El Comienzo II

Un hombre se somete a los caprichos de su mujer (segunda parte). El proceso de feminizaxión sigue adelante

Era la mañana, ya de día, había música en la casa y el sol entraba por las ventanas.  Mi cabeza seguía pesada sin entender del todo qué había pasado.

-          Dale Bella Durmiente.  Es más del mediodía.  Levantate si querés ir a jugar al fútbol con tus amigos.

Como autómata me levanté y fui al baño y descubrí el terror.  Iba a orinar y cuando intenté sacar mi verga por el agujero del bóxer noté que no podía.  Me bajé el calzoncillo viendo que mi verga estaba atada y prisionera en uno de esos aparatos de castidad.  Era un anillo de acrílico y metal que aseguraba mis bolas por su base y luego otra serie de anillos metálicos a lo largo de mi pene que lo apretaban y sujetaban sin darle espacio para ninguna chance de erección.  Estaba rematado con un candado para evitar que todo eso se saliera de su lugar y por supuesto que la víctima siquiera intentara removerlo.  Era imposible.

-          Estás loca!!! – le grité – De dónde sacaste esto?

-          Lo importante no es de dónde lo saqué sino dónde está puesto jaja. Ahora me quedo tranquila que no vas a poder coquetear por ahí.  O mejor dicho, vas a poder coquetear donde quieras y yo me voy a quedar tranquila que no me vas a meter los cuernos.

-          Pero estás loca! Si nunca te metí los cuernos! Qué voy a hacer ahora?

-          Lo principal es que estés tranquilo.  Luis yo te quiero mucho y esto lo hago por los dos – me decía ella y se ponía mimosa acariciando mi pecho.

-          No Laura por favor, no me hagas esto…..

-          Luisito…… la llave la tengo bien guardada.  Portate bien y sé bueno con Laurita….. – ella decía todo esto mientras no dejaba de acariciarme el pecho, el pelo y todos los lugares donde me gustaba.

-          Ayudame a mear – le dije entregado

Ella sacó de un cajón el manual de instrucciones y me invitó a leerlo juntos.  Recorrimos todos y cada uno de los capítulos, vimos la higiene, cómo se sujetaba, los lockers y las precauciones.  Me asustó un poco lo de no usar más de tres meses seguidos….

-          Tres meses con esto!!!

-          Me explicaron en el negocio que cada tanto hay que relajar la zona.

-          Cada tanto??

-          Claro, si sos muy calentón y siempre querés estar al palo no vas a poder jaja.  Pero esas bolitas locas van a laburar igual horas extras y se te van a hinchar como dos huevos de toro.  Eso es lo que hay que relajar y aliviar cada tanto.

-          Bueno al menos me lo vas a sacar….

-          Yo no dije eso – me miró pícara.

-          Qué querés decir entonces?

-          Bueno, te sugiero que investigues un poco por internet, como todas las veces que te pesqué in fraganti en chats o viendo porno jaja

-          Nunca……

-          Ay Luisito.  Resulta que tengo un amigo que es ingeniero en sistemas y me hizo una conexión desde la webcam de la compu que puedo ver en cualquier momento desde mi celu.  Jaja!! Vi cada cosa que hiciste. Y también tengo copiados todos los chats que mantuviste y todos y cada uno  de los links que visitaste en los últimos tres meses.  Creo que alcanza, no?  Digo, para que hagas todo lo que te pido….

Me quedé helado.  No sabía por otra parte si ella realmente sabía todo todo.  Había veces que yo chateaba diciendo que era una mujer.  No sé, me calentaba con esa idea y me pajeaba pensando en todo lo que un hombre de verdad me haría.

-          Son solo juegos – dije para minimizar la cosa.

-          Me excita mucho que hablemos de esto LuisA – me dijo remarcando la A del final.

-          ….. – yo estaba mudo.

-          Vení, no seas tímida Luisa.  Ponete esta tanga mía y acompañame al cuarto.

Ella misma me ayudó a ponerme la tanga.  Mi aparato de castidad se notaba en un bulto bajo la bombacha pero eso a ella no le importaba.  Me tomó de la mano y me llevó al cuarto como si yo fuera un ente sin voluntad.  Me pidió que me acostara y con una de sus medias me vendó los ojos asegurando que yo no viera nada.  Sentí ruido de cajones y luego sensaciones como que ella me estaba poniendo otra ropa o algún cinturón por sobre mi tanga.  Cuando me sacó la venda vi que tenía entre mis piernas un enorme pene de plástico sujeto a un arnés que yo mismo usaba.  Esa prótesis parecía realmente un pene cabezón, venoso y mucho más grande que el mío.  Yo medía unos 15 cm promedio y estaba orgulloso pero este aparato tenía no menos de 25 gordos centímetros por lo que pude calcular.  Ella comenzó a trepar por la cama completamente desnuda  y se sentó a cabalgar sobre la prótesis sin muchos preámbulos.

-          Esta es una veeeeerga….. – gritaba entre gemidos poniéndose toda colorada y agitada al montarme.

Yo no sentía nada, o sí.  Mejor dicho sentía una fuerte presión en el aparato de castidad por mi verga que intentaba pararse pero era contenida una y otra vez con cierta molestia y a veces dolor.  Ella seguía jineteando como en el festival de la doma.  Seguía rebotando y se pellizcaba los pezones.  Tenía los ojos en blanco como cuando sentía intensos orgasmos.  Ella siempre ponía todo en el sexo y se hacía notar cuando acababa.  Era como que juntaba toda la tensión posible y era un gusto sentirla y verla explotar de placer.

-          Ay mi amor me liquidás con esta verga… por Dios

-          Pero si no es la mía….. – protesté.

-          Ya lo sé, jaja.  Ahora ninguna verga es tuya.  Ni esta que usamos hoy ni la que trajiste de fábrica.  Ahora las dos son mías y se usan solamente cuando yo quiero.  Está claro?

-          Pero….

-          Está claro?? – se puso autoritaria y me dio una cachetada.

-          Sí Laura. – solo atiné a decir.

-          Además te voy a decir que la verga que te dio tu mamá al nacer es bastante chiquita….. Comparada con la que te presté hoy yo…. Cómo se ve que ustedes los hombres se aprovechan de las mujeres ignorantes…. Pero conmigo se te acabó….

Ella se incorporó y me sacó el arnés y la tanga.  Hizo una inspección del aparato de castidad viendo que estaba sujeto y bien seguro en su colocación.  Me palpó los huevos y me dijo:

-          Qué lindo cómo se van inflamando jaja.  Vas a ir a jugar al fútbol?

-          Así?? Con esto?? Cómo me baño??

-          Qué poco creativo que sos Luis!!! Pensalo como Luisa y quizá se te ocurre algo jaja

Bueno, tampoco se necesitaba una idea genial.  Yo estaba tan confundido que no podía pensar.  No era de premio Nobel darse cuenta que podía ir a jugar y luego volver y bañarme en casa.  Y eso fue lo que hice.  Laura me despidió con un beso de lengua que me sacó el aliento e hizo que mi verga diera un nuevo salto en su prisión.  Sin tener éxito en liberarse claro y sintiendo un nuevo pinchazo en mis huevos.

Jugué increíblemente.  Mis amigos se sorprendieron y yo mismo también me sorprendí.  Sin dudas que el ejercicio fue una válvula de escape a tanta tensión sexual acumulada.  Corrí todo el partido y cuando terminó estaba fundido.  Obviamente no me bañé y tampoco quise socializar mucho tomando algo.  Me sentía sumamente avergonzado de mi aparato de castidad aunque nadie más supiera que lo usaba.  Subí al auto y me fui rápido a casa.

Al girar la llave ya se sentía la música suave y un reguero de pétalos de flores.  Seguí el rastro y me llevó directo al yacuzzi donde me esperaba Laura completamente desnuda y rodeada de burbujas.

-          Metete conmigo Luis.  Dale vení pero sacate la ropa en el lavadero que estás hecho un asquete jaja

Fui y dejé el bolso en el lavadero y me saqué toda la ropa.  Me quedé solamente con el slip para no ir caminando con el aparato de castidad por la casa.  Aunque no hubiera nadie no quería que se me viera.  Pero sí me lo saqué al llegar al baño.  Laura ya había salido del yacuzzi.

-          Tardaste tanto que ya me estaba arrugando toda!!!!

-          Pero si no tardé nada – protesté

-          Luisito pasa que estaba ya desde hace rato….  Igual te lo dejo calentito y con espuma para que te relajes con el baño de burbujas.  En un rato te vengo a buscar.

Me quedé semisumergido con una sensación muy placentera.  Las burbujas me daban masajes y por momentos me dormitaba.  Al rato siento que me tocan el hombro y me despiertan.  Laura tenía puesto una musculosa ajustada que le marcaba los pezones por estar sin corpiño y una tanga.  Venía con un toallón en sus manos.

-          Dale salí del agua, vení que te seco.

Me paro y salgo del agua tapando con mis manos mi castidad.

-          Vení que te saco eso.  Tenés ganas de acabar no??

-          Laura gracias, por fin me vas a liberar!!!!

Ella sacó una llavecita del borde de su bombacha y me abrió el candado.  Fue sacando las argollas de metal y acrílico hasta que mis bolas y verga quedaron libres.  No se me puso al palo enseguida pero ni bien me liberó me abalancé sobre ella para besarla.

-          Pará pará bruto estás todo mojado dejame que te seque.

-          Bueno dale y después preparate

-          Jaja

Yo no debería haber sido tan ingenuo.  Algo no funcionaba bien.  Sentía mi piel muy suave y para mi horror fui descubriendo que a medida ella que me frotaba con la toalla para secarme, todos los pelitos de mi cuerpo se iban cayendo.  Mi pecho, mis axilas, mis brazos y piernas, el culo, las bolas, el pubis…. Todas las partes de mi cuerpo que habían estado sumergidas estaban ahora peladas como una Barbie.  Solamente me quedaba pelo en la cabeza!!!!  Mientras no salía de mi asombro sentí un rápido click-clack y me encontré nuevamente prisionero en el aparato de castidad.  Ella lo había vuelto a colocar con la velocidad del rayo capturando mis bolas y verga.

-          Vení que quiero sentir tu piel Luisa – volvió a usar el femenino que yo creía olvidado

Me tomó de la mano y mansamente me llevó al cuarto donde se sacó la musculosa y comenzó a refregarse las tetas y todo el cuerpo contra mí.  De alguna manera extraña me excitaba el roce de nuestras pieles.  Ella siempre había sido muy suave pero ahora yo estaba suave como ella y la sensación era hermosa.  Mi pija empezaba a ejercer presión creciente pero el “aparatito” como Laura lo llamaba sistemáticamente lo impedía causando mucha molestia y dolor.

-          Seguí así dale.  Que se te hinchen los huevos bebé… Comeme la conchita Luisita….

-          …..

-          Dale Luisa – me insistía mientras se sacaba la tanga y me hacía un baile sexy ofreciendo su felpudito – no te hagas rogar linda…

Me llamaba de manera femenina.  Mi autoestima estaba por el suelo y me fui dejando llevar.  Primero me zambullí a bucear en su vagina y clítoris dándole mucho placer.  Laura gemía como loca.  Tuvo no menos de tres intensos orgasmos, el último muy “acuático” temblando sin control y derramando jugos por toda mi cara.  Sus músculos estaban  muy tensos y sus pezones oscuros y duros como dos piedritas.  Ella siguió gimiendo por unos minutos hasta que me dijo:

-          Luisa, nunca accedí pero ahora que estás más suave quiero entregarte la cola…

-          Eh??? WTF?? – pensé yo – ahora por fin la cojo? Y por la cola??

Pero mis ilusiones fueron solo eso: ilusiones.  Ella sacó de la mesita de luz un consolador metálico plateado, con forma de bala.  No era muy grande ni gordo.  Tenía apenas unos 15 cm de largo y no más de 2 cm de diámetro.

Poneme mucho lubricante y me lo vas metiendo despacito.  Mientras lo vas metiendo me vas frotando el clítoris para tenerme bien loquita… Sí Luli??

-          Sí mi amor – me sorprendí a mí mismo con mis palabras.  Tan caliente estaba?  Sin dudas había perdido la noción de todo y me estaba dejando llevar por las circunstancias.  Me mató el “Luli”.  Estaba recaliente aunque físicamente solo sentía presión en las bolas y mi verga.

Fui deslizando el brillante consolador hasta que desapareció en su cuevita trasera.  Ella estaba en cuatro patas y mientras se lo metía sosteniéndolo con una mano, con la otra acariciaba su vagina y clítoris.  Laura entró en éxtasis.  Se dejó caer apoyando su pecho y cara en la cama.  Al hacer esto, exponía cada vez más en alto su cola y sus gemidos me provocaban a darle un ritmo frenético al metesaca del consolador y al jugueteo con su clítoris.  Seguimos así hasta que Laura me pidió por favor que parase.

-          Estuviste genial bebé. Sos amorosa…… - me dijo.

-          Laura y yo qué voy a hacer? Me vas a dejar así??

-          Leiste el ……… folleto que………… te dejé?? – me dijo con más gemidos.

-          Sí

-          No te animás a que te “desagote”?? – me preguntó usando esa extraña palabra.

Yo había leído el folleto del aparatito de castidad.  Ahí mencionaba que no era bueno usarlo mucho tiempo seguido sin descongestionar la zona, es decir, sin aliviar la presión que se iba acumulando en los huevos por no poder tener ni erecciones ni orgasmos con el pene.  Pero decía que para los casos de disciplina estricta, donde no se abandonaba por nada la castidad y se tomaba una actitud fuerte de negación del orgasmo, convenía hacer la descongestión por medio de masajes prostáticos y vendían otro aparato de forma curva para tal fin.  Por si me quedaban dudas, durante la semana Laura me bombardeó el mail con links de internet con artículos relacionados al masaje prostático.  Me pedía que los leyera para perderle el miedo.

-          No leíste todo lo que te mandé en la semana linda? (de nuevo el femenino)

-          Sí pero……

-          Querés que te exploten las bolitas locas que tenés Luisa?  Te acabo de demostrar que por la cola se goza como una yegua.  No lo viste?

Sus argumentos eran sólidos.  Nunca la había visto gemir ni jadear ni quedar tan satisfecha como esta vez cuando combinamos masajes y el consolador por la cola.

-          Vení – me dijo. Relajate acá en la cama.

Le hice caso y me acosté en la cama.  Ella me colmó de besos y caricias.  Me ofreció sus pezones para morderlos.  Cada cosa era un pinchazo en mis huevos y un dolor intenso en el pene.

-          Ponete en cuatro Luli, dale

-          ….. como autómata obedecí.

Ella comenzó a besarme literalmente el culo.  Dándome chupones y haciendo fuerza hasta que logró meterme la lengua.

-          Tenés una colita hermosa Luli – me decía.  Nada que ver cuando la tenías toda peluda jaja un asquete. Mmmmmmmm te la como toda hermosa.

-          Ahhhhh…….. – un gemidito se escapó de mi boca.

-          Me encanta que te guste Luli, y ahora te va a gustar más – y diciendo esto me enterró el consolador plateado con forma de bala que antes había usado con ella, previamente bien lubricado.

-          Aaaayyyyyyyyy – qué dolor!!!!  Sacalo!! Sacalo por favor – rogaba.

Ella solo se rió y me pidió que me portara bien.  Mantuvo la presión mientras mi cola se acostumbraba al nuevo visitante.  Luego empezó un movimiento circular al mismo tiempo que lo deslizaba hacia adentro y afuera.  Me mató.  En la repetición del movimiento rozaba un punto interno de mi cuerpo que me generaba oleadas enormes de placer.  Y cada vez que pasaba por ahí, sentía como un chorrito de semen se me escapaba por la verga sin necesidad de pararse y sin necesidad de tocarme.  Era tal cual decían los artículos de internet.  Era un “desagote” forzado de toda mi excitación, pero sin tener que tocarme, sin tener una erección, sin tener un orgasmo, digamos de una manera muy femenina, con una actitud totalmente pasiva.  Mi mujer siguió y siguió y mientras más lo hacía más me deleitaba.  Comencé a gemir cada vez que Laura alcanzaba ese punto interior que me provocaba tanto placer.  Sin dudas tenía muchas “tensiones” acumuladas porque Laura me tuvo así como media hora de incontrolable emisión láctea.

-          Pará por favor que no puedo más – le supliqué.

Yo estaba todo colorado, agitado.  Ella se detuvo y me sacó el consolador.  Me dio vuelta y me acostó de nuevo.

-          Te portaste rebien Luli – me decía mientras sacaba la llave y abría el candado que aprisionaba mi hombría. – Voy a lavar el aparatito que lo dejaste todo pejagoso reina, y voy a buscar una toallita para limpiarte un poco.

Por primera vez en semanas mi pija estaba libre.  Mientras ella fue al baño no dejé de sobarla e intenté por todos los medios tener una erección, pero no pude.  Mi verga estaba tan “acabada” que no hubo caso.  Ella salió del baño con un provocativo:

-          Me cogés?

Intenté todo pero solo lograba que se ponga un poco gomosa.  No podía sostener una erección, lo que me humillaba terriblemente.

-          Luli…… te presto de nuevo la pija que tengo guardada en el cajón?  Dale cogeme……

Y accedí a ponerme portaligas, medias y la prótesis de cinturón de 25 cm de largo con la que la pude coger.  Ella estaba cansada y solo quiso tener un orgasmo.  Mi cabeza estaba sumamente confundida y la frustración de mi verga paralizada me devastaba.  Ella rápidamente me sacó todo y me puso nuevamente el aparatito de castidad con el candado.  Ya era de madrugada y nos dormimos.