El concierto
Un nuevo conocido y una noche de pasión
Me fui sola al concierto, me apetecía ver a ese grupo y no encontré a nadie a quien engañar para que me acompañara. Por otra parte podían aburrirse y querer marcharse a mitad de la actuación si yo hubiera insistido mucho. Así que me puse unos vaqueros y una camiseta de tirantes, iba sin sujetador pues mis pechos no lo necesitan, son firmes y duros, no muy grandes. Era en una de las plazas de la ciudad y gratis, patrocinado por un banco y una cadena de radio. Intenté meterme entre la gente hasta cerca del escenario o por lo menos algun lugar donde pudiera ver bien. Para abrirme paso tuve que utilizar los codos y puede que algún pisotón.
Hablando de estos últimos y hacia la mitad del concierto en uno de los saltos de una animada canción aterricé con el tacón de una de mis botas sobre la playera de un chico que se encontraba detrás de mí. Inmediatamente me giré y pedí disculpas mirado el daño que le había causado a sus pies que parecian ilesos. Fui subiendo la vista lentamente por sus pantalones que enfundaban lo que parecian unos duros muslos mientras escuchaba sus confusas explicaciones, me detuve un momento en su paquete, que parecia que se alegraba de verme, seguí subiendo la vista lentamente deleitadome para encontrarme un vientre plano y un pecho que parecía querer salirse de la camisa entreabierta y la carita de angel de un chico como de unos diez y ocho o diez y nueve años. Parecía que estaba solo, como yo, pues cuando miré alrededor despues de apartar con trabajo la vista de su hermosa carita nadie parecia prestarnos atención. Todos a nuestro alrededor concentrados en la música. Me presente de inmediato: Sonia y el se llama David. A pesar del estruendo de la música pareciamos entendernos perfectamente y yo me perdía en las palabras que salían de sus labios finamente tallados, gruesos y sensuales que me moría de ganas de besar. Me confirmó que había ido solo al concierto y como desagravio lo invité a algo al terminar la actuación. Intentaba que no se separara de mi y seguí brincando y divirtiendome durante le resto del concierto. Mientras procuraba arrimar el culo a su bragueta o apoyarme en él disimuladamente cuando tocaban alguna balada o algún tema mas dulce. El chico tampoco era manco y viendo que yo me mostraba accesible me cogió de la cintura y apoyó la cabeza suavemente en mi hombro desnudo e incluso a depositar allí algún tierno beso. No sé si se había dado cuenta de que yo le sacaba mas de diez años o eso parecía no importarle.
Cuando se acercaba el final del concierto lo agarré de la mano para no perderlo entre la multitud que se disgregaba y que me lo quitase alguna otra loba quinceañera. Me siguió como un cordero. Conseguí llevarle a una cafetería tranquila que había pasado desapercibida a las hordas que huian de la finalizada actuación. Para así poder charlar tranquilos y quizá iniciar una aproximación mas íntima. Sentados en un pequeño sofá junto a una esquina del local y en un oscuro rincón me contó que vivía en un pueblo y que trabajaba en el campo y que se habia bajado del tractor para darse una ducha y coger el coche para venir a la ciudad. Yo le conté algo de mi vida aunque estaba mojando las bragas de la excitación y la impaciencia. Mi actitud traicionada por mis pezones duros como piedras. Él los notaba a través del algodón de la camiseta y les echaba algunas miradas. Yo procuraba acarciar sus manos o poner las mias en su muslo en un gesto de confiaza al que esperaba él correspondiera bien pronto. ¡Por fín! como si no le hubiera estado dando suficientes pistas durante la noche se lanzó y besó mis labios. Evidentemente respondí y puse toda mi alma en ello. Le dí la lengua para que la saboreara. Casi tuve que abrir sus labios con ella, forzandolos. Pero una vez rota la timidez me abrazó y comenzamos a besarnos con entusiasmo. Yo acariciaba sus pectorales sin acabar de creerme que pudiera haber tanto músculo junto en un solo sitio y eso que me dijo que no iba a ningun gimnasio. Le lamia el cuello un poco aspero por la sombra de la barba y la oreja metiendole la punta de la lengua en el oido. Me daba cuenta de lo excitado que lo tenía por el bulto en sus pantalones que parecía coger cada vez mas dureza pues el tamaño ya lo tenía de serie. Por fín se decidió a cogerme un pecho que acarció con delicadeza rodeado el pezón con sus dedos y pasando una uña suavemente por la areola por encima de la tela haciendome suspirar. Le susurré al oido: -vamonos a mi casa y no se hizo de rogar. Bajamos al parking donde habia dejado su coche contra el que me acorraló para sorberme la lengua a la vez que me cogia las tetas con sus manos para acariciarlas. Aparcamos bajo mi piso y ya en el ascensor me subió la camiseta sacandola del vaquero para contemplar y comerse mis pechos durante unos pocos segundos mientras yo le acariciaba la cabeza revolviendo el rubio cabello. -¡Que buena estas!- me decía -Me vuelves loco- Yo solo conseguia pensar en bajarle los pantalones. Al cerrar la puerta a nuestras espaldas yo ya habia perdido la camiseta y faltaban casi todos los botones de su camisa que arrojé al suelo en cuanto terminé de arrancarsela. Contemplé a gusto su pecho poderoso, los hombros musculosos y los enormes biceps. Lo empujé al sofá donde cayó de espaldas y me arrojé encima para seguir besandolo sentada a horacajdas sobre sus muslos. Me dije a mi misma -Ten paciencia, un bombón así hay que disfrutarlo despacio.- Así mientras mi lengua recorría su boca, mis pezones duros como piedras le rozaban el pecho lampiño con suavidad. Me movía encima de él como una sierpe a veces dejando mis pechos al alcance de su boca que el besaba con suavidad y adoración, mientras mantenía sus manos por detras de su cabeza sujetándolas con las mias. -Déjame hacer, relajate y disfruta- A horcajadas sobre su ingle sentía la dureza de su polla en mi coño separados solo por las telas vaqueras, mientras mi vientre y tetas subian y bajaban o iban de lado a lado rozando los suyos con suavidad. Me bajé para quitarme las botas y sacarle las playeras y los calcetines y enseguida desabroché los pantalones y se los fui bajando por los muslos. ¡Oh sorpresa!, debajo llevaba un tanga negro de los de chico. No conocía ningún hombre que se atreviese a llevarlo, pero en su cuerpo de culturista quedaba de maravilla. Las piernas como dos columnas corintias donde los husos de sus músculos se marcaban perfectamente. Y la punta morada del glande asomando por la cinturilla de la prenda. Me incliné y le pasé el cabello por la ingle y cuando le tocó el turno a mis tetas de acariciar su duro pene sentí en los pezones el salto que dió el organo. -Quieto-, le dije. y me volví a incorporar para desnudarme del todo, sacarme los vaqueros y las bragas con prisa y volverme a arrojar encima de él para sentir su cuerpo en mi piel. No quería sacarle el tanga, quería hacerlo durar. Le pedí - Quiero verte, ponte de pie- David, como el de Miguel Angel pero en carne y hueso en vez de marmol, lo hizo sin timidez, se giró despacio para mostrarme un par de gloriosas nalgas sobre las que hubiera podido partir nueces y entre las que se perdía la goma de la preda, fue hasta el fondo del salón y volvió hacia mí asombrada cara el hermoso paquete aun cubierto. Lo besé por encima de la lycra y volvía notar el sobresato del miembro, me encantaba producir esa reacción en el chico. Pasé mi lengua por sus muslos mientras metia la mano entre ellos en busca de la tira del tanga, deslicé un dedo por el perinneo e incluso insinuarlo hacia el ano entre las nalgas relajadas. Pero su polla me tenía impresionada, la notaba temblar junto a mi mejilla impaciente. Acabé de sacar la prenda que aún lo cubría para dejar libre el magnífico tronco largo (lo suficiente) y grueso (quizá un poco mas de lo necesario). Lo besé sintiendo su dureza con mi lengua. Pero no quería que se corriera demasiado pronto. Así que le dije -ahora te toca a tí- ¡Que chico mas dulce! seguía mis instrucciones al pie de la letra. Volví a tumbarlo en el sofa para esta vez colocarme sobre su cara, de inmediato saco la lengua y al menor roce de ella mis labios se abrieron para permitirle el libre acceso. Estaba muy húmeda pues hacia horas que estaba excitada, pero eso pareció gustarle aun mas. Me agarró las nalgas con las manos llenas de callos fuertes y recias y las empujaba o tiraba de ellas suavemente según la zona que pretendía lamer. Las abria para tener al alcance de la lengua golosa el aro musculoso de mi cerrado ano. Era la primera vez que me hacían un beso negro y cuando me rozó el agujerito creí morir de gusto, ahí tuve un delicioso orgasmo. El ano y todos sus alrededores hasta la parte musculosa de la nalga, el perinneo y volvía a la vulva. Me corrí varias veces sobre su boca y su lengua no perdía ni una gota de mis jugos. Era un gran explorador y tocó todos los puntos que alcanzaba con la punta de la lengua. Yo con las manos apoyadas en la pared no podía mas que gemir mientras me decía a mi misma -tu te lo has buscado, este chico te va a matar a polvos- No sé de donde saqué las fuerzas para pedirle que parara y despacio me fui moviendo sobre su cuerpo mis muslos flexibles sobre su pecho y mi coñito correante dejó un reguero de humedad entre sus pechos y sobre su vientre siempre en busca del anhelado rabo que no había perdido ni un apice de su dureza. Sin manos, los labios abiertos solo por el instinto y la firmeza del instrumento se abrieron para dejar paso al glande morado y descubierto por una fimosis. El me sujetaba las caderas y yo con los codos apoyados en su pecho le rodeaba con las manos la cara de angel que escondía un diablillo traveso. Besaba sus labios que guardaban mi propio sabor como un tesoro, la legua incansable recorriendo su dulce boca. Entró en mí despacio, suave, los labios rodeando su dureza como queriendo absorberle por el rabo. Yo estaba encima, mandando y despues de unos segundos quieta en los que solo me dediqué a sentirle en mi interior comencé a moverme golosa, despacio, quería hacerlo largo, sentirle mucho tiempo dentro. Pero aunque hubiese eyaculado en ese momento yo me habria sentido satisfecha pues estaba siendo un amante exquisito y considerado. Mas no ocurrió tal cosa pronto él se acompasó conmigo y cada vez que yo bajaba él daba un golpe de cadera para clavarse mas profundamente, con los talones apoyados en el brazo del sofá haciendo palanca. En veinticinco minutos por el reloj del video no se había corrido ni la dureza habia bajado en lo mas mínimo. -Este chico es una mina- pensaba arrobada mientras lo disfrutaba a tope, mis líquidos vaginales chorreando por sus testículos depilados. Durante todo ese tiempo él no dejó de acarciar mi piel de los muslos a mi cara que acaricaba con delicadeza. pasando por las nalgas a las que alcanzaba con sus largos brazos. y dedicando un especial cuidado a mis pechos que siempre han sido una de mis zonas erógenas preferidas. Me acariciaba la espalda rascando suavemente la línea de la columna cuando yo me inclinaba lo suficiente sobre él para besarlo. O era él quien se incorporaba para lamer mis labios, sorber mi lengua o comerme los pechos pasando la lengua por los pezones mordisquenadolos con mucha suavidad o besandolos. Yo habia perdido la cuenta de las veces que me había corrido y aquello no bajaba. Me la saqué y le indiqué un cambio. Apoyé las rodillas en el sofá y los brazos y los pechos en el respaldo y él de pie detras de mí volvió a penetrarme. Con qué cariño me acariciaba las nalgas mientras seguía follandome. Se ensalivó un dedo y lo deslizó por la raja de mi culo en busca de mi ano incluso haciendolo entrar un poquito. Nadie me lo había hecho antes, las dos sensaciones combinadas me subian al paraiso, estaba gozando como una perra, orgasmo tras orgasmo. Ya no podía controlarle el tiempo pues estaba mirando a la pared pero se me hizo placenteramente interminable. Le pedí hazlo dentro no te preocupes pues en la época tomaba la píldora y sentí en mi interior cada golpe de su eyaculación caliente. Su pene saltaba y se contraía en mi interior como si no quisiera dejar de echar semen. Entonces me dijo -quieta, no te muevas- al oido deslizando la punta de la lengua por mi oreja de ahí pasó a los hombros sin dejar de acariciarme los pechos con una mano y el cítoris con la otra, Pasó su lengua por mi columna de arriba abajo húmeda y caliente. Llegando hacia las nalgas y se metió entre ellas. En esa postura yo estaba totalmente abierta y expuesta con las piernas bien abiertas. Arrodillado tras de mí estuvo un buen rato comiendome el culito, lamiendo mi ano o bajando un poco mas metiendo la lengua en mi coñito y lamiendo su propio semen mezclado con mis jugos sin que eso pareciera importarle, sin olvidarse de prestar atención a mi clítoris. Yo me retorcía sin saber como no me había desmayado de placer. Quise prestarle el mismo servicio y me deslicé hacia el sofá hasta quedar tumbada de espaldas. Él se colocó encima de mi en un perfecto sesenta y nueve. De inmediato me hice con su polla que olia a mi propio sexo y por la que quedaban restos de su corrida abundante y que perdía despacio su perfecta dureza. Eso no importaba, recibía las caricas de mi lengua con gusto y esa era la única forma de poder metermela en la boca entera, dado el tamaño que adquiria cuando estaba en erección era imposible. Mi propio sexo seguia chorreando en su lengua juguetona y logró que me corriera alguna vez mas mientras yo le lamia los testículos y le devolvía los favores en su ano con uno de mis dedos. Aunque seguimos acariciandonos un rato mas no conseguí que volviera a endurecerse, pero tampoco me importó, otro polvo mas en aquellas condiciones hubiera acabado conmigo. El se giró y se tumbó sobre mi con el sabor de mi coño en sus labios, nos besábamos sin dejar de tocar la piel del otro y sin dejar de decirnos ternuras. A la luz de mi salón era todavía mas guapo que en la oscuridad del concierto. Desnuda y meneando las caderas me fuí a la cocina a preparar café para reponer fuerzas, él iba a necesitarlas para coger el coche y no dormirse al volante al regreso a su pueblo. Él me siguió tal y como su madre lo trajo al mundo y me acorraló contra la encimera para volver a besarme los pechos, era incansable y tenía muchas ganas de mi cuerpo. Volvimos al salón con el café y la mermelada y desnudos sobre la alfombra hicimos un desayuno temprano. Para la mermelada usamos como plato el cuerpo del otro y como cubiertos solo la lengua con la que lo lamiamos. De allí a la ducha y ya recuperado en la bañera si que se le volvió a poner dura y con mucho cuidado y delicadeza como se habia comprtado toda la noche y usando el aceite de baño como lubricante me desvirgó el culito. Se sentó en el fondo de la bañera y sin dejar de recorrer mi humeda piel con sus poderosas manos o sosteniendome el culo con ellas me fue bajando hasta quedar sentada sobre su polla donde descubrí que con la adecuada ternura y cariño y mucho lubricante se pueden tener orgasmos en todo el cuerpo. Aunque pensaba que despues del tratamiento que habia recibido durante las horas anteriores no iba a volver a correrme en meses.
Evidentemente le arranqué la promesa de venir a visitarme cada vez que volviera por la ciudad cosa que cumple como el caballero que es y yo me quedé con su teléfono para poder llamarle si iba por su pueblo. Aun pude deleitarme contemplando sus bellas nalgas cuando se ponía el tanga y como se tenía que acomodar los huevos y el rabo para hacerlos caber en tal estrechez, los músculos marcados de sus piernas al ponerse los pantalones y los pectorales y biceps al intentar encerrar el pecho en la estrecha camisa. Hasta despedirlo con un profundo y cariñoso beso en la puerta de mi apartamento. Desnuda y feliz pude acostarme.
La siguiente vez lo visité en el pueblo donde pudimos follar en el pajar, en la era, y rememorar un monton de mitos eroticos rurales.