El Club de Literatura

Un inocente club de literatura donde las madres estresadas asisten para conversar de libros... ¿O será que tienen algo más de qué hablar?

En algún vecindario que no destaca en tu ciudad, aquel vecindario que siempre pasa desapercibido incluso para los más viejos habitantes de la zona, hay un club de lectura, o siendo más específico, “El Club de Literatura para Madres Estresadas”. Como cualquier otro club de literatura, aquellas madres asistentes de la actividad se juntan un día a la semana para compartir sus experiencias con los libros que leyeron, aportando recomendaciones entre ellas y discutiendo temas de índole personal.

Como sea, hay algo muy particular con este club de literatura, algo que lo diferencia de cualquier otro club que se podría encontrar en la ciudad, o incluso en el país. Estas madres tienen algo que compartir a las demás madres del vecindario, algo que es de interés materno y… sexual.

-       Como les digo, mi hijo tiene una polla de 18 centímetros, y he tenido el placer de tener cada centímetro dentro de mí todos estos días. – Comentaba María, quien se sentaba al extremo izquierdo del sofá. En su rostro se notaba la presunción con la que soltaba aquellas palabras, se sentía orgullosa de tener un hijo así.

-       Ah, qué suerte la tuya, a mi hijo le mide solamente unos 15 centímetros, pero tiene una forma especial de jugar con mi coño que me ha hecho venir más veces que mi marido en todos estos años de matrimonio. – Rosario decía esto a la vez que bajaba su mano hacia su concha, la cual muy seguramente estaba ligeramente empapada por sus propios recuerdos.

Así es, este particular club de literatura no era más que una fachada para la reunión de estas madres que compartían sus experiencias teniendo sexo con sus hijos. Como cualquier otro club, a veces asistían algunas y faltaban otras, pero siempre se conversaba de lo mismo, incesto maternal.

-       Paren de hablar ya de las pollas de sus hijos… porque el mío la tiene de 21 centímetros. – Presumía Catalina, sentada en el sofá principal, pues era la anfitriona de esta ocasión y por ende se premiaba a sí misma con el mejor asiento –. La primera vez que la vi no pude creer el tamaño que portaba este muchacho, aun recuerdo la sorpresa que tuve cuando noté su erección aquella ocasión que fuimos a la playa. Desde entonces, no podía quitarme de la cabeza saber cuán grande sería, hasta que por fin pude verla al entrar “accidentalmente” en su habitación después de salir de la ducha, ah.

-       No importa nada el tamaño de sus pollas si es que no la usan en ustedes, ¿saben? – Fernanda dijo, vestida con un traje formal de oficina. Pantimedias, faldas y tacones negros le cubrían el cuerpo, reluciendo la camisa blanca que llevaba, la cual translucía su sujetador rojo –. Hoy mi hijo me vio poniéndome la ropa antes de salir al trabajo y no pudo aguantarse más a mí, así que se acercó y comenzó a masajear mis tetas suavemente, besándome el cuello y apegándose a mi espalda, ahh, cómo lo amo.

Entonces, habiéndome puesto ya la falda y bragas, mi hijo me sube la falda y baja mis bragas para meter directamente su polla en mí, dejándome a mí sujetada a casi 90 grados del clóset para permitirle entrar bien su verga. Me encantó tanto que haya tomado iniciativa, ya me estaba cansando de ser yo la que le despertara con una mamada, o que lo masturbara con mi culo mientras vemos televisión.

-       ¿Eso es todo lo que te hizo?, ¿follarte por el coño? Por favor, mi hijo disfruta totalmente de mí cada vez que lo hacemos. – Magdalena agregaba, sentándose en el extremo derecho del sillón frente al sofá de Catalina –. Si bien lloré y sufrí cuando mi marido me dejó, ahora todas las noches mi hijo se acuesta conmigo y nos relacionamos como nunca lo hice en mi vida, es como si hubiese activado un instinto maternal que no sabía que tenía.

Por ejemplo, anoche él y yo nos desnudamos el uno al otro y comenzamos a besarnos apasionadamente, sentí su polla erecta rozando con mi coño, así que me arrodillé para chuparle la verga y lubricarla antes de que entrara en mí. Tuvieron que haber visto su cara de satisfacción cuando movía mi lengua alrededor de su polla, jiji. Para cuando lo tenía suficientemente caliente, me puse en cuatro sobre la cama y prontamente se hizo presente su verga en mi coño, follándome y embistiéndome mientras yo lo recibía todo de él.

Entonces, él decidió colocarse condón en mitad del acto y quedé atontada por aquello, ¿por qué ponérselo ahora? Y claro, resulta que comenzaría a penetrarme por el ano, es vital el condón para evitar infecciones. Sentí su verga expandiendo mi recto y su pelvis chocando con mi culo. Cuando se cansó de follarme por detrás, me tomó del brazo y me giró hacia él, acostada en la cama para recibir en todas mis tetas y cara su lefa caliente y espesa, ahh.

-       ¿Terminaste? – Preguntaba Fernanda, quien se había quitado los tacones para descansar los pies mientras escuchaba el relato de Magdalena. Respecto a esta última, su coño estaba siendo masajeado por sus manos, pues ella solo vestía un vestido simple y unas sandalias, así que había subido sus talones al borde del sillón para dar lugar a su masturbación –. Ni siquiera me dejaste terminar mi historia, pero dejé terminar la tuya solo porque no habías asistido a las últimas reuniones.

En fin, mi hijo, tras follarme por el coño, decide venirse totalmente dentro de mí, volviéndome a colocar las bragas y la falda. – Ella decidía levantarse la falda a la vez para demostrar la mancha de semen que había en su calzón –. Pero ahí él no paró, de hecho, me sentó en la cama y comenzó a presionar su todavía erecta polla en mi cara, dejando rastros de semen. Para no dejar su verga sucia, me la llevo a la boca y la limpio como una aspiradora humana. Entonces, me echo más para atrás en la cama y agarro su polla con mis pies.

De esta forma, comienzo a masturbarlo mientras él me dice cuánto me ama y desea, teniendo apresada su polla en mis pies vestidos de mallas negras. Pronto, una segunda corrida viene y ensucia mis pantimedias, tal como ustedes pueden ver. Por supuesto, tuve que decir que era yogurt que se me había derramado en el trabajo, pero ahora ustedes saben la historia de estas manchas en mí.

-       Ya que estamos con estas experiencias, solo les diré que mi hijo y yo hemos tenido intimidad antes de subirnos al auto, después de despertar y en el sillón después de almorzar, en todas ellas con su polla revolcándose en mi coño y marcándolo con su semen espeso. – María había quedado atrás respecto a las experiencias con su hijo, pues no tenían relaciones tan seguido desde que su hijo iba a casa de su tía antes de volver a casa –. Él y yo nos divertimos demasiado, siempre a espaldas de su padre.

-       No suenas muy entusiasmada, Mary. – Comentó Catalina, quien con su blusa celeste y sus leggins lucía como la mujer más bella en la junta –. Mi hijo y yo nos hemos divertido desde hace tiempo atrás, recuerden que todo inició cuando él y yo jugamos a verdad y reto en el viaje a la playa que tuvimos que hacer por…

-       Sí, nos has contado esa historia incontables veces, cuenta algo nuevo, Magda. – Rosario estaba impaciente de escuchar más historias, aunque a ella no le faltaba ninguna experiencia con su hijo –.

-       Ah, bueno. La semana pasada, justo después de la reunión del club en casa de Magdalena, noté que mi marido todavía no llegaba, así que pasé a la habitación de mi hijo totalmente desnuda, esperando que me enculara. No obstante, él simplemente me tomó y me arrodilló frente a él, sacó su vigorosa polla y me hizo tragarla entera. Yo estaba chupa y chupa, él no se preocupaba de nada más que hacerme notar hasta dónde podía alcanzar su polla en mi boca y garganta.

Luego, él se vino en mi boca y me hizo sacar una arcada, pero eso no lo paró en nada y comenzó a abofetearme con su pene. Me sentí mal, ahora que lo pienso, mi hijo solo me usa como un objeto más que verme como una madre que puede llenarlo de amor y que, de hecho, también necesito amor de él.

-       Creo que no habíamos tomado ese punto antes en el club, ya sabes, la visión de nuestros hijos en nosotras. – Dijo Rosario –. Por ejemplo, mi hijo me ha dicho en varias ocasiones que no quiere abusar de mí de más y que le avise si hay algo que me molesta. Se preocupa mucho por mí y eso me hace sentir tanta ternura por él, siempre termino recompensándolo con una follada por las cosas lindas que me dice o los logros que tiene.

Para la navidad de este año, me llevé a mi hijo al baño sin que nadie lo notara y comencé a chuparle la verga, pero él se apartó de mí y me subió el vestido rojo que portaba, dejando al descubierto mi calzón amarillo. Entonces, tomó una pierna mía y, quedando sorprendida por mi propia elasticidad, la dejó posada sobre su hombro y comenzó a embestirme en el baño, con mi espalda en la pared, dejándome la vista al espejo para ver cómo se ve mi hijo follándome tan duramente.

Yo solo podía dejar mi vista fija a sus ojos, lo que causaba más excitación de su parte, aparentemente, pues pronto aumentó la intensidad y me dejó escapar un gemido que, en verdad, espero nadie haya escuchado. Con una mano me dejó expuesta el pecho y comenzó a masajearlos, nunca me había dominado así mi hijo. No tardó mucho en venirse dentro de mí, dejándome llena de su lefa. El semen chorreaba y chorreaba, parecía que nunca iba a dejar de caer de mi coño, incluso con el calzón puesto.

-       Como sea, eso no es nada nuevo en mi hijo, él me ha follado en posiciones que creo debería quedar registradas para las nuevas generaciones de madres. Nunca él me ha dejado decepcionada a la hora de soltarme la polla para mi disfrute y el suyo, por ejemplo, aquella vez que él y yo jugamos a verdad o reto, y terminamos hechos un 69 que nunca olvidaré, o aquella ocasión en que nos pusimos de cara a cara y me hizo brincar…

Y así, aquellas madres calientes por sus hijos hablaron y hablaron de las folladas que tuvieron en el pasado con ellos. Algunas felices por tener hijos tan amorosos, otras apagadas porque sienten que sus hijos ya no les desean tanta lujuria, pero al fin y al cabo, todas sumisas a las órdenes de sus amados hijos.

Sin quererlo se les pasan las horas en el reloj, Magdalena se despide, las otras dicen adiós. Comentarios al respecto, será que se calentó, se excita doña Fernanda, María pide calor. Pero en fin, tomemos otro café, mañana como es domingo será la misa a las 10. Termina la reunión, el martes de 4 a 6, seguirán con su canasta, seguirán con su placer...

¡Hola!, Further acá: Espero que ustedes se encuentren muy bien, pues yo lo estoy. La idea de este relato vino de ese episodio de Malcolm donde Lois asiste, tal cual, a un supuesto club de literatura, pero yo decidí "torcerlo" un poco más. En fin, esta es una pequeña prueba a ver si les gusta la idea, pues si es así, sacaría una segunda parte más completa y quizá con las recomendaciones que ustedes quieran dejar, pues cualquier comentario u observación que deje, con gusto lo leeré y contestaré en el tiempo posible.

Así que, nada más que decir, ¡cuídense y hasta el próximo relato!