El concurso (3)

Alicia busca ensanchar más su ano...

Todavía no me había recuperado de la tremenda mamada que acababa de darme Alicia, cuando oigo que me llama desde el jacuzzi del baño.

  • Cariño tráeme el nuevo consolador verde, que voy a estrenarlo mientras tú te recuperas.

  • OK. Ya te lo llevo.

Alicia me esperaba con ansiedad, como una niña pequeña que va a estrenar un juguete.

El consolador era de unas dimensiones de 35 cms de alto por 6´5 cms de ancho. Por lo que ella me había dicho pocos habían en el mercado que fueran más grandes.

  • ¿Qué vas a hacer con todo esto?

  • Tú sólo observa.

Me senté en un pequeño banco negro al borde de la bañera. Alicia se puso de cuatro patas, dándome la espalda y ladeando la cabeza para mirarme con esa mirada de gatita caliente y mala que pone cuando se dispone a hacer algo muy cachondo. Cogió su bote de aceite de coco y lo derramó sobre todo su culo. Se empezó a meter un dedo, dos dedos…Lo hacía muy lentamente, disfrutando de cada penetración

  • Uhmm, que rico

Al meter el tercer dedo soltó un quejidito de placer…Cogió más aceite y se lo introdujo dentro del ano. Cuatro dedos, cinco dedos…y TODO EL PUÑO DENTRO DE SU CULO.

  • Ah, ah, ah…quiero destrozarme el ojete para que me metan hasta tres poyas en el culo!!!

  • Trae para acá ese trozo de plástico

Alicia agarró el consolador desde la base, y sin darse tiempo a nada se metió los 35 cms hasta el fondo.

  • Muévelo tú. Sácalo todo y vuelve a meterlo. Así, así, más rápido, más rápido…ME CORRO ME CORRO AHHHG CABRÓN ASI SE HACE, RÓMPEME EL CULO, SI SI SI….SSSIIIIIII

Su corrida fue larga y profunda. Alicia tuvo un pequeño espasmo mientras aún le duraba el tremendo orgasmo que acababa de alcanzar.

Se agarró fuertemente a mi cuello y me metió la lengua en la boca hasta el fondo. Yo la abracé y jugueteamos con nuestras lenguas. Alicia se salió de la bañera y se colocó de cuatro patas en la moqueta que cubría el suelo del baño

  • Méteme tu puño

-¿Qué?

  • Que me metas el puño hasta el fondo!!!

Le follé el culo con mi puño metiéndoselo hasta la mitad del antebrazo, mientras con mi mano izquierda masturbaba su clítoris.

No tardó en orgasmar de nuevo. Sus gritos de placer debieron oírse desde el pasillo, pero Alicia no quería parar.

  • Méteme la poya sin sacarme el puño. Reviéntame el coño de un poyazo.

  • Ahí te va!

Se la metí y empecé a bombear fuertemente, arrancando hasta tres orgasmos más a mi mujer, que lloraba del placer que sentía. Un placer intenso, incontrolable, salvaje

Saqué el puño lentamente, parándome un poco para ensancharle un poco más el ano, y me corrí dentro de ella, viendo como mi leche salía del conejo de Alicia y se deslizaba por sus piernas

  • Un día me matarás de gusto

  • No ha nacido el hombre que consiga saciarte totalmente…ja, ja, ja.

Nos acostamos a dormir para recuperarnos. Esto no hacía sino comenzar

CONTINUARA