El compañero de cuarto
Ezequiel debe pasar unos días con los operarios de una planta que llevan varias semanas encerrados allí, sin contacto con otras personas, sin muchas diversiones... sin tener sexo...
El compañero de cuarto
" Qué clima de mierda! ".
Mientras trataba de entrar en calor frotándose las manos, Ezequiel contemplaba el paisaje refugiado en un galpón. Detrás de la maraña de caños y equipos que tenía frente a sus ojos se abría un terreno vasto y pedregoso, levemente ondulado, salpicado con algunas matas chatas y ralas. Y soplando incansable, un viento helado barría la superficie haciendo descender aún más la cruel temperatura invernal.
Hacía casi ocho horas que el muchacho había llegado a la planta de gas en donde debía llevar a cabo la inspección anual de rutina para la Compañía de Seguros, y ya no veía la hora de irse. Pero para eso faltaban tres largos días, y de sólo recordarlo la boca del joven inspector se torcía en una mueca de disgusto. " ¡Carajo, cómo harán estos tipos como soportarlo! ", pensaba Ezequiel mientras veía pasar a un operario abrigado hasta las orejas que lo saludaba con un movimiento de cabeza.
Después de su breve descanso, Ezequiel reanudó su tarea. Y a las 5 p.m., hora a la que finalizaba la jornada laboral en la planta, el muchacho emprendió el regreso a la base. El edificio donde se alojaba el personal estaba bastante bien instalado y equipado, y lo más importante, contaba con una excelente calefacción.
Cansado, Ezequiel llegó al cuarto que le habían asignado para dormir esas tres noches. Cada dormitorio estaba preparado para alojar a dos trabajadores de la planta, pero éste lo ocupaba sólo una persona. Y si bien su compañero de habitación no estaba a la vista, Ezequiel supo que se encontraba allí porque la puerta del baño está cerrada y se oía correr el agua de la ducha. El joven inspector pensó que sería una buena idea hacer lo mismo, y después de apoyar su reducido equipaje en la cama disponible comenzó a buscar la muda de ropa en el bolso. Mientras estaba ocupado en ese menester la puerta del baño se abrió, y el otro ocupante del cuarto apareció en escena.
" ¡Bueno bueno! ", pensó el inspector ante la vista de su compañero de habitación. Era un tipo de unos veintiocho años, alto, de anchas espaldas y buenos pectorales, con un vello profuso que le tapizaba todo el torso y los brazos. Tenía buenos rasgos, ojos color miel, llevaba el pelo castaño muy corto, y la sombra oscura de la barba le delineaba el rostro. Estaba casi desnudo, ya que sólo vestía un boxer que dejaba ver unas piernas musculosas y muy peludas.
Al ver al inspector, el muchacho puso cara de asombro y sólo atinó a decir un lacónico " Hola ". Ezequiel retribuyó el saludo, y luego le explicó que habría de ser su compañero de cuarto por unos días.
" Ah! Sí!. Ya me habían avisado que venía otra persona. Bueno, bienvenido. Yo soy Hugo, y tú eres . . .?"
" . . . Ezequiel .".
"Mucho gusto, Ezequiel. Aunque te quedes unos pocos días, espero que la pases bien", le dijo sonriente el muchachote mientras le estrechaba la mano.
Ezequiel sonrió al escuchar el comentario. La verdad es no se imaginaba como podría pasarla bien en ese condenado lugar. Claro que ahora, viendo a su vecino de cama se le ocurrían varias maneras, y esas ideas le provocaron una discreta agitación en la entrepierna.
Ajeno al interés que despertaba en el recién llegado, Hugo se cubrió la cabeza con la toalla para terminar de secarse el cabello, situación que Ezequiel aprovechó para devorar con la vista el cuerpazo tapizado de vello del muchacho. En la recorrida cuesta abajo por el estupendo físico, inevitablemente los ojos del inspector hicieron un alto prolongado en la abultada entrepierna del operario. El boxer apretaba demasiado el paquete del hombre, y la tentadora imagen logró que su polla comenzara a envararse.
" O eso es dos tallas más pequeño, o el tipo está muy bien armado. ".
" ¿Y que te trae por aquí? ", preguntó Hugo, sacándose repentinamente la toalla de la cabeza . . . justo para pescar al inspector mirándole la entrepierna.
Ezequiel se ruborizó al verse descubierto, y más aún cuando percibió una mirada entre extrañada e inquisidora del operario. Sintiéndose como un chico pescado en falta tomó la muda de ropa interior, murmuró un casi inaudible " Me voy a duchar ", y se escabulló en el baño. Se desnudó, abrió el grifo, y apoyando las manos contra la pared dejó que el agua caliente corriese por su espalda mientras puteaba por haberse dejado sorprender tan tontamente.
" Carajo!. Se dio cuenta, estoy seguro!. Y qué irá a pensar ahora! ".
Cuando la mezcla de ansiedad y malhumor se disipó un poco, Ezequiel cerró la canilla, se secó y se puso el slip limpio. Abrió la puerta del baño, casi deseando que Hugo no estuviese en la habitación, y salió lentamente. Pero apenas dio unos pasos constatconó que el operario no sólo permanecía allí, sino que además seguía casi desnudo. Vestido tan con sólo el ajustado boxer, el muchacho estaba recostado leyendo una revista, con la espalda apoyada en el respaldo de la cama.
Ezequiel gimió por lo bajo ante semejante espectáculo. Al ver al inspector, Hugo dejó la revista y lo silbó elogiosamente. Ezequiel enrojeció, sorprendido por esa actitud, y el operario rió jocosamente ante su embarazo.
Sintiéndose algo nervioso, Ezequiel comenzó a sudar. " Hace calor, no? ", preguntó entonces, aunque no estaba seguro si eran sus nervios o realmente el ambiente estaba cálido.
" Ah, lo notaste. Sí, es verdad, hace calor. Es que a veces se les va un poco la mano con la calefacción a esta hora ", respondió Hugo. " Es más, si quieres quedarte un rato así como estás, como estoy yo, por mí no hay problema. Y no te preocupes porque alguien vaya a entrar: le puse la traba a la puerta ", agregó guiñando un ojo. Después, mientras le daba una descarada mirada al culo redondo del joven inspector, comentó con sorna:
" Bueno, la verdad es que no sé si es seguro para ti que te quedes así. Verte con tan poca ropa me está . . . excitando . "
Ezequiel se puso de nuevo rojo como la grana, y Hugo rió divertido. El desparpajo del operario lo estaba poniendo cada vez más nervioso, porque después de la escena anterior a la ducha no sabía si se estaba burlando de él . . . o si hablaba en serio.
" Vamos hombre, no te apenes!". Es una broma!. Compréndeme!". Cuando ya llevas diecisiete días encerrado aquí . . ."
" Diecisiete días? ", repitió sorprendido Ezequiel.
" Así es ", confirmó el operario mientras ponía las manos detrás de la cabeza. " Es el régimen laboral que tenemos: tres por uno. Tres semanas seguidas en planta, y una semana de descanso . Y yo estoy en mi tercera semana .".
Ezequiel miró con cara de compasión al operario.
" Uh . . . Debe ser difícil estar tantos días encerrado, no? ", preguntó inocentemente.
" Y . . . para algunas cosas resulta duro de soportar . . .", respondió Hugo con una sonrisa pícara mientras levantaba una ceja.
Al escuchar esas palabras, Ezequiel no puede evitar que su mirada se posara fugazmente en la entrepierna del operario, quien añadió: " Después de las dos primeras semanas, por aquí nadie duerme boca abajo o se arriesga a sufrir las consecuencias .".
Los ojos de Ezequiel se desviaron otra vez hacia la entrepierna de Hugo, y entonces el joven inspector apreció la prominencia que alzaba la delgada tela del boxer, delatando la incipiente erección del hombre.
" Empiezas a mirar con aprecio el culo de tus compañeros de cuarto . . .", dijo el operario mientras guiñaba un ojo.
La mirada de Ezequiel recaló nuevamente en el paquete de Hugo, y el inspector abrió más los ojos al notar el inocultable aumento de tamaño.
" Uh!. Ves!. Carajo, sólo hablar de esto, y mira como me puse! ", dijo Hugo con una sonrisa mientras se llevaba una mano al hinchado paquete.
" Sí, ya veo "
" Perdón! ", dijo el operario con un tono en el que se notaba no sentía ninguna pena por lo que le estaba pasando.
Ezequiel sentía como su corazón galopaba desbocado. Se dio cuenta que estaba entrando en el juego morboso de Hugo, aunque no podía discernir si el operario realmente se estaba insinuando o si sólo le estaba tendiendo una trampa para terminar de ponerlo en evidencia. Trataba de mantener el control de sí mismo, pero la erección de campeonato que apenas podía contener la tela de su slip mostraba a las claras que su cuerpo no entendía esos planteos, y que en cambio reaccionaba furiosamente ante el delicioso estímulo que le ofrecían.
Sin dejar de mirar a Ezequiel, Hugo comenzó a apretarse suavemente el paquete a través del boxer.
" Y . . . es jodido estar tantos días sin follar . . ."
" Si, me imagino . . ."
" Estás todo el día alzado . . . "
" Sí, claro . . ."
" Como yo ahora, ves? ".
" Psí . . ."
" Sería buenísimo encontrar a alguien que quisiera aliviar tanta tensión, no? ", dijo Hugo casi en un murmullo, clavando sus ojos en los del inspector.
Ezequiel tragó duro, y no dijo una palabra. Entonces el gesto del operario cambió, y su sonrisa jocosa se transformó en una mueca lasciva. Flexionó las piernas y las abrió, y sin dejar de mirar fijo a los ojos del inspector siguió acariciándose la verga a través del boxer. Después metió una mano debajo de la prenda y muy lentamente, como para no espantar a su espectador, sacó a relucir un miembro grueso y totalmente agarrotado.
Pero Ezequiel estaba lejos de espantarse, y se mantenía estático en su sitio con los ojos muy abiertos clavados en la imponente verga. Estaba muy agitado, y como hipnotizado seguía la mano del operario que subía y bajaba por ese tronco venoso.
Hugo sonrió.
" Anda, qué esperas!. Ven aquí! ", dijo el operario haciendo un gesto con la mano mientras se sentaba en el borde de la cama. Ezequiel caminó como sonámbulo, y dejándose guiar se hincó frente a la entrepierna del hombre llevando sus labios hasta el enorme pollón.
" Eso. Muy bien. Y ahora ya sabes que hacer, no? ".
Primero fueron unas caricias tímidas, un suave lengüeteo sobre ese falo palpitante. Pero luego, al cabo de unos instantes, el joven inspector comenzó a devorar el enhiesto trozo de carne, haciéndolo desaparecer por completo en sus fauces hasta sentir como cosquilleaba en su garganta.
" Uh!. Pero que bien lo haces!. Me lo imaginé desde que te pesqué mirándome embobado la verga. Vamos, sigue, sigue así ".
Ezequiel levantó sus ojos y se encontró con el rostro del muchacho que lo miraba con una completa expresión de placer. Extasiado, siguió dedicándose con afano a su tarea, pero no transcurrió un minuto cuando notó la mano del operario presionando sobre su nuca. Y al mirarlo de nuevo a la cara, lo oyó decir:
" ¿Te gusta la leche?. ".
Fue el único aviso que tuvo Ezequiel antes de sentir como su boca se inundaba con un río espeso que manaba incansable de la verga del operario. Era imposible retener tan copiosa descarga, y el inspector dejó que la viscosa y abundante lechada escurriese garganta abajo mientras Hugo gemía de placer.
" Perdón, pero no podíamos desperdiciarla, no? , dijo jocoso el operario. Ezequiel sintió ganas de toser y trató de sacar la masa de carne de su boca, pero Hugo no lo dejó y con ambas manos en el rostro le mantuvo la cabeza firme. Después empezó a mover su pelvis, metiendo y sacando su todavía morcillona polla de las fauces del joven inspector. Bastaron apenas unos vaivenes dentro de la ensalivada cavidad bucal de Ezequiel para que la verga de Hugo comenzara a entumecerse y a crecer nuevamente. Y al cabo de unos minutos, el miembro estaba rígido otra vez, adueñándose de todo el espacio disponible.
Ezequiel miró a Hugo, sorprendido por la rápida recuperación, y el operario le dijo sonriente: " Y . . . estuvo muchos días sin actividad. Además, ya te dije, la mamas muy bien. ".
El robusto muchacho sacó su endurecida tranca de la boca del inspector, sonriendo al verla satinada por una mezcla de saliva y semen. " Pero qué bueno! Ya viene muy bien lubricada! ", dijo riendo. Después hizo subir a Ezequiel a la cama, le quitó rudamente el slip y lo acomodó en cuatro patas cerca del borde del lecho. Luego dejó caer una generosa cantidad de saliva en la raja del culo (" Mejor que sobre y no que falte "), y apuntando la cabeza de su verga en el rosado agujero comenzó a empujar.
Ezequiel no pudo contener un quejido cuando el glande empezó a dilatar su esfínter, y entonces el operario se detuvo. Esperó pacientemente durante unos segundos, sin moverse, como para dejar que el orificio se acostumbrase al voluminoso intruso. Luego separó bien las rosadas nalgas de Ezequiel, y tomándolo de las caderas lentamente reinició la embestida.
El avance de la generosa reata le arrancaba jadeos y quejidos al inspector. Pero lo peor ya había pasado, y a pesar de que la tranca del operario tenía un tamaño respetable, la mezcla de baba y guasca hizo que el tronco se deslizase fácilmente en el apretado agujero. Y cuando el pollón estuvo alojado hasta la raíz en las entrañas de Ezequiel, Hugo empezó a bombear.
" Ah!, pero qué bien!. Tienes mejor culo que mi novia!. ".
Afirmado sobre sus manos, Ezequiel soportaba los cada vez más fuertes embates del operario que dilataban sin piedad su apretado agujero. De su frente caían perladas gotas de sudor, y de su garganta escapaban roncos gemidos de gozo.
" Shh!. No te quejes tan fuerte!! ".
Ezequiel sentía su verga tan dura que le dolía, y con cada arremetida de Hugo notaba el orgasmo cada vez más cercano, aunque él intentaba contenerlo. Pero finalmente, una de las estocadas que llegó más profundo venció su resistencia, y en medio de fuertes sacudidas comenzó a escupir trallazos de blanquecino semen sobre la toalla que había dispuesto sobre las sábanas.
Los estertores hicieron que el esfínter de Ezequiel apretase a intervalos la gruesa polla de Hugo, y el operario tampoco pudo resistir ese estímulo adicional.
" Uh!. Pero por favor!!. QUE . . . BUE . . . NO!!. ".
Hugo dobló su tronco pegando su peludo pecho a la espalda de Ezequiel, lo abrazó fuertemente, y se corrió. Fueron segundos intensos en los cuales el excitadísimo operario gimió sordamente mientras su gran miembro bendecía copiosamente y por segunda vez al inspector.
Cuando por fin las sacudidas cesaron, Ezequiel se movió apenas como para desclavar la ardiente lanza de su culo.
" Espera, espera, que hay más! ".
" ¡¡¿MAS?!! ".
Hugo reinició el bombeo, ensanchando aún más el esfínter de Ezequiel. Poco a poco comenzó a aumentar el ritmo, y apenas un minuto después su polla descargó otra andanada de leche caliente, aunque no tan abundante como las anteriores.
" Qué . . . animal! "
" Ja!. Bueno, gracias por el elogio. Y si me das unos minutos, puedo seguir " dijo Hugo con su tranca todavía insertada en el culo de Ezequiel. El follado rogó misericordia, y pidió un descanso para su ardida retaguardia. Hugo consintió, risueño.
" No hay problema. Además, ya es hora de cenar. Pero antes voy a tener que ducharme de nuevo. Mira cómo me dejaste! ", exclamó el operario mostrando su velludo cuerpo empapado de sudor. " Por supuesto, si quieres acompañarme, eres bienvenido. Hasta puedo enjabonarte la espalda ", agregó Hugo alzando las cejas y luciendo una enorme sonrisa.
Aunque le hubiese gustado refrescarse, Ezequiel declinó amablemente el ofrecimiento. Ya imaginaba como terminaría la ducha compartida, y su irritado esfínter pedía clemencia al menos por un rato.
" Como quieras ", dijo Hugo mientras acariciaba con sus dedos el brazo de Ezequiel. " Creo que voy a disfrutar mucho el tenerte como compañero de cuarto estos durante estos días ".
Había un brillo extraño en los ojos de Hugo cuando dijo esas palabras, y el inspector tuvo un ligero escalofrío.
Después que el operario se metiera en el baño Ezequiel terminó de vestirse y salió de la habitación, encaminándose hacia el comedor. Allí tomó una colación frugal porque entre el largo viaje, la pesada jornada laboral y la agitada sesión de sexo, estaba realmente cansado.
Cuando regresaba al dormitorio se cruzó con Hugo, que venía charlando animadamente con otro muchacho. El compañero de cuarto de Ezequiel sonrió ampliamente, y los hombres se detuvieron unos instantes para las presentaciones de rigor.
" Ezequiel, él es Martín, un compañero de trabajo y amigo. Martín, él es Ezequiel, mi compañero de habitación por unos día s.".
Los recién presentados se estrecharon las manos cordialmente, y al hacerlo Ezequiel notó la alianza de compromiso en el dedo anular del hombre. El tal Martín era rubio de ojos celestes, tan alto como Hugo e igual de corpulento. Ezequiel apreció el macizo cuerpo del muchacho y se preguntó si, por las rigurosas condiciones climáticas, habría algún tipo de requisito en cuanto a la contextura para trabajar en ese lugar.
" Es el muchacho de los seguros del que te hablé ", agregó entonces Hugo. Los ojos de Martín se abrieron al escuchar estas palabras, dejó escapar un " Ahhh! " prolongado, y sonriendo palmeó suavemente el hombro de Ezequiel. Esta reacción llamó la atención del inspector, y una certeza atroz lo sobresaltó:
" ¡¡Le contó!! ".
" Le comenté a Martín acerca de tu trabajo, y tal vez él pueda ayudarte ", añadió entonces Hugo, devolviéndole la tranquilidad al inspector. Luego miró su reloj, y agregó: " Pero después te cuento, porque si no demoramos más, vamos quedarnos sin cenar. ".
Ezequiel suspiró, aliviado: había supuesto cualquier cosa. Llegó a la habitación, se quitó la ropa, y se acostó. Estaba tan cansado que se durmió ni bien apoyó la cabeza en la almohada. Después, sin poder discernir cuanto tiempo había pasado, escuchó ruido de pasos y en su somnolencia supuso que sería Hugo que venía a acostarse. No quería despabilarse y por eso ni siquiera abrió los ojos, tratando de conciliar de nuevo el sueño. Pero entonces un destello lo sorprendió. Abrió los ojos, tapándose la luz del velador con una mano, y aunque estaba un poco cegado pudo distinguir claramente el macizo cuerpo de Hugo parado junto a su cama. Y a su lado, la figura de Martín.
Ezequiel se apoyó sobre un codo, incorporándose a medias en la cama.
" ¿Pasa algo? ".
" No, tranquilo!. No pasa nada. El . . . él es Martín . . . lo recuerdas, no? ", preguntó Hugo.
Ezequiel asintió, con cara de no comprender nada.
" Sí, claro. ¿Y recuerdas que te dije que él podía ayudarte en tu trabajo?. Bueno, sucede que Martín hace muchos años que trabaja en el Área de Seguridad de la planta, y por eso pensamos que podría darte una mano en tu tarea. ".
Ezequiel miró al dúo, sintiéndose entre fastidiado y sorprendido. ¿Y eso era todo?. No entendía cual era la urgencia por hacerle saber algo tan trivial, que tranquilamente podían haberle comentado en la mañana. Sin embargo, optó por ser cortés y sonriendo amablemente agradeció la ayuda ofrecida. Pero entonces notó una mirada brillante en los claros ojos de Martín, una mueca extraña en sus finos labios . . .
No, eso no podía ser todo. De repente, una alocada idea cruzó por la mente del inspector, y abrió enormemente los ojos. Y como si hubiese leído sus pensamientos y quisiera confirmarlos, Hugo le dijo con sorna al ya totalmente despierto Ezequiel:
" Ah!. Y otra cosa más!. Martín también lleva diecisiete días aquí. ".
Entonces Ezequiel bajó su mirada hasta la entrepierna del rubio, y a pesar de que el muchacho vestía un pantalón de jean pudo apreciar claramente la enorme erección que abultaba el duro tejido, evidencia de las largas jornadas de abstinencia forzosa.
Una abstinencia que, ahora estaba seguro, correría por su cuenta compensar.