El comienzo de todo!

Con Diego el amigo de mis padres... mMmmMmm...

El comienzo de todo.

Mientras me miraba al espejo me inundaron sentimientos de plena satisfacción. Sentí hasta un hormigueo en la barriga. ¿Sería por el agotamiento, o sería por el momento vivido? No sé, pero solo quería estar al lado de Diego. Así que mi última imagen, después de ver mis arañazos, mi pelo despeinado, mi poco maquillaje, -que precisamente no maquillaba-, o mis marcas rojas por el cuerpo, fue una sonrisa pícara. Una sonrisa que para mí fue el principio de todo.

Caminé hasta Diego, que estaba en la cocina preparando algo de comer. Me quedé apoyada en el marco de la puerta, completamente desnuda. Él giró la cabeza  y me miró a los ojos. Su mirada fue vacía, simplemente para ver que yo estaba allí. Yo sonreí y que me devolviera la sonrisa era lo mínimo que esperaba de él tras ese maravilloso encuentro. Pero no parecía haberse inmutado por mi presencia.

-¿Todo bien? Dije extrañada.

-De lujo.

-Pues no lo parece.

-Para nada, alégrate si estoy así.

-¿Ah sí? Vaya. -Quedé bastante sorprendida.

-De verás. Eres una pasada. Lo único que no sé es si serás capaz de soportarme.

-Claro que sí.

Me acerqué hasta él, pegando mi cuerpo desnudo al suyo. Entonces sí que le saqué una leve sonrisa.

-No creas nena. No es por fardar ni mucho menos, pero casi todas se han quedado en el principio y luego se acaban yendo.

-Llevo solo un rato contigo y aquí sigo… y me tienes a tu disposición.

-¿Si?, ¿Seguro?

-Seh... esta cosa me ha hecho enloquecer. Y al tiempo que lo decía agarré su polla, flácida, pero a la vez preciosa, colgando entre sus piernas.

Era una polla larga no excesivamente gruesa pero le colgaban unos huevos que hacían en conjunto una dupla maravillosa.

-Esto no  será un juego, nena. Quiero que estés preparada.

-Claro. Lo estoy; me iría de aquí si hiciera falta.

-Tranquila, no corras. Todo llegará si tiene que llegar ¿sí?

-No me gusta tu actitud. Sé que no quieres nada conmigo, pero no sabes cómo decírmelo.

-Tú tampoco me quieres. Pero yo creo que mi interés por ti es mayor que el tuyo por mí. Podría ayudarte en tu vida.

-Ah, ¿Sí?

-Si pero no es fácil, además no eres una cualquiera. Eres familia Tusquella.

-¿Y qué? ¿Qué tiene que ver eso?

-Quiero  decir que conozco a tus padres. Y eso podría complicar las cosas.

-Ellos no tienen por qué saber nada de lo nuestro.

-Alba. Además de repetir muchas veces esto, yo busco que tu futuro sea mucho mejor. Tienes mucho potencial, un potencial que he visto en pocas chicas.

-Gracias.

-Si estas dispuesta a confiar en mí, en esforzarte, en saber estar, en hacerme caso, lo nuestro podría ser maravilloso.

La conversación, estando desnudos, nos había abierto por completo, estábamos siendo sinceros y eso estaba bien. Pero las palabras que Diego me decía eran confusas. Sentía que me quería, pero que algo le frenaba y fui sincera.

-Siento que no esas siendo sincero.

-Sincero lo estoy siendo, lo que no estoy siendo es claro.

-Pues…

-Mira, Alba, lo que te ha pasado hoy conmigo sería como un granito de tierra en una playa.

-Bueno, pero me ha encantado; quiero ir más a esa playa.

Quedé pensativa… y no dije nada más. Me preparé un vaso de zumo mientras mi rostro demostraba que estaba algo molesta, ya que seguía pensando que Diego no quería nada conmigo.

Diego me ofreció un sándwich que había preparado.

-No gracias.

-Come, lo necesitas, y lo necesitarás.

Lo miré…

-Pero, Diego, quiero más.

Cuando acabé de hablar mi cara cambió y Diego se puso delante de mí para seguir hablando.

-A ver, nena, vamos a ser claros. Yo te quiero para mí, toda para mí. Pero mi vida es distinta, porque así lo he decidido y no quiero cambiarlo. Lo único que no quiero es afectar tu vida, por esta locura de hoy. –Su mano acariciaba mi pelo–.  Te veo con un potencial que nunca había sentido. Pero tienes que estar dispuesta a seguirme. Si alguna vez decides detenerte no quiero que hayas perdido por el camino cosas importantes de tu vida.

-Ahora mismo me apetece esto, Diego. Y me parece que podría ser una gran compañera tuya.

-Mía…

Me agarró de la barbilla, levantando mi cabeza. Afirmó, moviendo la cabeza  ligeramente de arriba a abajo y yo sonreí ligeramente. Esa mirada de Diego me mataba. Sus manos peinaron mi pelo a la vez, dejando mi frente libre, se acercó y me la besó. Sentí como sus dedos se entrelazaban en mi pelo y lo agarraba con una fuerza soportable. Se puso cara a cara mirándome a los ojos y repitió:

-Mía...

Sus manos presionaron mi cabeza contra la suya dándonos un pico.

-¿Entiendes? Mía...

Yo afirmé moviendo únicamente la cabeza. Me tenía sujeta de la cabeza por el pelo, haciéndome suya.

Sus pocas palabras eran penetrantes. Sus manos volvieron a presionar para  besarnos de nuevo. Después de ese beso y solo agarrándome del pelo con una mano, hizo que bajara. Solo con ese gesto, agarrándome del pelo llevándome hasta su polla, ya me había puesto más cachonda que cualquier otro tío en un cuarto de hora de magrearme. Mi locura era brutal. Su mano guiaba mi cabeza hasta su polla. Mi boca se abrió buscando metérmela, pero de un tirón leve me separó e inclinó mi cabeza hacia arriba para que lo mirara. No me dio tiempo a ver lo que venía, pero un pegote de su saliva cayó entre mi ojo y mi mejilla haciéndome cerrarlo instintivamente y bajar un poco la cabeza. Pero me dio otro tirón de pelo…

-Aaaaahhh… -Ahora sí me quejé porque ere gesto fue mucho más agresivo que el anterior.

Con ese tirón de pelo volvió a hacer que lo mirara, bajando su cabeza hasta la mía y escupiéndome en plena cara. Una sonrisa salió de mi boca, para seguidamente estar empotrada en la polla de Diego. Abrí, ahora sí, mi boca por completo y me introduje su polla. Estaba flácida, pero no era pequeña. Intenté meterla toda en mi boca cuando sentí un apretón de mi cabeza contra esa polla haciéndome dar una pequeña arcada. El instinto hizo de nuevo que me retirará de inmediato, pero allí estaba la mano de Diego sujetándome del pelo para tener de nuevo la polla refregándose por mis labios. Recuperé el aliento lo más rápido que pude y buscando la polla como una perrita busca la pelota que ha tirado su dueño, volví a metérmela en la boca. Lo conseguí y de nuevo chupaba la polla en crecimiento de Diego. Por mi orgullo intenté de nuevo meter toda su polla en la boca, yendo más preparada por lo que podía pasar. Cuando la tenía entera en la boca…

-PLAAAAAAAF, Diego me soltó un bofetón.

Eso hizo que mi garganta se contrajese y me provocara de nuevo una arcada. Esta vez vino acompañada de una bocanada de saliva espesa, que cayó directamente al suelo de la cocina. Diego no soltaba mi pelo, pero esta vez me dejó respirar. Cuando me vio recuperada, agarró su polla y la llevo de nuevo a mi boca.  Parecía que a Diego le había gustado eso de que su capullo tocara mi garganta. Apretó mi cabeza contra su polla con más consistencia que anteriormente. Aguanté como una campeona y me dejó respirar. Sentía como mis lagrimales empezaban a soltar alguna  lágrima.

Miré a Diego, que tenía un rostro muy serio. Agarró su polla y volvió a la carga. Sacaba unos grumos de saliva mezclado con el zumo que me acababa de beber. Era asquerosamente morboso. Mientras el suelo de la cocina se iba poniendo lleno de saliva, me llevaba alguna que otra bofetada más. Creía estar haciendo un trabajo casi excelente, pero esa polla continuaba en crecimiento y ya me atragantaba, ¿qué haría cuando esa polla estuviese a punto de estallar?

Yo quería más y más y así lo demostraba con mi insistencia. Con ansia llevaba mi polla a la boca tras cada arcada; Diego no tenía que acercarme a ella. En una de esas arcadas Diego bloqueo mi salida y tuve una segunda arcada, provocándome una falta de oxígeno considerable.

-PLLLLAAAAAAAFFFFFFF -Diego me dio una fuerte bofetada mientras intentaba recuperar el aliento.

-¡¡¡¡¡¡¡JODER!!!!!!! -Exclamé cuando me dejó respirar.

Mientras recuperaba el aliento, Diego intentaba hacer que le mirara con los respectivos tirones de pelo, pero tuvo que ser más insistente que las otras veces. Finalmente le miré. Su cara era la misma que hacía unos instantes. Pero de nuevo llevó su polla a mi boca. Ahora su cadera también hacia presión contra mi boca. Aguanté menos segundos que otras veces, pero necesitaba coger aire. Cuando sacó la polla un hilo gigante de ese jugo que salía de mi garganta salió de nuevo por mis labios colgando de estos, recorrer ls barbilla y llegar a mis tetas, deslizándose hasta los pezones y cayendo desde ellos hasta llegar al suelo.  Diego me dejaba respirar, y yo aprovechaba para coger aire mientras le miraba, y su polla repasaba el contorno de mis labios.

PLAAAAAAAAAAAFFFFFF. Otro bofetón. Mi cara se pegó a su muslo y su mano la acariciaba. Yo sufría porque eso parecía que estaba preparándome la mejilla para otro bofetón. Pero en esta ocasión fue delicado y agarró el pelo que se había escapado de su mano volviendo a colocar bien todo el moño que hacía con su mano. Su polla estaba ya bastante grande. Repitió esos gestos, algo más ligeros unas pocas veces más. En una de ellas, hacia tanta presión con su cadera contra mi boca, que su polla se doblaba; lo podía ver en primer plano. De tanta fuerza que ejercía su polla se salió de mi boca...

PLLAAAAAAAFFFF. Sin dejarme recuperar y agarrando su polla por la base, la introdujo hasta el fondo de mi garganta. Me resistí girando mi cabeza, no tenía más aire, me ahogaba.

PPLLLAAAAAAFFF. Tosía intentando recuperarme pero los tirones de pelo eran mi guía.

-Tranquila...estas aprendiendo; es normal.

Tosí de nuevo, pero no quería quedar mal delante de Diego e intenté meter la polla de nuevo en mi boca, inútilmente. Porque no tenía aire todavía. Agarré su polla y comencé a pajearle mientras chupaba entre todo ese mar de saliva, flujos, zumo y no sé qué más se había creado. Había enloquecido con esa polla, la chupaba con más intensidad que nunca. Puse tanto énfasis que hasta yo misma me cree una arcada. Se escuchó una ligera risa de Diego.

Ni perdí tiempo en mirar, seguí con la polla que ya estaba bastante grande, babosa y deliciosa. Sin verlo venir, Diego agarró mi cabeza con las dos manos pero por debajo de mi mandíbula. No, no, no…pensé esperándome lo peor. Diego hizo una mínima fuerza de su pelvis contra mi garganta y solo tocar la campanilla salió un chorro de… ¿VÓMITO LIQUIDO? No sé bien, pero mi estómago recibía ese mensaje contradictorio de querer vomitar y sentir entrar algo en la garganta.

Saqué fuerzas de lo más profundo de mí para deshacerme de las manos de Diego. Caí al suelo, pero como a aquel que se le escapa algo de las manos, rápidamente me agarró de nuevo del pelo.

-Sssshhh… tranquila, estamos empezando… Ssshhh…

Mientras Diego me consolaba yo seguía teniendo espasmos y la saliva continuaba cayendo de mi boca. El suelo estaba intratable, casi encharcado.  Mientras tanto Diego me agarraba del pelo, ahora sin tirones, y se pajeaba delante de mi cara.

-Lo estás haciendo muy muy bien, Alba. Pero tienes que estar preparada. ¿Vale?

Afirme con la cabeza, recuperando poco a poco el aliento.

-Ven, anda. Me levantó agarrándome de la axila y tirando del pelo.

Sin más me puso en el mármol de la cocina apoyada con el pecho. Sentí cómo estaba completamente a su merced. Pero estaba como en una nube. Sentí que Diego estaba disfrutando y eso me valía. Su polla recorrió mi coñito y me la clavó. Empezó muy suave, agradable, sentí esa polla penetrarme en mi coño húmedo y era como una descarga de placer por doquier. Su pelvis empezó a perforar más profundo y sus movimientos iban in crescendo. Yo gemía, sintiendo cada centímetro de polla penetrarme. Estábamos compenetrados, gimiendo casi a la vez, aunque Diego solo aumentó bastante su respiración.

Levanté mi cuerpo de la encimera, pero la mano de Diego me agarró del pelo y me empotró. Diego cambió el estilo de penetrarme para ir aumentando tanto el ritmo, que su cuerpo chocaba contra el mío. Me daba tan fuerte que me levantaba del suelo. Recordad que soy menudita.

Me agarró de las caderas, parecía que estaba atada; ¡qué fuerza desprendían sus manos! Su polla me quería perforar. ¡DIOOOOS! Entonces empecé a sentir ese cosquilleo en la parte baja de la barriga y sin apreciarlo estaba descontrolada dando espasmos del pedazo de orgasmo que estaba teniendo.

-Aaaaaaaahahhhhh aaah hah ahahha hah ha hha aaaaaaahhh… gemía tan fuerte que Diego perdió el ritmo. De nuevo me agarró del pelo apretándome contra el frio mármol.

-¡Quieta, coño! Dijo apretando los dientes. Tiró del pelo hacia él y nos miramos.

Su mirada no había cambiado, era la de ese lobo que sabe que no va a perder a su presa. Yo sonreí, creo que hasta de felicidad; acababa de pegarme una corrida monumental y parecía que aún no había llegado el final. Quería estar a la altura.

Mientras nos mirábamos dejó su polla dentro de mi coño. ¡Qué maravilla! Movíamos las caderas mientras seguíamos mirándonos, entre mis gemidos y su respiración acelerada.  Sus embestidas eran muy profundas. Me perforaba muy adentro. Mis pies habían alcanzado el charco de flujos que corría por el suelo y se me hacía muy difícil mantenerme firme. Diego sacó su polla y cogiéndome por la cintura me alzó. Pero no me alzó para cogerme en brazos, lo hizo para llevarme al suelo. Me estiró en él sufriendo las consecuencias de lo frío que estaba.

-WAaaaaaaaaaaaaaaa, Dios qué frío!

Desde mi posición veía a Diego con su polla entre su mano, muy dura, brillante. Su mirada me violaba. Me dejaba sin aliento. Se arrodilló entre mis piernas, que estaban dobladas pero bien abiertas. Totalmente expuesta, abierta para él. Deslizó sus manos por mi rajita. Y digo deslizó porque literalmente sus dedos se deslizaron por el charco de flujo vaginal que tenía, como si surfeara. Me agarró por la parte baja del culo y me levantó, colocándome encima de sus muslos. Y tal como me acercaba a su cuerpo sentía cómo su polla se colaba en mi coño. Sus manos se posaron en mis tetas y empezamos a movernos, tan compenetrados como estábamos.

Quise llevar mi mano al clítoris, ¡manías de una! Pero él me lo impidió apartando mi mano. Se inclinó, poniendo su peso encima de mi cuerpo y sus embestidas ya no era al unísono, eran más bien las de una percutora neumática agujereando el suelo. Yo gemía tras cada embestida, tímida pero intensa. Notaba su polla en mis entrañas; Diego agarró una de mis piernas y la levantó por encima de su hombro facilitando que su polla entrara aún más adentro.

-¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAHHHHHHH!!!!!!!!!!!!

Me salió un chillido muy agudo y tras mi chillido una pequeña carcajada de Diego que se detuvo en su afán de partirme en dos. Pero no se detuvo para acabar, lo hizo para girarme y ponerme boca abajo. Levantó mi culo agarrando mis caderas. Quise acomodarme el cuerpo apoyando los codos pero unas manos fuertes me agarraron del cuello apretándome. Diego pegó su cuerpo al mío y me follaba como un perro. Su pecho pegado a mi espalda, y muy intensamente. Mis gemidos se fueron apagando porque me apretaba tanto que me cortaba el paso del aire...

-Aaaaaaaaaaggggghhhhhhhhhhhhhhh... Aaaaaaaaaaghhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh

Sentí como el aire volvía a pasar por mi cuello mientras su líquido mágico se depositaba en mi coño. Diego daba unos últimos espasmos contra mi coño mientras yo caía exhausta al suelo. Al sentir el frío suelo en mi pecho, un vacío dejaba su polla al salir de mi coño y un cosquilleo salía del mismo. Mi coño expulsaba su leche nada más sacar su polla.

Mi cuerpo desprendía calor y con el contraste con el suelo frío de un piso de alta montaña, yo me recogí entre mis piernas sobre los líquidos varios en los que me había revolcado durante eso que acababa de ocurrir. No pude mover ni un pelo. Diego se puso en pie.

Cerré los ojos y sentí cómo mi cuerpo empezaba a temblar. A los pocos segundos sentí los pasos de Diego y el calor de una manta cubriendo mi cuerpo. Diego me levantó entre sus brazos como quien coge a una niña pequeña y me llevo al sofá cubriéndome toda con la manta. Sus dedos pusieron, ahora sí, bien mi pelo detrás de la oreja, apartándolo de mi cara. Yo no abrí los ojos, no podía... perdí la consciencia y desde entonces no recuerdo nada más.

Cuando abrí los ojos una luz tenue iluminaba la habitación. Era de noche por lo que pude presentir. La luz venía de la cocina que hacía que quedara esa iluminación. Me sobresalté, levantándome rápido cuando mi mente pensó que Diego se habría ido, ¡no podía ser! Me reincorporé en el sofá rápidamente, la manta cubría mis piernas dejando mis pechos al aire libre.

-¿Diego? Llamé con la voz rota, a punto de llorar.

-Dime, nena. Se escuchó en el mismo comedor.

Mi visión aún no era completa, así que seguí las ondas de esa voz. Allí estaba Diego, sentado en la silla del comedor. La luz del teléfono le iluminaba ligeramente.

-Dios, que susto. Dije aliviada.

Mis manos frotaron mis ojos y seguidamente hice el gesto de colocarme el pelo hacia atrás. De nuevo miré a Diego, que me observaba desde su posición. Sonreí y Diego me devolvió esa mirada. Me levanté, dejando caer la manta al suelo y caminé hasta la silla donde estaba Diego.

-No te has ido. Dije colocándome a su lado. Mi rodilla se pegó a tu pierna, pegadita a él.

-Claro que no.

-¿Por qué?

-Porque estabas preciosa.

Un dedo de Diego se fue alzando por mi pliegue trasero de la rodilla hasta que llegó a mi nalga y la acarició.  Sentí cómo mis pezones se ponían duros más rápido que el flash de una fotografía. Yo no dudé en levantar mi pierna más lejana a la que estaba en contacto con él y ponerme a horcajadas. Sonreí.

-¿Y cuándo vamos a repetir?

-Jajajaja, ¿lo ves? Eres increíble.

-¿Ah, sí? Acercándome a sus labios y suspirando. Quería devorarlo sin dejar ni un pedacito.

-¿Cada cuánto me necesitas?

-Creo que podría aguantar tranquilamente... 3 o 4 horas, -me justifiqué.

-uuufff...difícil entonces. Creo que en esa situación en la que estás, te tendrás que venir conmigo.

Pegué un salto encima de él.

-¿Sí? ¿En serio?

Sentía pura felicidad.

-Bueno, no sé. Tienes muchas cosas aquí. No querrás perderlas.

-Quiero perder la cabeza, quiero perder lo que haga falta, para seguir sintiendo lo que he sentido en el día de hoy.

-Se nota que es tarde. No regulas ya.

Me levanté, desnuda como estaba, y salí disparada saltando de alegría. Llegué a la cocina y saqué dos cervezas de la nevera, llevándole una a Diego para celebrar lo que me había dicho.

Levanté la cerveza para brindar.

-Por las folladas que nos quedan.

-¿Estas segura? Recuerda las palabras del otro día. Eres joven…

Corté su sermón…

-Calla y brinda. Apoyé mi coño en su pierna haciendo un movimiento de adelante atrás, mientras bebíamos…