El Club (y II)
Los dos mirones poco agraciados estaban en unos sofás en la parte inmediata posterior a la barra, sin quitarle ojo, claro, con aquella toalla que apenas cubría entre su pecho y su pubis montada en sus tacones que le hacían unas piernas de infarto, era como para no perderle ojo.
2ª Parte
(para mejor comprensión ver la primera parte)
Pidió la segunda copa, mientras observaba de nuevo el panorama. Tras la primera batalla, nº1 se había instalado en uno de los córneres de la barra y murmuraba con sus compañeros, ella supuso que por sus fugaces miradas era el centro de la conversación. La chica de generoso pecho, casi como ella, pero más turgente, había desaparecido, la supuso ya fuera del club. Los dos mirones poco agraciados estaban en unos sofás en la parte inmediata posterior a la barra, sin quitarle ojo, claro con aquella toalla que apenas cubría entre su pecho y su pubis montada en sus tacones que le hacían unas piernas de infarto, era como para no perderle ojo. Además no era demasiado larga por lo que si se movía lo más mínimo enseñaba su pubis sin recato. Y como para demostrarlo, y encelar más al personal hizo de nuevo el ritual de subirse al taburete, regalando esa imagen de sus piernas culminadas en su parte alta por ese recortado sexo que seguía enviándole punzadas de placer. Siguiendo con el recuento la pareja seguía a su rollo, pero ahora se les oía hablar, aquellos no parecía que tuviesen mucha voluntad de interactuar con los demás. Se ve que eran de los de ir a los suyo sin más. Nº2 y nº3, estaban recogiendo sus cosas del vestuario, se ve que no daban para más. Y su pareja había encontrado conversación con la que parecía relaciones públicas, y estaban riéndose en el extremo más cercano a la puerta de salida. Dado el porte de él, que se había quedado también sólo con los pantalones y quitado la camisa, luciendo torso, ella supuso que las intenciones ya que no había nadie más del sexo femenino a la vista, eran de cacería.
Nº1 se acercó con su mejor sonrisa.
- Has estado fantástica, muchas gracias por este magnífico rato.
- El placer ha sido mutuo – respondió ella, mientras agradecía ese gesto que situaba a su ocasional amante en la categoría de “educados”.
- Si deseas cualquier otra cosa o repetir, aquí me tienes a tu disposición, y mis amigos también estarían encantados de acompañarte.
- De momento voy a tomarme esta copa, el resto…déjalo que vaya llegando, gracias
Era obvio que siendo la única mujer del ambiente no trabajadora del local, podría disfrutar de lo que quisiera, otra cosa es que quisiera.
Pasados unos momentos en los que se despistó viendo una de las pantallas de televisión en la que estaban poniendo un video y viendo que el ardor no se le pasaba, miró de nuevo alrededor. Entonces echó en falta a su pareja…y a la chica que hablaba con él. Un pequeño resquemor celoso le subió a las mejillas, y se movió para bajarse del taburete e ir a buscarlo si es que se había metido en la zona oscura.
En ese movimiento apresurado la toalla se le movió y se soltó el pequeño pliegue que la sujetaba en el pecho. Por muy rápida que quiso ser en sujetarla más rápida fue la toalla en desprenderse de su cuerpo, así es que al poner los dos pies en el suelo ya tenía la toalla solo sujeta por una mano y a la altura de las rodillas dejando ver su espléndido y mórbido cuerpo a toda la concurrencia.
Como pudo se recompuso, y se la volvió a anudar. Mientras iba camino de la parte que daba entrada a la zona oscura, flanqueada por los dos barriguitas poco agraciados. Estos se abrieron un poco para dejarla pasar. Pero en cuanto que estuvo dentro de la oscuridad sintió dos manos en los glúteos apretando con ganas. Se zafó de aquellas manos callosas, poco delicadas y con paso algo ligero se metió en el pasillo principal. Tras mirar en dos habitaciones, y no encontrar a su pareja, pasó por lo que parecía como una sala algo más amplia con cortinas y bastante más oscura, allí no se veía nada, pero creyó intuir dos sombras bailando. Se metió con algo de reparo, con los brazos un poco adelantados porque no quería tropezarse con nadie.
Los ojos no se le acostumbraban a tanta oscuridad. Y sintió una ráfaga de aire frío en los pezones. ¡Le habían arrancado la toalla de un tirón!.
Iba a protestar cuando sintió en su culo como se apoyaba una descomunal verga y también le rozaba la parte baja de la espalda un trozo de barriga.
Intuyó que era alguno de los barriguitas, y cuando iba a volverse para decirle algo, sintió como dos manazas, quizás las mismas de hacía un momento, se aferraron a sus pechos como si no hubiese un mañana. Y el aliento del compañero del barriguita1, le susurró en el oído con una voz gutural que le hizo sentir escalofríos:
- No te apures mamita, que te vamos a regalar polla de hombres.
Quizás no era lo que buscaba, pero esa voz…, esas manos ásperas rozándole los pezones, y esa verga imperial buscando ya acomodo desde atrás la decidieron a dejarse hacer. Además si era su pareja la que intuyó en la sala, iba a ver, o al menos a oír, cómo se las gastaba con dos zafios.
- Mucho estáis tardando, nenes. – les dijo de forma que la voz sonó por encima de la música ambiente.
Era la señal de salida. Sintió como B1 (barriguitas1), la cogía de la cintura con ansia, y trataba de arrimarle esa tranca desde atrás, con poca maña, pero sentía ya el golpeteo del prepucio inmenso a la entrada de la vagina que inmediatamente comenzó a lubricar por su cuenta. De frente B2 (barriguitas 2), se metía los pechos en la boca alternativamente dejando la saliva impregnándolos, y haciendo que con el frío del aire acondicionado se le pusiesen los pezones doloridos. Empezó además a morderlos con un arte especial, eran suaves mordiscos que no terminaban, y que la iban encendiendo aún más si eso era posible.
En dos minutos de escarceo, la situación se tranquilizó un poco. B1 se la arrimó un poco más y ella dio dos pasos cortos hacia atrás para terminar cayendo sentada en lo que parecía un taburete que estaba pegado a una pared. Pero claro su guía ya estaba sentado y preparado con la polla lista para ensartarla en su bajada. Y se sintió traspasada, aquel era un miembro no excesivamente largo, pero muy grueso, y pese a toda su preparación y flexibilidad sintió un dolor en su vagina que solo se apagó cuando el roce de la parte venosa del pene introducido empezó a rozar su pared vaginal frontal, donde los terminales de su punto g dieron la alerta de placer inmediato. A partir de ese momento ya no existió dolor alguno, tan solo pedía casi a gritos, moderados pero gritos:
- No la saques por favor, no la saques…
- No te preocupes mamita putita, aquí te voy a tener hasta que tú quieras.
B2 que estaba mientras palpando todo lo que se quedaba libre del acoso de su compañero, seguía arañándole los pechos con las manazas callosas, y liberado su pene, de menos consistencia que el de su compañero, se afanaba en hacérselo tragar. Cuando finalmente lo consiguió ella volvió a sentirse la más puta del mundo. Y le gustaba. Así es que se dejó llevar, y se fue corriendo suave al principio, y poco a poco, incrementando el vaivén de su cadera, hasta llegar a sujetar los hombros de B2, y zarandearlo mientras en el mejor estilo cowboy encontraba todo el placer bestial acumulado en su cuerpo y los jugos se le escapaban pese a tener su coño taponado por la verga de B1.
Esta vez sus amantes tampoco resistieron más de cinco minutos. El bamboleo del culo sobre el sentado, y esa boca que según su pareja podía ser un sumidero de placer, moviendo la lengua sin parar hicieron que B2 aferrado a sus tetas, se viniese sin remedio. Y como ella no quería tragar semen, dejó que se le corriera en todo el cuerpo. Mientras se restregaba el semen vertido, con una cara de viciosa que no desmerecía de la mejor película XXX, dio dos jalones con el culo a B1 y este también empezó a gritar entrecortadamente:
- Me corrooooo, me corroooooo….putaaaaaa.
Esa era ella, la puta del club, hoy. Señora en su casa, puta en donde la daba la gana. Capaz de dejar a la altura de una monja a la mejor actriz de cine x.
Desmadejados, b1 y b2, se sentaron en le banquito, mientras ella, de nuevo desnuda y solo con sus taconazos, volvía a la zona iluminada. Le intrigaba saber dónde se había metido su pareja, pero al llegar a la zona de la barra, donde pidió una nueva toalla, vio que estaba sentado en la barra hablando ahora con la camarera, que también parecía derretida con los ojos azules y la labia que se gastaba.
No se limpió el semen y aún lo sentía en sus muslos y en sus pechos. Y un poco despechada por ver la situación, hizo una señal a los tres amigos que seguían de cháchara en la esquina de la barra y se metió de nuevo hacia adentro.
Llegó a la zona del jacuzzi. La habitación olía a cloro, y estaba algo más iluminada. Se quitó la toalla, se descalzó, una pequeña ducha para limpiarse y se fue metiendo en el agua tibia, mientras se ponían en marcha los chorros de presión. Era una versión de Afrodita, pero en esta ocasión sumergiéndose en las aguas y no saliendo de ellas.
Los tres tenorios llegaron tras ella, y se fueron metiendo en el agua ocupando cada flanco libre de su cuerpo. Derecha, izquierda y centro. La espalda apoyada en el lateral del jacuzzi, era lo único no ocupado.
Querían ser amables y caballerosos, pero ella ya había tenido ración de caballerosidad y ahora lo que quería era encelar a su pareja, así es que elevó el tono de la voz por si la escuchaba:
- Sabemos a lo que hemos venido, ¿no?, pues nada, vamos a disfrutar que la vida es corta.
La sesión de magreo a la que fue sometida debió de desgastarle la piel algún milímetro, de tal forma que se sintió un poco agobiada y les dijo,
- Chicos, no creo que pueda admitir más penetraciones porque estoy un poco dolorida, pero me encantaría recibir vuestro semen en mi cuerpo, excepto la cara, por favor.
Asintieron los tres al unísono, y la sacaron del jacuzzi casi sin que se diera cuenta. En nueva sesión de magreo sin contención la secaron a fondo, excepto el coño que se mantenía jugoso, y la depositaron en una habitación cercana al jacuzzi con una cama redonda.
Allí mientras ella se sujetaba el pecho un poco para evitar que se le fuese hacia el lado, los tres se dispusieron a ejecutar un bukkake en toda regla.
Y mientras ella se masturbaba delante de tan entregada parroquia, uno tras otro, los tres fueron dóciles lecheros que la dejaron verdaderamente sin un centímetro de piel sin cubrir de copiosa y pastosa leche.
La dejaron a solas para que descansase de su último orgasmo obtenido de forma manual en los estertores de la última lechada. Quien iba a decir que aquellos caballeros tenían tales reservas. Absolutamente pringada de semen le costaba levantarse de la cama. Cuando lo consiguió le resbalaba por el cuerpo hacia las piernas. Se sentía plena, endiosada. Había conseguido que todos los tipos del club o casi todos se corrieran con ella y eso era un sentimiento de poder y de placer único.
Caminó descalza hasta la barra de nuevo, ya no podía más. Al llegar a la zona iluminada sus ojos no acertaban a creer lo que creía estar viendo, su pareja tenía tumbada a la camarera en una mesa con las piernas sobre sus hombros y ella con los ojos en blanco se aferraba a los glúteos escuetos y firmes de él, arrastrándolo hacia su coño. Ninguno le hizo caso.
Tratando de no molestar le pidió a la rr.pp. otra toalla y se marchó de nuevo hacia dentro en busca de la ducha. Dese luego no se puede decir que no se hubiese aprovechado la tarde.
Un timbrazo de gusto le llegó desde lo más profundo de su ser, cuando oyó mientras se metía en la ducha el grito de la chica alcanzando el orgasmo de forma estentórea.
Sí. Ese tipo de tardes había que repetirlas.