El club XVII - El torneo P2

Segunda parte del torneo de puercas más esperado. Conviene releer el primero para disfrutarlo al máximo.

En la categoría de mamadas participaban sesenta hembras. Tras la primera ronda, igual que ocurriera en anal, dos de ellas avanzarían hasta los octavos merced a la suerte. Eso significaba que, si mi rubia lograba la heroicidad y eliminaba a la presentadora, tal vez con un golpe de suerte se plantase en cobro y me proporcionase otros 6 mil euritos. Pero eso no eran más que castillos en el aire, y lo supe bien cuando vi a la buenorra de la presentadora empezar a comerse el rabo del juez. La muy zorra lo hacía de primera y de buena gana me habría sentado yo en aquella butaca a recibir placer de aquella boca. Además, estaba el hecho de ser conocida; eso y sus tetazas, a pesar de estar en la categoría de mamada, se lo ponían todavía más complicado a mi hembra.

Cuando le llegó el turno a mi jaca, el juez se puso en pie, frente a ella, y sin mediar palabra empezó a follarle la boca como un animal. Con ello se iba al traste todo lo que habíamos planeado para la mamada, algo parecido a lo ocurrido en anal el día anterior. Pero tras dos minutos clavándole la polla hasta la garganta, pude comprobar que mi rubia resistía con firmeza. Si uno se fijaba en su rostro, a pesar de haber adquirido este una tonalidad rojiza, no veía sufrimiento sino estoicismo. Probablemente el juez pensó que se vendría abajo, que le entrarían arcadas, tosería y la balanza quedaría ya inclinada, pero Paula aguantaba e incluso, por momentos, lograba acompasar con rítmicos movimientos cervicales la tremenda follada bucal que le estaban metiendo. Tras tres minutos a este ritmo, el juez la sacó de su boca y se la puso sobre la frente. Ella sonrío, tomó aquella polla entre sus manos y se la restregó por toda la cara. A continuación, empezó a mamársela de nuevo, llevando ella ahora la iniciativa, a un ritmo espectacular. Era evidente que a aquel juez le iba la caña, y mi Paula se la estaba dando. Logró que se corriera en un tiempo casi clavado al de su predecesora, y entonces tuve claro que avanzaríamos de ronda. Así fue. Paula L. saltó de alegría al escuchar el veredicto y corrió a abrazarme. La correspondí emocionado, aunque después, mirando a mi alrededor a otros propietarios, me sentí un tanto avergonzado.

No hubo tanta suerte como para que Paula fuese una de las dos hembras que pasaban a octavos por la cara, pero su rival no me dejó descontento. Le tocó en suerte Nieves, la zorra de la aseguradora, que no estaba teniendo su mejor fin de semana por lo que mi puta partía como favorita. Además, en esta ocasión Paula mamó primero, y aunque esta vez optamos porque practicase una mamada lenta al inicio, no tardó en ordeñar el miembro de aquel juez.

Pasamos de ronda y ya estábamos en octavos, donde los cruces dejaron un enfrentamiento entre Leyre y Paula P., que la tetona se llevó de calle a pesar de la entidad de su rival, otro entre Paula A. y Pili, quien por poco no da la sorpresa, un duelo entre Andrea y Rocío, en el que la primera nos sorprendió gratamente a todos, aunque luego Rocío puso las cosas en su sitio, y también un muy interesante enfrentamiento entre Mery y Blanca, el cual se llevó la del bikini tanga por los pelos, dejando nuevamente a Blanca en el camino, como ya hiciera en la categoría de paja, y por supuesto un más que apetecible duelo entre Tania, una de las favoritas pese a ser novata en el club, y Cristina, a la que derrotó de manera merecida –cabe decir que ver la morbosa cara de Tania llena de lefa era una auténtica gozada- en un intercambio espectacular de mamadas, un Vanessa Vs. Zaira, en donde sobra decir que el pobre Ernesto se llevó un nuevo chasco, un decepcionante enfrentamiento entre la actriz y Elena, que se llevó con holgura la madre de Paula A. y, por supuesto, el duelo de máxima rivalidad entre mi Paula y la hembra de Hugo, Lara, quien a base de usar bien su boca de mamona había, también en esta categoría, dado más de un disgusto.

Hugo me negó el saludo al inicio, y yo le dediqué una sonrisa de desprecio cuando el juez anunció que mi hembra pasaba a los cuartos de final. Acababa de embolsarme una pasta y lo había pasado muy mal durante el encuentro, pues el resultado fue bastante incierto hasta el final, pero fingí que daba aquella victoria por hecha y no lo celebré, buscando humillar más aún a mi rencoroso rival.

Los cuartos de final se sortearon y depararon un morboso duelo madre e hija entre Elena y Paula A., otro muy igualado entre Rocío y Tania, un nuevo Zaira Vs. Mery y, cómo no, el duelo más importante de mi todavía breve carrera como propietario: el Paula L. contra Leyre. Pero aquí se detenía el torneo: era hora de darse un festín y, ya por la tarde, se disputarían los cuartos, las semifinales y, de madrugada, las cuatro finales. ¡A ver quién se presentaba el lunes al trabajo!

La comida no tenía nada que envidiar a la cena del día anterior, ni en cuanto a los manjares propuestos ni en lo que respecta a la compañía femenina. Uno de los comisionados propuso una dinámica de intercambio, según la cual, si los propietarios querían participar, sus hembras irían recorriendo a cuatro patas la enorme mesa por debajo del mantel mientras sonaba una leve música de fondo. Al terminar esta, cada hembra se la mamaría unos instantes al macho que le tocase enfrente. Después, la música comenzaría de nuevo y volverían a moverse, para que así cada una continuase mamando una polla diferente a la anterior. La gracia del juego, además de recibir mamadas de putas ajenas, era que cada zorra, cuando consiguiese que el hombre al que se la estaba mamando se corriera, recibiría el collar de flores que cada uno de nosotros teníamos sobre la mesa. Al final, la hembra que acabase con más collares (aquí influía la destreza feladora, pero también la fortuna de toparse con hombres a punto de eyacular tras la anterior mamada) recibiría un premio de 20 mil euros a cuenta del club.

Por supuesto, hubo propietarios que se negaron a participar, o que querían cambiar de hembra y poner a una de peor categoría bajo la mesa, lo que no estaba permitido. Al final fueron pocos, pues entre risas los abucheábamos el resto. Apenas cinco propietarios se quedaron al margen, y el resto gozamos de unos entremeses deliciosos mientras diferentes puercas pasaban por nuestros rabos. En mi caso, no tardé demasiado en correrme. En la primera ronda, al levantar el mantel descubrí que Elena, la mami mamona de una de las Paulas, era quien me la estaba trabajando. Lo hizo de lujo y me puso a tono desde el inicio. Después, paso por mi rabo Nieves, la puta de la aseguradora, quien me la mamó sin mucho virtuosismo. Pero de repente, en la tercera tanda y cuando solo un par de propietarios habían sucumbido a la vergüenza de correrse tan pronto, apareció entre mis piernas Mery, mi entangada diosa de uñas perfectas, boca de mamona y rostro de modelo. Empezó a chupármela de tal modo, clavando desde abajo sus ojazos verdes en mi mirada hipnotizada, que justo cuando tocaba cambio exploté en su boca. Ella ya se estaba retirando, y le dio la risa al ver en qué situación podría quedar yo, teniendo que sacudírmela yo mismo, pero tuvo el gesto de volver a mi polla y terminar la mamada hasta sacarme toda la leche con su hermosa boca de putona universitaria. Fidel se rió de mí por acabar tan pronto, pero me quedé encantado de que mi collar fuese a parar al cuello de Mery. Me daba un morbo increíble pensar que aquella musa llevaba ahora mi semen en su estómago.

Cabe reseñar que Mery acabó el juego con cinco collares –nada mal-, aunque lejos de los ocho que consiguió Rocío, que fue la merecida ganadora.

Tras los manjares, retomamos el torneo donde había quedado. Los cuartos de final empezaron por todo lo alto con el duelo materno-filial que se llevó la hija. Paula A. la mamó de primera y su madre estuvo bastante floja, lo que le costó una buena reprimenda y quién sabe si algo más que eso. No obstante, era dudoso que se hubiese dejado ganar.  En el siguiente duelo, Rocío, que venía de tragarse la leche de ocho propietarios, le hizo una mamada de época al juez. Tras ella, Tania hizo todo lo posible y se restregó la lefa por su cara de guarra todo lo que pudo en busca del milagro, pero fue inútil: Rocío se mediría a Paula A. en la primera semifinal.

Llegó entonces el turno de Zaira y Mery, que volvían a verse las caras. Zaira provocó un par de veces a la que había bautizado como la “princesa chupapollas”, y esta, con las lágrimas –esta vez de rabia- a punto de empañar su preciosa mirada gatuna, entró en acción algo descentrada. El juez harto de su falta de iniciativa le folló la boca hasta la garganta y, si bien al principio aguantó el tipo, al poco hubo de forcejear para separarse, pues probablemente sentía que se asfixiaba. Esto era un error imperdonable, y el juez continuó la mamada únicamente por vicio, pues nadie dejaría pasar la oportunidad de pintarle de blanco la cara a aquella diosa de los bikinis tanga. Zaira hizo una mamada también discreta para su nivel, pero a mitad de esta se tragó casi hasta el final el tronco de aquel superdotado. La que jamás se arrodilla pasó de ronda con demasiada holgura y volvió a mofarse de Mery, a quien, además, su propietario dio esta vez un buen escarmiento. A menos de tres horas de que la joven universitaria tuviese que presentarse a la final de handjob –de nuevo contra Zaira-, su dueño le pidió a Roberto que la enculase. Mery se echó a llorar de inmediato, pues sabía bien lo que le esperaba. Yo estuve tentado a gritar, a impedir que destrozasen así el ano a mi nueva diosa, de la cual estaba absolutamente encoñado y quien todavía ahora tendría restos de mi esperma en su aparato digestivo. Pero ¿qué podía hacer yo? Hube de resignarme; más aún, de aparentar indiferencia. A Fidel creo que no logré engañarlo. El brasileño se sacó la polla y, mientras en el último cuarto de final su Leyre y mi Paula se batían el duelo, el muy cabrón dejó taladrado el agujero de la pobre Mery. La universitaria gritó, chilló, lloró… aquel animal la montó sin piedad, como hiciera con Chus en su estreno. Después, cuando hubo terminado de correrse en el ojete de su víctima, y mientras retiraba su abultado miembro del mismo dejando aquel conducto “vacío”, le dedicó unas palabras cargadas de desprecio: “para pasearse todo el día en tanga, hay que saber aguantar una buena polla”.

Mientras Mery acudía a la enfermería, horas antes de disputar una final, mi Paula lograba la heroicidad y eliminaba a Leyre. Mucho se habló después de aquella eliminatoria. Algunos decían que Leyre, harta de tomar por el culo por cualquier minucia, se había vengado con una bien disimulada derrota; otros, que nadie en su sano juicio querría dar a un dueño como Roberto más motivos para que le rompa el culo. Lo cierto era que mi Paula la había mamado como nunca, y que estaba subiendo su cotización como la espuma gracias a actuaciones como aquella. Por no hablar de que se había colado en las semifinales de mamada, y que, aunque Zaira la destrozaría, me iba a reportar un auténtico pastizal.

El torneo continuó avanzando, y en la primera semifinal Rocío se impuso a Paula A. con solvencia. Ver mamar así a un mujerón de semejantes tetas, arrodillada ante un miembro al que llevaba al cielo, era una auténtica gozada. ¡Y qué boca tenía! La verdad es que Paula A. la chupó bien, pero Rocío demostró estar a otro nivel. De pronto, mientras Rocío se abrazaba a Fidel celebrando su clasificación para la gran final, tuve el siguiente pensamiento: ¿cuánto semen había recorrido hoy su esófago?

Casi de inmediato –todo sucedía de manera vertiginosa en esta segunda jornada de torneo-, Zaira empezó a trabajarse al siguiente juez, el que dirimiría su enfrentamiento con mi rubia. Fue un espectáculo de mamada, dominando todos los registros: rápida, lenta, suave, hasta el fondo… Zaira hacía lo que le daba la gana con aquella afortunada polla. Cuando fue el turno de Paula, conscientes ambos de que hasta aquí había llegado nuestra andadura -¡y no era poco!-, le dije que disfrutase y le di una palmada en el trasero. Disfruta, le dije, como si fuese a jugar la final de la Champions League. Disfruta, le había dicho a una pobre mujer que hasta hace algunas semanas llevaba una vida normal y que ahora se emputecía irremediablemente en un club de pervertidos. Lo más increíble es que, por su rostro, a ella no parecía haberle sonado extraña mi recomendación.

No quiero extenderme aquí sobre la derrota de Paula, aunque sí diré que cayó con honores haciendo una muy digna mamada. La final, pues, sería un Zaira Vs. Rocío, sí, exactamente la misma que en la categoría de cubana. Zaira disputaría así tres de las cuatro finales y, muy probablemente, su cotización rondaría ahora los cinco millones de euros.

De este modo, en las siguientes horas, tras un nuevo festín, asistiríamos a las cuatro grandes finales, que serían las que siguen y en ese mismo orden: Zaira Vs. Mery en handjob , Zaira Vs. Rocío en tittyfuck , Paula A. Vs. Cristina en ana l y, por último, como colofón a la gran fiesta del club, Zaira Vs. Rocío en blowjob.

Zaira, pese a sus tres finales –un hito, sin duda-, solo era favorita en una de ellas, la que disputaría contra la recientemente taladrada diosa de los tangas. Era difícil pensar que pudiese doblegar a Rocío en la categoría de cubana, pues la de Fidel la doblaba en peras, literalmente, e incluso en mamada debería ser muy superior la rubia tetona. La final de anal era la más abierta junto a la de paja, pues si bien Paula A. era favorita, la puerca de Cristina se las sabía todas y vendería muy cara su derrota. Por cierto que también se estaba revalorizando, y con ello se iban al traste mis ilusiones de comprarla en un futuro. Por otra parte, quién sabe, tal vez Mery bajase de precio, tras su espantada en blowjob, aunque no era probable en vista de que también iba a disputar una final y, sobre todo, de lo increíblemente buena que estaba.

En todo esto pensaba yo cuando la vi precisamente a ella, la guarrona universitaria, llegar, como siempre en tanga, para disputar la primera de las finales. La pobre, como era de esperar, no era capaz de cerrar las piernas.

GRACIAS POR LEERME. SI OS HA GUSTADO, APOYADLO Y PROMETO MOTIVARME PARA SU CONTINUACIÓN