El compañero nuevo
Recuerdo como mi nuevo compañerito me hizo vivir una tarde vibrante.
Primeros Pasos
Cuando conocí a Franco tenía 16 años. Me había atraído ese muchacho, que al resto de mis amigas parecía un chico nada interesante, pero para mí estaba muy bien. El primer día que nos vimos solos fue en un solitario pasillo en la escuela, me quede excitada ante sus ojos negros. Él era mucho más tímido que yo, de manera que no me fue difícil salir de mi caparazón y acercarme. Le ofrecí pasarle algunos apuntes que él necesitaría, ya que lo habían cambiado de escuela a mitad de año. Mi corazón galopaba mientras le hablaba.
Quedamos en vernos a la salida ese mismo día. Me pidió que fuera a su casa, ya que así podría copiar tranquilo parte del material. Cuando llegamos a su casa no había nadie. Él me dijo que su madre trabajaba. Me hizo sentar a la mesa y fue a la heladera. Hizo sándwiches para los dos. Pero yo estaba muy nerviosa para comer, el estar sola con él y que tratara de besarme o algo más me intranquilizaba. Saque los apuntes y comencé a explicárselos.
Franco comenzó a agradecerme y se acerco lentamente, besándome suavemente en los labios, instintivamente me acerque mas a él. Él interpretó mi movimiento como luz verde y volvió a besarme, esta vez sin dudarlo; yo sentí que me derretía. Él metía su lengua en mi boca, una lengua larga y caliente. Yo me sentía que me mojaba como si me hiciera pis, pero bien sabía que eran mis jugos que afloraban sin freno. Apoye una mano sobre la parte alta de su pantalón para tocar su miembro. Me pareció muy grande y eso me dio miedo, la sola idea de que Franco empuñara su largo ariete en mi interior me resultaba excitante y al mismo tiempo amenazador.
Yo frotaba su miembro, cada vez mas largo, a través de la bragueta de su pantalón, cuando él colocó su mano sobre mis pantalones, cerca de mi entrepierna. Gemí cuando sentí que hundía la mano contra mi pubis. Luego llevo la mano hasta la cintura de mis pantalones y metió un par de dedos por debajo. Como yo no opuse resistencia, desprendió el botón y comenzó a bajarme el cierre, mientras que con la otra mano había atrapado una de mis tetas y me acariciaba un pezón. Yo estaba demasiado caliente para protestar por su accionar, lo estaba disfrutando y mucho.
Cuando él comenzó a quitarme el pantalón le dije que yo nunca había tenido sexo. Franco no me dejo terminar la frase. Diciéndome que no íbamos a hacer lo que me imaginaba, me termino de sacar el pantalón, dejando mi bombacha rosada al descubierto. Me pregunto si quería parar ahora, yo le dije que no sabía como hacerlo, pero tampoco me dejo terminar la frase. Bajo mi bombacha, metió un dedo en mis jugos y luego lo retiro. Lo lamió, mientras sostenía con firmeza mi mano contra su sexo, que ya lo sentía duro como una roca. Se acerco a mi oído y me murmuro que me quede tranquila, luego comenzó a lamer un chupar mi oreja. Allí sentía como un estremecimiento en el bajo vientre.
Sus labios volvieron a los míos, mientras colocaba mi mano sobre el cierre de su bragueta. Le baje el cierre mientras él me quitaba la bombacha. Su miembro pareció saltar de dentro de su pantalón: era más grande de lo que me había parecido, a través de la prenda. Es muy grande, exclame. Franco me dijo que no me la iba a meter porque no tenia con que cuidarse, pero que había otras formas de satisfacernos.
Inmediatamente, Franco se levantó y se arrodilló entre mis piernas, y con ternura me besó el vello del pubis. Moví una mano como para taparme, pero Franco la hizo regresar a mi seno diciendo que jugara con mis pezones, mientras él me hacia sentir cosas lindas.
Luego separo los labios de la vulva con los dedos y comenzó a lengüetear mi empapado sexo. Al principio estaba tensa, pero luego las sensaciones que producía la lengua de Franco hicieron que me relajara. Tomo mis nalgas en sus manos y me acerco más a su boca. Cerré los ojos y me apreté mas los pezones, rápidamente empecé a empujar mi pelvis contra sus labios, deseando mas contacto. Él me succionaba rítmicamente el clítoris hinchado, hundiendo un par de dedos en mi vagina caliente. Yo me movía para ir al encuentro de cada una de sus embestidas, mientras apretaba cada vez más mis genitales contra su cara. Explote en el más intenso orgasmo que nunca había experimentado, mojándole la cara a mi compañero con mis jugos.
Una vez recuperada le dije que era su turno, indicándole que tomara mi lugar en la silla. Yo todavía me sentía algo tímida como para quitarle la ropa, de manera que comencé a besarle la cabeza de su miembro sin desnudarlo. Tome el largo ariete con ambas manos y lo bese todo a lo largo, sintiendo su calidez y suavidad. Luego deje que mi lengua lo tocase. Me gustaba el aroma de sus testículos y su vello púbico. Hundí mío rostro entre sus pelitos y le bese la naciente del pene. Franco me pidió que abriera la boca, yo lo hice y él colocó la cabeza entre mis labios, para luego empujar hacia dentro. Me dijo que tapara los dientes con mis labios para no lastimarlo. Me pidió que moviera mis labios para atrás y para adelante. Yo cumplí las instrucciones, tolerando la sensación de ese palo sedoso invadiendo mi cavidad bucal. Le succione la pija sosteniéndola con firmeza con la boca, intentando hacerlo sentir a él tan bien como él lo había hecho conmigo. Mis dedos descendieron por los testículos, los acariciaba mientras seguía con la succión.
Me indico entre gemidos que estaba por llegar y empujo su miembro hasta hundirlo bien adentro de mi boca. Me tomaba por el pelo de manera que no podía apartar la boca de su pija. Me pidió que siguiera succionando y me tragara su leche. Yo sentí como su verga estallaba en el interior de mi garganta. Mi mano bajo al clítoris mientras él lanzaba oleada tras oleada semen en el fondo de mi garganta. Tuve otro orgasmo mientras su pija todavía temblaba en sus convulsiones dentro de mi boca.
Analía.