El confinamiento con mi nuevo compañero de piso 21

Mario y Diego van de compras

Yo no tenía ni idea de qué era el paquete de amazon. Pregunté a Diego:

  • Oye, Diego ¿Tú esperas algo de amazon? ¡Han dejado un paquete!
  • Ah, creo que sí, era una sorpresa… ¡ábrelo tú!
  • A ver...

Cuando abrí el paquete vi que era uno de esos vibradores rosas que van por wifi o bluetooth y que se activan a distancia. Les llaman “flamingo” en inglés porque su forma recuerda a estos pájaros.

  • ¡Uaaala! ¿Esto has comprado? ¿Cuando?
  • ¿Recuerdas que Marc y yo estábamos mirando cosas por internet el otro día?
  • Era esto lo que estábais comprando?
  • Sí. ¿Lo quieres probar?
  • ¡Venga! He visto vídeos y parece que la gente lo flipa muchísimo.

Lo configuró Diego con su teléfono y cada vez que lo accionaba se activaba. Con el máximo eso se movía mucho.

  • ¡No te pases eh Diego! ¡A ver si me va a perforar por dentro el cacharro este!
  • Tranqui, que lo controlo, tú confía en mí.

Me lo introduje por el culo untando en un poco de lubricante. Entró fácil, no era muy grande. Cuando Diego vio que ya lo tenía dentro y que sobresalía el rabito lo activó solo un poco y empecé a sentir un cosquilleo muy agradable. Subió un poco la intensidad y empecé a contorsionarme de placer.

  • ¡Aaaah! ¡Para, para!
  • Jajaja, ¿Tanto mola?
  • ¡Hombre, no está mal! Dale un poco más…
  • Jajaja qué vicioso...

Volvió a subirlo, pero esta vez más que antes y de la sensación que sentía me tumbé en el sofá retorciéndome. Diego lo dejó durante casi 20 segundos y yo ya no podía más. Me daba un placer acojonante. Le abracé los últimos segundos y empezaba a temblar, a mirarle a los ojos mientras retorcía mi culo y me arrodillaba ante él intentando sujetarme a sus brazos. Cuando paró…

  • Hostia Diego, qué pasada…
  • ¿Oye, hacemos un juego?
  • ¿A ver, qué se te ha ocurrido?
  • Como tenemos que ir a comprar, vamos al hiper y tú llevas eso puesto…
  • Qué flipado que eres…
  • Venga, Mario, porfaaa… -Me empezó a dar besitos rápidos en la boca, cada beso me decía un porfa… Era tan mono, pensé…
  • Vale, pero si me canso me lo quito.
  • Vale, vale, vale. Venga, vamos, vístete… ¡Corre, corre!
  • ¿Pero que te pasa, por qué tienes tantas ganas?
  • ¡Ah jajajaja! Es que es buenísimo, ya verás como lo flipas.
  • Estás fatal de la cabeza, Diego.
  • Y a ti te encanta, pervertido.

Esta vez fui yo quien me lo comí a besos. Me vestí sin quitarme eso de mi culo y 10 minutos después estábamos en el coche. Lo cierto es que el ambiente era deprimente en el hiper, había muy poca gente y todos con mascarilla y mirando a los demás como si fueran apestados. Diego iba delante empujando el carro de la compra y se metió por la zona de lencería femenina.

  • ¿Qué hacemos aquí Diego?
  • Sígueme el juego, ya verás.
  • ¡Ay! ¡Diego! Que te veo venir…
  • Jajaja, calla y hazme caso -y me dio un beso.

Pero ese beso fue muy especial. Vi que miraba a todas partes después de dármelo. Fue, seguramente, su primer beso a un hombre en público. Y me lo dio sin pensárselo. En ese momento pensé que no podía negarme a nada de lo que me dijera. Él sonreía un poco maliciosamente pero estaba rojo como un tomate. Parecía que había dado un enorme paso. En ese momento pasaba por detrás de Diego un chico empleado del hipermercado, con uniforme. Estaba bastante bueno, de aspecto atlético, algo macarrilla, como Diego, y eso me encantaba. Diego me vio mirarle…

  • Oye... ¿Te mola ese?
  • Está bueno… ¿no?
  • Sí, no está mal. Oye, ves con estas braguitas -me dió las más finas y de menos tela que vio- y pregunta si tiene de tu talla.
  • Diego, tío…
  • Va, corre, que se va…
  • Pero…
  • Mario, por favor, me pondría cachondísimo ver su reacción… y ya sabes qué pasa cuando estoy cachondísimo…
  • Jooooder, va, trae.

Tal y como cogí las braguitas y fui hacia el chico, Diego sacó su móvil del bolsillo. Yo alcancé al chico uniformado…

  • Oye, perdona…
  • Sí, dime… -me miró y vio que llevaba unas braguitas en la mano, lo que le hizo extrañarse.
  • Tien… aaah… tien… -Diego estaba activando el cacharro de mi culo…
  • ¿Qué te pasa?
  • ¡Aaaaaaah!
  • ¡Perdona, es queee…! ¡Perdona! ¿Tienes esto de mi talla?

Le mostré directamente las braguitas, sujetándolas con las dos manos mientras intentaba disimular el placer que me estaba dando el cabrón de Diego por el culo.

  • Es que no soy de esta sección… ¿Pero son para ti?
  • Bueno… síí…

El chico me miró aún más extrañado mirando hacia todas partes…

  • ¿Oye pero esto que es, me estás tomando el pelo o qué? ¿Qué eres maricón?

El chico estaba cabreado y dijo sus últimas palabras ya gritándome. Yo ya me quedé muy intimidado. La vibración de mi culo paró y Diego, que estaba a unos metros de mí vino hecho una furia.

  • Oye, payaso, como le grites te reviento la cabeza.
  • Eh! Tranquilo que es él quien ha venido a…
  • ¿A qué? te está preguntando si tienes de su talla... ¿Tanto te molesta? ¿Te ha de pedir permiso a ti para vestir lo que le de la gana?
  • ¿Y tú qué eres… su novio?
  • Soy lo que me sale de la polla, payaso…

En ese momento Diego soltó el móvil dentro del carro de la compra y cogío al chico por la camisa.

  • Diego, Diego, déjale…
  • Que este imbécil a ti no te grita que le arranco la lengua de un bocao!!
  • Vale, vale, ya está… Miré a Diego a los ojos suplicándole que parara todo este espectáculo.

El chico estaba acojonadísimo. Ni se movía ni hablaba… No se atrevía ni a pestañear. Diego le soltó refunfuñando.

  • Oye, mira, perdona. Diego… -le miré- mi novio… -sonrió Diego- estábamos de broma, te pido perdón. La verdad es que disfrutamos de este tipo de prendas de ropa, pero no queríamos molestarte.
  • Joder, pero no puede ir intimidando así por la vida…
  • Tienes razón. Lo sentimos… ¿Verdad, Diego?
  • Ñññññ… psí…
  • Y porqué temblabas tanto, ahora no te cuesta hablar…
  • Verás, es que… Diego, desbloquéame tu móvil, que se lo enseño… -Diego me hizo caso y puso la pantalla que controlaba el vibrador.
  • … ves pues esto lo tengo metido en… ya sabes… pues si mueves esto se activa…
  • Pero que guarros que sois. A ver, yo quiero subirlo...

El muy cabrón le dio al máximo y yo grité y caí al suelo en menos de un segundo, notando como ese aparato me hacía hervir por dentro… Diego le quitó el móvil de las manos y lo bajó de golpe.

  • ¿Tu quieres que te arranque la cabeza verdad chaval? -Le dijo Diego mirándole con furia.
  • Vale, joder, no sabía que fuera tan fuerte.
  • ¡¡Aaah, aah, que cabrón…!! -Me levanté ayudado por Diego.

El chico estaba intimidado por Diego pero tenía una leve sonrisa y miraba el móvil.

  • Déjame probar otra vez, que ahora lo subo solo un poquito.
  • Te mato como te flipes, niñato.
  • Tranquilo, Diego, deja que lo use un poco.

Lo subió levemente, el punto en que era agradable y podía aguantar disimulando más o menos. Me tuvo así como 40 segundos en que ellos dos me miraban y veían como mi cuerpo tenía pequeños impulsos. Me fijé en que los dos se recolocaron la polla a la vez.

  • ¿Oye pues sí que mola, no?
  • ¡Mmmm, sí, buuufffff, no sabes cuanto, mmm!
  • Súbelo un poco más, ya verás -ahora le animaba el cabrón…
  • Dieeeegoooooooo.

Mis vocales se alargaban tanto como se incrementó la intensidad del dispositivo. Me agarré al fuerte brazo de Diego y empecé a colgarme de él, mis piernas ya fallaban.

  • ¿Buaaah, y le tienes así todo el día? -el chico no paraba de frotarse la polla por encima del pantalón que ya se notaba que se le había puesto dura.
  • Lo hemos recibido hoy… pero creo que lo usaremos más… jajaja le respondió Diego.
  • ¡Puuueeeeeees... aaaaah! Puuuueeeeees…
  • Bájalo, déjale hablar…
  • Aaaah! Joder, es que no sabéis lo que es… ¿pues decía que a ti te mola verme así, no? Por cómo te tocas la polla, digo…
  • ¡Eeeeh! Buenooo…
  • ¿Quieres divertirte? Así te pedimos perdón… ¡Ts! -A Diego le faltó escupir en el suelo...
  • ¿Tienes algún sitio donde pueda ayudarte con eso? -y le señalé directamente su paquete.
  • Joder, es que como me pillen me echan…
  • Va, algún rincón del almacén o algo…
  • Es verdad, los de mantenimiento solo están por la mañana. Id a jardinería, yo os obro desde el otro lado en dos minutos.
  • ¡Venga!

Diego puso cualquier tontería que vio en el carro para que no nos lo quitaran -aunque después nos dimos cuenta de que no sirvió y perdimos el euro del carro… pero ganamos otras cosas…

Llegamos a la parte donde nos dijo el chico y al poco abrió una puerta que decía que era de emergencia. Entramos disimulando y pasando un pasillo llegamos a un pequeño cuarto lleno de herramientas. Nada más llegar Diego se sacó la polla que ya la tenía durísima.

  • Oye chico… cómo te llamas? -Dijo Diego.
  • Ra-Raúl… -Diego rotó alrededor de Raúl mirándole el cuerpo, la verdad es que sí que estaba buenecillo, pensó; quedó detrás suyo bloqueándole el paso.
  • Pues chúpame la polla, Raúl.
  • ¡Qué dices, yo no soy maricón!
  • O me chupas la polla o grito hasta que venga alguien y le explicas que hacías aquí con dos desconocidos.
  • ¡Pero qué hijo de puta!
  • Tranquilo, que tú también lo vas a pasar bien.

Yo le miré alzando los hombros y gesticulando como si no pudiera hacer nada. Raúl se arrodilló y ya tenía su nariz a apenas unos centímetros.

  • Yo nunca he hecho esto…
  • Ya verás como te gusta, abre la boquita y cierra los ojos.

Raúl, dubitativo, acabó haciendo caso, y Diego evitó meter más que su candente e inflamado capullo en la boca del empleado.

  • ¡Mmmmh! -Raúl abrió los ojos y miró directamente a Diego, parecía sorprendido del agradable sabor del pollón de Diego.
  • Lo ves tonto, pero si sois todos unos comepollas. Cuando probáis ya no hay marcha atrás.
  • ¡Mmmph! Calla, que nos pillan -pidió Raúl volviendo a mamar inmediatamente.
  • ¡A este le ha molado jajajaja! -dijo Diego mirándome sonriendo. Oye, le ponemos sobre la mesa y se la chupas tú a la vez, Mario?
  • Sí, que fijo que la tiene rica.

Hicimos eso. El quedó tumbado sobre su espalda en la mesa, chupando la polla de Diego mientras yo le bajé los pantalones y le empecé a chupar la suya. No era tan grande como la de Diego, pero tenía ese sabor y olor que me encanta de haber llevado todo el día metida en esos gayumbos cálidos, que le daban ese aroma a sudorcito agradable.

  • Bájale bien los pantalones, no se vaya a manchar, y quítatelos tú también, Mario -le encantaba ordenar a Diego.

Le hice caso y continuamos. Raúl realmente estaba apasionado chupando el cipote de Diego, que ya entraba la primera tercera parte dentro de la boca de Raúl. Este se había abierto la camisa y tenía ya los calzoncillos y pantalones por los tobillos. Diego, con una mano detrás mío, me sacó el aparato del culo. Yo le miró extrañado y él se limitó a guiñar un ojo y a indicarme, por gestos, que lo metiera en el culo de Raúl.

El aparato no era muy grande, así que lo humedecí un poco con saliva y lo metí poco a poco en su culito. Raúl protestó, peró no lo impidío. De hecho, no se sacó el rabo de Diego de la boca. Parecía que le estaba molando muchísimo chupárselo. Tanto que no prestaba atencion a nada más.

Cuando el aparato ya estaba dentro del culo de Raúl le hice un gesto a Diego y él, con el móvil, empezó a aumentar poco a poco la fuerza con la que vibraba. Raúl empezó a retorcerse, aunque solo estaba levemente encendido el vibrador. Diego lo redujo un poco y lo dejó permanentemente en el mínimo.

Con el leve sonido de la vibración de fondo yo seguí chupando la polla de Raúl y Diego empezó a follarle la boca, aunque sin forzar su boquita y no meter más de lo necesario. La polla del chico ya estaba durísima. Esperaba cada gota de precum que le salía y le relamía el glande con energía, cosa que a él le hacía aún sentir más placer. Estuvimos así unos minutos hasta que, aprovechando que Raúl tenía la camisa abierta, nos acabamos corriendo los tres sobre su pecho. El chico empezó a tocar incrédulo la corrida con la que le habíamos regado el cuerpo. Parecía un poco asqueado, aunque no paraba de tocarlo y de disfrutar de su textura.

  • Buah, esto que hemos hecho ha sido brutal. Pero no sé si lo podré volver a hacer otro día. Como me pillen me muero.
  • Tranqui, tío, la próxima te esperamos cuando salgas y lo hablamos. Eres un buen comepollas, eh, mariconcito… jajajaja -Le dijo Diego.
  • Bueno, no está mal chuparte la polla, y tu novio la chupa super bien.
  • Gracias -le dije.
  • Oye, pero podéis apagar ya eso, no?
  • ¡Hostia, que aún estaba encendido! ¡Y tú callado, puto!
  • Jajajaja. Es que mola sentirlo dentro -dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

Raúl cogió papel que normalmente usaban los mecánicos para limpiarse y se vistió como pudo, con prisas. Nosotros igual, aunque Diego se entretuvo en tocarle un poco el culo a Raúl aprovechando que cogió el vibrador de su culo.

  • Esto nos lo llevamos, que aún tenemos que explorar con él.
  • Tendré que pillarme uno por internet… -dijo Raúl.

Continuará...