El colchón de Ramón

Ramón aquella mañana había madrugado para hacer un poco de deporte, como era costumbre en el [...] Intenté disimular sin efecto, las ganas que tenía de verlo [...] Seguía metiendo y sacando, mientras mi polla y mis huevos rebotaban de arriba a abajo como locos.

Es el primer relato que escribo, espero que le guste a alguien. Pueden comentar para saber lo que he hecho bien o mal. Hasta pronto, nos leemos.

Saludos!!

El colchón de Ramón

Aquella mañana me levanté muy cansado, casi no había pegado ojo, toda la noche entre sueños y con sed pensando en sexo. Caminé al lavabo y me lavé la cara con agua fría, como me gusta hacer todas las mañanas. El agua inundó mi cara y cerré fuertemente mis ojos, resbalando por mi piel y luego me sequé lentamente, como cansado, con una toalla. Me miré al espejo y tenía unas pequeñas ojeras, síntoma de esos cálidos pensamientos nocturnos, que me no me dejaron dormir, y que seguían vivos. Como un fuego que todavía no se ha podido controlar y sus llamas siguen envolviendo la vegetación. Había que hacer algo ese mismo día, podía oir el fuego dentro de mi.

Rápidamente encendí el móvil y le mandé un mensaje a Ramón: “Hola, ¿qué te parece si quedamos para tomar café a las 10?” . Ramón era un conocido de un solo día, un hombre de 41 años, soltero y bisexual que vivía solo, y le gustaban mucho los chicos jóvenes. Lo conocí en una página de contactos de internet, y después de hablar varios días, quedamos para conocernos mejor y tuvimos una sesión mini de sexo, en la que yo lleno de nervios, no fui capaz de pasar de una felación mutua con final poco feliz. Avergonzado a raíz de aquello, solamente hablamos un par de veces más por teléfono, y un par de conversaciones cortas por mensajes.

Ramón aquella mañana había madrugado para hacer un poco de deporte, como era costumbre en el. Pasaron 10 minutos y mi mensaje obtuvo sus frutos: “Ok, me has pillado a tiempo, enseguida me ducho y quedamos en el bar de la otra vez, a las 10:20” . Era Ramón que me había contestado. Dentro de mí noté una palpitación, nervios en el estómago, que me invadieron y parecía el presagio de algo que inevitablemente iba a ocurrir, y yo estaba deseando.

Me vestí con vaqueros, deportivas y un polo, el tiempo estaba un poco caluroso para ser primavera. Eran las 10 de la mañana y salí de mi casa, dirigiéndome a la cafetería donde habíamos quedado. Llegué y casi no había nadie, pedí un café y me senté a ver el periódico. Estaba un poco nervioso, pero no tanto como la primera vez que había quedado con el. Estaba deseando que llegara, mi estómago sin desayunar no admitía café, aunque mis ojos miraban los titulares del periódico, mi cabeza no se enteraba de nada, me había puesto calzoncillos limpios y ya estaba notando esas gotitas de lubricante saliendo por la punta de mi polla, aunque casi no estaba empalmado, pero si muy cachondo. Odio esa sensación de manchar los calzoncillos, me sentía sucio. Creo que pasó una eternidad de tiempo, unos 5 minutos, y llegó por mi espalda Ramón, poniéndome la mano encima y dándome un pequeño toque.

  • Hola Jose, ¿Qué tal estás? Tenía ganas de verte, que bien que me has avisado porque si no yo mismo te habría llamado estos días.

  • Hola, si yo también tenía ganas de verte, y aprovechando que hoy es sábado y no curro, decidí avisarte.

Intenté disimular sin efecto, las ganas que tenía de verlo, pero estaba nervioso, y ahora lo tenía delante de mi. Aquél hombre de 41 años, un comercial bisex, de 175 de altura y buen cuerpo, con piel morena, le gustaba cuidarse. Se había cortado el pelo desde la última vez que lo vi, tenia el pelo con canas mezcladas que le daban un aire de madurito interesante, aunque ahora lo llevaba casi rapado. Tampoco llevaba sus gafas de la otra vez, y me atreví a decirle:

  • Veo que ahora no llevas gafas.

Ramón se sentó, no sin antes pedir un café y pagar la cuenta de los dos. Siempre le gustaba llevar la iniciativa, imponerse y mandar, aunque era un caballero.

  • Sí, hace semana y media, fui a la óptica y le dije a Patricia que me hicieran lentillas para mi, estaba cansado de verme siempre con gafas... ¿Te lo puedes creer?

A veces le salía una voz repipi, supongo que sería por su trabajo, pero tengo que admitir que aquella voz me volvía loco, me hipnotizaba. Miré tímidamente hacia abajo, y Ramón tendió su mano hacia mi barbilla y dijo sinuosamente:

  • Admito que seas vergonzoso, pero a mi ya me conoces, y sabes que me porto bien.

Aquellas palabras habían significado demasiado. Se tomó su café y yo no acabé el mio, mientras hablamos de fútbol. Sentía que el tiempo se acababa y nos levantamos mientras lo miré, diciendo:

  • Bueno, ha estado bien verte, y estaría mejor repetir lo de la otra vez.
  • Dios, Jose, creía que nunca ibas a pedírmelo, anda ven conmigo que tengo el coche cerquita.

Salimos del bar, pero ahora me sentía un poco más aliviado, la presión estaba cediendo dentro de mi, sentía que me liberaba. Los nervios del estómago aumentaron, pero ahora estaba más aliviado. Llegamos al coche casi sin hablar y abrió la puerta para que yo entrara. Arrancó el coche y salio rápidamente hacia su casa, no tardó en llegar, solo doblar dos esquinas y luego a 500 metros en la avenida principal, entró al garaje y llegamos a su plaza de aparcamiento.

  • Este sitio es un poco oscuro, ¿no crees cariño? Dijo Ramón mientras apagó su vehículo y me miraba sonriendo.
  • Sí, a lo mejor unas luces no venían mal.
  • No me jodas cari, no estropees esto con luces, si he parado aquí es para estar solos tu y yo. Mientras me dijo esto se me acercó hasta que sus labios tocaron a los míos y tímidamente le di un beso.

El me sujetó la cabeza con su mano y abría la boca para sacar la lengua y deslizarla sobre la mía. Aquello me encantaba, su lengua tibia iba de un lado a otro y de arriba a abajo, se metía en mi boca entrando y saliendo cada vez más hondo. Con su otra mano empezó a tocarme la entrepierna y me desabrochó el pantalón. Metió la mano en mis calzoncillos y sacó mi polla.

  • Caray Jose, estas cosas sabes que me vuelven loco, ¡ahora no podré resistirme! Ufff.

Mi polla estaba chorreando de lo cachondo que estaba, me tocó la punta y recogió con sus dedos aquel líquido viscoso mientras me magreaba con su lengua y acercó su mano a mi boca.

  • Ahora vas a comer todo, mira como te gusta comer...- Metió sus dedos impregnados de mi líquido en mi boca y yo sujeté su mano y se los cuchapa como si fuera una polla. Creo que ahora había llegado al momento más cachondo de mi vida.

  • Tranquilo, que vamos a seguir arriba, porque veo que estas acelerando.

Salimos del coche, y fuimos a buscar el ascensor, en cuanto entramos yo pensé en tantas escenas de sexo con un ascensor de protagonista, sería posible hacer mamadas, incluso follar allí mismo, me estaba poniendo enfermo. El ascensor llegó en menos de lo que yo me imaginaba, íbamos al piso de Ramón que era un primero. Entramos en su casa, estaba fresquita y oscura.

  • Así es como a mi me gusta, la casa fresca en el tiempo bueno, para poder relajarnos mejor - Dijo Ramón, tratando de romper el hielo.

Me agarró de la mano y me llevó a su cuarto. En este momento me sentí una puta, me sentí su puta, que me llevaba a su casa y ahora tenía que hacerle un montón de cosas sucias, cosas que a mi me encantaban. Llegamos a la cama y Ramón me abrazó mientras me morreaba igual que en el coche, esta vez con más énfasis, dejó mi boca seca y siguió por el cuello, me quitó el polo y empezó a bajar. Llegó a los pezones y le dio un homenaje, a mi me gustaba. Me desabroché el pantalón y me bajé todo hasta los pies, quitándome las deportivas y sacando el pantalón de las piernas.

  • Mmmm así me gusta que vayas al grano, ahora sabemos lo que queremos - Dijo Ramón.

Le desabroché el pantalón y le quité todo de cintura para abajo, solamente se quedó con la camisa puesta. Se sentó en la cama y me dijo:

  • Cari ponte de rodillas, que vas a chupar lo que más te gusta.

Me puse de rodillas y vi delante de mi cara aquella polla de 19 centímetros, un poquito gorda, no me pude resistir más, sin tocarla con la mano empecé a acariciarla con la lengua y a jugar. El la movía con la inercia de la erección y yo salía a su encuentro con la lengua, era una persecución en la que yo debía de acertar para llevarme el premio.

  • Espera nene, vamos a tener una sesión de sexo seguro que no me van las sorpresas - Ramón sacó un condón del cajón de su mesilla y se lo puso.
  • Mmmmm - Un murmuro de placer que salió de mi boca, a ver esos 19 de pura polla erecta, bajo el presevativo.
  • Se cuanto te gusta - dijo Ramón - Por eso me vas a tener que convencer de por qué hoy he tenido que quedar contigo, ¿cómo piensas convencerme?
  • Haré lo que digas.
  • ¿Seguro que harás todo lo que yo quiera?
  • Estoy deseando, empieza a darme órdenes, quiero ser tu puta.
  • Sí, además eres muy zorrita.

Ramón extendió la mano hasta mi polla, aunque estaba de rodillas la alcanzó, recogió líquido de mi punta y se lo puso en su polla a modo de lubricante.

  • ¡Come! - Gritó dándome la orden de lo que estaba deseando. Empecé a comerla despacio metiéndome su punta en la boca.

  • Mmmmm.

  • Mmmmm.
  • Oh sí.

Seguía chupando, ahora arriba y abajo mientras le tocaba con mi mano derecha los huevos, cogiéndolos por debajo. El no se movía, pero yo cada vez daba a la cabeza más fuerte, estaba muy cachondo, su glande llegaba hasta mis anginas, y tenía que abrir mucho la boca. Saqué la polla para respirar y un montón de saliva quedó atrapada entre su miembro y mi lengua, como una tela de araña.

  • JJJssss chup! - Le escupí a su polla toda aquella saliva, y seguí chupando como una zorra. Mientras tanto me pasé la mano izquierda por la boca y escupí en mis dedos para ir tocándome el culo, necesitaba sentirme más puta de lo que era. Estuvimos en esa posición un buen rato.

  • Ramón, que buen macho eres - Dije esas palabras orgulloso de lo que estaba haciendo.

Ramón se levantó y me dijo:

  • De rodillas en la cama zorra! Ponte a cuatro patas, que eso os gusta mucho a los nenecitos buenos - Ramón se colocó detrás y pensé que iba a penetrarme, pero no fue así. Sentí como su lengua acariciaba mi culo.
  • Tienes un culito muy goloso y tragón, este es mi culito - Daba mordisquitos y metía la lengua fuertemente. Se ayudó con un dedo, dijo que así se dilataba mejor, que le gustaba un culito dilatadito y bien rojito.
  • Mmmmmmmmm.
  • Mmmmmmmmmmmmmmmm.
  • Aaannnnnnnnnnnniiiiinnnnsssss... - Me moría del gusto.
    • Sigue así, sigue ooooooooonnnnnnnnnssss... Este es tu culito, es tuyo, haz lo que quieras con el.

Entonces me puso boca arriba y me dio la vuelta, poniendo mi cabeza hacia su polla. Colocó mi cabeza fuera de la cama, entre sus piernas que se encontraba de pie y tiró de mis piernas hacia arriba y en su dirección. Aquella era una postura muy interesante, muy guarra. Sujetándome por mis muslos, se agachó hacia mi colocando sus brazos alrededor de mis piernas mientras yo las abría todo lo que podía y su polla quedaba al lado de mi cara. Me metió la polla en la boca y el empezó a comerme el culo con mucho ímpetu.

  • Mmmmmmmmmmmmmmm. Así se folla la boca de un nenecito - Me decía mientras hacíamos aquel sensual 69.

Yo no podía mas, estaba sin aire, mi culo abierto de par en par, por mi cara chorreaba saliva y su polla necesitaba más cariño que nunca.

  • Ahora vas a cabalgar como una amazona. Vas a cabalgar y a cruzar las tierras medias ¡puta!
  • Si mi macho - dije mientras el se tumbó boca arriba.

Me quedé de espaldas a Ramón, y puse mis pies en sus rodillas y mis manos en su pecho. Fui bajando mi cadera hasta que mi culo notaba ya la punta de su polla. Mi fuego manaba desde dentro de mi cuerpo, me volvía loco aquello. Bajé despacio mientras entraba aquella hermosura en mi culo, el gusto me hacía enloquecer.

  • Mmmmmmmmmmmmmmm.
  • Mmmmm. Aaaaaaaaaaaaaaaannnnnnnnnnnnnnssssssss. Aaaggggggg - Solo salían palabras de placer al abrir tanto mi boca. Mi cara era una cara de puta cachonda que solo quería una polla en su culo. Empecé a cabalgar arriba y abajo, arriba y abajo.
  • Siiiiiii - decía Ramón desde abajo, - ¡cabalga zorra, cabalga! ¿Quién es mi putita?
  • Yo soy tu puta, yo soy tu puta... - Seguía metiendo y sacando, mientras mi polla y mis huevos rebotaban de arriba a abajo como locos. Parecía una campana. El liquido de mi polla seguía derramándose y dejaba un hilo que llegaba hasta los huevos de Ramón. Nos unía el vicio del sexo.
  • Mmmmmmmmm.
  • Oooooggggggggggggggsssss
  • Aññññññññññññññññññññññññiiiiiiiiñññnnnns.
  • Aaaahhhhhh!!
  • Ahora mi nene, levántate y échate boca arriba que quiero verte, a ver que cara pones de placer - me dijo Ramón, después de estar botando en su polla durante un buen rato.
  • Ahora viene mi turno - dijo mientras me levantaba las piernas y las separaba. Se colocó su polla delante de mi culo.
  • ¿Estás preparado?
  • Si, dije deseando recibirlo.
  • Tomaaa, y tomaaaaa, mmmmmmmmmmmmmmm, mmmmmmmmmm - Empezó a meter y sacar de lleno toda su polla. Notaba aquellos 19 como entraban conquistando mi ano profundamente y como salían por completo para luego volver a entrar.
  • No pares, no pares mi macho.
  • Mmmmmmmmmmmm.
  • Aaannnnnnnnnnnnnnsssssss.
  • Ñññññññññññññññññññññaaannnnnnnnnsssssss.
  • Ooouuuuuggggggggggggggg.
  • Mmmmmmm. ¡Fóllame!

Empezó a follarme muy duro, aunque mi culo estaba entrenado con consoladores, por eso me daba mucho placer. Notaba como sus huevos, en cada embestida, rebotaban con mis gluteos mientras sonaban. * Tas. * Tas. * Tas. * Mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm - Me mordía los labios, no podía más, me agarré la polla y empecé a cascármela. Ramón aumentó el ritmo. * Mmmmmmm. * Aaaaaaaaaanssssss, ¡zorra! ¿quén es mi zorra? * Yo soy tu zorra.

Los dos estábamos a punto de corrernos, hasta que noté como mi lefa empezó a correr a lo largo de mi polla, mientras Ramón daba sus últimas embestidas, gritándome guarradas y llamándome puta folladora. Se corrió dentro de mi culo y yo me corrí encima de mi, todavía me quedó vicio para coger algo de mi propio semen y llevármelo a la boca, mezclándolo con saliva y escupiendo mientras sacaba la lengua. Ramón me gritaba, ¡puta, zorra, depravada!... Cuando sacó su polla de mi culo no lo sentía. Me había quedado dormido de tanto placer, había tenido la follada de mi vida, me había sentido muy puta y mis sueños de esa noche se habían cumplido. Ramón encendió un cigarro y mientras se quitaba el condón lleno de lefa, que le escurría entre los dedos, yo me tocaba el culo abierto y con restos del líquido de mi polla que había llegado hasta ahí mientras cabalgaba, me dijo: * Por cierto, acabamos de estrenar el colchón, era nuevo y lo acababa de poner antes de irme, espero que lo podamos utilizar más veces cari. Y se dirigió a mi y me dio un muerdo en la boca.