El confinamiento con mi nuevo compañero de piso 13

Diego quiere entregar un regalo de agradecimiento a Mario

Después de la escena super caliente de los tres en el sofá yo estaba agotado. Me fui a duchar mientras ellos preparaban la comida. Al llegar de ducharme los dos me trataron como a un rey, especialmente Diego, que me levantó la silla justo cuando llegaba para que me sentara. Como hacen en aquellos restaurantes de lujo que solo hemos visto en las pelis americanas. Con la salvedad de que los tres estábamos totalmente desnudos, claro.

La comida no era nada del otro mundo pero se notaba que lo habían hecho con cariño. Diego me preguntaba si estaba todo bien, si quería más comida, o más vino… estaba irreconocible. Incluso Marc se lo mencionó alguna vez, pero este le hizo callar llamándole celoso, cosa que a mí me hizo reír y a Marc refunfuñar. Al acabar de comer estuvimos un rato haciendo algún chupito, pero pronto volvieron Marc y Diego al sofá, con ganas de jugar más conmigo. Yo, aún con miedo de decepcionarles, les dije que necesitaba una siestecita para reponer fuerzas para más tarde estar a tope de energía. Marc se quejó un poco, ya tenía la polla dura y se estaba pajeando. Pero Diego me comprendió y me dijo:

  • No te preocupes, descansa lo que necesites. Marc y yo estaremos entretenidos con la consola, no tengas prisa.

Lo que yo no me esperaba era que Diego iba a faltar a su palabra. Me fui a mi cama y me estiré, intentando pensar poco en lo que había pasado y en todo lo que iba a pasar para no tener que pajearme en ese momento. Estaba cansado y se me cerraban los ojos, aunque en parte tenía esa excitación dentro de mí que me impedía descansar del todo. Una parte de mí quería estar follando todo el día y otra pedía descansar para después dedicarme a tiempo completo y de manera más intensa. Aún estaba medio despierto cuando noto que la puerta de mi habitación se abre. Entreabro un ojo y reconozco la silueta de Diego que viene hacia mi cama después de asegurarse de que se cerraba la puerta de la habitación tras él. Traía algo en su mano que no pude ver. Pone una rodilla sobre el colchón y me toca un poco el hombro…

  • Mario… ¿Mario, estás despierto? -Me dijo en voz baja.

Yo me hice más el dormido de lo que realmente estaba.

  • ¡Mphhh! ¿Qué, Diego?
  • Oye, quiero darte las gracias por lo de la doble, eres increíble, Mario. ¿Cómo va tú culito? ¿Te duele?
  • Bueno, un poco. Pero se recuperará pronto, no te preocupes.
  • Me importas más tú que tu culito, Mario.

Me levantó una sonrisa. Se estiró a mi lado y puso su cara junto a la mía. Nos mirábamos a los ojos sonriendo. Nos empezamos a besar con toda la ternura que podíamos expresar. Besitos cortos, húmedos, mientras nuestros cuerpos desnudos se rozaban por todas partes.

  • De verdad que eres increíble, Mario.
  • ¿Sí? ¿Y qué más soy?
  • Eres dulce, y amable, y me cuidas, y me tratas bien, y puedo guarrear contigo todo lo que quiera aún no he encontrado tu límite, y la chupas como nadie, y tu culo es lo mejor del mundo…
  • Joder, Diego, sí que tengo virtudes ¿No?
  • Infinitas, Mario. Por eso quiero darte un regalo...

Diego cogió mi polla y empezó a masturbarme. Mi rabo no tardó mucho en coger forma y dureza cuando Diego se lo metió en la boca.

  • Estírate en la cama y disfruta. Yo me encargo de todo.

Obedecí y dejé que Diego me hiciera rebosar de placer. Había mejorado desde la primera vez que se la metió en la boca. Empezaba a jugar con la lengua en mi glande a la vez que imitaba la masturbación con los labios. Eso lo había aprendido de mí jeje.

Siguió chupando de distintas maneras un buen rato. Yo ya la tenía durísima.

  • ¡Estás a tope, perrazo!

Me dijo mientras golpeaba con mi polla en su cara y me pasaba la lengua de arriba abajo y de abajo a arriba.

  • Vamos a tener que aprovechar este pollón que tienes, que está un poco desaprovechado.

Yo no tengo la polla tan grande ni tan gorda como Diego. Pero me sacaba pocos centímetro de largo y solo era un poquito menos gorda. Lo que me gustaba más de mi polla, y creo que a Diego también, es que se me hinchaba bastante el capullo y quedaba rojito y gustuso. Creo que a él también le molaba porque le dedicaba mucho tiempo a esa parte de mi polla. Sus labios se cerraban entorno a mi glande y subía y bajaba rápido los labios mientras su lengua lamía la uretra y el frenillo. Me estaba llevando al cielo con la mamada que me estaba haciendo. En ese momento, sin dejar de chupar, Diego empezó a jugar con su culito metiendo un dedo que previamente se había humedecido con mi saliva. Estuvimos así mucho rato. Él mamando mi polla y metiéndose deditos por el culo y yo esforzándome al máximo para no correrme todavía.

Creía entender las intenciones de Diego. Era tal su agradecimiento hacia mí por haberme dejado follar el culo por los dos a la vez que me iba a entregar su culito. Yo no podía estar más contento y pletórico de alegría. En ese momento me doy cuenta de que lo que había traído en su mano era el aceite corporal. La cogió Diego, se echó en la mano y se la restregó ya más a saco por su culo. Embadurnó también mi polla con aceite y colocó su la entrada de su agujero encima de mi polla mientras nos besábamos.

Yo cogí con las dos manos el culazo de Diego. Redondo, grande y firme. ¡Cuántas veces había deseado esto!

  • A ver si el pasivazo que llevas dentro se lleva bien con el activazo que puedo ser yo -le dije a Diego.
  • Mira, estoy lo voy a hacer por ti… bueno, y por curiosidad ¡Qué coño! Si tú lo pasas tan bien con mi polla dentro de ti, yo no puedo ser menos. Además, no vaciles de activo tampoco, que yo la tengo más grande.
  • Por eso, yo tengo más mérito…
  • Pero también has tenido más pollas dentro… para mí no te creas que es tan habitual. Solo me ha follado Marc.
  • Y la tengo más gorda que Marc, lo vas a flipar, Dieguito.

Diego se puso a besarme mientras mi polla ya se paseaba por su culo. Aún no había entrado, pero la cabeza de mi rabo ya tonteaba con su entradita. El lubricante ayudó mucho a que mi verga finalmente empezara a penetrar a Diego. Fui poco a poco. No quería hacerle daño y que se arrepintiera.

  • ¡Buaaaah! Me estás rompiendo Mario -se quejaba mientras mi polla se iba abriendo paso.
  • ¡Shhh, tranquilo, poco a poco!. No dejes de besarme, ya verás como ayuda.

Diego me hacía caso. Al fin y al cabo el experto en ser pasivo era yo. Mientras, yo disfrutaba besándole. Para mí sentir su lengua pasando por mi boca era tan excitante como cuando la que lo hace es su polla. El Diego actual ya no tenía nada que ver con el que conocí al llegar al piso. Si le hubiera dicho al Diego de hace una semana que le iba a estar follando el culo no me hubiera creído. De hecho me hubiera echado de su casa llamándome “maricón de mierda”. Como cambia la gente ante el morbo adecuado, pensé. El día que me folló a saco después de la marcha de Paola, cuando me miró lloroso, había cambiado algo para siempre en él.

La cosa es que yo, sin prisa pero sin pausa, empecé a meter cada vez más la polla dentro del culo de Diego. Él, cuando notaba demasiado dolor, venía hacia mi boca y me seguía besando con pasión. Así, centímetro a centímetro, noté como finalmente Diego se había sentado totalmente en mi polla.

  • ¡Ooooh! ¡Síííííí! ¡¡Fóllame Mario!!
  • ¿Cómo te mola la polla eh, machito? ¡A ver si ahora vamos a invertir roles!
  • Por ahora tú sigue follándome, ya veremos cómo evoluciona la cosa… quiero que me llenes el culo de lefa, Mario.

Eso me dio aún más ánimo y empecé a embestirle también con la cadera. Las últimas palabras pronunciadas por Diego rebotaban y persistían en mi cabeza: “ya veremos cómo evoluciona la cosa”. Empecé a pensar cómo podía llegar a estabilizarse nuestro rollete, teniendo en cuenta que mi rol preferido es versátil. Me entrego más como pasivo porque me molan los “heteros curiosos” y siempre es más fácil que se dejen chupar la polla o que te follen el culo a que se ofrezcan como pasivos. Pero en el fondo me molaba tanto follar como ser follado.

Ahora parecía que Diego estaba disfrutando tanto de mi polla en su culo que no me podía creer que se negara a tener mi rabo en su trasero en un futuro. No tardó demasiado en ser él quien daba sentones sobre mi polla, notando como le penetraba hasta el fondo y después volvía a elevarse para al ratito volver a dejarse caer, con todo su peso sobre mi miembro viril.

  • ¡¡¡Sííííí, Mario, qué pollón que tienes!!!
  • ¡¡¡Toma polla, cerdo, toma polla. Vas a suplicar que te folle yo el culo a partir de ahora!!!
  • No te pases, perrito.
  • Perdona, Diego...

Sentí como me había venido demasiado arriba, pero ambos decíamos lo que decíamos con una sonrisa en la boca y disfrutando como nunca.

  • Creo que me voy a correr, Mario.
  • Córrete así como estás, a ver si me llegas a la boca.

De pronto la follada continúa, más caliente que nunca, pero también comenzó una especia de prueba de tiro al blanco donde el blanco es lo que se dispara y la diana era mi lengua. Diego acertó varios impactos directos mientras yo saboreaba y él se derretía aún con mi polla dentro suyo.

  • Me corro, Diego. ¿Lo hago dentro?
  • Claro tíío...

Diego aún estaba en esa sensación de flojera de cuando te acabas de correr cuando yo empecé a rellenarle de leche calentita.

  • Buuuuaaaaaaa, Diego….. Tienes un culo de lujo… Super estrecho y caliente…
  • Sí, jajaja. ¿Te mola mi culito, eh? ¿Que te mola más, mi culo o mi polla?
  • No quiero tener que elegir. Hagamos todo lo que queramos siempre que nos apetezca, por favor.
  • Eso está hecho.

Nos volvimos a besar apasionadamente mientras mi polla poco a poco iba saliendo de su culo, y con ella, una buena cantidad de semen que empezó a bañar nuestros genitales.

  • ¿Oye, y con el ruido que hemos hecho, no se habrá enterado Marc?
  • Que se entere, me da igual. Aunque cuando me he venido para aquí se estaba quedando dormido.
  • ¿Y te da igual que se entere de que te he follado?
  • Él fue el primero en follarme, no debería de sorprenderse. Aunque contigo lo he disfrutado más. Eso sí, no se lo digas jajaja… -y me volvió a besar.
  • Mantendré el secreto -y le volví a besar yo.

Diego y yo nos acurrucamos en mi cama. Recuperó su posición de activo espontáneamente cuando fui yo quien me apoyé en su pecho mientras él me protegía con sus brazos fuertes de macho. Nos quedamos dormidos. Cuando me desperté eran ya las cinco de la tarde. Fui al lavabo, después al comedor, y vi que Marc estaba dormido en el sofá, con restos de haberse corrido hacía relativamente poco y con su polla aún entre sus manos. Daba la sensación de que la corrida fue tan satisfactoria como para dormirse al instante. Una buena parte de su lefa había caído en su pechos y abdomen, llegando incluso a hacer un pequeño embalse de semen en su ombligo. No me pude resistir. Me arrodillé ante su cuerpo que estaba perfectamente estirado en el sofá y empecé a rebañar toda la leche que Marc tenía aún sobre su cuerpo. Menudo festín de leche, Marc generaba semen por tres tíos. ¡Y eso que se había corrido como mínimo dos veces antes! Estaba tan distraído con la lefa de Marc, rebañando ya incluso la lefa que había quedado en su rabo, que no escuché que Diego nos miraba desde el pasillo.

  • ¡Joder, Mario, anda que tardas en buscarte otra polla para chupar!
  • ¡Diego! Es que, he vuelto, le he visto así dormidito… todo lleno de corrida por encima…
  • Déjale, que ya bastante ha tenido él por su cuenta… -dijo Marc, aún con los ojos cerrados.
  • ¿Estás despierto? -Le pregunté.
  • ¿Cómo no voy a estar despierto si me has pasado la lengua por todo el cuerpo y ahora casi me estabas chupando la polla?
  • A ver, Mario, hazme sitio, que te ayudo. -Sugirió Diego.

En ese momento, Marc se incorporó en el sofá, quedando sentado. Apoyados en cada una de sus rodillas estábamos a un lado Diego y al otro yo. Diego cogió la polla de Marc y me la metió en la boca. La chupé un poco. Después la sacó de mi boca y la puso en la suya, y la mamó un poco más. Así estuvimos pasándonos la polla de Marc el uno al otro, mientras este flipaba de tener a dos comepollas a su disposición.

Continuará...