El Cocinero de Placeres Ocultos

¿Que placeres ocultos esconde un Chef cuya lujuria se esconde tras un adolescente?

Cocinero de Placeres Ocultos

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El Chef Carmona había logrado poner su pequeño restaurante, en una zona bien del Distrito Federal en México, en cuanto salió de la cárcel. Sí, lo habían acusado de violar su vecino y pesar de las defensas del abogado el Chef Carmona no tuvo más que aceptar que "ese perfecto ejemplar de hombre se lo había merecido por estar tan rico." Entonces el juez, aprovechando las leyes mal hechas en México y un jugoso soborno, lo sentenció a dos años en la cárcel. Afortunadamente el caso sólo quedó en un pequeño artículo en el periódico y en cuanto el Chef Carmona salió de la cárcel no se le hizo difícil conseguir inversionistas para su restaurante.

Pero su enfermedad sexual no había desaparecido, de hecho había aumentado a un grado inimaginable. Su mente estaba llena de morbo y lujuria, pero teniendo una reputación que cuidar lo ocultaba masturbándose en secreto llenando a veces de semen los platillos.

Suena enfermo pensar que un hombre, aparentemente maduro, de buen cuerpo por haber entrenado en la cárcel, de mirada dulce, calvo y barba de candado; pueda darle a una buena familia extraños platillos con su semen. Así se llevaron las cosas en este restaurante y debido al extraño sabor de los excéntricos platillos el establecimiento fue ganando prestigio entre las revistas gastrónomicas de todo el país.

No es el propósito de mi relato desacreditar al famoso restaurante, sino contar mi historia tal y como pasó. Mi versión de la verdad.

Mi papá consiguió una reservación para cenar en el lujoso restaurante, la ocasión sería celebrar mi cumpleaños número dieciocho. Poco sabía que recordaría ese día para siempre.

Llegamos al restaurante mis padres y yo (siendo hijo único) y en la entrada estaba el Chef Carmona para recibirnos.

"Donde quiere el nene que lo sentemos"-dijo el Chef burlándose de mí

"No es ningún nene, de hecho hoy cumple dieciocho años." – contestó mi padre

El Chef soltó una carcajada y mis padres le siguieron; yo, la verdad, no encontré nada gracioso.

"Bueno, muchachote, elige la mesa en que quieras sentarte" – volvió a tomar la palabra el Chef.

"Realmente no me importa. La que sea está bien." –contesté yo.

"Elige una, vamos" – insistió el Chef

"Sí, elige la que quieras" –añadió mi madre

Viendo que no tenía otra opción escogí una mesa que se encontraba en el otro extremo del restaurante. El Chef nos acompaño hasta la mesa prometiendo que él mismo cocinaría nuestros platillos (evidentemente en esos momentos no sabía como cocinaba sus platillos).

El Chef desapareció y yo me levanté de la mesa para ir al baño y lavarme las manos. Ahí fue cuando podría decirse que todo empezó porque junto al baño de hombres estaba la puerta de la cocina y pude oír claramente como el Chef peleando con unos de sus cocineros.

"Te juro que a ese puto me lo voy a coger hoy"

"¿Apostamos?" –contestó el cocinero

"Apostamos" – confirmó el Chef Carmona

Supe en ese momento que se referían a mí, pero no supe no como reaccionar ni que pensar. Sólo me lave las manos y regresé a la mesa.

En la mesa mis padres ya estaban eligiendo sus platos en el menú y el Chef en persona se acercó a tomarnos la orden. Él no sabía que yo sabía que me quería coger, pero por la forma en que lo estuve evitando probablemente sospechó algo.

Para resumir un poco las cosas y no alargarme mucho diré que después del primer plato tuve que ir al baño otra vez. Aquí fue donde todo empezó. En el baño ya me esperaba el Chef Carmona, escondido tras la puerta, y en cuatro entré cerró la puerta tras de sí usando su llave. Ahora estábamos encerrados, estaba a su merced y él estaba excitado de verme. Estaba muy asustado porque yo no sabía que era tener sexo con otro hombre, pero eso pronto se arreglaría.

"Te voy a coger, putito" –dijo el Chef a modo de presentación a nuestro encuentro sexual

"Creo que usted me está confundiendo, yo no soy de esos." –contesté, pero pareció hacerlo enojar.

El Chef, entonces, se acercó a mí tomando de los brazos y dándome un beso muy forzado. Intentaba luchar para separarme de él y huir, pero él era demasiado fuerte para mí.

"Desnúdate" –me ordenó, pero evidentemente no lo obedecí; no quería hacerlo.

"Obedéceme" – gritó abalanzándose sobre mí arrancándome toda la ropa. Yo, en mi vergüenza me tapé los huevos con las manos.

El Chef se desnudó lentamente quedando en mi estado de desnudez solo que el no se cubrió, parecía que disfrutaba estar desnudo frente a otro hombre.

Después aquel macho me tomó del pelo y me aventó hacia el piso ordenándome que besara sus pies; yo nerviosamente lo obedecí para evitar algún problema.

El macho me volvió a tomar del pelo y me acercó a su pene, obligándome a engullirlo. No puedo evitar decir que me dio mucho asco por lo que no hice nada más.

"¿Estás muerto o qué? Mámalo bien." –me decía para humillarme.

Yo quería decirle que no sabía mamar, pero me guardé las palabras porque no quería hacerlo enojar más; parecía estarse volviendo loco.

El Chef empezó a hacer un movimiento de vaivén con su pelvis de manera que su pene entraba y salí de mi boca dandome poco tiempo para respirar con tan bestial embestida.

Después de algunos minutos mi boca ya me dolía y fue entonces cuando recibí una descarga del semen tibio del Chef llenando mi boca. El asco que me dio todo esto me hizo correr a un escusado y vomitar. Nunca me había sentido tan mal en mi vida.

En cuanto salí de ahí el Chef Carmona ya me esperaba, con un condón en la mano.

"Ponme el Condón" –ordenó y lo obedecí.

Me cargó y me puso sobre el lavabo. Mis nalgas sintieron el frío del mosaico. Entonces aquel macho levanto mis piernas colocándolas sobre sus hombros.

"Llegó el momento de que seas mío" –dijo mientras me metía uno de sus dedos con saliva, dos dedos con saliva y por último tres dedos. Cuando los sacó sentí un vacío en mi interior que tenía ganas de ser llenado de nuevo y lo fue en cuanto el Chef empezó a empujar su pene a través de mi culo. El dolor era demasiado pero mezclado con este llegó una especie de placer indescriptible. Los dos gemimos, unidos no sólo en un acto sexual sino en un acto de amor, por lo menos de mi parte. Nunca había estado con un hombre, pero al ver como podía darme tanto placer me empezó a gustar lo que veía.

Probablemente el cúlmen de todo esto no fue cuando mis entrañas se llenaron de chorros de su semen, o cuando terminando eso se la mame otra vez tragando ahora todo su contenido. El cúlmen fue cuando nos besamos de nuevo, pero esta vez los dos concientes de lo que hacíamos. Nos amábamos. Sus manos se deslizaban por todo mi cuerpo. Sus músculos sudaban al chocar contra mi cuerpo. Me en ese momento cuando me reveló el secreto de sus platillos.

Regresé a la mesa, sin que mis padres sospecharan algo, a saborear mi carne en salsa de semen de macho y más tarde mi helado de vainilla y semen. Todo estaba delicioso, y más por saber de donde venía.

Como a mis padres no les gustó la comida (no los culpo) nunca regresé a ese restaurante, sin embargo me escapé de mi casa para vivir en la casa del Chef Carmona. Él me pago las clases de cocina y me volví su chef principal.

Para finalizar mi larga y tediosa historia de amor, una inspección de sanidad descubrió el ingrediente secreto de los platillos y fuimos a parar a la cárcel donde aún podemos coger como muestra de nuestro amor.