El comienzo (3)
Sigo con mi relato.
El comienzo 3
Llegamos a la Capital Federal, Argentina, país vecino al nuestro y nos alojamos en un hotel céntrico, en una habitación con dos camas, privilegio, de ser en verdad madre e hijo, era la mañana del sábado 5 de marzo y llamamos por teléfono a nuestra futura cita, nos atendieron amablemente en una mezcla de castellano con portugués, lo que le dio un toque de color a la conversación, e hicimos cita para las dos de la tarde, seguidamente, me dispuse a elegir la ropa que vestiría, con la ayuda de mi hijo por supuesto, elegimos unas medias negras que acompañaría con corpiño y bombachita cola less, también negras
Lo lamentaría por las medias, que quedaría tan desgarrada como mi ano, un vestidito entero, bien ajustado algo de maquillaje y unas botitas al tono, Nos recostamos desnudos en una de las camas conversando de cómo seria el encuentro, nos acariciamos y nos besamos y su miembro se endureció de nuevo, pero yo queria recervarlo para el futuro encuentro.
A las dos de la tarde llegamos a el departamento de los dos amigos, nos sirvieron whisky y nos sentamos en los sillones, uno de los negros, muy apuesto por cierto, me beso lentamente, mientras su lengua recorría la mía, sentí que mi vagina se humedecía más y más, la expresión en el rostro de mi hijo y sus manos en su entrepierna me dieron via libre, pues no estaba segura de cual seria el comportamiento de mi hijo, si gozaría, compartiendo a su madre
Me levante del sillón y empece a contonearme al compás de la suave música, los negros y mi hijo comenzaron a desnudarse, mi dios que belleza, esos cuerpos atléticos y negros como la noche relucían y sus miembros, enormes y gruesos, me apuntaban de forma amenazadora, me quité el vestido y uno de los negros entendió muy bien mis objetivos y no necesitó de ninguna inducción
para secundar mis ideas más desenfrenadas. Le hice señas de que se acercara, miré hacia sus partes pudendas y vi cómo su gran pene aumentaba y se erguía gradualmente. Lo mantuve a cierta distancia mientras me quitaba el corpiño y la diminuta bombacha y exhibía mi cuerpo casi desnudo, apenas cubierto por las medias negras, mi regordete cuerpo inflamaba sus deseos tomé su pene con mis manos y lo acaricie lentamente ante la atenta vista de mi hijo y el otro negro, los provocaba y tuve mi recompensa el negro me apretó entre sus fuertes brazos, atrayéndome hacia su robusto
cuerpo, que sujetó desnudo contra el mío; se echó sobre mí, apoyando su vientre
velloso en mi tierna piel sonrosada. Empujó su pene entre mis muslos; la sentí caliente y firme como el acero
... su contacto me electrizó.
-¡Dios mío! murmuré-. ¡Me matarás!, haslo suavemente, que me haces daño
El negro no prestó la menor atención a mis protestas... que en realidad sólo estaban
destinadas a calentarlo más. Saboreé su salvajismo y la violencia de sus embates, de pronto se detuvo y cabiando de posición, me hizo sentar sobre su miembro, penetrándome analmente, me quede quieta, acostumbrándome al largo y al grosor de su pene, me sentía empalada, un par de movimientos me hicieron relajarme, el otro negro se sitúo frente a mi y me penetro vaginalmente , al tiempo que le decía:
...Me has penetrado hasta el alma, continúa ahora, moviéndote tan deliciosamente, apriétame con el vigor de tu fuerte hombría. ¿No eres feliz ahora poseyéndome? Tu pene me llena de éxtasis, es una barra de hierro, me atraviesa hasta el corazón y así me cabalgaron por largo rato
El negro no respondía con palabras, pero subía y bajaba su pene en el interior de
mi cuerpo de una forma que me hizo temblar, con espasmódica pasión. Su pene
que ya no estaba confinado por falta de humedad, se acomodó en toda su extensión y
las sacudidas se volvieron más cortas y fuertes. Sentí que se endurecía y agrandaba
más aún. El hizo una breve pausa, como si quisiera reunir todas sus energías en un
único esfuerzo, y entonces me entregó aquello por lo que yo estaba ardiendo; me
estrechó el cuerpo contra el suyo y con su enorme y negro pene enterrado hasta el fondo de mi vagina, sentí que me llenaba con torrentes de esperma
Al mismo tiempo el negro que me penetraba analmente descargo toda su savia en mi ano cuando los negros se hubieron retirado de mi interior, mi hijo que no podía dar crédito a semejante cogida, y de verme tan puta y caliente, quiso penetrarme, lo hice recostar y me sitúe sobre él y lo cabalgue ferozmente, los dos negro presentaron sus penes ante mi boca y lo chupe y como, sus espermas se desparramaron por toda mi cara, Yo misma estaba mareada por el feroz deseo de gozar de mi hijo, que incapaz de seguir conteniéndose, cerró los ojos y se abandonó en una copiosa lechada que
recibí con mucho placer,
-¡ Me has inundado con tu leche, estoy llena a rebosar de ti -exclamé al encontrarme liberada de la potente verga sobre la que se había sentado.
Nos despedimos muy amablemente de los dos negros, prometiendo volver, y nos fuimos al hotel a descansar, testigo de dicha experiencia quedaron mis medias negras desgarradas, como mi ano
Un beso a todos josefa y Juan