer follar contigo siempre que tú quieras.
  • ¿En serio?
  • Sí -respondimos los dos a la vez, cosa que le hizo cambiar la cara a Marc. Interesante… Vale, pues hacemos una cosa, os perdono si hacéis todo lo que yo os diga hasta mañana por la noche.
  • No te flipes, Marquitos -protestó Diego.
  • ¡Calla, Diego! ¡Vamos a hacerle caso, venga! Le dije.
  • Joder, Mario. ¡Venga, va… todo tuyo hasta mañaaaana…!
  • Jajajajaja! Así me gusta. Pues va, desnuditos los dos, y chupádmela los dos a la vez hasta que la tenga muy dura.

Diego y yo nos miramos, alzamos nuestro hombros en señal de conformidad, nos quitamos los pantalones y nos arrodillamos ante la polla de Marc, que comenzamos a mamar entre los dos. Era un poco absurdo lo que había dicho de que se la chupáramos hasta que la tuviera durísima porque ya lo estaba desde el principio. Obviamente Marc estaba cachondo con nosotros desde que se sentó en el sofá. Aún así se la estuvimos mamando bastante rato. A veces Diego, otras yo, otras los dos a la vez encargándose uno de su capullo y el otro de su tronco y huevos. Marc se notaba que estaba totalmente entregado al mamadote que le estábamos haciendo.

  • Ponte detrás, Dieguito, que me vas a comer el culo.
  • Y una m…
  • Diego, hemos dicho que le íbamos a hacer caso.
  • ¡Gññññ…! gruñía Diego, aunque acabó obedeciendo.

Estuvimos así muchos rato, cerca de una hora, en la que el único que gemía y flipaba de placer era Marc. Llegó un momento en el que dijo:

  • Venga, los dos de perrito en el sofá, enseñádme esos culitos, que os voy a follar hasta que os salga la lefa por la boca.

Diego me miró, su paciencia estaba al límite. Le di un beso para intentar calmarle, nos abrazamos, nos olvidamos durante unos segundos de que Marc estaba allí.

  • A ver, los besitos son mejores con una polla de por medio.

Tras decir esto Marc se las ingenió para meter su polla entre nuestros labios.

  • ¡Joder, Marc!
  • A callar, Dieguito, que hoy mando yo. Y venga, al sofá, en pompita, que te voy a follar el primero. Mario, chupa el culo a tu novio bien chupado, que hoy no vamos a usar el aceite. Hoy, si queréis lubricante, os baboseáis como buenos novios que sois. Maricones.

Diego resopló pero obedeció y ya tenía su enorme y fuerte culazo expuesto para que Marc hiciera con él lo que quisiera. Yo apenas estube dilatando a Diego dos o tres minutos.

  • Venga, ya está, ponte en cuatro tu también y que te vaya chupando el culo Diego mientras me lo follo.

Y sin decir ni media palabra más, apoyó sus manos sobre la cadera de Diego y le metió de golpe más de la mitad de la polla, todo lo que le cabía de un solo intentó. Diego intentó gritar pero apenas puedo hacerlo ya que tenía mi culo en su boca y su lengua en mi ojete.

  • Así, grita, putito, grita. Que cuantos más grites más fuerte te follaré.

Para mi sorpresa Diego no respondió con ninguna bordería, no reaccionó de ninguna manera. Solo se dejó hacer. Marc realmente cada vez le daba más duro, y Diego reflejaba eso en la comida de culo que me estaba haciendo. Cuando los pelos púbicos de Marc se juntaron con los pelos del culo de Diego el pobre gemía y gimoteaba de placer pero también de dolor. Su cara aún se hundió más en mi culo, si cabía. Yo, por mi parte, estaba siendo transportado por el gustazo que me daba Diego con su boca y su lengua en mi culo.

  • Aaaaasí! Toda dentro… Sigues teniendo el mejor culo que he conocido nunca Diego. ¿Ahora que oficialmente eres maricón me vas a dejar a follarte cada día, no, Dieguito?
  • Marc, como sigas así me va a importar una puta mierda que estés enfadado. O bajas esos humos o te piras a tu puta casa y te quedas sin culos -interrumpió Diego el beso negro para hacer este discurso a Marc, que me pareció más que razonable.
  • ¡¡Vale, vale!! Solo quería hacerlo más divertido. No te preocupes, te follo el culo y te dejo preñado como a un maricón pero no te insulto más.
  • Marc cállate de una puta vez -le dije yo.

Me daba rabia que Marc tuviera esa actitud de cretino. Especialmente porque por defenderle nos habíamos visto Diego y yo arrodillados y llorando abrazados. Tal vez no se merecía que intentara arreglar su amistad. En todo caso, Marc empezó a bombear el culo de Diego, esta vez en silencio, mientras este ya pasó de los quejidos ahogados de dolor a gemidos escandalosos y llenos de lujuria. No tenía ángulo para verlo, pero podía imaginar la polla larga y dura de Marc entrando y saliendo de Diego, desde que el glande estaba a punto de salirse hasta que volvía a meterla hasta el fondo. Cada vez que Marc hundía su cipote en Diego este resoplaba de gusto en mi culo y me empujaba, por lo que, de alguna manera, yo también notaba la follada de Marc. Realmente le estaba dando duro el cabrón. Marc duró más de 15 minutos follándose a Diego a marchas forzadas. Sin embargo, a los 10 minutos Diego ya se estaba corriendo sin apenas tocarse ya que la mayor parte del tiempo tenía las manos separando mis nalgas. Finalmente…

  • ¡Aaaaaaaah! ¡Diego! ¡Toma mi lefada en tu culo…! ¡Aaaaaah! ¡Toma preñada cabrón!
  • ¡Mmmmmmh! ¡Joder, Marc, menuda follada me has pegado, cabrón!
  • Pues lo que te espera hasta mañana chaval.
  • Bueno, ahora me toca a mí ¿no? -dije sonriendo a Marc.