El club de parejas modernas

Nuestros amigos nos confersaron que habían ido a un club de intercambio de parejas e intentaron convencernos que en una segunda vista los acompañáramos.

UN CLUB DE PAREJAS MODERNAS?

No se exactamente como se desarrolló aquella noche con Enrique y Carmen, pero lo que si es seguro es que teníamos una de aquellas francas conversaciones de sexo que solemos mantener los cuatro, para ellos no tenemos secretos igual que ellos no los tienen con nosotros y Carmen nos dijo:

Hemos ido a un club de parejas modernas

Y eso que es?, preguntó mi marido

Es como una especie de bar musical pero solo dejan entrar parejas y está permitido tener sexo allí mismo

Delante de todos?, dije asustada

Sí, claro, de esto se trata, dijo Carmen, de exhibirte y hacer lo que quieras

Entonces es un club de intercambio de parejas?, pregunté

Si, es lo mismo

Y allí os intercambiáis y tenéis sexo con otros?

No, respondió Carmen, eso solo los que quieren, nosotros solo hemos ido una vez, miramos y nos pusimos 100, dijo con una sonrisa pícara.

Cuenta, cuenta, le dije intrigada.

Enrique lo vio por internet, quisimos decíroslo pero nos daba corte así que este sábado decidimos ir a ver cómo era aquello y nos lo pasamos muy bien y nos sentimos muy cómodos sin ninguna obligación de nada.

Esto no es para mí, hacer sexo en público no me atare, dijo mi marido.

No estás obligado a nada, dijo Carmen

Claro, pero ir a mirar sin ganas de participar no es lo que creo mejor, a los sitios se va a lo que se va o te quedas en casa, dije yo

Bueno, tampoco te morirás por enseñar el tanga, dijo Carmen.

Así que lo hiciste!!!!!!, que mala eres, dije.

Bueno, solo un poco.

Contadlo todo, dijo mi marido expectante.

Cuando entramos estábamos asustados pero la chica que nos abrió era muy amable, vio que era la primera vez y nos dijo que nos enseñaría el local, primero tomamos una copa en una barra, iban entrando parejas y grupos de parejas, muchos se conocían ya. Cuando notó que estábamos más tranquilos dijo que pasáramos al interior, lo primero que nos costó es acostumbrarnos a tan poca luz pero enseguida divisamos una sala con muchos sofás y las parejas hablando entre ellas, nos dijo que era la zona para conocerse, a continuación nos enseñó una cortina y nos dijo que era el cuarto oscuro, allí las parejas entran a bailar y se tocan, pero como era temprano no había nadie, y por fin nos enseñó la cama, inmensa y totalmente vacía, pero nos contó que a partir de las dos o las tres no se cabe y que allí se montan las orgías, "todos contra todos", dijo.

Y vosotros que hicisteis?, pregunté

Casi nada., dijo Carmen

Casi nada es más que nada, dijo mi marido.

Primero nos sentamos en un sofá libre, creo que con la cara todo el mundo sabía que éramos novatos, la sala se ha animado y algunas parejas empezaban a tener sexo allí mismo, alguna felación o comidas de coño, me resultaba extraño tener a tanta gente a nuestro alrededor haciendo estas cosas, la pista oscura entraba y salía mucha gente, y los que salían llevaban la ropa descompuesta, era un paraíso del sexo anónimo.

Y vosotros lo hicisteis? Dije.

Se miraron y se pusieron a reir.

No exactamente, dijo Carmen, solo miramos y nos acariciamos por encima de la ropa, pero os aseguro que aquella visión es mucho más potente que cualquier película porno que podáis haber visto.

Así que después….., dije

Ya lo creo, dijo Enrique.

Y pensáis volver otro día, preguntó mi marido

Si, dijo Enrique, pero con vosotros.

Ni loca me meto en estos sitios, dije, el sexo es privado, para él (señalando a mi marido) y yo.

Tienes razón, dijo mi marido, no sé cómo me sentiría teniendo sexo en público y que otros nos vean.

Todo es probarlo, dijo Carmen.

Anduvo la conversación por otros derroteros pero aquel tema no se me sacaba de la cabeza, como se atrevían a ir a un sitio de estos?, no puedo ni imaginármelo, pero claro, esto no era excusa para mi coño que a pesar de ser una conversación corta estaba mojado.

Cuando me fui a la cocina por mas bebida, Carmen me acompañó, allí le interrogué.

Como te atreviste?

Ya sabes que Enrique es muy atrevido, y me convenció

Y allí en medio, entre gente teniendo sexo, no sé, como te sentiste?

Muy bien, dijo poniéndose roja

Así que tu también lo tuviste?, te conozco, dije riendo

Bueno, un poco, Enrique me acariciaba y cuando puso su mano bajo la falda estaba tan caliente que no me negué.

Y todos vieron como te masturbaba?

Y como me comía el coño, dijo.

Vaya con nuestros amigos, dije con una sonrisa, cuéntaselo a mi marido y verás cómo se pone

Como tu ahora?, si se te notan los pezones a pesar de llevar un jersey de lana!

Es verdad, dije con una falsa vergüenza.

Evidentemente cuando cerramos la puerta nos arrastramos a la cama, estaba claro que aquella conversación no nos dejó indiferentes a ninguno de los dos, y cuando le conté a mi marido la parte de la conversación que tuvimos en la cocina, se volvió a empalmar y repetimos el polvo, cosa que desde hacía mucho tiempo no pasaba.

La siguiente vez que nos vimos, tocaba en su casa, quisimos saber enseguida si habían repetido, nos dijeron que no, estaban esperando que nos decidiéramos a acompañarles, mi negativa no sonó tan fuerte como la primera vez, así que poco a poco al largo de la noche consiguieron convencernos, quizás animando el tema contando la parte que Carmen me dijo en la cocina con bastante detalle sirvió para convencernos y quedamos para el próximo sábado, Carmen me dijo como tenía que vestir, al falda imprescindible y si no quería sentirme ridícula, la más corta que tuviera y la blusa mas escotada.

Como para atreverme a entrar necesitaría estar algo achispada, preferí primero cenar los cuatro en casa y después ir al local, así que a las 9 en punto llegaron, Carmen llevaba una bolsa con la ropa para cambiarse, cenamos bastante nerviosos entre bromas de si lo haríamos allí en medio, si nos cambiaríamos de parejas, etc, todo aquello estaba claro que solo eran bromas ya que teníamos muy claro que de eso nada, iríamos a mirar solamente.

Hacia las 12 Carmen me pidió irse a cambiar, dije que yo lo haría después que ella, así vería como iba la gente, y cuando apareció casi me caigo de espaldas, y a mi marido le faltó poco también, llevaba una minifalda que difícilmente le ocultaba el culo de color blanco ceñida al cuerpo y una blusa negra con un escote de escándalo que trasparentaba todo el sujetador del mismo color. Estaba claro que no podía quedarme atrás, así que busque una falda negra que solo me pongo en la costa cuando estamos de vacaciones que tapaba más o menos lo mismo que la de Carmen pero era amplia y una blusa blanca a la que solo abroché los botones que cubrían mi vientre, debajo un sujetador del mismo color que era facilísimo adivinar y un tanga a juego, cuando salí me silbaron y me dijeron que estaba muy guapa, bueno, guapa no se, pero iba "vestida para matar".

Enrique se comportaba como mi marido con Carmen, no dejaba de mirar mi escote, he de reconocer que algún gesto hice para que tuviera mejor vista, y cuando me senté en el sofá le ofrecí una muy clara visión de mi entrepierna tapada por el tanga, esta vez inevitable ya que la falda no daba para más, Enrique dijo:

Te has puesto braguitas?

Bueno, un pequeño tanga, dije yo

Es que allí nadie lleva, dijo Carmen, haz como yo, no te lo pongas

Y enseñar el conejo?, dije

Bueno, allí veras mucho más que eso, dijo Enrique

Pues nada, te lo sacas y ya está, dijo mi marido

Puse las manos por debajo de la falda y de una sola tirada lo bajé, debía de ser una escena bastante picante verme con el tanga a media rodilla por que los tres se me quedaron mirando.

Llevas el coño depilado?, me preguntó Carmen

No, dije

Pues ahora es la última moda en estos locales

Y tú lo llevas así?, pregunté.

Sí, me dijo mientras levantaba un poco la falda para que viera que no tenía ni un pelo.

A mi marido, casi se le salen los ojos de las órbitas, a pesar de la brevedad de la exposición supongo que lo que no vio se lo imaginó, por lo que decidí igualarla y levantando la mía enseñé el pelo salvaje de mi coño a Carmen, pero como Enrique estaba expectante, tampoco se perdió detalle y comentó:

Con este pelo serás extraña allí

Y qué hago?, dije

Pues depilártelo, dijo Carmen, y añadió, si quieres te lo hago en un momento

Venga, si, hazlo, dijo mi marido.

Nos fuimos a la habitación dejando a los hombres en la sala, de bien seguro les hubiese gustado estar allí, Carmen extendió una toalla en la cama y me estiré subiéndome la falda, me abrió las piernas y cogió espuma de afeitar para extenderla por todo aquel pelo, con la cuchilla y con mucho cuidado consiguió dejarme el coño de una niña, después me extendió crema y evidentemente me rozó el coño, al acabar me dijo entre risas que lo tenía muy mojado y que me calmara, que si antes de entrar ya estaba así, valoría a Enrique al salir. He de reconocer que en aquel momento entre la expectación por ir al local y las caricias de Carmen estaba muy salida.

Ya en el comedor dijimos que el trabajo estaba hecho y que tenía un coño como de una niña de nacimiento, y, a pesar de que mi marido insistió en que lo enseñara no lo hice, pensé que así mantenía la expectativa.

Para evitar escándalos nos pusimos un abrigo largo y subimos al coche, Enrique me abrió la puerta para que subiera con su mujer en la parte de atrás, soy consciente de que tuvo una amplia visión de mi culo y seguramente mi coño depilado al entrar, en condiciones normales no lo hubiese hecho pero estaba muy achispada. Durante el camino íbamos hablando de lo que nos encontraríamos allí, Enrique, que conducía, tenía puesto el espejo para ver mis piernas (o lo que pudiera) y no al coche de atrás, claro que mi marido se pasó el camino girado y con los ojos en las de Carmen.

Llegamos al local y después de dejar los abrigos vimos en la entrada varias parejas hablaban con total naturalidad, habíamos acertado en la vestimenta, a pesar de que no solo nadie llevaba braguitas, como dijo Carmen, nadie usaba tampoco sujetador, Nos enseñaron el local, era temprano y solo había en la parte interior una pareja sentada en un sofá, pudimos entrar en la pista oscura ya que estaba completamente vacía, al igual que la cama grande. Mi primera impresión es que estaba en un local de noche normal ya que, aparte de que los vestidos eran atrevidos pero sin escandalizar a nadie, allí no estaba pasando nada.

Nos sentamos en unos sofás en forma de L, a pesar de que hablábamos, lo que estábamos realmente es expectantes. Poco a poco se iba llenando de parejas pero no pasaba nada, de repente vimos a una que se levantaba y entraba en el cuarto oscuro, como resortes varias parejas más hicieron lo mismo ante la indiferencia de las otras hasta que empezamos a oír gemidos procedentes de este habitáculo, primero de una mujer pero poco a poco se iban sintiendo de distintas personas hasta escuchar orgasmos en directo, era la primera vez que oía un orgasmo de una mujer real. Creo que si hubiésemos podido entra allí sabiendo que nadie nos tocaría no nos lo habríamos pensado ni un segundo.

Mientras los continuos gemido se oían de fondo, una pareja sentada justo a mi lado estaban especialmente cariñosos, tanto que en poco rato ella ya tenía las tetas al aire y él se las chupaba, entonces pasó algo, la chica me acaricia el brazo, al ver Enrique la situación se levantó y me dijo al oído:

Esta es la señal de si quieres unirte a ellos, si no haces nada o les sigues el juego entenderán que si, pero si no quieres apártale con cuidado la mano y ya está

Así lo hice y no insistieron, pero seguían a los suyo, ella ya completamente desnuda se puso encima la polla de su pareja y a menos de un palmo de mi follaban como posesos, estaban tan cerca que más de una vez me rozaron.

Claro que el local se llenó de actitudes como esta, ya no hablábamos, estábamos mirando el maravilloso espectáculo cuando Enrique dijo:

Porque no nos animamos un poco más?

Que pretendes, dije, que nos pongamos a follar aquí?, dije

No hace falta follar, podríamos estar un poco mas juntos simplemente

Pero no me metas mano, le dije

Claro que no, contestó.

Porque no empezamos por sacarnos los sujetadores, dijo Carmen, nadie los lleva

Eso, dijo mi marido

Está bien, pero es un club de intercambio, yo te lo saco a ti (señalándome a mi) y tu marido a Carmen, que os parece.

No sé, dije, bueno, con la condición que no me toques mucho

Lo justo os tocaremos, dijo mi marido riendo.

Así que nos cambiamos de sitio, me puse al lado de Enrique y Carmen al de mi marido, ellos procedieron a levantar la blusa para llegar a los corchetes y después de sacarlas las mangas, desde delante entrando la mano en el escote nos los levantaron, no sé como lo hizo mi marido pero Enrique me rozó los laterales de las tetas tanto como pudo. Cuando fuimos a recuperar nuestras antiguas posiciones, mi marido nos pidió (casi suplicó) que nos quedáramos como estábamos, ni Carmen ni yo nos opusimos y seguimos viendo lo que pasaba por el local, algunas nos miraban por lo que acabábamos de hacer, había varias parejas jugando juntas, mujeres jugaban con otras, lo que me extrañó que fuera tan normal esta bisexualidad, lo comenté a los tres y Carmen me dijo que era normal que las mujeres fueran bisexuales en aquel ambiente.

Noté que el brazo de Enrique me cogía los hombros, dejé que continuara y mi marido al verlo hizo lo mismo con Carmen, poco a poco fuimos quedando recostadas en el pecho de los maridos cambiados, su mano cada vez más tonta la teníamos muy cerca de las tetas, le dije a Enrique que ni se el ocurriera tocármelas, que estaba bien pero no quería estar pendiente de esto, me dijo que no me preocupara.

Al rato vino la chica que antes nos había abierto la puerta y nos dijo que en la parte de la entrada pondrían música disco, yo le pregunté si aquello era como la pista oscura donde la gente se mezcla y metía mano, nos dijo que no, allí muchas mujeres y hombres acaban desnudos pero el código de comportamiento es el mismo que en los sofás, si apartas la mano no pasa nada.

Como a los cuatro nos gusta bailar nos fuimos a ver como estaba, ya había dos chicas moviendo el esqueleto, con lo que Carmen y yo fuimos la tercera y cuarta, nos cuesta poco bailar. Al poco rato ya éramos bastante gente y vemos que una chica se saca la blusa bailaba con las tetas al aire, poco a poco todas iban haciendo lo mismo y al final solo Carmen y yo bailábamos vestidas, claro que lo hacíamos de una forma muy atrevida, nos insinuábamos como si nos desnudáramos, incluso una vez casi se me salen las tetas y estoy segura que alguno de mis movimientos dejé mi coño descubierto.

Cansadas volvimos a la sala, esta vez ni nos planteamos como sentarnos, Enrique me cogió como antes e incluso me acariciaba el pelo, cosa que me gustó mucho.

Cuando fuimos al servicio, Carmen me dijo que estábamos muy bien pero teníamos que hacer alguna locura para nuestros maridos, yo dudaba un poco de que mi marido lo aceptara (en las condiciones que me encontraba no veía problema para mi), entonces ella propuso:

Qué te parece si les dejamos que nos toquen las tetas?

A mi tu marido y a ti el mío?

Sí, claro

Ni loca, dije pero en el fondo no me importaba, es más, creo que lo deseaba.

Venga mujer, así estarán contentos.

No, déjalo

Cuando salimos del váter estábamos las dos retocándonos el peinado delante del espejo, me desabroche los botones de la blusa, la abrí y agarrándome las tetas dije:

Así que quieres que Enrique toque estas tetas

Ella hizo lo mismo y dijo

Y tu marido estas

Nos reímos mucho, la complicidad era total, regresamos a nuestros sitios, cuando Enrique me abrazó por el cuello continuaba teniendo la mano floja delante de mis pechos, a Carmen le pasaba exactamente igual, vi su maniobra que consistió en dejarse deslizar por el pecho de mi marido hasta quedar extendida sobre sus piernas, le cogió la mano y ante la incredulidad de los dos hombres se la puso en una teta, evidentemente hice lo mismo y les dejamos que las acariciaran tanto como quisieron, primero lo hacían por encima la blusa pero después por dentro hasta que se atrevieron a desabrocharlas y dejándolas expuestas a todos para que vieran como jugaban con nuestros pezones.

Yo me estaba sobrecalentando y en esta situación suelo ser peligrosa, después de dejar que durante un cuarto de hora jugaran con los pechos y por cierto que nos dieron mucho placer, le pedí a Enrique que no aguantaba más y tenía que dejarlo, muy obediente me hizo caso, me abroche la blusa de nuevo y vi que Carmen hacía lo mismo.

La noche avanzaba y cada vez habían menos parejas en los sofás y el cuarto oscuro estaba desierto, les propuse ir a bailar un rato en aquel cubículo de placer y perversión, lógicamente me emparejé con Enrique, su mano empezó recorriéndome la espalda pero fue avanzando hasta los pechos que volvió a sobar, a continuación las bajó por la espalda y las puso en mi culo, la poca luz me permitió ver que Carmen ya tenía la falda enrollada en la cintura y las manos de mi marido acariciaban el culo, Enrique hizo lo mismo pero después pasó algo que no esperaba, acercó sus labios a los míos, no sabía qué hacer pero después de que sobara casi todo mi cuerpo poco importaba aquello así que los recibí con los míos abiertos y la lengua a punto para jugar con la suya.

Durante el morreo tenía los ojos cerrados y estaba ausente de lo que pasaba disfrutando de la situación colgada del cuello de mi amigo y amante hasta que noté una mano en mi pecho que no podía ser la suya ya que las notaba en mi culo, abrí los ojos y había una pareja que ella me tenía la mano en mi pecho, volví a cerrar los ojos y dejé que aquella mujer continuara haciéndome disfrutar. La mano de Enrique se atrevió a acercarse a mi coño, dejé que lo rozara un poco sin abrir las piernas ya que de continuar, entre su mano y las caricias en las tetas de la desconocida hubiese tenido allí mismo un orgasmo.

En aquel momento ya necesitaba una polla así que les propuse que nos fuéramos a casa porque estaba a punto de estallar, mi marido y Carmen estaban tan enrollados como nosotros, me pareció que él si tenía la mano en su coño ya que Carmen estaba con las piernas algo abiertas.

Recogimos los abrigos y nos fuimos al coche, Carmen me pidió que dejara pasar mi marido con ella detrás y yo acompañara a Enrique, por el camino vi que mi marido continuaba jugando con las tetas de Carmen, cuando Enrique quiso hacer lo mismo le suplique que no lo hiciera, y no porque no quisiera, es que no aguantaba más calentura, le dije:

Te voy a dejar el asiento del coche encharcado, ni te imaginas como tengo el coño, y si continuamos así necesitaré una polla urgente.

Lo que hice fue ponerle su mano en la parte alta de mi muslo.

Pero mi marido estaba ausente de todo esto, tanto que no era consciente de mis necesidades ya que al llegar les propuso hacer una última copa en casa cuando lo que yo quería es que se fueran para follar, pero ya estaba hecho.

Subimos los cuatro, yo sabía que si aquello no acababa pronto me follaría cualquier cosa que encontrara por que la excitación que tenía me superaba, Mi marido trajo las bebidas, yo me senté en un sofá con Enrique y en el otro Carmen y mi marido, enseguida noté las manos de Enrique en mis pechos, no estaba segura de dejarle hacer por temor a que no pudiera controlarme pero mi marido sabía mi estado y no impedía que hiciera una locura, así que le dejé que me calentara mas y mas, y es que lo hacía muy bien, por eso no me opuse cuando me sacó la blusa pero Carmen y mi marido estaban más avanzados, ya no llevaba falda!.

No me lo pensé dos veces y me puse en posición para que pudiera sacarla sin problemas, después de admirar mi desnudez total, poco a poco iba bajando la mano tímidamente y acercándola al coño, me abrí de piernas y tuve que decirle:

Tócalo ya de una vez, no ves como estoy?

Carmen y mi marido no se sorprendieron de mis palabras, iban a lo suyo, cuando la mano de Enrique acarició mi clítoris tardé poco en explotar con un orgasmo que seguro oyeron los vecinos, mi marido no hacía nada, creo que estaba sorprendido de mi actitud, tuvo que ser Carmen quien le dijo:

Yo quiero lo mismo que tu mujer

Y lo tuvo!, ya lo creo, es bonito ver como tu marido hace disfrutar a tu mejor amiga de aquella forma.

Yo estaba más calmada, pero no del todo, necesitaba algo más que una masturbación, necesitaba una polla bien dentro de mi coño, pero la de quien?, fue cuando le dije a Carmen:

Tu estas satisfecha o necesitas más?

Necesito mucho mas, contestó con ojos de excitación

Pues nosotros os lo daremos, dijo mi marido

A que esperáis, contesté, pero a mi quien me lo dará?

Cedo esto a Enrique, dijo mi marido,

Me di la vuelta y le saqué la camisa, sin más esperas le desbroché los pantalones que bajé junto con los calzoncillos y allí estaba lo que tanto necesitaba, una polla, en aquel momento me era igual si era de Enrique o de mi marido, solo quería tener un pedazo de carne en mi coño. Pero no podía hacerlo tan deprisa, el chico se merecía algo más, así que me la puse en la boca para comérmela. Miré de reojo a Carmen y estaba sentada en el sofá con las piernas abiertas y ya tenía clavada la polla de mi marido en el coño, parece ser que no tuvo espera, sus gemidos eran muy fuertes, cada embestida la recibía con un movimiento de pelvis acompañado de un ruido fuerte. Pensé que Enrique no iba a durar y necesitaba aquella polla, así que sin dejarlo levantar me puse encima suyo acompañando su polla en el coño, todavía no estaba dentro y ya me había corrido, que locura!, jamás había tenido un orgasmo tan rápido, claro que mi amiga ya debía llevar por lo menos tres. Yo seguí cabalgando a mi amante ocasional, creo que me corría continuamente hasta que noté que se estaba tensando su cuerpo, no podía más y descargó la leche en mi interior.

Era evidente que Enrique había llegado a su fin, pero Carmen y mi marido seguían dándole, así que me puse al lado de Enrique, acerque mi mano a los pechos de Carmen y vi que la recibía con agrado por lo que me dediqué a jugar con sus tetas mientras me masturbaba, Carmen bajó la mano y me ayudó acariciando suavemente el clítoris, así conseguí otro orgasmo que si coincidió con el de mi marido y el de Carmen.

Los cuatro estábamos cansados pero satisfechos por el mejor sexo de nuestras vidas y tomamos una firme decisión, VAMOS A SER PAREJAS MODERNAS.