Él con 27 y yo con 32

Ayer inicié una nueva vida, como toda vida no supe cómo empieza sino por el torrente de decisiones y efectos y como toda vida no sé como terminará tampoco... aquí mi historia.

Salí de casa a la edad de 16 años, mientras que el hombre con quien convivo tenía 30. Ahora que lo pienso fue más huir de casa que algo que se asemeje al amor, pero desde el comienzo intenté ser una "buena esposa". El padre de mis hijos siempre se dedicó al trabajo eventual y yo a tener hijos (ahora tengo 5) ellos han sido y son el motor de mi vida y la motivación para salir adelante.

De la relación con mi marido fue y sigue siendo llena de maltrato, humillación y amenazas, incluso hace algunos años atrás en una borrachera me atacó con un cuchillo.

Mi vida a transcurrido siempre en torno a la casa, al mandado, a veces siempre acompañada por mis hijos o familiares de mi pareja a alguna actividad en la que el reloj de mi marido era el tirano. A pesar de el cruel encierro en el que he vivido, hace algún tiempo atrás hubo un vecino que intentó forzarme, pero el terror que mi marido me sometió me hizo soportar los arrebatos de aquél hombre, lo que me queda de esa experiencia fue la sensación de que soy deseable y deseada y me hizo caer en cuenta de que siempre me han rondado y de muchas maneras me han hecho sentir amada, aunque siempre el temor de que mi pareja se entere y nos haga daño a mí o a mis hijos ha impedido ir más allá. Muchos hombres me han rogado irme con ellos, pero siempre mi negativa fue rotunda, nunca podría abandonar a mis hijos, mucho menos dejarlos en manos de mi pareja o su familia, no es que haya dado pie a charlas o situaciones en que yo entre en confidencias con aquellos que me han rondado pero imagino que sospecharán de mi situación por los excesos y vicios del hombre con el que convivo.

Puedo expresar mis sentimientos y mis pensamientos, de manera clara porque me ha gustado leer, a pesar de no haber culminado mi primaria y el ayudar a las tareas de los chicos, me ha ido enseñando.

Mi confesión que la titulo así, empieza hace un año más o menos, caminando por mi barriada con mi hermana, se acerca un chico aparentemente perdido que nos solicita orientación a una dirección cercana al lugar donde caminábamos. Se presentó y puso su atención en mi hermana mayor, quién le dio las señas. Semanas después se hizo asiduo en la calle, aparentemente se había mudado a nuestra barriada, por lo que se lo veía en la tienda donde frecuentamos y sin sospechar siquiera, trabó amistad con los hijos de mi hermana por lo que llegaba de vez en cuando a su casa, por lo tanto en las pocas veces que suelo llegar donde ella, lo veía y saludaba, no cabe duda que me impresionó su juventud y soltura por lo que empecé a buscar pretextos para llegar a casa de ella, sospechando que estaría por allí. A pesar de eso no fueron tantas veces que coincidimos pero siempre sospeché por la forma como mi hermana se refería que él también iba a por mi. La amistad surgió de forma natural, del saludo al intercambio de teléfonos, mensajes, pero nada de otro mundo pues siempre me he guardado incluso para mi familia el infierno que vivo en casa.

Hace dos meses atrás mientras charlábamos mi hermana, sus hijos, el joven de esta confesión, mis hijos menores y yo en el patio de su casa, pasé a la cocina para buscar una lata de café, mientras estaba en la búsqueda, reparé que él había entrado en la habitación y me miraba con intensidad, cosa que me perturbó pues no sospechaba más de lo que mi hermana a modo de broma decía que venía por mí. Ese pensamiento empezó a enraizarse en mi y sentía que en mi cabeza su presencia se hacía necesaria. Luego de aquella ocasión, en otra oportunidad aprovechando que nos encontramos por unos momentos solos en la cocina se acercó a mi intentando dejar un vaso en el mesón y puso sus labios en los míos, no pude reaccionar del susto que alguien pueda vernos y en mi pensamiento quedó más el miedo que el sabor de sus labios.

De esto pasó algunas semanas en que no nos habíamos visto, y en los mensajes de saludo ni siquiera hubo comentario, tanto mío como de él, pues muy conscientemente no dí oportunidad de que se tope el tema siquiera, antes de ayer nos volvimos a ver y en la conversación que tuvimos le di muchos detalles de mi jornada de hoy, debía viajar a un lugar cercano en transporte público quizás sin querer admitir en ese momento deseaba tanto que él se ofrezca a acompañarme, siempre con la tensión y el temor de ser descubierta e incluso presintiendo que mi marido pueda leer mi mente.

Hoy en la mañana mientras esperaba a que llegue el bus a la parada, aparece este joven. Cuando lo vi supe que subiría al transporte conmigo, me sentía nerviosa y tensa, temía que fuéramos vistos por los vecinos o por alguien conocido, así que casi ni le saludé... solo un movimiento de manos y una mueca que parecía sonrisa, la verdad no sé qué cara le pondría cuando lo vi. Una vez en el bus, yo me senté delante y ni siquiera me atreví a seguir con la mirada a dónde se iría a sentar él, temía incluso que haya subido algún conocido/a en el mismo bus.

Al llegar a la estación final del lugar a dónde me dirigía, bajé apresurada y mientras caminaba a aquel sitio, se acercó y me saludó de nuevo, obligándome a bajar el paso. Se ofreció a acompañarme, mis piernas flaqueaban y me sentía muy nerviosa, quería que la tierra me cubra, del miedo y vergüenza que sentía. Cuando llegamos a mi destino para realizar los trámites que debía hacer mi informaron que faltaba documentación y era evidente que el viaje resultó infructuoso. Al salir de allí, mi acompañante me invitó a caminar por el parque del lugar, mientras ponía temas de conversación, estuvimos por un rato conversando mientras caminábamos, luego sentados en una banca en el lugar, sentí que de a poco fui perdiendo el miedo. Me pidió que le espere y luego de unos minutos, volvió ofreciéndome ir con él a un lugar más privado, pues no me quitaba la aprensión de que algún conocido nos vería sentados charlando y llegue a oídos de mi marido.

Me dejé guiar por el lugar, ya que no conozco más que el sitio donde se hacen los trámites y la terminal del transporte. Así, llegamos a un hotel, al ver el lugar, mis miedos me hicieron reaccionar y a pesar de que quería estar en su compañía me daba miedo entrar al sitio con él...

Luego de un momento de duda, me decidí entrar, pues me dijo que si el lugar no era de mi agrado nos saldríamos enseguida de allí. Así es que subimos a una habitación muy iluminada donde había un taburete muy cómodo, donde nos sentamos a seguir en la plática. El miedo que sentía era tan fuerte que me sentía paralizada a ratos, tenía la voz y la actitud violenta de mi esposo en la cabeza pero a la vez quería estar allí con él. Creo que en mi voz y en mis palabras se daba a notar mi nerviosismo, ya que el joven me miró y dijo, mejor salgamos de aquí, tomándome de las manos y atrayéndome hacia él, en ese instante creo que cerré los ojos y solo nos besamos, con el corazón sintiendo que latía en mi garganta correspondí aquel beso que fue largo, tanto que perdí la noción del tiempo, mientras nos besábamos tanto y de tantas maneras que caigo en cuenta que nunca he besado ni me han besado así antes en mi vida.

Sentía su calor y sentía como mi agitación me hacía creer que iba a transpirar, luego de un rato de estar así sintiendo sus labios por mi boca, mis mejillas, mi frente, mi cuello... paramos y me dijo con una sonrisa que se quitaría la camisa para no arrugarla, eso me hizo reír y creo que mis nervios se fueron totalmente. Mientras seguíamos sentados, me quitó con suavidad uno a uno los botones de mi blusa, mientras mis manos recorrían su pecho, su espalda y seguíamos besándonos, estuvimos así hasta que se paró y me llevó a la cama, allí seguimos besándonos mientras me desnudaba y se sacaba la ropa, y yo recostada me dejaba llevar por la necesidad de su piel. Por un momento volví a sentir nervios y mucha vergüenza, pues nunca me había desnudado frente a otro hombre que no fuera mi marido y siempre he tenido conflictos con el tamaño diminuto de mis pechos. Creo que le comenté y me dijo que tenía unos hermosos pechos paraditos y duritos. Creo que esas palabras o la forma como las dijo me hizo quererlo y entregarme a él. Nunca había hecho el amor de la manera como lo hicimos, me dejé llevar por completo, fue nuevo, totalmente diferente de cómo lo había experimentado antes, creo que fue la primera vez que sentí verdaderamente el placer y según me dijo mi joven amante, hasta soy multiorgásmica, no quiero dañar la imagen que tengo en mi cabeza pero mi marido me penetra y termina enseguida, siempre me ha culpado que soy lenta y que es mi culpa, se da la vuelta, se asea y se duerme. Hoy aprendí que se puede gozar al hacer el amor y que puedo alcanzar ese gozo. Lo hicimos tres veces!

No sé por qué, nos fuimos a duchar, nos vestimos y salimos del lugar. Nuevamente la sensación de culpa, de miedo, de nervios se apoderó de mí, llegamos a la terminal y a tomar el bus a casa. Le pedí que no se siente a mi lado pues temía que algún conocido me reconozca o le reconozca y volvimos a casa.

Hoy escribo esta confesión porque sé que no voy a poder contar a nadie lo que he vivido. Siento que estoy enamorada, siento que algo que faltaba en mi vida hoy lo obtuve. No tengo idea cómo le veré otra vez a mi amante, ni si me llamará o si me atreveré a contactarme con él. Tengo miedo de que mi marido se llegue a enterar o que alguien nos haya reconocido, pero creo que debo escribir esto para poder releer y revivir mi recuerdo de este día.

No espero comentarios, ni aceptación, ni condenas, basta con lo que vivo día a día. Gracias por leer y mil perdones si se volvió largo este escrito.