El Cobertizo

El conductor a toda prisa y el lider dirigiendo. Los otros dos conmigo detrás. Un pequeño cobertizo era lo único que había

La noche no era especialemente fría a pesar de ser finales de marzo y la brisa del mar soplaba constante hacia la ciudad. Había luna llena y la terraza de la sala de fiestas estaba iluminada ténuemente por su luz. Yo estaba apoyada en la barandilla mirando hacia el pequeño puerto deportivo. Había bebido más de la cuenta y decidí tomar un poco el aire.

La celebración de la despedida de soltera de mi hermana estaba siendo todo un éxito. En pocos días se casaría con Roberto, un chico no mal parecido y con una brillante carrera profesional a pesar de su no dilatada experiencia. Sin embargo había abusado un poco del cava y mezclado con el ambiente de humo y ruido de la sala habían hecho que me marease. Cuando mi cabeza dejó de dar vueltas miré de nuevo hacia la puerta acristalada del establecimiento y me decidí a entrar.

Mi hermana estaba tonteando con un grupo de chicos de esos que piensan que un grupo de chicas de despedida son presa fácil. Sus amigas hacian lo mismo pero yo no me encontraba demasiado bien. Me dirigi al baño aun un poco confusa y provoqué el enfado de algunas chicas que estaban allí al colarme sin reparos. Necesitaba echarme agua fresca por la nuca y así lo hice. Regresé de nuevo donde estaba mi hermana y cogí el bolso. Me acerqué a ella y le dije:

  • Cariño, me voy, no me encuentro demasiado bien.

  • Espera que te acompaño a coger un taxi-contesto exáminando mi estado.

  • No, no -respondí-, quédate, es tu despedida y me iré andando a casa a ver si me despejo.

No muy convencida ella también cogió su bolso dispuesta a acompañarme, pero uno de los chicos la tomó del brazo y le dijo algo al oido mientras su mano acariciaba su cintura. Me escabullí en ese momento y saqué la ficha de guardarropía. Recogí mi abrigo y me lo eché sobre los hombros.

Era tarde y al salir del local y comenzar a andar hacia mi casa el frio se hizo más intenso. El vestido que llevaba era escueto por describirlo de alguna manera. De un azul intenso y con los hombros al descuebierto no me reconfortaba demasiado. Me refugié más aún en mi abrigo pero el frio se colaba a pesar de ello por debajo y el aire comenzó a ser más intenso haciendo que lo notara a través de las medias. Sin embargo sabía que meterme en un taxi con calefacción sería una mala idea, sobre todo para el chófer que me recogiera y no quería pasar la vergüenza de vomitar en el vehículo.

Seguí caminando con el sonido de mis tacones como único acompañante. Doblé la esquina de la calle principal hacia mi barrio, pero si tomaba la avenida tardaría demasiado y casi comenzaba a temblar. Estuve tentada de llamar a mi chico, incluso acaricié el móvil por un instante, pero no eran horas. Algún coche de vez en cuando pasaba a toda velocidad a mi lado. Me detuve en un semáforo para cruzar la calle y acortar el trayecto callejeando. Miré a ambos lados y un coche se detuvo justo cuando debia cruzar yo. Las luces de los faros me impedían ver el interior pero tampoco tenía interés en quien ocupaba el coche. El sonido de una ventanilla eléctrica rompió el silencio y se escuchó una voz:

  • ¿Dónde vas tan solita? - unas carcajadas siguieron al comentario desde el interior del coche.

Apenas si giré la mirada hacia el coche y seguí caminando sin más. Las risas se intensificaron y el coche arrancó saliendo del semáforo a toda prisa. Alcance a oir mientras se alejaba un grito:

  • ¡Puta, más que puta! - y más risas.

No le di demasiada importancia y la verdad el aire fresco me estaba despejando. El paseo había sido una buena idea después de todo. Estaba aún a unos 20 minutos de casa y ya pensaba en desmaquillarme, hacer un pis y ponerme mi pijama de invierno y dormir hasta la hora de comer.

Tomé la siguiente calle a la izquierda zigzageando hacia mi casa cuando un coche encendió sus luces. Instintivamente me pegué a la pared y llevé la mano a mi pecho por el susto. Imaginé que sería algún chico que había acompañado a su novia a casa y se iba a ahora a la suya. Me separé un poco del vehículo al pasar a su lado por discreción y la ventanilla se bajó de nuevo.

  • ¿Por qué no me contestaste antes, putita? -la voz era la del mismo tio del semáforo.

-¿Có... cómo? -dije mirando hacia el coche al tiempo que sentía mi corazón salirse del pecho. Apreté el paso mirando hacia atrás.

  • Eso mismo, que eres una puta maleducada - la voz sonó más fuerte al tiempo que la puerta se abría y una pierna asomó. Se estaba bajando del coche.

Un terrible pensamiento se apoderó de mi y mi primer instinto fue el de echar a correr. Miré por encima de mi hombro y solo la silueta del tio saliendo del coche me hizo comenzar mi carrera. No llegué muy lejos. Aprovechándo la oscuridad del siguiente portal un rudo abrazo se apoderó de mi cuerpo cortando mi huida.

  • Shhhhh, ni una palabra, puta o te matamos aquí mismo ¿entendido? -la voz era tan calmada como amenazadora. Me tenía fuertemente rodeada por la cintura y el sonido de la puerta del coche cerrándose me indicó que el otro también venía. Otra puerta, otra más... por Dios cuantos son... mis pensamientos se agolpaban en mi cabeza mientras estaba realmente aterrorizada.

El tio que conducía el coche se acercó y le dió una palmada al que me sujetaba en el hombro: -"Te dije que trataría de huir la muy puta".

Mis ojos se clavaron en los de él tratando de ver su cara, pero la luz de la farola estaba justo tras su cogote y me deslumbraba. Unos instantes después otros dos tios, se pusieron a su lado: -"Joder, parece que está buena la cabrona". Risas.

El terror se mezclaba con la humillación de sus palabras mientras los fuertes brazos de quien me sujetaba me impedían moverme. El que parecía mandar la jauría se giró y habló en un susurro con uno de los otros dos. Asintío y se fue hacia el coche, lo arrancó y dando marcha atrás lo puso a nuestra altuta: -"Metedla dentro, vamos a enseñarle modales a esta zorra".

Se me vino el mundo abajo. Patalee, gruñí y me llevé un guantazo seguido de una advertencia: -"Portate bien o no lo contarás".

Me metieron en el coche y salió con un chirrido de su aparcamiento. El conductor a toda prisa y el lider dirigiendo. Los otros dos conmigo detrás. El copilto miró hacia atras y se dibujó una sonrisa cruel en su rostro. Pronto llegamos a una zona descampada que no pude identificar. Se bajaron del coche y me obligaron a hacer lo mismo. Un pequeño cobertizo era lo único que había. A empujone me llevaron hasta él y con un crujido sordo se abrió la puerta.

-Desnudadla chicos, veamos si está tan buena como parece esta zorra.

-¡Dejadme! -sollocé tratando de que me dejaran. Se rieron de mi.

-Por maleducada vas a saber lo que es bueno, so puta- más risas.

-No... por... por favor, dejadme.

El más bruto tiro de mi abrigo que casi me arraca los brazos al salir de mi cuerpo. Me tapé como pude tratando de bajar la falda de mi vestido con una mano mientras la otra tapaba mis pechos por encima de la tela.

-Joder, hermano, si que está buena la puta esta -dijo uno mientras daba un codazo al que estaba a su lado.

-Seguro que nos lo vamos a pasar de la ostia con ella.

Me sentía humillada al ver como me miraban. Como a un trozo de carne sin sentimientos. Como un objeto y poco más. Lloraba desesperada mientras me apoyaba contra la pared como para protegerme. Sin mediar más palabra uno se abalanzo sobre mi y comenzó a sobarme sin más. Otros dos me obligaron a apartar mis manos dejándome expuesta a merced del lider. Me besuqueo y su saliva recorría mi rostro, mi cuello. Estaba asqueada, temblorosa y terriblemente asustada: -"Menuda guarra, el vestido que lleva es de putón barato que busca guerra". Me miró a los ojos mientras decia eso y su mano se colaba entre mis muslos. Los apreté pero no pareció importarle. Forzó su mano hasta mis braguitas y las arrancó de un tiron junto con las medias que se desgarraron como papel entre sus dedos.

Entre los otros me desposeyeron del vestido sin demasiado cuidado sacandolo con rudeza por mi cabeza y el sujetador fue poco menos que arranacado de mis pechos. Por unos momentos solo observaron a su presa, como los perros miran a su hembra antes de ensartarla. Me empujaron contra un mugriento colchon con un terrible olor a orin sino algo peor. Me miraban con codicia.

-Ahora nos la vas a mamar como una buena puta y por tu bien no hagas nada que no debes... -el más lanzado ya estaba masajeando su polla delante de mi cara.

-No, por favor, no.... -mis lágrimas corrían por mi cara hasta mis labios.

-¡Que abras la boca, perra! -otro bofetón cruzó mi cara.

No dije más y obedecí. Nada más abrir mi boca una estocada se abrió camino hasta mi garganta. Estuve a punto de vomitar. Sus manos me sujetaban la cabeza con fuerza contra esa polla que palpitaba en mi boca. Ya no había risas. Solo jadeos mientras se me pasaban de uno a otro empalándome la garganta. Uno no aguantó demasiado y se corrió abundantemente en mi boca sin dejar que su polla saliera. No tuve más remedio que tragar su semen entre arcadas.

-Dios, que buena puta es -dijo mientras se sacudía la polla en mi cara escurriéndose las últimas gotas.

-Ahora vamos a probar el resto, tios.

Eso me asustó aun más si cabe. Por un momento pensé que se limitarían a correrse en mi boca y se irían. Ahora comprendí que no y echa un ovillo me arrinconé en una esquina.

-Ponedla ahi -señaló el lider hacia el colchón mientras la otra mano mantenía su polla erecta.

-Si, eso, eso, vamos a follarnos a esta puta de mierda.

-A esta se le van a quitar las ganas de ser una nenita maleducada...

Yo ya ni hablaba, era como si no estuviese en mi cuerpo. Me pusieron sobre el vomitivo colchón y me obligaron a abrir las piernas. El lider, se colocó entre ellas y palpó mi sexo: -"Joder, me va a costar, no se ha mojado la muy puta...". Escupió en su mano y la pasó sin cuidado sobre mi coño. Luego hizo lo mismo con su polla y la colocó en mi entrada. De un solo golpe me la clavó para euforia de sus compañeros. Le tuvo que doler, pero seguro que ni la décima parte de lo que me dolió a mi. Fue como un hierro candente penetrando en mi cuerpo. Comezó a jadear y su bombeo era intenso, cada vez más, como cada vez más intenso era mi dolor.

No podía decir nada, solo sollozaba fuera de mi, humillada, bejada por esos cuatro hombres. "Ya se está mojando la zorra..." dijo con orgullo el que me violaba sin piedad "acabarosla vosotros". Salió de mi sexo y dejó paso a otro de sus secuaces que me penetró con la misma violencia. No paró de empujar como un animal hasta que dejando su polla quieta sentí como su semen golpeba contra mi utero. Me asusté realmente más aún si cabe. No tomaba nada de contracepción y lo único que pensaba es que esos cabrones podrían dejarme embarazada. Eso me hizo reaccionar y traté de luchar para que el siguiente no pudiera poseerme. En vano. Otra polla me invadió a pesar de mi resitencia, lo que pareció excitar más a mi violador que no tardo en venirse también dentro de mi coño. Lloraba desconsolada.

-Parece que le está gustando a la muy puta, mirad como se retorcia...- de nuevo las humillantes risas se clavaban en mi cerebro.

-Pues esto no le va a gustar, os lo juro -con un gesto indicó a los demas que me levantaran las piernas más y escupió en mi culo, me lo cubrió bien de saliva y empujó un par de dedos dentro sin ningún cuidado. Parecía que me iba a reventar pero eso no era nada aún. Sin tiempo para nada colocó su polla en la entrada de mi ano.

-Por lo estrechito que lo tienes no creo que te lo hayan follado nunca, perra - susurro mientras seguia jugando con su polla en mi culo. Tenía razón.

Me clavó más de media polla de un solo golpe y sentí como si me partiera por la mitad. El resto entró más despacio pero sin pausa. Notaba mi culo arder y algo liquido que salia de el, pensé que se mi captor se había corrido pero seguía bombeando si piedad haciendome el mayor daño que jamás habia sufrido antes.

Al poco rato senti su leche invadirme sin entender que era ese otro calor que sentía entre mis muslos. Se levantaron y unos dijo "Creo que hay que limpiar a esta zorra... pero antes ya sabes". Le dio algo a otro de ellos y el tio salio por la puerta. Poco me importaba ya el olor de la estancia, estaba en posicion fetal en el colchon sin parar de llorar.

De nuevo entro el que se habia ido y trajo unas cuerdas. Me ataron con la libertad justa para moverme pero sin posiblidad de alcanzar la puerta. Tampoco eso me importaba ya. Me deje hacer mientras asentían unos a otros con sus pollas aun sin guardar. Se pusieron rdeandome y comenzaron a orinarse sobre mi. De ahi el olor del colchón. Yo, desde luego, no debía ser la primera en sufrir su maldad. Se sacudieron sobre mi inerte cuerpo y salieron. El ruido del coche indicaba que se habian largado. No podia moverme y permanecí seminconsciente no se cuanto tiempo. Al despertar toque mi entrepierna dolorida. El semen reseco de mis violadores estaba pegado a mi piel y la sangre de mi culo junto a el. Me dolía. Todo. Mi interior y mi piel. Mi alma. Solo pude llorar mientra de nuevo el sonido de un motor se acercaba.

La puerta se abrió: "¿Ves? te dije que esa puta era de calidad, amigo". Un golpe secó seguido de la oscuridad. De nuevo y sin remedió lloré.

Continuará...