El comercial
Entrevista de trabajo con la gerente de un centro comercial.
Hace unos años yo trabajaba de comercial para una cadena de electrodomésticos bastante importante. Mi misión consistía en tratar con las grandes superficies de cara a la venta de equipos al por mayor. Solía visitar grandes centros comerciales y tiendas para vender estas mercancías.
Yo soy un chico normal, alto pero no excesivamente guapo y mis relaciones con los clientes, en este caso gerentes de área, se ciñe al mero trato comercial y económico.
Todo ocurrió cuando hice una visita a uno de los centros más importantes de la ciudad. Recuerdo que ya lo visité tres meses antes con la intención de vender un gran pedido que me iba a llenar los bolsillos, pero el tema se aplazó hasta ahora. En su momento me atendió la gerente del área de electrodomésticos. Recuerdo que era una morena muy guapa y esbelta, pero su manera altiva de tratarme me cortó bastante en aquella visita y no tenía buen recuerdo de ella.
La cita era a las 21.15, una hora un tanto extraña ya que el centro cerraba a las 21, pero por otra parte normal debido a las muchas horas que se trabaja en estos lugares. Llegué a la gerencia a las nueve, me atendió su secretaria y me hizo esperar en la sala. Mientras yo sentado repasaba los términos del contrato que iba a ofrecerla, no hacía más que mirar a la secretaria, una mulata espectacular que me estaba volviendo loco. Tenía unos pechos bastante grandes que se adivinaban bajo la blusa azul que llevaba, Además vestía unos pantalones ajustados y chaqueta, y empecé a pensar en su cuerpo, en sus pechos y más bien creo que me empalmé un poco. Mi mente calenturienta hizo el resto hasta que me miró y me dijo que ya me podía recibir la señorita Elena, que era como se llamaba la gerente.
Me levanté y me crucé con otro encargado que se iba ya a su casa. Creo que según las horas que eran sólo quedaba yo, Elena y la secretaria que se preparaba para irse.
Entré en el despacho y me senté frente a su mesa de cristal, la calefacción estaba a tope y hacía mucho calor. Ella me pareció mucho más guapa que la otra vez, pero yo me concentré en la venta y tras diez minutos de deliberaciones llegamos al acuerdo de comprar bastantes unidades de la lavadora que acabábamos de sacar al mercado, un gran triunfo para mí. Decididos a firmar el contrato, Elena llamó por la línea interna a la secretaria para traer el sello de la empresa. Ella no tardó en venir y con ese cuerpazo que lucía, entró por la puerta.
Dejó el sello allí y cual fue mi sorpresa cuando empezó a cuchichear con Elena, con la intención de que yo no oyera lo que se decían, las dos se rieron y entonces aluciné cuando delante de mí se dieron un morreo impresionante. La mulata estaba besando a Elena sin cortarse un pelo y ambas disfrutaban delante de mí. Yo evidentemente me empalmé, no sabía cómo actuar y permanecí callado.
Parecía como si ellas hubieran establecido un juego, yo callado, y ellas besándose.. era una situación extraña. Entonces llegó lo inevitable. Elena había empezado a tocarse su sexo. Llevaba una falda corta y yo a través de la mesa podía ver como con su mano derecha estaba frotando su clítoris sobre las braguitas blancas que llevaba. La mulata, que se llamaba Irene ya había desabrochado la blusa de Elena y besaba los pezones sin quitar el sujetador, con lo que los pechos parecían enormes, con los pezones rosados.
En todo este tiempo Elena, que estaba frente a mí no dejó de mirarme, pero no me dijo nada. Al fin se decidió a quitarse los zapatos de tacón que llevaba, y entre gemidos de placer estiró su pierna y frotó su pie contra mi paquete. Yo estaba empalmadísimo de ver aquel espectáculo. No podía imaginarme como aquello había ocurrido, pero estaba allí y pensé que si lo hacían de esa manera era para que yo también participase. Elena frotaba con su pie mi miembro, que quería salirse del pantalón. Irene ya se había quitado la blusa dejando al aire sus hermosos pechos negros y se dedicaba a chupar con su lengua el clítoris de Elena.
Entonces, Elena me dijo: "Hijo, estás a tope, enséñanos a las dos lo que tienes entre las piernas". Yo me corté un poco pero decidí ponerme de pie delante de ellas y me desabroché el pantalón, en eso Irene se volvió y me miro a los ojos. Mientras me bajaba los pantalones ellas aprovecharon para acabar de quitarse la ropa. Elena quedó sentada completamente desnuda, sus pechos eran perfectos y su sexo estaba depilado y muy húmedo por la mamada que le había regalado Irene. Irene tenía unos pechos enormes que Elena no paraba de tocar y aún tenía los pantalones a medio desabrochar, pero dejaba ver sus bragas negras que hacían imaginar un culo perfecto.
Me bajé los pantalones y dejé ver mi miembro bajo los slips, me dio un poco de corte pero sin dudarlo me quité los slips y allí asomó mi polla, roja como un tomate del brutal empalmamiento que tenía, y dura como nunca. Irene, que hasta ahora no se había dirigido a mí me dijo entre risitas: "queremos que te hagas una paja ahí, de pie, frente a nosotras". Así que agarré mi miembro con mi mano derecha y empecé a pajearme, con la mano frotaba mi polla y subía arriba y abajo. Ellas no quitaban ojo a aquello y también empezaron a frotarse sus respectivos clítoris, Elena ya se había metido dos dedos e Irene se empezaba a quitar su pantalón, se bajó las braguitas y enseñó su sexo. ¡En la vida había visto algo tan excitante ¡. Un coño totalmente depilado, de color rosa y con un clítoris hinchado que empezaba a tocarse con sus dedos y sus largas uñas.
Evalué la situación, mis impulsos me hacían pensar que lo que realmente me apetecía era follarme a Irene ya que me excitaba sobremanera, aunque también me apetecía metérsela a Elena, que me miraba con ojos de deseo. Entonces hurdí mi plan, tomé el mando de la situación y con voz poderosa dije: "os voy a follar a las dos, pero una a una". Me acerqué hacia ellas y cogí de la cintura a Irene y la senté en la mesa de cristal, abrí sus piernas y allí la dejé no sin antes pellizcar su pezón. Ellas callaron, estaban sumisas y muy excitadas. Entonces di la mano a Elena que aún estaba sentada, se levantó y puse su cabeza entre las piernas de Irene. Ella de pie y recostada en Irene, empezó a chupar el coño, pude notar como los líquidos de Irene llegaban a rebalar por la mesa. Entonces me puse detrás de Elena y tras contemplar el panorama que tenía delante mio, con un culo estupendo y unos pechos negros al fondo moviéndose al son de la mamada, la metí entera en la vagina de Elena.
A los pocos segundos ambas chicas estaban gimiendo y yo a punto de correme. Metía y sacaba mi polla y las sensaciones que recorrieron mi cuerpo eran indescriptibles. Al cabo de dos minutos notaba que me iba a correr así que saque rápidamente mi miembro y volteé a Elena para que recibiera toda mi descarga. Irene tampoco lo dudó y entre las dos recibieron mi leche al son de mi mano que no paraba de estrujar mi polla. Sus caras quedaron con borbotones de semen, pero cual fue mi sorpresa al ver que sus lenguas limpiaron la cara de la compañera hasta tragarse todo. Esto me excitó al instante y propuse repetir la operación pero al contrario.
Elena se acomodó en la mesa y la negra me ofreció todo su hermoso culo mientras ya empezaba a besuquear el ombligo de su amiga. Uf, esto era el paraiso, ahora tenía que hacérselo a la bella mulata. Me quedé mirando durante unos segundos sus largas piernas y su culo, también los pechos de Elena, que parecía que iban a estallar de excitados que estaban.
Mi pene aún no estaba del todo preparado y para no quedar mal no se me ocurrió nada más que ponerme de rodillas encima de la mesa para que Elena me la chupara un poco. Parece que ella lo estaba esperando y se lanzó con toda su fuerza mientras la otra ya le estaba metiendo dos dedos en la vagina y tocaba su clítoris con la lengua. Elena gimió de placer mientras me hacía esa fenomenal mamada y aproveché para retirarme cuando ya estaba otra vez realmente empalmado.
Al bajar de la mesa me dí cuenta al observar como Irene no perdía el tiempo y también se estaba masturbando, con el culo en pompa se tocaba el clítoris con todos sus dedos y no hacía más que jadear. Entonces me puse detrás de ella y en ese momento ví un tarro de crema de manos en la mesa, no lo dudé y unté mis dedos con ella y los puse en el culo de la mulata. Ella seguía acariciándose el coño, así que introduje la punta de mi miembro en el culo tras lo cual se estremeció. Acomodó su trasero y ella misma se lo metió del todo, mientras decía algo que no entendí.
Agrarré su trasero y empecé a follarla despacio, sintiendo su tensión a lo largo de mi polla. Así estuve unos minutos, Elena volvió a estremecerse ante la mamada que la estaban haciendo. Irene entonces se corrió soltando un gemido de placer que me puso frenético, a punto de correrme. A punto de estallar pensé en hacer como antes y correrme en sus caras, pero dudé y toda mi leche explotó en el interior del culo de Irene, corriéndonos al unísono. Aquello había sido increíble. Elena me miró y sonrió, Irene estaba extasiada y dejó de penetrar con sus dedos a Elena. Todo volivió a la normalidad, estábamos sudados y cansados.
Saqué mi miembro del chorreante culo de Irene, todo empapado en semen, entonces Elena se acercó y con sus braguitas me limpió el ya flácido miembro de arriba a bajo y me dijo: "encantada de hacer negocios contigo", firmó el contrato, me vestí rápidamente y me fui de allí.
Por cierto, a la semana siguiente llamé de nuevo al centro para hablar con ella, pero la secretaria era otra y Elena ya no trabajaba allí, la habían trasladado a Francia, con lo que me quedé con las ganas de repetir. Quizás en otra ocasión.