El concierto

Locura de una noche de concierto en la que pasa algo con la persona que nunca me imaginé que podia pasar.

  • Ven conmigo – me dijo Héctor gritando cerca de mi oído.
  • ¿A donde? - dije yo también a gritos.

Gritábamos porque estábamos en un concierto.

  • Ven – volvió a decir mientras me miraba muy serio.
  • Vale – contesté.

Me dio la mano y tiró de mi. Estábamos cerca del escenario del concierto, rodeados por un montón de gente así que tenia que tirar de mi para poder salir de ahí.

  • Espera, tengo que avisar a mis amigas – dije parándome.
  • Déjalas que están ocupadas – contestó.
  • Tío, que no me puedo largar así sin avisar, vuelvo en un segundo – dije sin darle tiempo a que me respondiera y perdiéndome entre la multitud.

Regresé donde estaban mis amigas, Raquel y Gemma, que estaban ocupadas mientras los amigos de Héctor les metían la lengua hasta el fondo. Le dí un toquecito en el hombro a Raquel, pero la tía ni caso, así que le tuve que dar mas fuerte. Por fin se “despegó”, literalmente, de Víctor.

  • Que pasa tía – me dijo, mirándome con la mirada un poco desencajada. Iba un poco borracha y fumada. Todos lo íbamos la verdad.
  • Ahora vuelvo, que salgo a tomar un poco de aire – dije.
  • Vale. Oye, ¿estas bien?, ¿te acompaño?
  • No, no que salgo con Héctor
  • Mmm perrilla, con Héctor eee – dijo provocándome ( A todo esto el “rollo” de Raquel nos miraba sin decir nada, con un ciego de la ostia)
  • No es eso y lo sabes – dije seria, las cosas no eran así, aunque yo quisiera que lo fueran. - Me voy, que me espera.
  • Vale.

Volví donde estaba Héctor, me agarró de la mano, para no perdernos pensé yo, por que como le había dicho a Raquel las cosas no eran así. Nos costó un rato encontrar el final de aquella aglomeración.

  • Donde vamos – pregunté
  • Tú sígueme, que me conozco bien este sitio.

Me fiaba de él porque el lugar donde se celebraba el concierto era el palacio de los deportes y él, jugando a futbito como jugaba, había jugado allí. Me llevó por unos pasillos, la verdad es que no nos encontramos a nadie por el camino, pasamos los baños, cuando llegamos a una zona que estaba a oscuras en la que había una puerta. Probó a abrirla.

  • Está cerrada – dije.- Además, para que coñ...
  • No te preocupes – dijo mientras levantaba el brazo, y sobre un recodo de un ladrillo, sacaba un trozo de este y cogía una llave.
  • Pero … como... porque sabias tu eso – pregunté mientras abría la puerta
  • Aquí veníamos a fumarnos los petas antes de jugar – me dijo mientras me agarraba del brazo y me metía para dentro.
  • Así has acabado tu, jajaja – le dije.

Cerró la puerta, me apoyó contra ella y me besó. Yo no me esperaba nada de esto, y menos con él porque …

1 HORA Y MEDIA ANTES

Ahí estábamos, por fin dentro. Lo peor de ir de concierto es la espera, la espera cuando te enteras de que hay un concierto que te gusta y quieres ir, la espera para coger las entradas, la espera hasta que llega el día del dichoso concierto y por último la espera de entrar y pillar buen sitio. Quedaría por ahí colgando una espera, la de que empiece ya a sonar la música, pero esa me daba igual, total yo la fiesta ya la llevaba encima.

Bueno, la fiesta la llevaba yo y mis amigas también. Habíamos quedado en casa de Raquel para cenar e ir bebiendo y fumarnos unos petillas para ponernos a tono y luego de ahí, ir directamente al concierto, prontito para pillar buen sitio, lo mas cerca posible del escenario.

Hasta ahí todo iba bien, habíamos cenado, bebido e íbamos cieguillas, entramos y pillamos buen sitio, todo esto entre risas o por lo menos yo me reía un montón, porque como no soy de fumar, siempre que lo hago me pongo... bueno mejor no me enrollo, digamos que todo iba bien hasta que alguien me da en la espalda, me giro y ¡Sorpresa!

  • Cris, no sabía que venías – dijo sonriéndome.
  • Héctor, yo tampoco – dije, me había quedado un poco pillada al verlo aquí - ¿Has venido con Iker, Álvaro, Adri,... todos estos. - Le pregunté al no verlos.
  • Que va, he venido con dos amigos del pueblo – dijo, girando un poco el cuello y señalándome a dos chicos que estaban justo a su espalda y en los que ni siquiera me había fijado.
  • Ah, vale – contesté un poco cortada. Todo esto sintiendo la mirada de mis amigas sobre mi espalda.
  • Parece que vamos a ser “vecinos de concierto” - dijo, al parecer habían pillado hueco a nuestro lado. - Así que te presento a Víctor y a Saúl, chicos ella es Cris, de mi barrio.

Les dí dos besos y luego les presenté yo a Raquel y a Gemma. Hechas todas las presentaciones y como sin quererlo ni beberlo ni planearlo, nos juntamos todos para ver juntos el concierto. Los chicos nos notaron lo “contentas” que íbamos. Les contamos la minifiesta que nos habíamos montado un rato antes, todo esto entre risas cuando dice Gemma:

  • Tía, yo quiero tomarme un cubata, vamos a por uno.
  • Jajaja, tan pronto ya – contesté, pues yo todavía estaba volando un poco (sin exagerar, que no iba por los suelos)
  • Si, que a mi se me esta bajando, y si no lo mantengo... - contestó poniéndome morritos.
  • Si quieres yo tengo algo – dijo uno de los amigos de Héctor, Saúl

Se agachó y de entre la pernera de los vaqueros se sacó una botella de las de agua rellena de ron-cola. Nos dio la risa tonta.

  • Mira que no ocurrirsenos a nosotras – dijo Raquel, todavía entre risas.
  • ¿Y venir en vaqueros? – contestó Gemma poniendo cara rara.
  • Estáis muchísimo mejor con vuestras falditas – comentó Saúl mirándonos las piernas.

Y es que íbamos, Gemma, con una falda estampada con flores rosas, azules, un poco multicolor, y una camisa escotada y ajustada blanca, terminando con unos tacones de vértigo rosa fucsia que le quedaban de muerte y realzaban un montón sus piernas haciéndola parecer mucho mas alta de lo que es y a las demás unas enanas. Porque Gemma es la mas alta de las tres, es una rubia guapísima, con ojos claros, tirando a verde pero sin llegar a serlo, media melena lisa, sonrisa preciosa, unos pechos pequeños pero respingones y lo mejorcito de ella sin dudarlo es su culo. Tiene un culo que vuelve locos a los tíos.

Raquel llevaba un vestido blanco, no muy escotado, muy simple pero que le quedaba genial, unos tacones azules mas altos aun si cabe que los de Gemma, ya que Raquel es la “pulgarcita”. Es una morena preciosa, con un pelo largo y alborotado, unos ojos marrones super grandes y bonitos, una sonrisa profident. Físicamente, no es muy llamativa, quiero decir, no tiene mucho pecho, ni un trasero espectacular como el de Gemma, pero es muy guapa y simpática, eso es lo que engancha a los tíos.

Y yo, yo llevaba una falda negra conjuntada con una blusa ajustada y super escotada de color rojo, y unos zapatos de tacón rojo. Estaba de estreno con la blusa, porque aparte de que el color rojo me favorece un montón, me hacía una delantera de escándalo, ya que, bueno, yo soy morena, estatura media (mas o menos 1´65, no lo sé con seguridad porque hace mucho que no me mido), pelo largo y ondulado, ojos marrones y una sonrisa picantona. Físicamente, ya he dicho, mis pechos son bastante llamativos, están bien formados, tienen un tamaño considerable sin llegar a ser enormes, son turgentes y debo decir, muy sensibles.

Así que ahí estábamos nosotras, a dos velas, quiero decir sin haber podido meter alcohol dentro del recinto por ir toda monas, mientras que los tíos al ir en vaqueros y camisa, si que habían podido.

Y sin más, nos encontramos cada una con una botella en la mano (una de cada uno). Víctor me dio de la suya, pero era whisky y, la verdad, no iba tan mal como para beber whisky, que no me gusta nada y me pega unos pelotazos de la leche, así que Raquel me la cambió por la suya, que se la había ofrecido Héctor y era ron-cola.

Había que hacer tiempo hasta que empezara, y entre traguito y traguito, íbamos charlando cuando a estas las saludaron unos conocidos y estuvieron hablando un ratito un poco mas alejadas, yo estaba con los chicos.

  • Tus amigas, ¿tienen novio? - preguntó Saúl.
  • En estos momentos, están solteritas – contesté bebiendo.
  • ¿Y tú? - quiso saber Víctor.
  • Tampoco – respondí, eran imaginaciones mías o me estaba metiendo fichas.
  • Pues me parece muy raro, estas buena que te cagas – dijo, sin apartar la mirada de mi escote.

Me reí. Quieras que no, a una le gusta que le digan que esta buena, le sube la moral, aunque no sea el chico que te vuelve loca desde pequeña y que te pone a mil solo con mirarlo.

Y es que, por si no lo he dicho (que creo que no), el que me pone cachonda perdida es Héctor. ¿Que de qué nos conocemos? Pues de toda la vida, porque, otra cosa que tampoco he dicho (creo), es que Héctor y yo vivimos en el mismo barrio, hemos ido al mismo colegio, no a la misma clase porque es un año mayor que yo, pero en el instituto si que coincidimos en dos cursos (repitió, el pobre no es un lumbreras), hemos salido juntos de fiesta en varias ocasiones y si no, hemos terminado juntandonos todos los del barrio en la discoteca.

¿Que qué le veo? Y yo que sé, eso es lo que me pregunto yo, por que, la verdad, no es nada del otro mundo, o sea, no es un pivón, alto, musculoso, con unas espaldas anchas y tabletita de chocolate, mas bien todo lo contrario, es moreno (aunque se esta quedando calvo, ya tiene entraditas), unos centímetros mas alto que yo, y normalito, diría yo que incluso esta echando un poco de barriguita. Pero es mirarlo, sobre todo su culo y sus piernas, que las tiene duritas de los años que ha jugado a fútbol, y es que se me hace el chichi agua. También he de decir que tiene unos ojos verdes muy bonitos y, una sonrisa de picaron, que sabe utilizar, que bueno, como digo, me vuelve loca.

¿Que por qué no le entro? Cabe decir que para ligar prefiero que me entren a mi, y por otro lado, él nunca se ha fijado en mi de esa manera, soy simplemente una amiga del barrio, y la prima de muchos de sus amigos, así que no me ve nada mas que como eso, una amiga. Así que siempre he preferido dejarlo todo como esta.

En esas estábamos, yo riéndome del piropo de Víctor cuando salta Héctor:

  • Eh, no te pases, que es la prima del Javi, y deja de mirarle las tetas – todo serio.
  • ¿Y qué pasa con que sea la prima de Javi? - responde Víctor.
  • Pues que como se entere de que te pasas con su prima y la miras de esa forma te salta los dientes.
  • Joder tío, ni que le hubiera dicho algo malo, y si esta buena, esta buena – contesta. Yo a todo esto callada, mirándolos.

De repente aparecen mis amigas en escena.

  • ¿Que pasa? - pregunta Gemma.
  • Nuestro Hectitor, que se molesta porque le digamos que Cris esta como un tren – contesta Saúl.
  • Tu no has dicho nada, tío – dice Víctor.
  • Pero lo digo ahora, esta muy, buena, las tres estáis buenísimas – responde Saúl, echándole los brazos por los hombros a Gemma y Raquel y mirando a Gemma mientras lo dice.
  • Que si la quieres para ti, por mi no hay problema – le dice Víctor a Héctor mientras se arrimaba a Raquel y la miraba poniéndole ojitos.
  • Yo...no la quiero para mi... es decir, nosotros solo somos... – contesta Héctor.
  • Amigos – terminé yo. Ya me sabía el cuento, así que no me iba a hacer ilusiones.
  • Si, eso, amigos – respondió un poco cortado.

Dejamos ese tema y empezamos otro, luego, cuando entre todos nos bebimos los suministros que habían pasado los chicos de contrabando, Gemma, Víctor y yo fuimos a por unos cubatas al bar, invitábamos nosotras ya que les habíamos bebido casi todo lo suyo, pagamos y volvimos donde estaban los demás, haciendo maniobras cada uno con dos cubatas para no tirarlos. Cabe decir que íbamos

muy

contentas pero en estos casos, el alcohol sigue entrando, y como hacia calorcito al estar rodeados por tanta gente, pues entraba mucho mejor.

Gracias a dios, justo al terminar los vasos se apagaron las luces y dio comienzo el concierto. Era una locura, todo el mundo chillando, cantando las canciones, bailando. Yo notaba a Saúl a mi lado, sin querer nos rozábamos, por el otro costado tenía un grupito de chicos, treinteañeros diría yo, que si durante el tiempo de espera nos miraban (los habíamos pillado echando unas miraditas furtivas), ahora que finalmente Saúl y Víctor se habían decidido con mis amigas, Gemma y Raquel respectivamente, yo no iba a estar de sujetavelas porque Héctor pasaba de mi, quien sabia que si, de los treinteañeros de al lado me entraba alguno y me apetecía, pues por que no, que mucho seré la “prima del Javi” como dice Héctor pero ya soy mayorcita para hacer lo que quiera y si un tío me entra, me pone y me apetece pues ya esta, yo no le tengo porque dar explicaciones a nadie.

Además, que se creía el listo este, ¿que era virgen? Ja, no es que sea muy promiscua, tengo 22 años, empecé a tener relaciones sexuales a los 19 con un novio con el que llevaba 1 año (si, lo hice esperar un año), y luego solo he estado con dos chicos mas, conocidos, nada de aquí te pillo aquí te mato, pero si que tengo que reconocer que me gusta follar, cuando te lo hacen bien claro, que ya conozco esa sensación de que te dejan a medias procurándose el tío su propio placer y tu, hala, búscate la vida. Bueno, que me despisto.

Ahí estaba yo, montándome la fiesta yo sola, porque gracias al cielo, no necesito mucho para divertirme. Cantaba, bailaba, saltaba lo que me permitían mis zapatos claro y mi estado de embriaguez y bueno, con esto estaba que me “apoyaba” casualmente en alguno de mis “vecinos” treinteañeros, uno al que le había echado el ojo, muy mono (era mono, pero ahora mismo me lo cruzo por la calle y ni lo reconozco). Mas disimulada no podía ser, cuando me giro y ya veo a Gemma y a Saúl comiéndose toda la boca, que no se sabia donde acababa uno y empezaba el otro, y a Víctor, que tenía a Raquel agarrada por la cintura y le iba dando besitos por el cuello. Hijas de puta, que suerte, seguro que pillan.

Total que me giro para la música cuando, en uno de mis saltos mas efusivos, al caer, me falló un poco el pie y bueno, dioses del cielo, ahí apareció una mano salvadora que me agarró por la cintura, por que si no me hubiera dado la ostia padre, me sujetó bien sujeta y me apoyó contra su pecho. Me giré para darle las gracias a mi salvador pensando que es uno de mis “amiguitos mirones” cuando veo que es Héctor. Me quedé un poco cortada, le di las gracias, el tío sin soltarme, hasta que le hago un gesto como diciendo “que haces”. Vale que no quiera nada conmigo, pero tampoco tiene que cortarme el rollo. Me suelta, pero se queda a mi lado, detrás de mí.

Yo, a lo mio, saltando (mas tranquila), bailando, cantando, de vez en cuando hablando con Héctor cuando me hacia algún comentario pero sobre todo cantando. Y pasaba el tiempo, el tío de al lado no iniciaba conversación (raro, porque le estaba haciendo todo tipo de señales) pero nada, ya me estaba planteando entrarle yo cuando de repente me dice Héctor :

  • Ven conmigo
  • ¿A donde?

Y ahí es donde nos encontramos, en un ¿armario? ¿cuarto de la limpieza? No lo sé, porque me empujó contra la puerta después de cerrarla y me besó. No me lo esperaba y no supe reaccionar. Joder, Héctor! Mi dios sexual me acababa de besar. Se separó de mi y me miró, no hizo falta que dijéramos nada, se volvió a acercar para besarme otra vez, pero yo salí en busca de sus labios. Nos besamos apasionadamente, mis manos fueron a su cuello y ahí las deje un rato mientras él tenía una en mi cintura y otra había bajado a mi culo.

  • Joder Cris – dijo. Estaba super caliente, pues notaba su erección.
  • No pares – dije. Me encantan sus besos, su sabor.
  • Ni loco – dijo mientras me volvía a besar.

Si él estaba caliente, yo no me quedaba corta. Me arrimé mas si cabe a él, quería notarlo entero, baje una de las manos que había dejado en su cuello a su culo para acercarlo a mi, mientras él metía la mano que estaba sobándome el culo por dentro de la falda, tocando directamente la piel que dejaba sin cubrir mi tanga. Empezó a besarme el cuello, a morderme suavemente, he de decir que el cuello es mi perdición, empecé a gemir en su oído, y me lancé a saco. Llevé mis manos a su cinturón, lo desabroché y metí la mano dentro de su pantalón. Acaricié su polla por encima del gayumbo que llevaba pero no era suficiente, quería tocarla sin ningún tipo de tela de por medio, quería sostenerla en mi mano, lo necesitaba. Se la saqué del calzoncillo y empecé a acariciarle suavemente, no quería que acabara muy rápido que al ritmo que íbamos y con el calentón que teníamos...

  • Mmm, siii, me gusta no pares... – dijo al notar mis caricias.

Yo seguía a lo mío mientras él seguía mordiéndome el cuello, fue bajando poco a poco hasta llegar a mi escote. Empezó a mordisquear lo que dejaba a la vista la blusa pero no era suficiente,

  • Quítamela – dije. Solté su polla para subir mis manos por encima de mi cabeza y que la pudiera sacar.

Me quitó la blusa y se quedó un rato mirándome los pechos cubiertos por el sujetador. Le brillaban los ojos y sonreía. Eso me puso mas cachonda si cabe. Me lancé a su boca mientras empecé a desabrocharle la camisa y él me quitaba el sujetador. Lo lanzó al suelo e inmediatamente bajó su boca a mis tetas. En cuanto sentí como me besaba, chupaba y mordisqueaba los pezones solté un gemido, como siguiera así me iba a correr sin siquiera haber empezado. Yo me dejaba hacer y el seguía con su boca en mis tetas, pero sus manos bajaron por mi cintura hasta volver a introducirlas debajo de la falda para acariciarme el culo. A la vez yo no me estaba quieta y volví a coger su polla y empecé a acariciarle, aumentando cada vez mas el ritmo. Estaba que ardía, tenía el tanga empapado con mis jugos y deseaba con locura que Héctor me tocara ahí, que me acariciara con esos dedos mágicos pero no daba el paso así que le agarré de la cara con la mano que tenía libre y después de darnos unos besos me acerqué a su oreja y le susurré:

  • Necesito que me acaricies el coño, lo necesito ahora – dije.

Estaba desenfrenada, caliente, a punto de correrme y he de decir que el alcohol ingerido antes también ayudaba a deshinibirme porque yo no suelo ser tan directa. Me miró a los ojos y sin dejar de mirarnos fue rozando toda mi cintura hasta llegar a la zona señalada. Me tocó por encima del tanga y notó la humedad. Sonrió.

  • Sabes que voy a follarte ¿no? - preguntó con voz seductora.

Le hice un gesto afirmativo con la cabeza mientras me mordía el labio cuando noté como separaba el tanga y me tocaba directamente. Gemí sin poder evitarlo. Empezó a recorrer mi coño lentamente con los dedos, rozando suavemente mi clítoris mientras no dejaba de mirarme a los ojos. Ese juego de miradas que se traía hacía que la excitación fuera mayor. Yo no dejaba de gemir, de morderme los labios para no gritar cuando noté como introducía un dedo y seguidamente otro. No pude evitarlo y di un gritito. Lo oí soltar una carcajada pero seguidamente se acercó y me besó.

  • Me encanta ver como te muerdes los labios – dijo entre beso y beso
  • Mmmm, no pares – contesté.

Y es que había empezado a follarme con los 2 dedos, primero despacito y luego mas deprisa. Yo cogí su polla, que la tenia muy abandonada y empecé a pajearle a un buen ritmo. Se notaba que el también estaba super cachondo y que como siguiéramos así no íbamos a aguantar mucho.

  • Dios mio … Cris … tengo que... - dijo entre balbuceos.
  • ¿Llevas un condón? - pregunté en un momento de lucidez, no fuera a ser que no llevara y quedarnos los 2 con todo el calentón porque yo a pelo no lo iba a hacer.
  • Si, en la cartera – dijo soltándome y buscándolo.

Luego se bajó bien el pantalón y los calzoncillos hasta los tobillos y a mi me quitó el tanga. Ahí fue cuando le pude ver bien la polla. Me pareció preciosa. No era extremadamente grande, tenía un tamaño normal pero al estar dura y lista para follar estaba rosadita y se le notaba alguna venita, además se la veía lubricadita con su pre-semen. Me encantó. Ví como se ponía el preservativo y sin muchas ceremonias, me agarró por la cintura, me hizo levantar una pierna para rodear su cintura y me empaló. Fue glorioso y solté un gemido larguísimo. Empezó a moverse, al principio ajustándose a mi para no hacerme daño pero al notar que estaba bien aumentó el ritmo de manera considerable. Yo no paraba de gemir, de gritar, de suspirar, de darle pequeños mordiscos en el cuello. Tenía que agarrarme a sus hombros porque con la fuerza con la que me follaba me movía completamente. Mis pechos bamboleaban libres y rozándose con el vello de su pecho y eso aumentaba mi calentura porque los tenia muy sensibilizados del trabajito que me había echo anteriormente. De repente noté que no iba a aguantar mucho mas y se lo hice saber.

  • Héctor …yo mmm  me … voy a .. correr – dije entre suspiros y gemidos.
  • A mi tampoco me queda mucho, nena – me respondió entre jadeos.

Y como si tal aumentó el ritmo y yo empece a notar mis espasmos y a gritar. Me acerque a su cuello para intentar apagar mi voz en el porque tampoco sabíamos si nos estarían oyendo o no, que aunque el sitio era apartado y el sonido de la música era alto nunca se sabia y yo no quería que nadie nos pillara. Tuve un orgasmo brutal y el tío seguía empujando dentro de mi cuando noté como empezó a gemir mas alto e hizo lo mismo que yo, intentar tapar sus ruidos en mi cuello. Estuvimos unos segundos abrazados, recuperando la respiración luego el se separó, se quitó el condón y lo tiró a un cubo que había.

Después ví como empezaba a vestirse sin decir nada. Yo hice lo mismo. Creo que en esos momentos fue consciente de lo que había pasado. Estábamos muy cortados y la situación era tensa. Me arregle lo mejor que pude para que no se notara nada de lo que había pasado, me puse el tanga empapado, me dio un poco de asco pero no iba a ir por ahí sin ropa interior, lo seque como pude y listo. A él le costó menos vestirse por eso me tuvo que esperar pero se notaba que estaba incomodo, ni siquiera me miraba.

  • Ya estoy – dije mirando hacia la pared. Para mi tampoco era fácil mirarle.
  • Bien pues... volvemos ¿no? - dijo.
  • Si.

Abrió la puerta y salimos en silencio. Después cerró con llave y la volvió a dejar donde estaba. Por el pasillo íbamos en silencio pero se oía la música de fondo que algo ayudaba. Si él estaba incómodo yo no me quedaba atrás. La cabeza me iba a mil por hora. No entendía porque de repente se había vuelto todo del revés, no entendía porque estaba así de raro. Quería preguntárselo pero no me atrevía, prefería esperar para hablar, por lo menos hasta que pasara un tiempo. En esas estaba yo, cuando me agarró del brazo para pararme.

  • Cris yo... lo de antes... - dijo dubitativo
  • Mira, volvamos al concierto y ya esta ¿vale? - contesté, no tenía ganas de hablar, por lo menos hasta que me calmara y  pensara las cosas en frío.
  • Si, mejor – dijo
  • Y si no te importa, preferiría que dijéramos que hemos ido a tomar el aire – dije.
  • Claro.

Volvimos donde estaban nuestros amigos. Al principio no se dieron cuenta de que habíamos regresado porque estaban a lo suyo, pero luego nos vieron. Nos preguntaron que donde habíamos estado, que cuando habíamos regresado. Contestamos muy vagamente y seguimos con el concierto. Este no tardo mucho en acabar y nos fuimos. Yo pensaba que estas se iban a ir con sus ligues pero al final solo se fue Gemma con Saúl. Raquel y yo nos fuimos a su casa en donde íbamos a dormir juntas.

Nunca les he contado lo que pasó en el concierto, me preguntaron y yo me hice un poco la loca, tampoco sospecharon nada porque saben lo que hay entre nosotros (o sea, nada).

Y bueno, lo que pasó con Héctor, esa es otra historia por que las cosas no acabaron ahí.