El comienzo del juego

Un matrimonio desea introducir a otra persona en su relación.

Ana es una mujer de 38 años, bien conservada, se nota que se cuida, tiene unas tetas grandes que a pesar de todo comienzan a acusar el paso del tiempo, una cintura estrecha a pesar de los dos hijos que ha tenido, un culo apetecible que mantiene en su sitio a base de ejercicio y unas piernas bien formadas, es una mujer como otra cualquiera, de las que te cruzas habitualmente por la calle, si te gustan las mujeres maduras, te girarás al verla pasar. De su cara destacaré sus ojos verdes, preciosos, con una mirada inocente que enciende mi deseo nada mas verla.

Juan es delgado, alto de 1,8, lleva barba, y una pronunciada alopecia, parece que el pelo que le va cayendo de la cabeza le queda en la cara, tiene unos 42 años y se mantiene en forma, es un hombre muy activo de esos que se van a correr por las mañanas cuando todos estamos durmiendo.

Son una pareja felizmente casada desde hace 12 años.

Cuando llegué al restaurante, ellos estaban en la barra tomándose una caña cada uno, los reconocí por la descripción que ellos me habían mandado, habíamos decidido no intercambiar fotos, eso me da mucho morbo, no saber con quien te vas a encontrar, solo que vas a follar con una completa desconocida, mantener hasta el final la incógnita, me excita esa mezcla de sensaciones ese hormigueo en el estomago, con la cabeza a mil dándole vueltas al como serán, que haremos,..., todas esas preguntas. Me presento, los besos de rigor y a la mesa, yo hubiera preferido quedar directamente cerca de un motel pero ellos preferían cenar para charlar un poco antes, en fin no todo va a ser a gusto de uno. La primera impresión fue buena, ya habéis leído la descripción de ella, en cuanto a él, pues la verdad es que no me preocupa mucho, se ha definido como hetero y eso despeja muchas dudas. Pedimos de comer algo ligero, parece todos tenemos la misma idea, acabar pronto para ir a lo nuestro.

Bueno, Antonio, que te parece mi mujer.

La verdad que me ha sorprendido gratamente, la descripción que me enviasteis le hace justicia. ¿y vosotros que opináis de mi?

Hombre a mi me parece bien, y tu ana ¿qué opinas?.

Bien, muy bien. Dijo clavando un instante sus ojos verdes en los míos, con una mirada inocente que combinada con una nerviosa sonrisa acabó de empalmarme al instante.

Comenzamos la cena todos un poco cortados, entre vanos intentos de mantener una conversación, el ambiente era tenso, ya sabia yo que lo de la cena no era buena idea, si la cosa se enfriaba seguramente acabaríamos cada uno en su casita, ellos follando y yo meneándomela.

Voy al servicio. Anuncio de repente Ana, dirigiendo una mirada a su marido.

Juan una vez se marchó, se me quedo mirando fijamente, como tratando de decidir algo, sin atreverse a dar un paso en alguna dirección, de repente, con mucho trabajo comenzó a hablar.

Bien Antonio, tanto Ana como yo estamos algo nerviosos,

Si a mi también me pasa pero es normal,

Ya me imagino, pero, bueno debo confesarte algo, tanto para ella como para mi esta es la primera vez que hacemos algo así, ..

Pero..

Si ya se que te dijimos que teníamos experiencia, pero es que no queríamos parecer unos pardillos y que el primero que llegase se aprovechara de la situación, espero que no te parezca mal

No mal no, es que,... no se,

Bueno Antonio, la verdad es que hemos quedado aquí para decirte lo que esperamos de ti esta noche.

Tú dirás.

Pues quiero que te folles a mi mujer.

Si, a eso he venido

No, no es eso solo,...,

Deja, yo se lo explico. Dijo Ana sentándose de nuevo a la mesa. Mi marido quiere ser cornudo, no me preguntes como se le ha metido en la cabeza, quiere entregarme a otro, verme disfrutar con otra polla,....

Bueno, mas o menos es lo que yo tenía pensado, pero creía que la follaríamos entre los dos, es lo que habíamos hablado.

Si, bueno, pero esto es lo que yo, quiero decir nosotros buscamos...

Por un momento quedé pensativo viendo a ana, ella no dice nada pero aguanta la mirada durante un momento para después bajarla hacia el plato, ahora miro hacia Juan, el me mira con esperanza, quizás un poco de miedo, sigo pensando. De repente decido jugármelo todo a una carta, si sale mal a casita sin nada pero si sale bien....

Bueno, esto no es exactamente lo que habíamos hablado, yo me esperaba otra cosa. Mientras decía esto observe la reacción de los dos, el estaba muy serio, parecía dispuesto a echarse a llorar de un momento a otro, ella toda roja, incapaz de levantar la mirada del plato.

No me interpretéis mal, Ana esta muy bien y a cualquiera le encantaría estar con ella, pero habíamos hablado de follarla entre los dos, eso es lo que yo buscaba, no se, sería como ligarte una tía por ahí y llevarla a un hotel,...., no se,...

En este momento Ana se levanta y vuelve a marcharse al servicio, la veo pasar completamente roja con la mirada baja, con cierta prisa, Juan la mira con preocupación, y después me mira a mi suplicante, la situación es tensa, me imagino lo mucho que le ha costado convencer a su mujer de esto y ahora que lo tiene tan cerca...., además si le sale mal seguramente no podrá volver a convencerla. Ahora domino la situación.

Mira Juan, no es que no me guste lo que me propones, pero es que me siento engañado, no es lo que hemos hablado.

Si es cierto, pero no me puedes hacer esto, ella no se lo merece...., jamás conseguiré que acepte esto otra vez, por favor... haremos el trío otro día, lo que tu quieras, pero no lo dejes ahora.

Vamos a ver Juan, las cosas claras que no quiero más malos entendidos, si yo decido follarme hoy a tú mujer sería como yo quisiera, ¿eso me dices?, que aceptaríais todo lo que yo dijera, en una palabra seriáis mis ....digamos esclavos.

Bueno eso de esclavos suena muy fuerte, no nos gusta el sado ni esas cosas,...

A mi tampoco, pero si vamos a hacer lo que me pedís, será a mi manera, yo pongo las normas y vosotros únicamente las seguís, sin rechistar, te parece,

Bueno yo tenía pensado...

Me da igual lo que tu tengas pensado, así o nada,

Tendría que decirle a ella..

Pues vete a buscar a tu mujer, que seguro que está llorando en el servicio, y si os interesa salir antes de cinco minutos, sino entenderé que ella no quiere y me marcharé, venga...

Juan se dirigió a los servicios mientras yo lo seguía con la mirada, por su parte no habría problema, ella..., no se , se había sentido rechazada, herida en su orgullo, era una incógnita. Pasaron varios minutos y no salían, una pena, me quedaría sin gozar de ella, la ambición de conseguir poseerla completamente, doblegando también su voluntad, haciendo de ella un objeto únicamente para mi disfrute, sin que se pudiera negar a nada, aceptando mi autoridad por encima de cualquier otra, me había cegado. Miro el reloj, cuatro minutos, la has cagado Antonio, pienso mientras decido si marcharme o esperar y disculparme alegando un falso enfado por su supuesto engaño y tratar de salvar la noche.

Bueno Antonio.

Me sorprendo al oir la voz de Juan a mi lado, mientras decidía que hacer había salido del servicio, Ana no está con él por lo que supongo que no ha aceptado. Preparo una disculpa mas o menos creíble, pero algo me detiene, sus ojos vuelven a brillar como al principio de la noche.

Y bien?.

Ahora sale.

Te ha costado mucho convencerla, estaba a punto de irme. Le digo con una falsa seguridad.

Ana sale del servicio y se acerca a nuestra mesa, también hay un brillo en sus ojos pero su mirada es de desafío. Bien, tenemos toda la noche para cambiarla a otra mas adecuada.También noto claramente sus pezones marcados a través de la tela de su vestido, parece que le excita el juego.

Vámonos. Digo en un nuevo tono, tono de mando.

¿A donde vamos a ir?.

Han abierto un nuevo motel, Orinoco creo que se llama

El Caribe queda mas cerca

Si, pero yo no tengo prisa y además quiero probar el nuevo.

Ya en el aparcamiento del restaurante vuelvo a fijarme en Ana, solo pensar en ese cuerpo entregado para mi disfrute.....

Ana, quítate la ropa interior

¿Qué?

Quiero que te quites las braguitas y que me las des. El aparcamiento esta bien iluminado y hay gente saliendo y entrando el restaurante.

Aquí me pueden ver, te las doy en el coche. Mientras dice esto mira a su marido en busca de apoyo, el permanece callado y continua andando hacia el coche, sabe que no debe intervenir.

Damelas ahora. Le repito sin levantar la voz pero en un tono autoritario.

Lentamente se acerca al coche, parece dudar durante un momento y después se levanta la falda y comienza a bajarse el tanga, casi no se le ve nada, pero demuestra quien domina la situación, me entrega su tanga en la mano, aguantando mi mirada, yo lo cojo y noto su humedad.

Ana, ¿qué haces?

Pues subirme al coche

Ya pero tu vienes detrás, conmigo....

Continuara.

Comentarios a: gallego9874@yahoo.es