El club de las mamás calientes.

Cristina y dos de sus amigas más liberales fundan un club para ampliar sus horizontes sexuales, compitiendo las tres por el cargo de presidenta. Lo que Cristina no sabe es que la carta de la victoria la tiene en casa

Cristina destacaba entre toda la gente que caminaba a su alrededor a todo correr. La mujer, unos años atrás había pertenecido a aquel grupo de personas que se desplazaban con celeridad para llegar a su centro de trabajo, pero aquello ya era parte del pasado.

Cristina era una mujer de 45 cinco años, que hasta los 40 estaba segura de que se pasaría toda su vida como una más de aquellos trabajadores estresados hasta que llegara su ansiada jubilación, pero el destino no le tenía aquello reservado.

A los 40 conoció a un hombre de buena planta y adinerado, llamado Roberto, con el que se casó a los pocos meses de conocerse. La mujer casi había visto imposible la posibilidad de volver a casarse, ya que contaba con un hijo, y la mayoría de hombres aquello les echaba para atrás, pero a Roberto no pareció importarle que tuviese un hijo adolescente y llevaron acabo la unión.

Cristina y Roberto estuvieron encantados en sus primeros dos años de relación, el hombre disfrutaba de la fogosidad de su esposa, pero esta cada vez le pedía más y le sugería hacer cosas más atrevidas, cosas a las que el hombre no estaba dispuesto debido a su posición como persona pública.

La mujer, ignorando los deseos de su marido se dedicó a explorar su sexualidad a fondo, acudiendo a locales de intercambio de parejas, exhibiéndose de manera exagerada cuando iba a la playa de vacaciones o buscando hombres y mujeres con los que tener charlas por teléfono, y si surgía algo más.

Roberto al ver la indecorosa conducta de su mujer decidió divorciarse de Cristina, dejándola un par de negocios rentable, como eran una cafetería y una peluquería en el centro de la ciudad, un ático, y un coche de alta gama, quedando Cristina más que satisfecha.

Desde aquel momento la vida de Cristina se había vuelto muy cómoda, teniendo tan solo que pasar un par de veces por semana por cada uno de sus locales para asegurarse que todo iba bien y que la gente a la que tenía subcontratada hacía que todo funcionase como ella quería. Ciertamente al separarse de Roberto tenía mucha menos capacidad financiara que con él, pero la libertad que tenía sin un marido que la censurase bien merecía aquel sacrificio.

-         Buenos días- le saludó una de las camareras más veteranas de su local que en aquel momento estaba preparando 3 cafés al mismo tiempo- ¿le pongo alguna cosita?

-         Ponme un café con leche, hazme el favor- dijo la mujer elevando el tono de voz, cosa que la encantaba, ya que eso quería decir que el local estaba bastante lleno.

La camarera se movía con ligereza por la barra teniendo Cristina su café ante ella en menos de dos minutos.

-         Han llegado dos amigas suyas, me pidieron que se lo informase cuando llegase- Cristina se sorprendió un poco ya que habían quedado a las 12 y aún no eran las 11:30, aún así Cristina sonrió y asintió.

-         ¿Dónde están ahora?

-         Están por allí- dijo la camarera señalando entre el gentío a la zona reservaba como comedor, en la que les había dicho a sus amigas que la esperaban si se retrasaba.

-         Muy bien.- dijo la mujer levantándose y cogiendo su tacita de café.

-         ¿Desea que la lleve algo más para allá?- inquirió empleada haciendo sonreír a su jefa.

-         No gracias, estás un poco liada aquí, si necesito alguna cosa ya vengo yo a por ella- contestó haciendo sonreír a la camarera que rápidamente siguió atendiendo a la clientela.

Tal y como su trabajadora le había indicando, sus dos mejores amigas la estaban esperando sentadas en una de las numerosas mesas del comedor. Ambas, al igual que ella, eran mujeres adineradas, como podía adivinarse a juzgar por las elegantes ropas que llevaba.

-         Habéis llegado más pronto de lo que me esperaba- dijo Cristina sentándose a la mesa y mirando primero a Pilar y luego a Sonia.

-         Teníamos muchas ganas de saber para que nos habías llamado- dijo Pilar, la mujer de mayor edad del grupo, que acababa de alcanzar los 46 pero que parecía al menos 5 años más joven: tenía la piel clara y tersa, una figura esbelta con ligeras curvas y una larga melena de pelo castaño muy bien cuidada.- además tengo una cita con un cliente del bufete de a las doce.

-         No te preocupes, llegarás a tiempo- dijo Cristina sonriendo.

-         Esa sonrisa la conozco bien- dijo Sonia sonriendo, al igual que Pilar, esta desempeñaba una profesión importante como lo era el ser subdirectora de uno de los bancos más importantes de la ciudad, era una mujer de mediana estatura, pelo largo de color oscuro, piel clara y algo más entrada en carnes que Sonia, pero con unas curvas de los más insinuantes. De las tres mujeres aquella era la más joven, acabando de cumplir los 42 años- ¡me huelo noche de chicas!- dijo Sonia con una sonrisa que contagió a sus dos amigas.

-         Más o menos, pero lo que he pensado ha sido algo diferente- dijo Cristina mostrando sus dos filas de dientes perfectos- estoy ya cansada de salir por ahí, encontrar algún hombre atractivo y llevármelo a la cama, quiero experimentar cosas nuevas.

-         ¿Qué clase de cosas nuevas?- preguntó Pilar, que no sabía muy bien por donde iba su amigas.

-         Quiero hacer otra clase de prácticas sexuales, aún no he decidido cuales, pero estoy segura de que será más fácil probar cosas nuevas si lo hacemos las tres juntas.- comentó viendo en el rostro de Pilar la duda en y un firme asentimiento por parte de Sonia- solo vamos a gozar nuevas formas de sexo, no haremos nada que no nos guste- aseguró mirando a Pilar.

-         ¡Venga Pili, será divertido!- dijo Sonia tratando de animarla- ¿o es que te estás volviendo recatada?- preguntó divertida.

-         Sabes perfectamente que eso nunca va a pasar- respondió automáticamente- ¿en que estás pensado?

-         He pensado en crear un club, una asociación en la que nos unamos para ayudarnos a realizar cualquier práctica sexual que nos pueda atraer.

-         Me parece bien- dijo Sonia encantada- ¿cuándo comenzamos?

-         No tan deprisa- dijo la mujer sonriendo a las más joven del grupo- primero tenemos que establecer quien será la presidenta de la asociación.

-         ¿Para que una presidenta?- quiso saber Pilar

-         Para guardar un orden a la hora de realizar nuestras fantasías más ocultas- dijo Cristina.

-         Me parece bien, ¿cómo decidiremos quien será la presidenta?- interrogó Sonia después de tomar un nuevo sorbo de café.

-         Que os parece si hacemos una competición este fin de semana- dijo Pilar antes de que Cristina pudiese expresar su opinión- el que consiga acostarse con el amante mejor dotado gana y se convierte en presidenta.

-         Perdona por haber creído que te estabas volviendo recatada, Pilar- dijo Sonia haciendo que las tres mujeres soltasen una carcajada.

Una vez acordaron que el lunes quedarían para comer, con las fotos de sus respectivos amantes y sus números de móvil, se marchó cada una por su lado, seguramente pensando en que clase de técnicas de seducción utilizarían.

Cristina aquella tarde fue al gimnasio, pese a que no machacaba su cuerpo con intensos ejercicios, la mujer siempre solía presentarse allí todas las tardes durante al menos una hora para mantener sus carnes firmes y que sus sobresalientes pechos no comenzasen a caerse.

La mujer tan solo se dedicó a mirar a los hombres más musculosos mientras hacía ejercicios ligeros, sin lugar a dudas aquella era la clase de hombres que deseaba, fuertes y que aguantasen mucho en la cama.

Cristina flirteó con un par de ellos, pero descartó a ambos después de tan solo diez minutos de charla, tenían grandes músculos y parecía que lo que guardaban entre las piernas era de un tamaño más que aceptable, pero tanto uno como el otro eran unos auténticos idiotas.

La mujer, antes de regresar a su casa se dio una ducha en el vestuario de mujeres del gimnasio. Cristina, al haberse entretenido buscando amante para aquella noche se encontró con la aglomeración de las siete de la tarde, en la que un grupo de unas 15 mujeres hablaban animadamente mientras se cambiaban de ropa.

La recién llegada, sin pudor alguno de deshizo de sus prendas ligeramente sudada para meterlas en su bolsa de deporte y caminar con su toalla de la mano completamente desnuda.

Cristina sonrió para sus adentros cuando vio como más de una de las mujeres de mediana edad que abarrotaban el vestuario se quedaron mirándola. Ciertamente tenía un cuerpo que destacaba bastante, era de mediana estatura, piel morena, pelo largo y rubio, pechos grandes y firmes que apenas botaban a cada paso que daba…  Los murmullos volvieron a su nivel anterior cuando Cristina ingresó en una de las duchas y comenzó a sentir el agua resbalando por toda su anatomía.

Mientras condujo hasta el ático en el que vivía estuvo pensando en la ruta de bares que haría aquella noche, con la intención de encontrar al semental que haría que se alzase con la victoria ante sus amigas y poder así dirigir las morbosas actividades que deseaba realizar junto a Sonia y Pilar.

Cristina compró comida para llevar en un restaurante cercano a su casa, adquiriendo una ración extra para su hijo, Miguel, que normalmente estaba en casa cuando ella regresaba de vigilar el buen funcionamiento de sus negocios, o de una mañana completa de ocio. Pero en aquella ocasión se encontró la casa vacía.

La mujer comenzó a desenvolver su pedido mientras leía una nota que su hijo había dejado sobre la mesa, en la que le explicaba que como estaba de exámenes se quedaría toda la tarde a estudiar en la biblioteca, lo que hizo sonreír a Cristina, después de muchos años en los que el chico se había tomado los estudios a la ligera por fin estaba dándole la importancia que estos merecían.

Después de comer y echar una buena siesta se levantó para encaminarse a su armario y comenzar a planificar que ropa llevaría aquella noche para seducir a los máximos hombres posibles.

En la ropa interior no tuvo duda alguna, un tanga rojo y un sujetador del mismo color que alzaba sus pechos de tal modo que los hombres tendrían que ver sus voluminosos senos quisieran o no.

Con aquella provocativa ropa interior la mujer decidió ir a juego con ella y ponerse un vestido largo y rojo, con un escote imponente y que dejaba su espalda al descubierto. Cristina  que estaba ante el espejo sonrió aprobando aquella indumentaria, la cual terminó con la puesta de unos zapatos de bastante tacón, también de color rojo.

Ya vestida para salir, pero sabiendo que tendría que quitarse la ropa porque no saldría de casa hasta después de las 11 de la noche, abrió el cajón de su mesilla en busca de preservativos. Aquella medida no era del todo necesaria para no quedar embarazada, ya que la mujer tomaba la píldora para tener sexo a pelo con algunos de sus “amigos íntimos”, pero si era imprescindible para evitar cualquier tipo de enfermedad de transmisión sexual con algún amante esporádico.

Cristina maldijo cuando vio que no la quedaban condones, a si que comenzó a cambiarse de ropa para bajar a la farmacia a por una caja, pero antes de tomar aquella medida se le ocurrió dirigirse a la habitación de su hijo por si este tenía.

La mujer estaba segura de que su descendiente ya había tenido experiencias sexuales ya que en lo que llevaba de curso el muchacho ya había tenido tres novias diferentes, lo que le hacía pensar que Miguel se acostaba con ellas y no las volvía a ver, lo cual a Cristina no le parecía del todo mal, puesto que ninguna de las chicas con las que se juntaba su hijo terminaba de caerle bien.

Tal y como había intuido encontró un paquete de preservativos en la mesilla de su hijo, pero se sorprendió cuando vio el tamaño de estos, aquellos condones eran mucho más grande que los estándar.

-         Parece que no voy a tener que salir de casa para ganar la apuesta- dijo con una sonrisa en la cara.

A Cristina nunca se le habría ocurrido la idea de tatar de seducir a su primogénito de no ser porque sabía perfectamente que este también estaba interesado en ella. Desde que el muchacho había comenzado a descubrir su sexualidad el sensual cuerpo de su madre se había convertido en su referente, y pese a que la mujer nunca le había dicho nada, sabía que había llegado a obsesionarse con ella, hasta el punto de espiarla cuando se duchaba,  cambiaba de ropa o cuando tenía sexo con otros hombre.

Curiosa por saber que clase de material usaba su hijo para darse placer en solitario, conectó el ordenador del muchacho, para encontrar carpetas con preciosas mujeres de pechos generosos que miraban a la cámara de forma insinuante. Todas y cada una de ellas tenían unos cuerpos de similares características a las de Cristina, hasta que finalmente encontró una carpeta en la que el Miguel había cambiado las caras de las modelos por la de su madre, haciendo unos buenos fotomontajes.

Después de una tensa espera Miguel regresó a casa, para encontrarse a su madre vestida con el vestido rojo que, hasta descubrir los deseos de su hijo, iba a usar para ir en busca de un buen semental.

-         Que guapa estás, mamá- dijo el chico mirándola de arriba abajo, deteniéndose por supuesto en su busto.

-         Gracias hijo, iba a salir esta noche- manifestó la mujer- ¿Qué tal la tarde de estudio? Porque has estado estudiando, ¿verdad?- preguntó guiñándole un ojo.

-         Sí, ya te dije la semana pasada que Carmen y yo lo habíamos dejado- respondió el chico.

-         Bueno, pero viendo tu éxito no me extrañaría que ya tuvieses una nueva novia. Aunque deberías de aguantar más con cada novia, de lo contrario te vas a crear mala fama entre las chica- comentó la mujer levantándose de su asiento para acercase al joven, que era algo más alto que ella.

-         Más quisiera, pero son ellas la que me dejan, no yo a ellas.- aquella información sorprendió a la mujer.

-         ¿Y eso?

-         Problemas de cama- comentó el chico con una sonrisa triste para dirigirse a su habitación.

-         ¿Problemas por exceso de tamaño?- preguntó la mujer antes de que este pudiese marcharse, el chico la miró sorprendido de que supiese aquel detalle- Necesitaba preservativos para esta noche y he visto que los que tu tienes son de talla grande.

-         No me gusta que me hurgues en la habitación- dijo el chico en tono duro.

-         Vamos, no seas así- dijo la mujer acercándose al chico y poniendo sus manos sobre sus hombros y sus pechos sobre su espalda- yo no me enfado cuando tu me espías mientras me ducho- el chico ante aquella réplica se quedó paralizado y Cristina aprovechó el momento para pasar sus manos por los costados del cuerpo de su hijo, para apoyarlas en sus pectorales y bajar rápidamente hasta sentir como la polla del muchacho comenzaba a hincharse bajo su pantalón vaquero- Vamos, tú lo estás deseando y yo tengo mucha curiosidad de ver lo que escondes.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Cristina cuando su hijo por fin se decidió a mover sus brazos, y no precisamente para alejar a su madre de él, sino para quitarse la camisa mientras que Cristina, que no quería perder tiempo, trataba de desabotonar los pantalones del chico.

Miguel quedó en bóxers, pudiendo su madre ver el cuerpo que tanto tiempo hacía que no veía. El muchacho era de complexión normal, pelo corto y castaño, piel clara, pecho depilado… pero la mujer, que no vio nada que la interesase en exceso se arrodilló para bajar los calzoncillos del muchacho y encontrarse ante sus narices la polla que tanto había imaginado desde que había encontrado los preservativos.

-         Como me gusta lo que estoy viendo- dijo Cristina relamiéndose antes de agarrar con su mano derecha los grandes testículos del muchacho, con la izquierda tratando de rodear el grueso falo rodeado de venas y con la boca intentando abarcar con su boca el hinchado y rosado glande en el que acababa en vigoroso miembro de su hijo.

Escuchar los graves gemidos de placer de Miguel hizo que su madre se motivase y comenzase a dar ritmo a la felación, comenzando por humedecer bien la cabeza de la polla del muchacho para después pasar su lengua desde allí hasta sus testículos, entreteniéndose en el tronco y alzando la mirada para comprobar lo muchísimo que aquella práctica le estaba gustando al receptor de la mamada.

Tras unos minutos de intenso trabajo manual y oral por parte de Cristina esta miró a su hijo, desconcertada por no hacerle eyacular.

-         Te han hecho esto antes ¿verdad?- dijo la mujer.

-         Algo parecido, aunque nunca tan bien- respondió el chico mirando a su madre con una expresión de satisfacción- es lo único que me han hecho las chicas con las que he salido, ellas me lamían a mi y yo a ellas para tratar de dilatarlas.

-         Entonces sabes lamer- dijo la mujer encantada levantándose del suelo- ¿enseñarás a tu mami lo que sabes hacer?- inquirió la mujer comenzando a quitarse el vestido.

-         Claro- dijo Miguel dispuesto a no desaprovechar la ocasión de poder lamer y chupar el dulce cuerpo de su progenitora.

Cuando Cristina se hubo quitado hasta la última prenda de ropa se sentó sobre el edredón de la cama de su hijo con las piernas bien abiertas para a continuación acariciar su sexo depilado y separar sus mojados labios vaginales.

Miguel, al ver el rosado y apetitoso interior de su madre se lanzó a su objetivo metiendo su lengua de golpe, lo que sorprendió a la mujer que trató de calmarlo, para que no agotase todas sus fuerzas, acariciándole la cabeza con cariño.

A medida que el chico se acostumbró al sabor y la textura de la zona íntima de su madre comenzó a realizar un trabajo más de habilidad que de energía, el cual Cristina agradeció soltando toda clase de exclamaciones que motivaron al muchacho.

-         ¿Puedo follarte ya, mamá?- preguntó el chico alejándose un poco del sexo depilado de Cristina mirándola desde abajo.

-         Aún no cielo, mamá no está acostumbrada a recibir pollones como el tuyo, así que vas a tener que darme muchos preliminares- mintió la mujer que sabía que podía meterse aquel miembro en su interior si quería, pero que esto bajaría el rendimiento de su amante- pero te aseguro que vas a acabar dentro de mí- le aseguró al ver la desilusión del muchacho.

Cristina disfrutó durante unos minutos más de la habilidosa lengua de su hijo, hasta que finalmente se levantó de la cama para indicarle que siguiesen en su dormitorio, que estaba dotado de una cama mucho más grande.

Miguel, aprovechando que los dos estaban desnudos y a la misma altura se inclinó un poco para besar los pechos de su madre, pasando de uno a otra mientras esta comenzaba a caminar hacia atrás con la intención de llegar a su dormitorio. El chico disfrutó enormemente lamiendo los grandes, marrones y endurecidos pezones de su madre, ninguna de las chicas con las que había estado tenían unos pezones de aquel tamaño, todas los tenían mucho más pequeños.

Antes de que el ansioso muchacho se diese cuenta, madre e hijo se encontraban en la habitación de Cristina, que levantó la cabeza de Miguel para besarlo con pasión. Al chico en un principio no le gustó el cambio, pero después de sentir la hábil lengua de su madre haciendo virguería dentro de su boca, se dejó llevar.

Viendo la buena predisposición del varón, la mujer se acercó aún más a su amante, pegando sus senos al pecho del chico y notando como la gruesa polla de este era oprimida por el plano abdomen de la mujer.

-         ¿Puedo metértela ya?- preguntó el chico cuando este decidió por si mismo separarse de la caliente boca de Cristina.

-         Sé que estás deseando metérmela, pero vas a tener que esperar un poco, aún te quedan muchas cosas de explorar de mamá, ¿no sientes curiosidad por nada más que por mi coño y mis tetas?

-         Me encanta tu culo y tu boca también- dijo Miguel rodeando la cintura de su madre con sus brazos para apretar con fuerza las firmes nalgas de Cristina.

Justo un momento después de decir eso su amante la agarró aún con más fuerza, tanta que logró levantarla los pies del suelo y tumbarla sobre la cama de golpe. Cristina se sorprendió mucho de lo que su hijo acababa de hacer ya que el muchacho no era especialmente corpulento ni musculoso, pero pasó aquel detalle por alto y separó bien las piernas que Miguel pudiese volver a su sexo.

El joven, voluntarioso, se lanzó sobre la vagina de su madre, comenzando a darle largas lamidas, desde el hinchado clítoris de Cristina hasta el ano al que el chico se esforzaba por llegar una y otra vez.

La mujer siguió en su faceta pasiva durante unos minutos más hasta que finalmente optó por incorporarse y tirar a su amante sobre la cama. El chico que ha había quemado muchas de sus fuerzas se dejó hacer y gimió de placer cuando notó la lengua de Cristina moviéndose con toda celeridad por su cuerpo.

La madre comenzó por chupar y dar ligeros mordiscos en el cuello de Miguel, el cual permaneció paralizado por el placer que la situación le producía. Poco a poco Cristina fue bajando, dando el mismo tratamiento a los pectorales y abdomen del muchacho, bajando un poco la intensidad cuando llegó a la vigorosa e hinchada polla de su hijo.

Cristina, que consideraba que su amante ya había tenido tiempo para reponerse comenzó a lamer el rabo de Miguel mientras se colocaba de tal modo que su vagina quedaba justo delante del rostro del chico, que no aguantó la tentación y comenzó a lamer de nuevo la dulce raja de su madre.

-         Creo que ha llegado el momento de que sientas tu polla dentro de una mujer- dijo Cristina dándose la vuelta y apoyando su sexo sobre el estómago del muchacho para avanzar lentamente hasta asentarse en su pecho, dejando tras de si un rastro de fluidos- aunque no me puedo creer que hayas esperado tanto y no hayas contratado a una profesional.

-         La primera vez quería hacerlo por amor- dijo el chico, no sintiéndose excesivamente cómodo con aquella conversación.

-         Pues nadie nunca va a sentir por ti más amor que yo, cariño- dijo Cristina restregando su sexo en la dirección opuesta a la que había llevado para hablar con su primogénito, y colocándose en cuclillas sobre la rosada e hinchada polla de Miguel- vaya, como te he puesto- comentó Cristina mirando el torso de su hijo empapado por sus fluidos- en cuanto te haga descargar y te limpie tu aparato, mamá de dará una larga lamida a todo lo que te ha manchado.

-         Gracias mamá, aunque me encanta tu olor- dijo el chico estirando sus brazos rápidamente. La mujer al verlo pensó que iba a agarrarla las caderas para impulsarla hacia abajo y poder así aliviar su deseo sexual, pero en lugar de eso el muchacho colocó sus manos debajo de los muslos de su madre, para que esta no tuviese que gastar tanta fuerza- no quiero que te hagas daño- se explicó el muchacho haciendo sonreír a su madre-

-         Gracias cariño, me alegro mucho que tu primera vez sea conmigo- manifestó la mujer dejándose caer un poco y sintiendo como el duro glande de Miguel se abría paso deformando su cálida vagina.

Cristina fue gimiendo de placer a medida que la polla de su hijo se adentraba cada vez más en su sexo. La mujer, que estaba extasiada de placer no abrió los ojos mientras bajaba, quería disfrutar aquel momento de la forma más intensa posible, siempre solía gozar más del sexo cuando desactivaba el sentido de la vista y agudizaba el del tacto.

-         Que caliente y apretado está tu coño, mami- dijo el chico gozando al sentir como las paredes vaginales oprimían con fuerza su gran falo.

-         Para ti creo que cualquier coño estaría apretado- dijo la mujer abriendo los ojos de golpe cuando acabó por introducir todo el pene de su hijo en su interior- ahora deja que te cabalgue yo- dijo la mujer sonriendo y comenzando a mover rítmicamente sus caderas- si lo hacer tú me podrías hacer daño.

-         Me parece bien, yo te agarro para que no te caigas- dijo el chico apoyando sus manos sobre los grandes pechos de su madre haciendo sonreír a esta aún más.

-         Anda que te has pensado de donde sujetarme- comentó para acabar soltando una risita.

La mujer comenzó haciendo movimientos lentos para que su cuerpo poco a poco se fuese acostumbrando al miembro que estaba dentro de ella y para que este no acabase por eyacular antes de que Cristina pudiese llegar al orgasmo.

Sabiendo que era la primara vez para Miguel, su madre estuvo muy atenta al rostro del muchacho, ya que en él se veía reflejado el grado de placer en el que se encontraba, pudiendo ir más despacio cuando lo veía excesivamente caliente y más deprisa cuando observaba que su calentura bajaba.

La mujer por su parte, para tratar de mantener su nivel de excitación a la par con el de su hijo, animaba a este para que estimulase sus pezones mientras que ella misma acariciaba su sexo entre movimientos de cadera.

-         Creo que ha llegado el momento de que trabajes un poco, cariño- dijo Cristina sudorosa cuando sintió que estaba cerca de llegar al orgasmo, mientras acariciaba el pecho de Miguel, bajo el que sintió los latidos del corazón del muchacho- Es hora de que me muestres las ganas que tienes de correrte- explicó agarrando con fuerza los costados de su amante- embísteme como un caballo salvaje que quiere descabalgar a su jinete.

El joven al oír la provocación comenzó a hacer movimientos bruscos con su cadera logrando hacer que su madre botase sobre él como no había hecho durante toda la relación. La mujer, sorprendida por la vitalidad del muchacho agarró aún con más fuerza los costados del chico para no verse descabalgada de aquel imponente falo que tanto placer le estaba dando.

Después de las primeras 30 embestidas las fuerzas de Miguel comenzaron a mermar, por suerte Cristina supo animarlo diciéndole lo caliente que le estaba poniendo y rogándole que la follase como a un puta.

Escuchar tan soeces expresiones en boca de su madre hizo que el chico volviese a la carga, y después de unas pocas embestidas más sintió el como la pesada carga que llevaba en sus testículos desde hacía casi una semana era descargada en el interior de Cristina, que gimió de placer al sentir el caliente esperma de su primogénito en su interior, provocándola tal calentura con la que no tardó en correrse ella también dejando empapado el pene de su hijo con sus fluidos.

Cristina, sudorosa y agotada, se dejó caer sobre su hijo, apoyando sus senos sobre los pectorales de este y notando como la gruesa polla de su amante comenzaba a perder dureza y tamaño en su interior, mientras que estiraba su cuello para besar los labios de Miguel.

-         Has estado genial, mamá- dijo el chico extasiado mientras su madre se separaba de él para sacar su miembro de su vagina y observarlo después del coito.

-         Tú también has estado increíble- contestó la mujer sacando el prepucio de la flácida polla del chico y lamiéndolo con ayuda de su mano izquierda para con la derecha ocuparse de acariciar sus testículos.- por cierto, luego tendremos que hacerlo otra vez, he hecho una apuesta con unas amigas y tendré que tomar algunas fotos.

-         Claro mami, las veces que quieras- dijo el chico después de soltar un grave gemido de placer.

El lunes al medio día Cristina se presentó confiada en su local ante Sonia y Pilar que también sonreían ampliamente, al parecer todas habían encontrado un amante durante el fin de semana y todas ellas parecían igual de confiadas.

Como si de una partida de póker se tratase, después de los postres, las tres mujeres dejaron las fotos sobre la mesa, siendo la sonrisa más ancha la de Cristina. Pilar se había acostado con un chico de unos 20 años moreno y con un miembro de uno 16 o 17 centímetros, mientras que su amiga Sonia lo había hecho con otro de similares características, lo que no suponía ninguna competencia para el falo de casi 24 centímetros de su hijo.

-         Parece que no hay duda de quien ha ganado- dijo Sonia aceptando la victoria con deportividad.

-         Sí presidenta, dinos de donde ha salido ese semental- pidió Pilar que no podía dejar de observar el falo venoso de Miguel junto al que Cristina aparecía con la cinta métrica que no dejaba lugar a dudas sobre su tamaño.

-         Lo tenía por casa- dijo la mujer sonriendo al ver la caras de desconcierto de sus amigas- aunque no sea un tío cachas ni excesivamente grande esto es lo que hay bajo las pantalones de Miguel- confesó haciendo que sus dos interlocutoras se echase las manos a la boca para no gritar de asombro.

-         ¿Tu hijo?- preguntó Pilar sin dar crédito, pero tuvo que creerlo cuando la mujer asintió- sin duda, aunque alguna se hubiese presentado con algo más grande tendrías que ser la presidenta, pero que puta eres- considerándolo un halago Cristina sonrió y miró a sus dos amigas.

-         Desde ahora me podéis comenzar a mandar vuestras fantasías para que decida cual haremos primero, ya veréis como nos lo vamos a pasar- dijo encantada de haberse alzando con la victoria.

Agradeceré comentarios y sugerencias para siguientes capítulos, tanto por aquí como por mi correo.