El comensal

Iba a comer todos los días, pero los martes iba a coger...

Saludos:

Esta fue una historia verídica del pasado año 2003, y que ocurrió en la colonia Del Valle (conocida para los que viven en el DF, México). NO diré nombre de calles para evitar susceptibilidades, pero fue cerca del WTC.

Pasa que en ese entonces trabajaba por el lugar en cuestión, y seguido iba a comer con unos señores que tenían acondicionado el estacionamiento de su casa como comedor, ya que es una zona de muchas oficinas, en fin que es buen negocio.

La primera vez que fui me atendió una chica flaquita, de silueta esbelta, pero con unos senos enormes que llamaron mi atención. Total que ordené y me atendió muy risueña, incluso me hizo la plática, que dónde trabajaba y bla, bla, bla... En esa ocasión sólo alcancé a preguntarle su nombre (el cual omitiré), y me lo dio con una sonrisa.

Casi diario iba a comer, pero ella no volvió a atenderme, sólo la veía servir la comida y otro cuate servía o el señor mayor. Muchas veces (esto es importante), me daban oportunidad de lavarme las manos y me pasaban a dentro de la casa, ya era de confianza, pues me llevaba bien con todos.

Hasta que un día, salí a comer una hora antes de lo habitual, llegué a comer como a la 13 horas, y me abrió esta chica, nos saludamos. Le dije que qué milagro... y me dijo que luego se turnaban para atender a la gente. Esa vez me enteré que tenía una hijita de un año, que estaba casada con el hijo de la dueño, que era su nuera. Yo le dije que había creído que era la hija de la casa, que era muy bonita, y esto último pensé que le molestaría pero sólo lo agradeció. Total, le pedí permiso para lavarme las manos y me abrió la puerta. Antes de que entrara al baño me comentó que estaba sola, que sus suegros llegarían hasta las 14 horas, que su esposo ya estaba trabajando y llegarías hasta las 18 horas. Yo nada más le dije, ah, pues ni le había preguntado nada.

Sin embargo, no podía dejar de mirar sus enormes senos bajo su playera blanca, eran imponentes, y creo que se dio cuenta de cómo los miraba con lujuria. En fin que el baño estaba medio desordenado y en lo que yo me lavaba lo intentó ordenar un poco, para ello se empinó, mostrándome su trasero modesto, pero sabroso, y tenía unos pans, que la verdad se me antojo darle un apretón con mis manos, pero soy tímido y reservado y no me atreví, pero para agarrar la toalla para secarme, tenía que pasar cerca de ella, me estiré, hice el mayor intento por no rozarla con mi pene (ya medio erecto), pero la roce y no hizo nada, así que me seque las manos, casi, casi sobándole el trasero con mi delantera. Los dos nos pusimos nerviosos. Ese día la única comida fue la que me sirvió.

Para cuando había terminado de comer, sus suegros habían llegado, ya había más comensales. Al despedirme le dije, que mañana regresaría igual de temprano a comer, que si no había bronca, y me dijo que no.

Fui, toda la semana temprano a comer, y buscando encontrarla sola, pero nada, la situación no se repitió. Hasta que uno de esos días me dijo que los suegros acostumbraban salir todos los martes a comprar no sé qué, y llegaban pasadas las 14 horas. No sé si fue mensaje o indirecta, paro así lo quise entender.

Total que se repitió la situación, los dos solos, yo pasando al baño a lavarme las manos, ella platicando conmigo desde el pasillo. Para entonces ya cotorreábamos (cuando nadie nos oía de cerca) como amigos. Entonces con tantas ganas de aprovechar el momento le dije que se acercara, ella dudó, pero lo hizo. Le dije que me gustaba mucho, me puse nervioso, ella también y se quedó viendo a la cocina, y a su hija que estaba adormilada en el sofá. Ella tenía unos jeans y yo iba de traje y corbata. Entonces puse mi mano en una de sus nalgas y la empecé a sobar, ella ni se inmutaba, como si nada pasara, y como no protestaba pasé mi mano al botón del pantalón y lo desabroché, como le quedaban aguados se le resbalaron al piso y pude ver sus flacas pero ricas piernitas.

Le empecé a acariciar las piernas la tiempo que le besaba el cuello, ella seguía viendo a la cocina y a su hija, yo estaba pasando mi mano por su sexo, ya bajo la pantaleta y notaba toda su humedad. Le metí un dedo y gimió, luego empecé a jugar con su clítoris y ya no dejaba de gemir. Luego le baje la pantaleta y le quite los pantalones y todo, medio se negó porque según pronto llegarían sus suegros, pero era como las 13:25, teníamos cuando menos 30 minutos, calculé yo.

Le empecé a lamer sus nalguitas, a pasarle la lengua por su vaginita mojada, por las piernas, guau, yo estaba calentísimo y con mi verga bien erecta. Le propuse ir a la cama, pero se negó. Entonces dije, pus aquí.

Me bajé los pantalones y antes de metérsela le dije que me la mamara, se agachó mi se la metió toda en su grande boca, y la verdad lo hacía bastante bien. Mientras yo me excitaba pensando en su marido, tan bien que me saludaba, cuando algunas veces lo llegué a ver, y yo aquí de culero teniendo a su esposa hincada y mamándomela, que puta vieja, pero es que estaba riquísima para mí.

Después de un rato, le dije que se parara y se volteara a lo que no discutió y entonces me la ensarté, su gemido despertó a su hija, pero desde cierta distancia la consoló con palabras temblorosas y entrecortadas por el cogidón que le estaba poniendo. Ella empinada y yo parado detrás de ella, alcanzaba a ver como se le zangoloteaban sus tetotas, se las agarraba, luego sus pezones, en fin que me vine fuera de ella, babeándole la espalda.

Terminamos fajando en el sillón, y besándonos.

El martes siguiente se repitió la sesión, pero ahora si me la llevé a su cama, para que se acordara de mi por las noches o cuando lo hacía con su marido (eso era lo que más me excitaba, los cuernos).

Un día si me pasé, con todo y sus suegros en la casa, ella me abrió la puerta para lavarme las manos. Los señores ocupados sirviendo comida y esas cosas, así que no se darían cuenta, pensé, y cuando cerró la puerta, que le planto un beso, ella me empujó, yo me medio enojé y que me la meto al baño. Le dije: Chúpame la verga o te armo un escándalo. En sus ojos se vio el coraje y la impotencia, pero también una mezcla de calentura, así que me la mamó, yo pensé que no lo haría, pues yo sólo bromeaba. Estuvo mamando verga como 50 segundos, luego le dije que se bajara los pantalones porque tenía ganas de cogérmela, medio indispuesta lo hizo y me la cogi unos dos minutos. Creo que estaba más excitado por la posibilidad de ser descubierto que por ella misma. Me vine rápido, ella salió del baño, sin limpiarse, sólo se puso un pedazo de papel de baño. Yo salí después como si nada, y comí. Nadie noto nada

Los siguientes encuentros fueron muy similares, pero para resumir le he puesto unas buenas cogidas, en casi todas las piezas de la casa, fuimos un par de veces a un hotel, ahí por Álvaro Obregón.

Todo acabó cuando me corrieron del trabajo.

Espero que les haya gustado este lapso de mi vida.