El club de las mamás calientes 3: Pilar.
Cristina, al igual que hizo con Sonia, prepara la fantasía de su amiga Pilar, que consiste en descargar sus instintos más sádicos sobre un hombre grande y fuerte
Prólogo:
Cristina, Sonia y Pilar, son tres mujeres maduras y sexualmente activas que deciden fundar un club con el que ayudarse entre ellas para cumplir sus fantasías sexuales. Para dilucidar quien será la presidente del grupo compiten, poniéndose como prueba acostarse con el hombre mejor dotado durante un fin de semana. Cristina se alza con la victoria ya que descubre que su hijo Miguel, a parte de estar obsesionado por ella, también tiene un miembro descomunal, con lo que la mujer no duda en seducirlo para derrotar a sus amigas.
Una vez cumplida la fantasía de Sonia ahora le toca a Pilar…
Cristina cayó sobre el pecho de su hijo cuando sintió como después de cabalgarlo durante unos minutos un imponente chorro de semen regaba toda su vagina. La mujer estaba muy contenta con el rendimiento del muchacho, ya que después de casi un mes, tras el inicio de su incestuosa relación, Miguel había logrado atrasar sus eyaculaciones más que la mayoría de hombres con los que Cristina se había acostado.
- ¡Dios, cariño cada vez me haces cansarme más para hacerte acabar!- dijo la mujer sudorosa, aplastando sus senos sobre los pectorales de su amante, que la agarró con fuerza para no sacar su polla del caliente y húmedo sexo de su madre.
- Si quieres la próxima vez no me cabalgas tú y te follo al estilo perrito- dijo Miguel un poco culpable de que fuese su madre siempre la que se agotase y llevase la voz cantante de la relación.
- No cariño, mejor seguimos así, si dejo que me embistas con ese cacho ariete que tienes entre las piernas me podrías hacer mucho daño- dijo la mujer besando el pecho del chico con dulzura- por cierto, me ha llamado la mujer con la que hablé para llevar a cabo la fantasía de Pilar, y necesito tu ayuda- miguel sonrió.
- Mamá, tú si que sabes cual es el mejor momento para pedir favores- comentó haciendo reír a Cristina. ¿de que se trata?
- Aún no le he llamado para confirmar, pero a cambio de que ella nos ceda a su esclavo yo tengo que cederle a mi esclavo sexual- dijo sonriendo- que en este caso eres tú- el chico no puso muy buena cara con lo que Cristina se apresuró a añadir- no te hará ningún daño te lo aseguro, he pactado con ella que solo te podrá dar algún castigo físico suave y algo humillación verbal, estoy segura de que cuando la veas no te importará lo que te llame a cambio poder follar con ella esta noche- dijo mujer- te aseguro que esta muy buena.
- De acuerdo, llama y dile que seré su esclavo sexual- dijo Miguel que confiaba en el criterio de su madre.
A Cristina, tan solo le llevó un par de minutos concertar la cita para aquella misma noche con Victoria y su sumiso Román. La mujer, pese a que había buscado por internet y por innumerables chats durante las últimas dos semanas, no había logrado encontrar a un esclavo de las características que su amiga Pilar deseaba hasta que por fin hacía dos noches había encontrando a Victoria, en busca de nuevos sumisos o gente que compartiese su estilo de vida.
Cristina, que para no perder la atención de aquella mujer se había inventado de que ella misma era Dominante de un joven muchacho, la explicó que tenía una amiga que tenía la fantasía de doblegar a un hombre y humillarlo hasta que a ella le pareciese bien, pero eso si, tenía que ser fuerte físicamente ya que Pilar también quería sentir lo que era poder golpear a un hombre para volverlo sumiso con ella sin la necesidad de contenerse.
La presidenta del club tuvo que dedicar aquella mañana y parte de la tarde en trasladar los escasos conocimientos que esta tenía sobre el mundo de la dominación y sumisión a su hijo, para que Victoria no se diese cuenta de que no estaba contactando con gente del mundo BDSM, sino con una pareja de curiosas y el hijo de una de ellas.
Iban a ser una pareja de curiosas porque Sonia, que había sido la primera en cumplir su fantasías, y pese a que también había estado navegando por internet en busca de un sumiso para su amiga, no quería participar en aquello, ya que le gustaba dar placer a los hombres, nunca dolor.
Una vez consideró que los conocimientos que había traspasado a su hijo serían suficientes como para hacerle pasar por un buen sumiso, le indicó que bajasen al garaje a por su coche para recoger a Pilar, con la que había quedado a la entrada de su casa, que estaba a medio camino entre su vivienda y el hogar del Ama al que se disponían a visitar.
Cuando pararon delante del bloque de edificios en el que vivía Pilar esta ya se encontraba abajo, y no tardó en montar en la parte de atrás del coche portando una bolsa en cada mano. Pilar era una mujer de más de 45 años, piel clara, pelo castaño que la llevaba un poco por debajo de los hombros y figura con pocas curvas que se hacía aún mas inapreciables debido a que se había puesto una falda larga y un jersey que la llegaba hasta el cuello.
- No te preocupes Cris- dijo la mujer sonriendo al ver el rostro desconcertado de su amiga- lo que nos vamos a poner para entrar en acción lo llevo aquí.
El trayecto hasta la casa de la mujer a la que se disponían a visitar no estaba a más de cinco minutos del domicilio de Pilar, con lo que no hubo mucho espacio para la charla en ese tiempo.
Para que la posición de Miguel como esclavo fue más evidente para su anfitriona, el muchacho agarró las dos bolsas poco pesadas, pero que a abultaban bastante, que había llevado Pilar para seguir a las dos mujeres que se encaminaron con decisión a la entrada de la casa, un chalet de un par de pisos con un amplio jardín.
La que les recibió fue la propia Victoria, a la que Miguel tan solo miró un instante para volver a clavar su vista en el suelo, debía de mantener una actitud lo más sumisa posible. Se trataba de una mujer bastante alta, de piel bronceada, pelo rubio liso y que la llevaba un poco por debajo de los hombros, con una figura estilizada y un cuerpo algo musculado.
La anfitriona se presentó educadamente ante sus invitadas e intercambiaron besos en las mejillas después de cada presentación, hasta que finalmente la Dominante se plantó delante de Miguel que permanecía parado con una bolsa en cada mano.
- ¿Este es el esclavo semental del que me has hablado, Cristina?- preguntó la mujer mirando a Miguel mientras este no levantaba la vista ante Victoria- no parece gran cosa.
- Es cierto que físicamente no tiene los músculos ni la estatura de tu esclavo, pero te aseguro que está muy bien dotado, no te dejará insatisfecha.
- Así lo espero, porque sabes que si no tiene un pene de más de 20 centímetros el trato se cancela- dijo la mujer en tono severa, ya que la liviana complexión de Miguel no hacía a la mujer estar segura de que su invitada le dijese la verdad.
Victoria instó a sus dos invitadas a que la siguiesen, caminado rápidamente por la casa hasta llegar a una puerta que llevaba al sótano, lugar donde informó que tenía instalada su mazmorra.
Cristina observó impresionada el tamaño de la habitación y la gran cantidad de objetos, tanto sado (látigos, fustas, pinzas, esposas…) como sexuales (arneses, consoladores de todos los tamaños, lubricantes…) que había por todos lados. Pero la vista de la mujer no pudo evitar pasar por alto todo aquello cuando vio de rodillas al esclavo que ya había visto en fotos y que iba a ser cedido a Cristina y Pilar para que esta última llevase a cabo su fantasía sexual.
Ciertamente Román era mucho más impresionante al natural, era un hombre alto de piel clara, con la cabeza afeitada y que tenía unos grandes músculos tanto en los brazos como en las piernas. En aquel momento el hombre estaba totalmente desnudo, con los brazos esposados a la espalda y con su miembro amarrado con un par de cuerdas, una que le rodeaba los testículos y otra que ataba su polla, la cual no estaba en erección pero se adivinaba bastante pequeña en comparación con su portentoso cuerpo.
El hombre tan solo pudo mover la cabeza un poco para intentar adivinar quien había entrado en la sala ya que Román, a parte de todo lo anteriormente nombrado, tenía sus ojos vendados.
- Bueno chicas, pues ahí tenéis al perro para todo lo que queráis hacerle- dijo Victoria acercándose al indefenso esclavo para clavar ligeramente sus uñas en uno de sus pectorales- si no necesitáis a tu esclavo para nada más- dijo la mujer mirando a Cristina- creo que me lo puedo llevar ya.
- Por supuesto, siéntete libre de usarle dentro de nuestros limites- dijo la mujer pasando su mano por detrás de la espalda de Miguel y haciendo que este caminase hacia Victoria- eres la primera Ama a la que se lo prestó, pero creo que lo hará bien, sino se arrepentirá- dijo la mujer tratando de sacar su tono más sádico.
Tan pronto como Victoria lo tuvo en su área de alcance agarró con una sola mano las mejillas de Miguel para clavar su mirada sobre la del chico. Miguel, tratando de meterse en su papel de esclavo dócil bajó la mirada, pero para su desgracia aquello no era lo que la Dominante deseaba y recibió una sonora bofetada que más que dolerle le hizo sentir un poco humillado.
- ¡Desnúdate, esclavo!- ordenó la mujer y Miguel no tardó en quitarse hasta la última de las prendas que llevaba encima.
El chico, para que la mujer pudiese ver todo lo que desease, y tal y como su madre le había explicado, colocó sus manos entrelazadas detrás de su nuca y dejó sus piernas un poco abiertas para que pudiese palpar sus genitales, que era lo que más destacaba en su liviana anatomía.
Victoria, que calzando sus zapatos de tacón negro era tan alta como Miguel, caminó alrededor de este, sembrando el nerviosismo en el muchacho, que poco a poco comenzó a respirar más agitadamente, en lo que comenzaba a sentir las manos de la mujer sobando su cuerpo: primero la espalda, después el torso recorriéndolo con sus uñas desde el pecho hasta el estómago, a continuación sus nalgas sobre las que clavó aún más sus dedos, para finalmente detenerse en el pene del muchacho, que poco a poco había comenzado a reaccionar y ponerse erecto.
- Parece que tu Ama no te ha dado mucho entrenamiento en cuanto a las erecciones- dijo la mujer- estos defectos sería capaz de pulirlos a base de castigos genitales- dijo la mujer mirando al muchacho con una sonrisa malévola apretando las bolas del muchacho algo más de lo que Miguel estaba preparado para tolerar, mostrando un gesto de dolor que complació a la Dominante- Los tienes realmente duros, los de mi esclavo son bastante más blandos y pequeños, pero claro, si tu Ama solo te usa para hacer tareas domesticas y saciar sus deseos carnales…- comentó Victoria- espero que al menos en eso último seas capaz de complacer a una mujer.
- Sí Señora- dijo el chico con la cabeza baja.
- Pues la puedes comenzar, de abajo arriba, y cuando digo abajo que refiero abajo- dijo la mujer señalando sus zapatos.
Miguel, pese a que nunca se le había ocurrido lamer unos zapatos, no puso ningún impedimento a la hora de lamer los zapatos de cuero negro que llevaba la mujer. Sabía bien que si no obedecía como correspondía Victoria tenía el permiso de su madre de poder castigarlo.
El muchacho no se atrevió a ascender a las piernas de la mujer hasta haber dejado los zapatos de esta bien brillantes y empapados en su saliva, pero para su desgracia en cuanto su lengua rozó la suave piel de Victoria esta comenzó a caminar hacia sus dos invitadas que ya se habían puesto los trajes que Pilar había adquirido, Miguel lógicamente siguió a cuatro patas como un perrito a la mujer.
El joven, una vez el Ama se detuvo, no pudo evitar alzar la vista para vez la indumentaria de su madre y su amiga. Cristina lucía un traje de látex negro que la cubría desde el cuello hasta los tobillos, pero que había varios agujeros en él, dos grandes por los que salían sus bronceados y firmes pechos de pezones marrones, otros dos en sus nalgas y otro en su sexo, que en aquel momento estaba cerrado por una cremallera.
Miguel dejó de mirar a Pilar, que lucía la misma indumentaria pero que al ser una mujer menos voluptuosa como su madre no la quedaba tan bien, cuando notó el tacón de Victoria clavándose con saña sobre su mano.
- Creo que llamarte perro es algo demasiado bueno para ti, puto pervertido, como osas mirar a otra mujer que no sea yo- dijo enojada Victoria, moviendo su tacón para hacer gemir de dolor al muchacho- desde el momento en que tu Ama te ha cedido a mi soy tu Diosa, la única mujer en el mundo para ti.
- Lo siento Ama- dijo el chico entre quejidos lamiendo el tacón que se clavaba en su mano en busca de clemencia.
- Échate en el suelo boca arriba, como el gusano pervertido que eres- ordenó la mujer, que no parecía dispuesta a pasar aquella falta por alto, Miguel obediente se tumbó sobre el frío suelo del sótano, mientras escuchaba como el tono de Victoria cambiaba al momento a un tono jovial para informar a sus invitadas que podían divertirse castigando a su esclavo tanto y como deseasen, amén de entregarlas un mando a distancias que servía para dar descargas de distinta intensidad sobre los testículos de Román.
Pilar, interesada por saber como funcionaba aquel invento agarró el mando y se acercó al esclavo para asir sus genitales con una mano y sentir los cables que salían del aro metálico que mantenía sus testículos aprisionados y muy juntos, el cual no había apreciado en un primer momento porque estaba debajo de la cuerda. Román se sobresaltó, ya que al tener los ojos tapados le pilló completamente por sorpresa la fría mano de su Dominante aquella noche.
- Bien perro, tu Ama nos ha dado un juguetito para que seas muy dócil con nosotras- dijo la mujer acercándose al musculado cuello del hombre para que le oyese bien- espero que no nos des demasiados motivos para que lo usemos- dijo para acabar pegando un fuerte mordisco sobre el hombro del esclavo.
- Seré bueno Señora, lo prometo-dijo Román con los dientes apretados al sentir la dentadura de Pilar.
- De todos modos se me antoja probarlo, para vez que efectos tienes- dijo la mujer mirando a Cristina para guiñarla un ojo- ¿tienes algún problema con eso?
- No Señora, está en su derecho de probar lo que desee conmigo- dijo el hombre con la cabeza gacha.
- Bien, entonces si estamos todos de acuerdo- dijo la mujer girando la ruletita que regulaba la tensión para darle un rápido calambre sobre los testículos, que hizo al hombre soltar un grito que provocó la excitación de Pilar- Como me lo voy a pasar haciéndote sufrir, cabrón- dijo la mujer al oído del esclavo antes de que este se hubiese recuperado del ataque sobre tan sensible zona.
- ¿Disfrutando del espectáculo, gusano?- preguntó Victoria elevando el tono de voz y clavando uno de sus tacones sobre la polla de Miguel que gimió de dolor, pero que no hizo nada por tratar de protegerse- ¿No te he dicho que a la única que puedes mirar es a mí?- preguntó la Dominante levantando rápidamente el zapato de la polla del muchacho y descargando una patada suave sobre los grandes testículos de este.
- Lo siento Ama, no volverá a ocurrir- dijo el chico cerrando las piernas, pero volviéndolas a abrir al momento para no despertar las iras de Victoria.
- Parece que voy a tener que tenerte muy vigilado- dijo la mujer sentándose sobre el rostro de su esclavo mientras apoyaba sus dedos en el pecho de Miguel y clavar sus uñas sonríe él- lámeme bien y quizás después te deje probar mi coño y mi culo.- Miguel no contestó, pero rápidamente comenzó a lamer con deseo las bragas de color negro que la mujer llevaba bajo su minifalda de cuero.
Delante de Victoria, que ya estaba gozando de la hábil lengua de Miguel, Cristina y Pilar ya había cogido los instrumentos que usarían para someter a Román. La primera se había decantado por un látigo de longitud media que primero descargó contra el suelo para intimidar al esclavo y después sobre el pecho de este para dibujar en el una bonita y larga marca roja. La segunda había llevado hasta la posición de Román algunas pinzas de presión que colocó sobre los pezones del esclavo, una par de velas, con su respectivo encendedor, que no tardó en prender y un látigo algo más largo y fino que el que Cristina había elegido, para descargarlo con fuerza sobre el estómago del hombre, Cristina se sorprendió ante la habilidad de esta y no pudo evitar preguntarla.
- He estado practicando- dijo Pilar contenta de cómo se estaban desarrollando las cosas- ¡Si no quieres otro como ese ve levantándote esclavo!- ordenó la mujer que estaba tremendamente excitada.
Cristina, para su sorpresa, también se sentía excitada con la situación, nunca se había imaginado que someter y castigar a un hombre indefenso pudiese ponerla tan caliente, pero era la realidad, tan real era su disfrute que la mujer no pudo evitar descargar dos nuevos latigazos sobre Román durante los escasos cinco paso que dio, uno sobre su trasero y otro sobre su muslo derecho, ante los que tan solo logró que el hombre apretase un poco los dientes.
- De ahora en adelante, y para que quede esto claro, solo hablarás cuando se te pregunte y sabrás que es momento de responder porque recibirán una buena bofetada de la que te interrogue ¿quedó claro?- preguntó la mujer esperando unos segundo para ver si es sumiso por inercia contestaba, para dar una sonora bofetada sobre el rostro del sumiso.
- Sí Señora- dijo el sumiso- quedó muy claro.
- Y dinos animal, ¿cuanto pesas y mides? – preguntó Pilar acercándose al esclavo y clavando sus suaves pechos de tamaño medio y pezones rosados sobre el torso musculado del hombre. Román tan solo contestó cuando recibió la bofetada de la mujer.
- Peso 108 kilos y mido 1.94 Señora- respondió el esclavo al momento.
- Has oído Cris, que chico más grande, ¿no te parece?
- Sí, aunque mejor, más donde castigar- dijo Cristina acercándose a su amiga para seguir arañando el cuerpo de Román de arriba abajo.
- Ahora verás algo divertido- dijo Pilar a su amiga para que esta pasarse de torturar al esclavo por unos minutos- vas a ver como una mujer de 46 años que pesa tan solo 60 kilos y que es una belleza- dijo sonriendo y guiñando a Cristina- logra hacer que esta bestia que tenemos ante nosotras se doblegue con el mínimos esfuerzo.
Cristina, y Victoria, que no había dejado de observar la escena desde la posición privilegiada en la que se encontraba recibiendo la lamida de Miguel, presenció el como Pilar se acercaba al sumiso y deslizaba con delicadeza su mano por el cuerpo de Román hasta que esta se detuvo en los colgantes e indefensos testículos del hombre, que se puso tenso en cuanto notó la mano de una de las mujeres a las que había sido prestado.
Aquella reacción agradó a Pilar, que prefirió no ir al grano y entretenerse acariciando las bolas del esclavo, hasta que finalmente se decidió por atrapar la que estaba a su derecha tan solo con los dedos índice y pulgar y comenzar a apretarla de forma progresiva. Pilar disfrutó muchísimo sintiendo su dominio sobre aquel desdichado esclavo, que a cada segundo que pasaba en aquella incómoda situación perdía más y más entereza, acabando a los pies de la Dominante, que no lo soltó hasta que este besó sus pies en señal de sumisión.
- ¡Has visto Cris, si una mujer se lo propone con solo dos dedos puede hacer suplicar a trozo de carne como este!- exclamó la mujer soltando una carcajada y apoyando su tacón sobre la nunca del esclavo que no dejó de besar y lamer el otro zapato que tenía a su alcance, deseando que la mujer no siguiese ensañándose con la zona mas sensible de su cuerpo.
Para desgracia de Román su otro testículo sufrió la misma suerte en cuanto se levanto, ya que Cristina también deseaba saber que se sentía al hacer arrodillar y suplicar a un hombre que era un portento físico usando tan solo dos dedos. Del mismo modo que con Pilar, el esclavo tardó tan solo unos segundos en clavar sus rodillas en el suelo y besar los zapatos de la Dominante rubia buscando piedad.
- ¡Bien perro, al suelo sobre tu espalda ya!- ordenó Pilar provocando la reacción inmediata de Román que apoyó su espalda sobre el frio suelo de la mejor manera que pudo, ya que tenía las manos esposadas atrás.
Pilar aprovechó que el esclavo estaba con la venda puesta en los ojos para hacer un gesto a Cristina de que guardase silencio y entregarla una de las gruesas velas que había encendido previamente. Pilar caminó lentamente alrededor del esclavo hasta que finalmente se paró y se subió sobre el abdomen del sumiso, clavando con saña sus tacones sobre él y provocando un quejido de dolor que se vio incrementando cuando sintió como las ardientes gotas de cerca caían sobre su pecho.
El hombre, que estaba muy bien adiestrado, soportó con entereza casi todos los pisotones y gotas de cera que cayeron sobre su cuerpo, aumentando el sadismo y deseo de las dos mujeres de quebrar aquella resistencia. Tanto Pilar, que lo había deseado desde el principio, como Cristina, cuyo deseo se había incrementado a medida que pasaba la sesión, ansiaban ver a aquel esclavo bramando de dolor y suplicando clemencia.
Las dos mujer, no contentas con hacerle gritar de dolor tan solo cuando la cerca caía sobre su glande, decidieron darle un poco más de dureza a la prueba acercando las pequeñas llamas a zonas más sensibles como lo eran sus axilas, sus pequeños pezones marrones y por supuesto sus testículos, provocando en el esclavo una sinfonía de alaridos y quejidos mucho más amplia.
- ¡Como me gusta hacerte sufrir, perro!- dijo Pilar acercándose al hombre una vez hubo descargado toda la cera de su vela sobre el cuerpo del esclavo que ya casi no conservaba nada de su entereza anterior y había comenzando a suplicar acabar con aquel suplicio.
- No más, Señoras, por favor- pidió el sumiso buscando la piedad en ambas pero en esta ocasión fue Cristina la que se acercó para hablarse, con los labios muy pegados a su rostro, tantos que Román podía sentir el aliento de su torturadora.
- Aún queda un poquito, esclavo. Ahora vamos a quitarte la cera a latigazos y tú nos vas a dar las gracias a cada golpe- dijo la mujer sentido como el esclavo se mostraba nervioso ante aquella información. Pilar rió con ganas.
- Sí perro, y a cada golpe nos dirás “gracias por molestarse en quitarme la cera, Señora, dejen bien limpio a este perro, por favor”- dijo Pilar para soltar otra sádica carcajada.
- Eso es sumiso, procura no equivocarte en la frase o será pero para ti- dijo Cristina.
- No me equivocaré Señora.
Cristina, una vez le amenazó con que si intentaba cualquier cosa cuando le quitase las esposas le daría una descarga de la mayor intensidad que el aparato que estaba conectado a sus testículos le permitía, le liberó los brazos ordenándole que se mantuviese de pie con los brazos en cruz, no tardando las dos mujeres en comenzar a fustigar por turnos la fornida figura de Román que después de cada latigazo y dar un grito de dolor recitaba la frase que Pilar le había exigido.
Mientras tanto, a poca distancia, Victoria observaba la escena excitada, le encantaba tanto torturar a su esclavo como ver como otras lo hacían y más aún cuando tenía la cara de un muchachito joven bajo su trasero, tratando de lamerla su sexo de la manera más placentera.
La Dominante estaba bastante satisfecha con las habilidades orales de Miguel, pero aún así no se lo había manifestado al joven esclavo. El haber tenido que usar pocas veces su fusta sobre el sobresaliente glande rosado del esclavo y sus grandes testículos, era algo que la mayoría de esclavos prestados no conseguían con ella. La mujer tan solo le había dado unos golpes suaves en su verga con la fusta y un par de toques en los testículos cuando Miguel, que apenas podía respirar después de que Victoria se quitase las bragas y aprisionase su nariz entre sus nalgas, tratase de levantarla tocándola, cosa que la mujer no toleró y que no tardó en erradicar.
En aquel momento la Dominante se sentía muy satisfecha, había logrado que el esclavo que tenía entre sus piernas se conformase con el oxígeno que ella deseaba darle y este aguataba estoicamente sin parar de mover su lengua entre sus labios vaginales. Todo ello mientras observaba y escuchaba como los látigos restallaban contra la espalda de su fornido Román, que gritaba y arqueaba su espalda a cada golpe tratando por todos los medios de no moverse.
Una vez las dos mujeres que estaban limpiando la cera del cuerpo de Román acabaron con toda la que tenía acumulada en zonas menos sensibles como eran espalda, piernas, pechos, nalgas… Cristina y Pilar volvieron a esposar al hombre las manos a la espalda para finiquitar el trabajo usando un par de fustas, que provocaron cuando menos tantos gritos como los látigos ya que golpeaban sin piedad, y a veces sin necesidad, sobre las zonas más sensibles del esclavo.
Las dos Dominantes observaron orgullosas lo marcado que habían dejado el cuerpo del esclavo a base de latigazos, donde más se notaban eran en la espalda ya que ninguna de las dos había mostrado miramiento en aquella zona, tal era así que le habían provocado alguna que otra pequeña y alargada herida sangrante.
- Has sido un buen muchacho, Román- dijo Pilar usando por primera vez el nombre de pila del esclavo- ¿Te apetecería que acabáramos esta fantástica velada follando?
- Sí Señora, me gustaría mucho- dijo el esclavo asomando una sonrisa en el rostro de la Dominante que soltó una carcajada.
- Me alegra que estés tan predispuesto, perro- dijo mirado a Cristina y diciéndola- ve a por un par de arneses que nos vamos a follar a este esclavo vicioso.
- Traedlo para acá, eso quiero verlo de cerca- dijo Victoria acariciando con las manos la erguida polla de Miguel que estaba ya al máximo de su tamaño.
Pilar, que estaba segura de que Victoria tendría alguna nueva idea morbosa tiró de la cuerda que rodeaba la polla de Román y lo hizo caminar hasta que le indicó que se arrodillase justo en el hueco que había entre las piernas de Miguel.
- Quítale la venda, por favor, que vea todo lo que estoy disfrutando- dijo y Pilar no tardó en seguir la indicación de su anfitriona, dejando de los ojos del esclavo libres para poder mirar a su Ama, que le sonrió- ¿te lo está pasando bien, esclavo?
- Sí Ama, si usted disfruta yo disfruto- dijo el sumiso mirando a su Dueña.
- ¿Has visto que cacho pollón me voy a follar hoy, esclavo?- preguntó la mujer agarrando el grueso pene de Miguel por la base y balanceándolo delante de Román.
- Sí Ama.
- ¿No te parece que es muy grande?- el esclavo miró los casi 25 centímetros del miembro de Miguel, pero antes de contestar Victoria siguió hablando- este perro ya me está lubricando bien mi coño, ¿lamerás esa gran polla para que tu Ama no se haga daño?- preguntó poniendo cara de inocente.
- Sí Ama- dijo el esclavo que no estaba acostumbrado a aquello, pero que por temor a nuevos castigos se inclinó lentamente sobre el miembro de Miguel para comenzar a lamerlo desde su base hasta el prepucio.
Miguel tan solo se entretuvo en soltar un gemido sobre el sexo de Victoria un instante antes de volver a estimular la zona íntima de la mujer. La Dominante por su parte estiró las manos para agarrar las orejas de Román y obligarle a hundir aún más aquella verga sobre su garganta, mientras observaba como Cristina se aproximaba con un par de arneses y un bote de lubricante.
Cristina, que no tenía mucha experiencia en usar aquella clase de artilugios se quedó impresionada ante la maña que su amiga tenía, tardando tan solo dos minutos en desnudarse por completo y ponerse el arnés.
- Bien, cabrón, prepárate porque te voy a romper el culo- dijo mientras echaba algo de lubricante sobre el dildo y lo acariciaba un poco.
- Ya es suficiente, creo que ya está lo suficientemente amansada como para que la monte- dijo Victoria tirando de las orejas de su esclavo para deslizarse sobre el torso de Miguel y acuclillarse sobre el miembro de este, que estaba totalmente hinchado y listo para la acción.
El esclavo, aún habiendo recibido un consolador medianamente lubricado, no pudo evitar soltar un grito de dolor, ya que el tamaño de este, de unos 25 centímetro, y la fuerza con la que Pilar lo había introducido eran muy superiores a lo que Román estaba acostumbrado.
Por su parte el otro sumiso estaba viviendo sensaciones totalmente opuestas, notando como su gran pene era tragado lentamente por la suave y caliente vagina de Victoria, la cual estaba bastante más apretada que la de su madre y que le producía mucho placer al muchacho.
Cuando Victoria finalmente logró albergar todo aquel miembro dentro de ella y pudo apoyar sus nalgas sobre el abdomen del muchacho comenzó a acariciar la cabeza afeitada de su sumiso, para que este se deslizase hasta la posición en que estaba su vagina y la lamiese para que pensase en otra cosa mientras estaba siendo sodomizado.
Pilar no tardó en comenzar a transpirar, mientras que Cristina esperaba pacientemente su turno acariciando la polla y las bolas del esclavo, el cual para su sorpresa estaba totalmente erecto por el mero hecho de que su amiga le estuviese rompiendo el culo.
- ¡Vamos cerdo, mueve el culo tu también!- ordenó la Pilar, que ya estaba cerca del orgasmo, pero que poco a poco sus fuerzas se iban agotando.
El esclavo, que desde que Cristina había comenzando a jugar con su verga sentía que tenía algo más de fuerza, comenzó a mover el culo con cuidado, de delante a atrás mientras que lamía el sexo de su Ama, desde el clítoris de esta, hasta bajar a los grandes testículos de Miguel lugar hasta el que caían los fluidos de su Dueña.
Después de unos minutos, Pilar, acabó por correrse y Cristina ocupó su lugar a la espalda de Miguel para sodomizar a este con un arnés de dimensiones similares a las de su amiga, pero que estaba dotado de gran cantidad de pequeños pinchitos que se fueron clavando en el interior del esclavo provocando el placer de este.
Por su parte, Victoria seguía cabalgando el falo de Miguel, cada vez gimiendo de forma más efusiva al tiempo que agarraba la cabeza de su esclavo para que saborease la mezcla se sus fluidos con el líquido pre-seminal de su sumiso prestado.
Miguel, que había tenido que soportar de parte de Victoria unos cuando golpes en sus genitales para evitar que su excitación fuese excesiva, sintió un gran alivio cuando notó como los fluidos de la mujer empapaban su polla y el cuerpo de la Dominante se convulsionaba de placer, muestra inequívoca de que había llegado al orgasmo y que si bien esta no le permitía correrse poco le quedaría para acabar con aquella pose de sumiso y poder aliviarse con su madre. De todos modos el sumiso lo intentó.
- Señora- la llamó jadeando debido la excitación que en aquel momento sentía- ¿me dejará llegar al orgasmo?
La mujer no contestó hasta que dejó que su esclavo la comiese bien su sexo, entonces se levantó, descalzó y apoyó uno de sus pies descalzos sobre la polla del muchacho aplastándola hasta que Victoria vio una mueca de dolor en Miguel ante la que la Dominante sonrió.
- Ya me has dejado satisfecha, esclavo.- dijo la mujer mirándolo desde las alturas- el saber que me has dejado complacida es tu recompensa.
- Sí Señora, me siento muy honrado de poder haberla sido de ayuda para complacerla- dijo Miguel humildemente, recibiendo la mirada de superioridad de la mujer y una sonrisa burlona.
Cristina tan solo tardó un par de minutos, después de que Victoria llegase al orgasmo, en alcanzar ella misma aquel satisfactorio estado, dejando por fin a Román caer rendido y con el culo abierto sobre el suelo, para desgracia del musculosa esclavo su Ama no estaba del todo de acuerdo en que descansase aún y le obligó a arrastrarse como un gusano para besar los pies de las mujeres que lo habían sometido, cosa que también tuvo que hacer Miguel después de que su madre se lo ordenase.
- ¿Cómo están las bolitas de mi niño?- preguntó Cristina ya una vez fuera de la casa de la Dominatriz, antes de entrar en el coche.
- Bastante doloridas, estoy deseando llegar a casa para que me alivies esto- dijo el muchacho mientras notaba la suave mano de su madre acariciando sus testículos.
- Pues estoy un poco cansada- dijo mirando a Pilar- creo que me vas a tener que ayudar, esa malvada mujer ha ablandado las bolas de mi semental, y vamos a tener que sanarlo esta noche- comentó a su amiga que le sonrió pícaramente.
- Claro que sí, puedes contar conmigo- a continuación miró a Miguel- mi parte sádica ha quedado totalmente saciada esta noche, todos los mimos que ese esclavo no se ha llevado te los vas a llevar tú- dijo acercándose y dándole un suave beso en los labios, provocando la alegría en el muchacho ante la noche que se le avecinaba.
Continuará…
Agradeceré comentarios y sugerencias tanto por aquí como por mi correo, para la fantasía de la siguiente miembro del club: la presidenta: Cristina.