El comienzo con Lucía (1)

Semanas hablando con Lucía, y se acerca el momento de conocernos y vernos cara a cara....

Llevo semanas esperando el momento, muchas palabras escritas por mensajes, pero ninguna palabra hablada cara a cara. Llegaba el momento y la espera se hacia agobiante. Se iba acercando la hora, cogí el coche y fui a recogerte. Esperaba las órdenes del GPS para llegar a la ubicación que me habías enviado. Aparque el coche y allí estaba Lucía, radiante, con la sonrisa nerviosa esperando ver por donde iba a aparecer.

El primer contacto fue especial, pues dice mucho de lo que uno quiere, y las sensaciones fueron buenas para ambos.

Lucía se acerco y nos dimos dos besos en las mejillas como dos amigos que tienen mil historias que contarse. Fue el primer contacto de sus labios sobre mi piel, y sentí un escalofrío recorriendo todo mi cuerpo. Y sin que ella lo esperase, la cogí y la arrime sobre mi pecho para abrazarla. La envolví con mis brazos y la rodeé, al tiempo que notaba como todo su cuerpo temblaba como una hoja en otoño al no esperar esa reacción.

La mirada de Lucía delataba sorpresa y con esa sonrisa en tus labios, me devolviste el abrazo entusiasmada.

Comenzamos a pasear, antes de irnos a cenar. Lucía no dejaba de mirarme y conforme caminábamos íbamos hablando de todos los temas que surgían, poniéndonos al día el uno del otro, recogiendo toda la información que nos fuera posible.

Durante la cena, seguíamos de cháchara y comentado todo tipo de cosas, el ambiente era agradable y la compañía genial. Algo había entre nosotros dos pues no había ningún problema en contarnos todas nuestras cosas con naturalidad, con tranquilidad, una confianza innata para dos personas que se están conociendo, y la fluidez de la conversación era más que meritoria. En el momento del postre, note como tu pie acariciaba mi pantalón por debajo de la mesa, mi reacción no se hizo esperar, y los colores de mi cara se pusieron acordes al vino que nos estábamos tomando. Jamás pensé esa forma de actuar en ti e hizo que no me la esperase.

Al ver mi reacción, salió un brillo especial de tu mirada, era algo con lo que contabas, pues era la situación que te habías imaginado y es exactamente como querías que ocurriera. Los dos nos miramos, sonreímos y seguiste rozando con tus dedos de los pies en mi pierna.

Terminamos la cena, y nos fuimos a tomar una copa, durante el camino al Pub, te agarre de la mano, el primer paseo agarrados, notar tu tacto, tu piel, ese roce especial hacia iluminar la noche.

Durante la copa, la conversación fluía con naturalidad, estábamos sentados en asientos tipo sofás, y pusiste tus piernas entrelazadas con las mías, mientras me ibas acariciando el brazo. Yo pase mi brazo por tu cuello, y con mi mano rozaba el lóbulo de tu oreja. La situación se volvía cada vez más apasionada y excitante.

Pensamos que lo mejor era ya marchar, salir de lugar de allí e irnos para casa. Me arriesgue a invitarme a casa, pues esta noche disponía de toda ella, ya que mi madre había marchado de fin de semana a la torre. No tenia nada para beber, pero era lo que menos importaba porque te sentías cómoda, y yo estaba igual de a gusto a tu lado, así que te animaste a venir contigo, pasar la noche juntos, viendo cualquier peli en el sofá de casa.

Estábamos nerviosos por como podía funcionar todo, si habría feeling, si seguiríamos estando cómodos mutuamente. Te pusiste a mi lado, notaba tu calor en mis brazos, y tus caricias eran todo dulzura. Esas sensaciones ya vividas volvían a mi mente con alguien afín a mí. Te pase la mano por la cintura, acariciaba tu costado, notaba tu piel como se erizaba y seguí acariciando al mismo tiempo que tu lo hacías conmigo. Caricias mutuas, siento el tacto de cada uno. Nos miramos y poco a poco fuimos juntando nuestros labios hasta fundirse en uno. Un dulce beso de amantes que delataba algo más que un simple beso, la pasión de nuestros cuerpos comenzaba de nuevo a despertar en nuestro interior. Los besos eran cada vez más apasionados, y las caricias por tu costado iban subiendo cada vez más cerca del sostén. Acariciaba por encima de él notando como tu pezón se endurecía sabedor de lo que se acercaba. Estábamos decididos a dar el siguiente paso. La pasión dio paso a la lujuria, y el frenesí de nuestros besos desató nuestro calor corporal. Estábamos deseosos de rozarnos piel con piel. Fui bajando el sujetador hasta ver lo que mis dedos habían notado por encima de la tela, el pezón endurecido por la excitación contenida, una montaña de placer esperando notar la yema de mis dedos por encima de él mientras todas las terminaciones nerviosas de tu pecho estaban en pie de guerra.

Dulce tacto en mis huellas dactilares, notando la excitación de tus pezones y tus suspiros hacen que mi fogosidad vaya en aumento y las ganas de darte placer son cada vez mayores en mi. Tu cuerpo habla por ti, y las caricias por tu cuerpo hacen estremecerte de placer, con ganas de sentir las caricias por todo tu ser. Mis manos se desplazan por tu silueta, acariciando con suavidad y perdiéndose una y otra vez desde la espalda a la rabadilla, simples roces, pero que denotan un gran sentimiento, el sentimiento de la lujuria y pasión. Te vuelven loca los mimos, lo noto, tengo en mis manos el poder de hacerte disfrutar, de hacerte estremecer.

Tu cara comienza a cambiar, la mirada perdida al tiempo que la boca se retuerce para morderse los labios, los besos continúan siendo apasionados, fundidos en uno solo. Mis labios se despegan de los tuyos y mi lengua recorre tu cuello, tu lóbulo y tu cuerpo se estremece de nuevo, notando como la respiración se entrecorta y tus pulsaciones de nuevo se aceleran. Cambio de trayectoria, y mis humedecidos labios descienden a tus pechos, que degusto con suma delicadeza cada milímetro de piel de tu cuerpo. Decido juntar los pechos y lamerlos al unísono, dos pezones lamidos al mismo tiempo, doble placer de una sola pasada. Me encanta verte. Estas desatada.

Mis manos se desplazan por encima del pantalón, palpando tus piernas y llegando a tus pies, que los amaso y entrelazo los dedos de mis manos entre los dedos de tus pies, los cuales responden tensándose de agradecimiento y gustosos de recibir esas caricias. La mano se vuelve loca y acaricia por tus piernas buscado algo que esta oculto entre ellas, pero que no tiene prisa por localizar, para dar mayor lujuria y deseo al ser encontrado.

Desbrocho el pantalón, rozo tu braguita, que tiene un fino tacto a mis manos y te acaricio por encima de ellas. Bajo el pantalón acariciando tus muslos y notando piel con piel, caricia deseada por ambos, recorriendo cada centímetro de tus piernas y tocando tus muslos y tus ingles… notando como la humedad de tu cuerpo comenzaba a hacerse presente en tu ropa interior.

El sujetador ya se ha despegado por completo de tu cuerpo y deja libres a dos bellezas gemelas que están ahora cubiertas por una fina blusa, la erupción de tus pezones es más que evidente pues destacan por encima de la blusa y provoca una subida de autoestima, conocedor de que las cosas se están haciendo correctas, sentidas, y sumamente entrañables.

Mi excitación también es evidente, no dejo de estar empalmado al notar lo acelerada que te estás poniendo. Recorro con mi lengua tus labios mayores por encima de tu ropa interior. Mi mano se desplaza por encima de tus bragas para notar la excitación habida y palpar con mis dedos el gran manjar de tu entrepierna, que no paras de rozarte y extasiarte, ansiosa de darle libertad y notarlo excarcelado de dichos ropajes.

Sigues estremeciéndote, y con una hábil maniobra, me lanzo a quitarte tus braguitas. Tu sexo esta desatado, estas goteando y mi lengua va directa al fruto de la lujuria. Hace efecto inmediato, tiemblas en cuanto notas el tacto de mis papilas gustativas sobre ti. Te da un severo repaso por todo tu ser con mucha delicadeza, tus flujos se exhiben por tu cuerpo y el placer aún es más especial, mientras vas encharcando mi cara al tiempo que saboreo tus humedades y me regocijo en el botón que surge de entre tu vulva, haciendo más evidente tu excitación.

Magreo tu vagina, que esta esplendida, rebosante y deseosa de ser penetrada. Mis dedos manosean tus labios exteriores y profundizan sobre los interiores y la lengua sigue recorriendo tu clítoris, de arriba abajo, cambiando el ritmo y no dejándolo constante para tenerte desconcertada. Uno de mis dedos se introduce dentro de ti, un gemido sale de dentro de ti mientras que tu cara manifiesta alegría pues no dejas de morder tus labios de forma lasciva, exteriorizando el deseo que sientes en tu recóndito cuerpo. Estas desenfrenada, buscas y quieres más, mi lengua va por libre y otro de los dedos entra en acción. Dos son los dedos que penetran tu ser. Consciente de ello, no dejas de arquear tus caderas para notar cada uno de ellos y poder retorcerte de placer, la lengua no para… avivo el ritmo, los dedos siguen y siguen, suplicas que no pare entre jadeo y jadeo… deseas que no detenga… que consiguen incrementar la velocidad un paso más… estas que no cabes en ti… sofocos y gemidos salen por tu garganta hasta que desatan un gran orgasmo desde dentro tuyo, convulsionas de placer, tus flujos se expanden por el sofá del éxtasis vivido. Aflojo el ritmo, pero no paro de lamer, simplemente lo ralentizo para recoger con mis labios el néctar desprendido que sale de dentro de ti.  Las manos desaparecen de esta zona conflictiva, pero recorren todo tu torso, palpando todo tu ser a todo lo que ellas pueden recorrer, deteniéndose en los pezones y rodeándolos con cariño y delicadeza. Estas encantada, esperas que no me detenga, quieres más y ansias corresponderme de la misma manera que hice contigo.

Me desabrochas el pantalón y te lanzas por mí, tu cara lo dice todo, deseas mi sexo que esta en pie de guerra, y lentamente vas degustando. El prepucio esta hinchado, y solo le faltaba notar tus manos y esa cueva mojada de  tu boca. Recorres con tu lengua toda ella, masajeando los testículos y acariciándome sutilmente. Al momento, la succionas dentro de tu boca, la pasión se ha desenfrenado. Bendición de los ángeles, notar tus labios, tu lengua en mi sexo, notar como el simple movimiento de mi pelvis acentúa el gozo, es un placer delicioso. Estoy extasiado. No quiero que acabe, te deseo como hacia tiempo que no deseaba a nadie. Te pido que pares, para poder hacerte mía, sentirte mía, acoplarte dentro de ti.

El deseo lleva toda la noche siendo mutuo, pero ahora se ha hecho más que evidente e inevitable, nos anhelamos, como dos perros en celo a punto de explotar. Tu cara expresa lujuria, la mía lasciva, sabedores del placer que sentiremos en breve, provocándonos un placer inigualable.

Estamos preparados y los juegos continúan, estas tumbada boca arriba e introduzco mi pene suavemente dentro de ti, notando como se expanden tus paredes para abrazar plenamente mi glande, dos fuegos unidos por un mismo fin, las caricias siguen siendo evidentes. La simple penetración de la punta hace estremecernos, ansiosos de seguir perforando el túnel privado de tu cuerpo que a la gente que has querido has dado permiso. Comienzo suavemente a subir y bajar dentro de ti, un ritmo suave, disfrutando del momento, con el sentimiento de no querer que termine la noche, pero sigo disfrutando contigo y de ti. Subo tus piernas dejándolas encima de mis hombros para que me notes mejor dentro tuyo, para poder establecer esa conexión que hemos hallado entre los dos durante la noche, un punto de partida y de no retorno y de ese feeling que siento contigo.

El ritmo se incrementa, ya no hay marcha atrás, el deseo es mutuo, somos dos amantes desatados en medio de la noche, los gemidos no dejan de oírse, cada vez más altos, más sonoros, la respiración se entrecorta, el corazón esta como acelerado como una locomotora, notando como mi pene se comienza a abultar, sintiendo lo contraída que deja tus paredes vaginales a mi verga. Esta completamente hinchado, marcando todas la venas, notando que comienza a llegar el punto de no retorno de mi orgasmo y en cuanto contraes dos veces más tu vagina, estallo dentro de ti con gemidos incontenidos... aún tembloroso por el orgasmo recibido, sigo bombeando al verte perder los ojos y percatarme de la proximidad de tus convulsiones, estas llegando a la cúspide de nuevo y solo te falta alcanzar la cima, a la cual, con dos embestidas más, estallas como un volcán en erupción. Finalmente caigo desfallecido encima tuyo… mi pene no deja de expulsar semen que queda atrapado en la profundidad de tu cuerpo y notando como se va quedando flácido pero no por ello deja de ser especial.

Reposo encima tuyo, sudoroso, espasmódico, y extasiado… deseando poder abrazarte durante toda la noche para saber que no ha sido un sueño de tenerte a mi lado y que esto no es más que un simple comenzar…

(Continuará…)