El Comienzo III

La transformación final se concreta

A la mañana cuando nos levantamos le pregunté qué le parecía si probaba con Viagra para asegurarme tener una buena erección.  Ella estuvo fascinada y accedió, pero pronto me iba a dar cuenta que no era lo que yo pensaba.  Comenzó a darme una pastilla azul por día con la promesa de sacarme el aparatito.  Por una razón u otra nunca me lo sacaba y el dolor era insoportable y mis bolas hinchadas ya se iban poniendo del mismo color azul que las pastillas de viagra.  Me tuvo muchos días así hasta que finalmente fui yo mismo que le pedí que me descargara…..

-          Luli sos divina…. Estaba esperando que me lo pidas. Viste que tenemos la prótesis de cinturón esa….. bueno, te voy a coger, te parece?

Yo estaba horrorizado pero estaba devastado. Mi autoestima por el piso y mis bolas a punto de explotar. La dejé hacer y sentí un verdadero alivio en la situación general, aunque me dolió la penetración y me dejó todo irritado.  No fue como con el pequeño consolador plateado.  Esta prótesis era cabezona, venosa, con mucha textura.  Me dolió horrores cuando cedió mi esfínter y luego todo el roce de la cabalgata me paspó feamente.  Laura me tuvo cuarenta y cinco minutos de metesaca lastimando la zona.  Me hizo ver las estrellas y me sacó como medio litro de leche.  Nunca sentí un orgasmo intenso pero sí una sensación constante de excitación y un fluir continuo de leche a través de mi verga.  Mi pija no estaba dura para nada, pero a cada embate del consolador, algo hacía que un chorrito de semen se escapara sin control.  De esa manera, me fue exprimiendo las bolas mientras me liquidaba.  Cuando terminó tuvo la delicadeza de ponerme crema hidratante en el ano.

Mi autoestima estaba borrada.  Con este procedimiento fue quebrando mi masculinidad.  Estuvo 5 meses dándome viagra diariamente y terminando la semana con una gran cogida.  Y lo creerán o no, pero me volví dependiente de esas cogidas para aliviarme y yo mismo las pedía.  Y hasta había encontrado la manera de ponerme para sentirlas mejor, para lograr una sensación equivalente al orgasmo. Y con el tiempo sentía que con esta práctica podía soportar bien la castidad y no me dolían las bolas.  En paralelo me había convertido en un experto en darle placer oral a mi mujer.  La besaba y lamía por todo su cuerpo, y sobre todo, le daba muy buenos orgasmos en su clítoris y vagina sin penetrarla, solo con mi boca y lengua.  Vivía intensamente esta realidad.  Seguía en el trabajo pero obvio que nadie sabía nada.  Solo usaba tangas y medias y hasta a veces portaligas por debajo de la ropa de trabajo.  Y ansiaba llegar a casa para estar con Laura y que me coja.  Comencé a pedirle que lo hiciera más seguido.  Es como que acepté que mi hombría estaba perdida y realmente disfrutaba esas cogidas que me daba.  En principio se podría decir que me hacían bien, que eran terapéuticas pero ahora me gustaban lisa y llanamente.  Y pedía pija como si fuera una puta.  Laura me dio el gusto.  Y fue un poco más allá.  Sin que yo supiera, comenzó a darme pastillas anticonceptivas.  Es decir, ya lo había hecho con mi mente, y ahora lo estaba haciendo con la química de mi cuerpo.  Ella había decidido que yo fuera definitivamente Luisa.  Semejante coctel de hormonas me tenía loco.  Un día me dijo:

-          Luis te noto muy tenso, quizá sea bueno que corte con el viagra así te relajás más, te parece?

-          Pero ….. vas a dejar de cogerme?

Ella se sonrió sabiendo que yo ya me había convertido en una puta luego de siete meses de vergazos plásticos.

-          No Luli, lo voy a seguir haciendo siempre si te gusta.  Y también podemos probar si te saco el aparatito, te parece?

-          …..

No sabía qué decir.  No hubiera sabido qué hacer ya que es como que yo ya no tomaba más decisiones.

Al suspenderme el viagra, estaba realmente más tranquilo y con menos presión en mis bolas. Al mismo tiempo, los estrógenos de las pastillas anticonpetivas aplacaban mi testosterona.  Laura además se las ingenió para darme otras dosis mayores de hormonas femeninas que realmente provocaron cambios en mi cuerpo.  Eran sutiles, cambios de humor al principio.  Llantos sin motivo, me emocionaba distinto, el roce de la ropa electrizaba mis tetillas.  Ella me seguía depilando y encremando el cuerpo logrando una piel muy suave.  Pero ahora realmente me sentía todo suave.  Ella dijo que era hora de sacarme el aparatito de castidad y lo hizo.  Me sentí gozando de una libertad extrema pero no logré que se parara mi verga.  Intenté hacerlo pero realmente en un sinsentido porque Laura me había demostrado que no me hacía falta tenerla dura para hacerme gozar como una yegua.  Y sin dejar pasar tiempo me pegó un garche que me dejó sin aliento y muy dolorido.  Por primera vez utilizó un consolador de 30 cm de largo y 6 cm de ancho, un verdadero monstruo que luego de una hora de infernal cabalgata me dejó todo acalambrado sin poder mover las piernas por largo rato.  Ella no me había sacado la tanga y solo me la había corrido en la parte de atrás para cogerme.  Me quedé quieto en la cama para recomponerme, con la tanga toda mojada con mi leche.  Ella se fue a duchar y cuando salió se vistió muy sexy.

-          Luli, no quiero que te sientas mal por lo que te voy a decir, pero te imaginarás que soy una mujer joven, atractiva y que necesito que se ocupen de mí.  Y está visto claramente que desde hace un tiempo tu verga no sirve para nada y no podés satisfacerme.

-          Tenés razón – le dije

-          Estuve saliendo con otros hombres, bien machos, con buenas pijas, que me saben coger y que me hacen acabar bien lindo.  Y estaba pensando, ahora que te gusta tanto que te cojan, que quizá….. bueno, me entendés?

Me quedé helado.  Que me coja una pija de verdad era lo que había estado soñando todo este tiempo pero podía ser tan puta de admitirlo? Tan mujer me había convertido? Al decir por mis tetas….. bueno, me habían estado creciendo unas tetitas hermosas.  Bien suaves y proporcionadas, con pezones chiquitos y oscuros que se ponían duros como perlas al primer roce.  Iba con faja al trabajo para que no se notara. Y mis caderas se habían ensanchado.  Era increíble como la química dominaba mi cuerpo.

-          Bueno pensalo yo ahora salgo, me decís después.

Cuando volvió tres horas más tarde yo seguía hecho un ovillo en la cama tratando de recuperarme de la cogida que me había dado con el nuevo consolador.  Ella vino borracha y de muy buen humor.

-          Te traigo un regalito Luli – me dijo y se acostó en la cama sacándose la bombacha – buscalo entre mis piernas.

Como pude me di la vuelta y vi en su entrepierna una gran mancha de semen y mucho más semen que fluia de su vagina.

-          Dale Luli no dejes que se manche la cama.  Es leche fresquita recién ordeñada.  Estoy segura que te va a gustar.

Con mucha reticencia me fui acercando.  El olor a sexo era como un imán y sus gemidos ni bien la toqué me invitaron a seguir.  Solo una vez había probado mi propio semen (el día que todo empezó) y el sabor no me parecía extraño. Y la fuente era la misma, la vagina de Laura.  Ella no dejó de gemir un instante mientras la lamía y le provoqué dos intensos orgasmos que la ayudaban a expulsar más fluidos desde el interior de su vagina.

-          Qué bien que lo hacés Luli, te gusta?

-          Sí

-          Mmmm putita te voy a tener que dar un premio

Y calzándose de nuevo la prótesis que estaba al lado de la cama, me puso en cuatro patas, corriendo mi tanga y me cogió por otros intensos 45 minutos.  Me mató.  No me había recuperado de la anterior sesión como para darme otra tan intensa.  Me puso de mil formas y era un prodigio ver cómo se abultaba mi abdomen cada vez que me la enterraba hasta el fondo.  Mientras mi verguita chiquita e inquieta desbordaba y evacuaba las pequeñas cantidades de mi lechita que quedaban en mí acompañadas de gemidos muy femeninos.

Al día siguiente, ella estaba con resaca por la noche anterior y a mí me dolía todo como si una manada de elefantes hubiera pasado por encima de mi cuerpo.  No pude ir a trabajar.  Estaba en la cama mirando mis tetas y le dije a Laura que pensaba que ya no podía ir a trabajar más de esa forma, que mis tetas ya eran difíciles de ocultar aún con vendas.

-          Pero si tus tetitas son hermosas Luli

-          Sí ya sé, es que no puedo ir más al trabajo así Laura.  Quizá ya tenga que buscar un trabajo nuevo como mujer….

-          Mmm me encanta la idea que tenés…. Me encanta que te guste ser nena….. me encanta que te convenzas que sos mujercita ahora….. pero para eso te faltaría un poco más de tetas y más hormonas…. Pero no podés agrandar las dosis así que se me ocurren dos cosas….

-          Qué cosa Lau?

-          Cirugía, dos para ser exacta.  La primera implantes de tetas a full y la segunda tenés que sacarte las bolitas, de esa manera dejás la testosterona a cero y las hormonas de nena son todo ganancia, te parece?

La puta en la que me había convertido dijo que sí, y Laura siguió

-          Pero todo eso sale plata, sabés? Y si dejás de trabajar no sé cómo lo vamos a pagar.

-          Estoy dispuesta a conseguir un nuevo trabajo como Luisa – y fue la primera vez que me había referido a mí misma como mujer

-          Luli……

-          Qué?

-          No sabés lo que se me acaba de ocurrir……

-          Qué?

-          Vas a ser bien nena con los arreglos y vas a ser bien puta…..

-          Ya no lo soy acaso Laura? No me convertiste en esto??

-          Te falta un poquito más linda…. Vas a trabajar de putita.  Te voy a conseguir hombres y te van a coger y nos van a pagar por eso.

-          ¿?

-          Imaginate con lo que a vos te gusta que te cojan.  Y además ahora que me dijiste que querés probar pija de verdad y no plástico…. Es el negocio perfecto.  Vas a hacer que te paguen por algo que harías gratis!!!

-          Ohhh!!! Me da miedo pero me calienta mal Laura…

-          Y yo voy a mandar a la mierda a mi laburo de mierda y te voy a manejar la agenda y si viene algún guacho lindo lo atendemos juntas Luli….

Y fue así que pasé por el quirófano donde Laura decidió ponerme una prótesis para llegar a la medida 38D, hacer una lipoaspiración para resaltar mis caderas y quitar del medio mis bolas y el pellejito de mi verga.  De esta forma parecía realmente un clítoris de unos 5 cm de largo, siempre fláccido pero muy sensible.  Y remató su obra con un piercing de un hermoso anillito de oro en mi verguita.  Como ella decía ese era el anillo de compromiso de la segunda etapa de nuestro matrimonio.  Ella se hizo un piercing en su clítoris también donde puso un anillo exactamente igual.