El confinamiento con mi nuevo compañero de piso 16

Diversión entre tres

Fui el primero en despertar. Miré hacia los lados. A mi izquierda estaba Diego, sobre quien parece que tuve la cabeza apoyada toda la noche. Su cuerpo me ofrecía protección pero, si bajaba la vista, veía su polla con una imponente erección matutina que me ofrecía algo diferente a protección. De su polla grande y dura salía un pequeño hilito de precum que unía su glande con su abdomen, solo un poco por debajo de su ombligo. Automáticamente se me salió la lengua y, cuando me di cuenta de que ya me estaba relamiendo. Además, parecía que su uretra, que asomaba curiosa, me estuviera diciendo "tengo mucho néctar del que buscas, Mario. Solo tienes que acercarte y exprimirme como tú sabes hacer".

Miré hacia mi derecha donde estaba Marc. Hacía rato que notaba su polla dura rozando mi culo en una de las nalgas. Él se encontraba estirado en la cama, con un brazo descolgado por fuera de la cama y el otro sobre su torso. Marc roncaba escandalosamente, cosa que garantizaba que se encontraba en un profundo sueño. Lo cierto es que en esa situación Marc era bastante antierótico, aunque, según mirabas hacia abajo la cosa mejoraba. Su polla también estaba babosa, de hecho me había esparcido parte de su precum por el culo. La polla de Marc era una manguera larga y retorcida fuente inagotable de mi bebida favorita.

Bajé mi cuerpo hasta que mi boca quedó a la altura de los cipotes de mis compañeros de cama. Por orden de simpatía, supongo, comencé metiéndome el rabo de Diego en la boca. Fui muy poco a poco, pajeando levemente su polla, liberando cada vez un poco más de su capullo. Metía la punta de mi lengua entre su glande y su prepucio, notando la piel suave y fina que se me escapa al endurecerse su polla y mostrar su capullo pletórico. Después pasaba mi lengua por todo él disfrutando de ese sabor que me enloquecía. Cuando ya había absorbido todo su líquido y había quedado la cabeza de su verga brillante, me dirigí al miembro de Marc y repetí la operación sin dejar de pajear poco a poco a Diego. Tenía una polla en cada mano. Lástima de no tener dos bocas también. Para no descuidarme de mí mismo, y aprovechando que estaba boca abajo, iba rozando mi polla contra el colchón y también se mantenía dura.

La serpiente que era la polla de Marc, delgada, cabezona y larga, era una delicia para chupar. Iba segregando grandes cantidades de líquido preseminal que yo saboreaba y tragaba con urgencia y ansioso de más. Cuando estaba dura del todo la polla de Marc me llegaba muy profunda en la garganta, pero me encantaba lo manejable que era al no ser tan gorda como la de Diego. En cuanto pensé en Diego me giré mirando su polla y le dediqué otro buen rato de mamada. Cómo me gustaba esta sensación: los dos dormiditos con sus pollas bien despiertas y listas para que les hiciera lo que quisiera.

En ese momento, cuando Diego volvió a sentir la cálida humedad de mi boca, se empezó a retorcer de gusto y a desperezarse recién despertado.

  • ¡Buenos días Mario! ¿Ya estás amorrado a mi polla? ¡Mmmm qué bien la chupas! Así da gusto despertar por la mañana…

Yo le miraba a los ojos cosa que al le gustaba, mirarme mientras me tragaba su rabo. Me empezó a acariciar por detrás de la cabeza y empujaba un poco para que chupara más profundamente. Yo me dejaba guiar por su voluntad y mamaba alegremente al ritmo que Diego me marcaba.

  • Chúpasela a Marc, a ver si se despierta…

Cambié de polla en la boca sin llegar a soltar de mi mano el rabo de Diego que continuaba pajeando. Mientras él me seguía guiando con su mano marcándome también el ritmo de mamada que le daba a Marc. Notaba su polla pasar más allá del principio de mi lengua. Su glande, inflamado, acariciaba las paredes de mi garganta. Lejos de provocarme náuseas -esa fase se acaba superando- me gustaba sentir como me follaba la boca con la fuerza que Diego transmitía agarrándome del pelo.

Diego se levantó de la cama y me dejó chupando a mi rollo. Se situó detrás de mí y alzó mi cuerpo haciendo que mis rodillas me sostuvieran mientras yo seguía felando a Marc. Mi culo quedó expuesto y Diego aprovechó para empezar a pasar su lengua, que buscaba mi ojete. Yo me estremecía de placer mientras Marc seguía sobando y su polla serpenteaba dentro de mí. Diego, por su cuenta, había aprendido a disfrutar el placer de lamer mi culo. Con la punta de su lengua iba penetrando mi ano que la daba una cálida bienvenida. Empezó a escupir dentro de mi culo, con sus labios prácticamente tocándome mientras separaba mis nalgas, para que la saliva entrara profunda. Poco después, acercó mi culo al borde de mi cama y, sin decir nada, empezó a follarme poco a poco y con mucho amor.

Yo empezaba a sentir el máximo placer que soy capaz de percibir. En ese momento Marc se despertaba.

  • ¡Hombre! ¡Qué guay despertar así!

Me miró a los ojos mientras se la chupaba y se dio cuenta, rápidamente, de que Diego estaba detrás mío perforando mi culo con su pollón.

  • ¿Oye siempre despertáis de esta manera?
  • Tendrás que quedarte a dormir más noches para comprobarlo -le dijo Diego.
  • Yo me quedo en esta casa hasta que me echéis.
  • Creo que Mario está de acuerdo en que te quedes el tiempo que quieras. ¿Verdad Mario?
  • ¡¡Mmmph mmmm!!

Esa era mi manera de decir "por supuesto, pero no dejéis de follar mi boca y mi culo". Después de comprender mi consentimiento sin problema, aceleraron los dos el ritmo con el que me follaban. Cuando, de repente…

  • Oye, Marc, ven detrás mío.
  • ¿Qué quieres? ¡¡Que me estoy follando la boca de Mario!!
  • ¡Ya lo veo, pero ven, joder!
  • ¡Vaaale, valeee!

Marc se levantó y dejó mi boca triste y vacía, pero miré con curiosidad para ver qué pasaba.

  • ¿Mira, Marc, ves mi culo?
  • Claro, precioso y redondito como siempre -y le dio una cachetada.
  • Pues me lo vas a comer y…
  • ¿Te moló cómo te lo chupé, eh?
  • ¡¡Déjame acabar coño!!
  • ¿Vale, qué?
  • Que me lo vas a comer y luego me vas a follar mientras me follo a Mario. Quiero saber qué se siente.
  • ¡Buaaaaah! ¡¡Venga!! ¡¡¡Ahora mismo!!!
  • Pero chúpamelo bien antes, que esté bien lubricado. Y pilla el aceite.

Marc siguió las instrucciones de Diego mientras este no cesó ni un momento de follarme. Estuvo un rato chupándole el culo, pero al parecer no demasiado debido a las ganas que tenía de follarse a Diego. No tardé en notar como el cuerpo pesado y fuerte de Diego caía sobre mí para, sin sacar su rabo de mi interior, facilitaba el trabajo a Marc mostrando su culo tanto como podía.

  • Prepárate, Diego, que voy!
  • Métemela hasta el fondo, Marc. Dame bien por el culo.

Marc obedeció encantado. Arrojó un chorro de aceite en su culo y ensartándole la polla hasta el fondo.

  • Aaaaaaaaaah!!

Diego gritó como nunca le había escuchado. Se abrazó a mi cuerpo y apretó muy fuertemente, dejándome casi sin aire. El mismo movimiento hizo que su polla entrara aún más profunda en mí, haciéndome gemir a mí también. Marc por su parte flipaba de sentir el calor y la estrechez del culazo de Diego. Toda la habitación se cargó de la energía sexual que desprendíamos a borbotones los tres.

Diego sentía tanto placer que temblaba todo su cuerpo. Me follaba aprovechando el envite de la follada que le daba Marc. Se notaba que estaba fuera de sí, sintiendo el máximo éxtasis posible al penetrar y ser penetrado a la vez. Empezó a besar mi nuca y pasar sus manos por mi pecho.

Mis rodillas casi no aguantaban el peso de Diego sumado a la follada que Marc le estaba pegando y la presión añadida que eso suponía. No podía tocarme porque con mis brazos intentaba no hundirme en el colchón en cada embestida. Tampoco fue necesario ya que empecé a correrme de gusto en ese instante. Eso desencadenó una serie de orgasmos que continuó Diego corriéndose dentro de mí. Las convulsiones orgásmicas de Diego provocaron por su lado que Marc se corriera abundantemente dentro de su culo. Yo no pude más y aterricé sobre mi propia corrida al dejar ceder mis rodillas y mis brazos. Calleron sobre mí Diego y Marc con sus pollas aún dentro de los respectivos culos, que hicieron una última embestida presionadas al caer sobre mí. Los tres nos fundimos en un último gemido que nos paralizó en esa posición unos minutos. Los tres amontonados, dos sobre mí. El peso molestaba un poco, pero me encantaba sentir como la polla de Diego seguía dentro de mí.

  • Tíos, esto ha sido lo mejor que hemos hecho hasta ahora -afirmó Diego.
  • Pues lo podemos repetir siempre que queráis. Menudo culazo tienes macho -dijo Marc.

A mí también me había molado, la verdad, pero empecé a moverme para salir de debajo de estos dos.

  • No os mováis, que voy a limpiaros.

Dije esto y me acerque a la polla de Marc, que aún se mantenía en el culo de Diego. Empecé a pasar la lengua por el punto de unión de los dos: el ano de Diego. Iba saliendo corrida de la que Marc había dejado dentro. Yo la fui recogiendo según salía y me la tragaba. Era una puta delicia. Se notó que a Marc se le volvía a poner dura de sentir mi lengua recorrer su tronco, sus huevos, su perineo… Por inercia, y aprovechando que ya la tenía dentro, Marc empezó a mover su cadera lo que hacía que se estuviera volviendo a follar a Diego.

  • ¡Eh! ¡Que no te he dicho que me folles!
  • Es culpa de Mario, que me la ha vuelto a poner dura.
  • ¡Pues nada, aprovecha, ya que estás… pero con una condición!
  • ¿Qué condición?
  • Que, como después tendré dos corridas tuyas en mi culo, cuando acabes te pones de forma que caiga todo lo que tendré dentro en tu boca.
  • Qué guarrada, lefa que ha estado en tu culo…
  • Pues es eso o nada.
  • Joder, siempre me lías, Diego. Venga va.
  • Jejejeje… sabía que aceptarías. Fóllame, venga.

Yo, mientras, como parecía que había dejado de tener la atención de ellos dos, me acerqué por detrás a Marc y empecé a chupar su culo para repetir la follada a tres.

  • Anda que pierde tiempo el Mario… ya me viene por detrás…
  • ¡Ahí, Mario, fóllate al maricón este…! -Me animó Diego.

Dicho y hecho. Penetré a Marc a la mínima que vi que me cabía un par de dedos y nos pusimos a gritar locos de euforia al sentirnos de nuevo follando. Era imposible aguantar mucho rato de esa manera. Aprovechando que los tres somos más o menos igual de altos nos pusimos de pie e hicimos lo que Marc insistió en llamar “el trenecito”. En este tren Diego era la locomotora, levemente apoyado en su escritorio para sacar más culo, el vagón del medio era Marc y yo cerraba la marcha dando por el culo a Marc cada vez más fuerte. No tardamos mucho en volver a corrernos, esta vez el primero en correrse fue Marc, que tuvo cuidado de no sacar su polla del culo de Diego para no perder ni una gota de leche. Yo me corrí en Marc, pero se la saqué en el último momento y me corrí en cu espalda y en sus nalgas. Por último se corrió Diego que depositó su lefada encima del escritorio.

Con cuidado Diego se salió de la polla de Marc.

  • A ver, Marquitos, lame el regalito que te he dejado en el escritorio y luego túmbate en el suelo.

Marc obedeció. Cuando ya había dejado límpio el escritorio se estiró boca arriba y Diego puso su culo en su cara, sentándose en su lengua. Al parecer la lefa no tardó en salir del interior de Diego porque Marc empezó a gemir según su boca se llenaba de la leche que había sido depositada dentro. Diego mientras me miraba y se reía e intentaba mover su cuerpo como intentando que de su interior saliera más líquido erótico. La cara y la boca de Marc eran un espectáculo. Casi no se veían sus facciones debajo de tanto semen. Nunca había visto a nadie tan pringado.

Continuará...