El comienzo con Elena
Elena es una guapa madurita con ganas de sexo
Elena
Comenzaré con éste una serie de relatos, son historias y fantasías vividas, deseo que os gusten.
Conocía a Elena de vista del barrio en el que vivía, vivíamos muy cerca y le gustaba después de cenar ir a tomar café a una bar tranquilo del mismo barrio.
Son esas cosillas de las que te vas fijando casi sin querer, y que por otra parte te van despertando la curiosidad.
Ella era una mujer de 58 años, se notaba que había sido muy guapa de joven, era rubia y no muy alta, tenía unos preciosos ojos azules y mantenía un tipo estupendo, con todo en su sitio.
Le gustaba estar arregladita y sentirse guapa, ciertamente lo era.
Y yo por mi parte entonces tenía 33 años, bastante deportista, y sin ser muy guapo siempre había sido bastante resultón con las mujeres.
Poco a poco comenzamos a cruzar palabras, y nos fuimos descubriendo cosillas de nuestras vidas, a la vez que comenzó a surgir una mutua atracción, nuestras miradas decían bastante.
En aquella época yo tenía una moto grande y bastante elegante, y la solía dejar cerca del bar.
Una noche que estábamos los dos juntos y con el nivel de atracción todavía más elevado que otras veces, ella me dijo si le podía hacer un pequeño favor, que le apetecía mucho que le diera una vuelta en la moto, que hacía bastantes años que no había montado en una.
Entendí que le apetecía la moto y algo más que eso. Mi ocurrencia fue llevarla a un sitio habitual de parejas de la ciudad en que vivíamos.
Fue llegar, y abrazarnos y besarnos apasionadamente, se notaba que había atracción y pasión acumulada por las dos partes.
Había varios coches por la zona de parejas haciendo sus cositas, pero a nosotros nos daba igual, íbamos a la nuestro.
Mutuamente nos fuimos desnudando, y según iba avanzando cada vez me gustaba más todo lo que iba descubriendo, su cuerpo era exquisitamente suave y precioso, increíble con su edad.
En esas estábamos cuando ella me dice quiero que disfrutes, y comenzó a realizarme un sexo oral maravilloso, brutal y con pasión, me temblaban las piernas.
Después de un rato increíble de placer me tocaba a mí, ella ya estaba bastante excitada y algo más que intente mejorar de su calentamiento, y partir de ahí ella me pidió que la penetrara.
Cuando ya me tenía casi fundido, después de varias posturas, me dijo déjame que te remate a mi manera, y cogió y me remató con una mamada brutal, ni sé lo que descargué pero fue una barbaridad, y ella siguió con un maravilloso minuto de oro y dejándome el sable inmaculado y brillante, fue un final bestial.
Habíamos estado como hora y media, nos vestimos y me pide que la lleve a su casa. En el camino me preguntó si me había gustado, la verdad es que no me esperaba que aquella mujer tuviera tanta pasión.
Y al despedirnos me dijo, esto no queda así. Le respondí por supuesto que no, la siguiente me toca mí hacerte sentir los cielos de la pasión.
Continuará