El colgante
Cuando la única pista que tienes para saber quien te a follado es un colgante...
Como todos los viernes por la tarde me dirijo hacia la estación de tren para coger el tren que me lleva de regreso a mi ciudad. Trabajo en Madrid y el tren hacia Valladolid sale en unos minutos. Corro todo lo que puedo y por fin llego a la estación. Hay mucho bullicio y es imposible caminar sin chocar con nadie pues a estas horas y en viernes siempre suele haber bastante gente.
Por fin salgo al andén y observo que mi tren ya está en la vía 3. Me dirijo hacia la puerta del vagón número 6 y subo. Dejo mi maleta y miro hacia mi asiento. Parece que voy sola y me siento cómoda porque así no me molestará nadie en mi trayecto.
Me acomodo en mi asiento y en unos segundos el tren empieza a moverse. Tengo unas horas de viaje así que me duermo un ratito para descansar un poco.
Una hora después me despierto y tengo muchas ganas de ir al baño. Me levanto y me dirijo hacia la salida del vagón, donde se encuentra el baño. Hay gente esperando y decido caminar hasta el baño del vagón siguiente. Cuando estoy llegando al baño, las luces del tren se apagan y se queda todo a oscuras. Me sujeto en la pared para no caerme y noto como alguien me agarra y me mete en el baño.
Unas manos grandes y masculinas recorren todo mi cuerpo. Agarran mis tetas y aprietan bien mis nalgas. Huelo un perfume masculino que me resulta familiar pero no recuerdo de que. Es un hombre, fuerte y alto, con el pelo engominado que me sube la faldita, me retira el tanga y me empotra contra la pared del baño. Se baja el pantalón y me introduce su polla en mi coño que está mojadísimo por la excitación del momento.
Sus manos agarran con fuerza mi culo, apretándolo con cada impulso de sus caderas que me está volviendo loca. Le beso en el cuello y compruebo que lleva un colgante en el cuello. La forma de éste es un aro con unas piedrecitas alrededor. Lo agarro de las manos y noto que lleva una alianza, parece que está casado y eso me excita muchísimo mas.
Me sigue follando locamente contra la pared del baño, sus gemidos son fuertes y profundos. Mi sexo está mojado disfrutando de lo bien que me estaba follando éste hombre, con su polla dura y grande que me estaba haciendo enloquecer con cada movimiento de nuestros cuerpos.
De repente me gira y me apoya sobre el lavabo del baño, de espaldas a el y noto un mojado dedo que se está introduciendo en mi culito. Juega un poco con el, entrando y saliendo de mi culito y luego lame mi sexo y mi culo con su lengua juguetona. Dios mío estoy excitada y mojadísima!! Su lengua está dentro de mi coño, de mi excitado y caliente coño. Luego sube hasta mi culo y lo encharca bien, preparándolo para su penetración. Coge su grande polla y me la mete por el culo. Al principio me duele y mis gemidos son de dolor pero con los movimientos mis gritos de dolor se convierten en gemidos de placer. Sube mi camiseta y aprieta mis pechos con fuerza, me sigue follando por el culo y me dice en el oído que va a correrse en mi culo, en mi bonito culo y así fue. Empecé a notar su semen caliente en mi culo y en mi espalda. Noté su mano en mi clítoris encharcado con su semen y su dedo se introdujo en mi coño. Me lo introdujo unas cuantas veces hasta que mi ritmo cardíaco empezó a bajar y los gemidos se convertían en respiraciones.
Sacó su dedo de mi coño y se subió el pantalón. Salió del bañó y yo me bajé el vestido y salí corriendo para ver quien era ese hombre que me había follado en el baño. No le pude ver porque salió de prisa. Las luces se encendieron y todo volvió a la normalidad.
Caminé hasta mi asiento y me senté. Mi cuerpo todavía estaba excitado y mi coño muy caliente y mojado. Mis bragas encharcadas se pegaban a mi cuerpo y mis pezones duros se marcaban por encima de mi camiseta.
Intenté mirar a mi alrededor para observar si el fogoso hombre que me había follado en el baño estaba en el tren y sólo habían unas pocas chicas jóvenes y dos ancianos y descarté que estuviera en el vagón. Tenía sed y me levanté para ir a la cafetería.
Me dirigí hacia el vagón 4 que es donde estaba la cafetería y una vez dentro llegué hasta la barra, pedí un café y una botella de agua y me instalé en una barra lateral del tren y empecé a mirar una revista. Había gente en la cafetería pero tampoco mucha. Miré a mi alrededor y había una chica escuchando música y bebiendo un refresco, un chico leyendo el periódico y unas señoras tomando un café.
Giré la vista hacia la barra del otro lateral de la cafetería y había un matrimonio joven de 35 años más o menos con una niña pequeña. Mi corazón empezó a palpitar cuando miré al cuello de ese hombre. Llevaba un colgante con forma de aro y pude apreciar las piedrecitas que tenía alrededor, sin duda era el, el hombre que me había follado en el baño. Me estaba mirando y me sonrió. Mis bragas se encharcaron mucho más de lo que estaban y salí apresuradamente del vagón.
El hombre me siguió con la mirada y pronto desaparecí de su vista. Me metí en el baño más próximo y empecé a tocar mi coño, estaba excitada y necesitaba darme otro placer. Introduje un dedo dentro de mi vagina y toqué mis pechos retorciéndome de placer. En mi mente estaba ese hombre follándome y con cada roce de mi dedo en mi sexo mis gemidos salían sin descanso por mi boca.
Disfruté de mi momento de placer en solitario como antes nunca lo había echo. Terminé en unos pocos minutos y volví a arreglarme la ropa y peinarme un poco.
Al salir del baño me encontré con el hombre. El fogoso, el que me había echo disfrutar con el y después a solas pensando en el. Se me acercó y me susurró al oído que le había encantado escuchar mis gemidos de placer en el baño. Le agarré de la polla por encima del pantalón y le dije que en mis noches a solas pensaría en el.
Marché hacia mi asiento y noté que algo me molestaba en el tanga, me toqué y cogí un papel. Era su número de teléfono y ponía que viajaba mucho en tren y que la próxima vez que cogiera éste tren que le llamara, sin duda lo haré .