El concierto, la venganza (2)

De vuelta del concierto.

El Concierto y la venganza

Estábamos ya en la boca de metro cuando nos dimos cuenta del fallo al verla aparecer. No le dijimos que viniese sola, y traía al lado al pintas de su novio. Nos tuvimos que replantear la situación.

Llegó y nos presentó a su novio. Respondía al nombre de Iván. Hablamos un poco sobre lo bien que había estado el concierto y esas cosas. Nos íbamos todos a casa y cogíamos el mismo metro ya que vivíamos todos bastante cerca. Mi colega Luiggi era el primero en bajarse, luego Iván en la siguiente, y por último Sofía y yo tres estaciones más tarde.

Mientras caminábamos hacia el andén quedé con mi amigo en que obligaría a Sofía a ir a su casa al día siguiente. Ella iba delante meneando el culo de tal forma que parecía que quería provocarnos. El recordar que le había arrancado el tanga hizo que me pusiera calentorro.

En el andén había mucha gente y tuvimos que apretujarnos un poco. Ella se puso a morrearse con el pasmado del novio, pero mientras tanto le echó mano al paquete a mi amigo, que evidentemente no puso ninguna objeción. Al entrar al vagón estábamos más apretados todavía, peor ahora el que recibió su parte de calentamiento fui yo. Mientras seguía comiéndole la lengua al novio restregaba su culo contra mi paquete. Yo estaba en un rincón y mi amigo estaba al lado, con lo cual no se veía lo que pasaba, así que aproveché. Le levanté la falda y le metí un dedo por la raja. Ella se animó y se morreaba más fuerte con Iván. Le metí otro dedo y la cosa fue a más, pero cuando estaba a punto de meterle el tercero, este por el culo, llegamos a una estación en la que se bajó mogollón de gente. Así que lo tuve que dejar. Ellos también se calmaron un poco.

En la siguiente estación también se bajó mucha gente y pudimos sentarnos unos enfrente de otros. El novio después del magreo iba medio amodorrado, pero Sofía estaba bien despierta. Luiggi y yo también. Ella, como quién no quiere la cosa se levantó la falda hasta las rodillas diciendo el calor que hacía en ese vagón.

La gente no prestaba atención pero Luiggi y yo le veíamos perfectamente el coño a aquella piva. Calentón que te crío. Nos quedaban todavía bastantes paradas y la cosa se ponía caliente. El vagón fue vaciándose hasta el momento en que sol quedaron otras cuatro personas en él.

Mi colega y yo estábamos deseando que se fueran para follarnos a Sofía, ya que el novio se había quedado dormido del todo. Pero mira tú por donde fueron pasando estaciones y nada quedaba aquel grupito al final del vagón. Ya solo quedaban tres estaciones para la de mi amigo. En la siguiente bajaron tres. Si la tía que quedaba se bajaba en la próxima todavía le daba tiempo a la ex de mi amigo a hacernos una mamada rápida, pero no hubo suerte. Llegó la estación de Luiggi y la tía no se había movido.

Sofía se sonrió y se despidió de el con una cara como de vencedora que nos tocó bastante los huevos a los dos.

Sofía despertó a Iván justo a tiempo para que se bajara del vagón, y ¡oh! Milagro la última persona se bajó con él. Cuando se cerraron las puertas el pintas todavía estaba intentando saber dónde estaba.

"Ahora me vas a explicar de que te reías" le dije según me sentaba a su lado

"De la cara de gilipollas que ha puesto tu amigo" me contestó

"La misma que la de tu novio" repliqué

"Es que ese es otro gilipollas, pero por lo menos tiene pasta" dijo la tía

Según dijo eso le metí dos dedos en el coño, de golpe, por ser tan puta de dejar a mi colega por un gilipollas con pasta.

"¡Ah!" gimió ella

Metía y sacaba los dedos como podía, pero no me era fácil porque estaba en mala postura, así que se los saqué. Ella se quejó porque quería más y me propuse complacerla… pero no del todo.

Me puse a sobarle las tetas, a tirarle pequeños pellizcos de los pezones, me frotaba con ella, le acariciaba los muslos cerca del coño pero no se lo tocaba. Ella se estaba poniendo a cien, se le había acelerado el pulso y había empezado a sudar. Le levanté la camiseta y le chupé los pezones, eso la excitó muchísimo y me empujó la cabeza hacia el vientre. Yo le seguía el juego. Hice un par de amagos de comerle el chocho, pero volví hacia arriba. Ella empujaba me cabeza pero yo no me dejaba.

Me levanté y me bajé los pantalones justo cuando nos íbamos de la estación anterior a la nuestra, así que tenía que darme prisa.

Le subí la falda. Ella se abrió de piernas como una auténtica profesional del contorsionismo y yo me acerqué. Le restregué la polla bien dura por los muslos y se la pasé por encima del coño, que estaba como las cataratas del niágara. Froté y froté. Un par de veces estuve a punto de clavársela, pero me contuve y eso a ella le sacó de quicio. Estaba loca por que me la follara, pero no. Ese iba a ser su castigo esa noche.

Me levanté y subí los pantalones. Ella me preguntó qué hacía, pero se dio cuenta cuando vio las luces de la estación.

"Mañana a las 12 de la mañana estarás tú sola en la puerta de la casa de Luiggi" le dije

Mientras ella se colocaba un poco el pelo y la falda le terminé de contar las condiciones.

"Vendrás vestida como una auténtica puta. Minifalda extracorta, camiseta ceñida sin sujetador y los labios pintados de rojo puta"

"Yo no tengo una falda tan corta" me replicó

"Fíjate que te he dicho a las 12. Desde las 10 de la mañana tienes tiempo de sobra para buscarte una. Te recomiendo que vayas a un sex-shop directamente"

Y así nos bajamos del vagón. Le pegué un morreo y un magreo en el culo y me piré dejándola con todas las ganas del mundo de ser bien follada