El club de las adictas al semen (3)
Un nuevo encuentro con Renato y un poco de lesbianismo.
El club de las adictas al semen (3)
Un nuevo encuentro con Renato y un poco de lesbianismo.
Renato hubiera preferido otro lugar público pero ellas se sentían más cómodas en esa habitación de un motel barato. Se sentían dos putas con un cliente al que debían satisfacer al máximo para que regrese.
Él llegó primero, alquilo la habitación, se duchó y las esperó completamente desnudo. Ellas llegaron puntualmente. Menos nerviosas que en la primera ocasión. En ese lugar nadie podría verlas ni descubrirlas.
Sin quitarse la ropa se arrodillaron sobre la cama donde yacía el hombre, completamente empalmado. Karen cogió su polla con la mano derecha y empezó a masturbarla despacio mientras se relamía de gusto mordiéndose los labios, saboreando el momento previo a tragarse ese mástil de carne. Georgette masajeaba con algo de rudeza los muslos del hombre.
La verga de Renato estaba muy dura. Karen se acercó con lentitud y empezó a lamer el glande con su lengua. Georgette la miraba con envidia mientras seguía masajeando los muslos de Renato. El hombre estiró una mano para acariciar los muslos de Georgette por encima de la ropa. Ella se acomodó para que también pudiera acariciarle el culo.
Karen no se distrajo de su labor. Chupaba con verdadera devoción la polla de Renato. Ya se había metido la mitad en la boca. Apretaba los labios al máximo para disfrutar de esa deliciosa barra de carne.
De pronto se incorporó y le hizo un gesto inconfundible a su amiga.
Georgette no se hizo repetir la invitación, se agachó para tragarse todo el capullo del hombre. Sus labios apretaban con mayor firmeza aun. Karen se acomodó para que el hombre pudiera acariciarle la espalda, el culo y los muslos. Le dio un ligero piquito al hombre y luego se abrió la blusa para que pudiera tocarle las tetas si él lo deseaba.
Georgette seguía chupando maravillosamente la polla del hombre. Renato estaba en la gloria, ella era una verdadera experta. Supo que no podría resistir mucho tiempo más.
Karen volvió a agacharse para poder lamerle los testículos a Renato. Fue subiendo paulatinamente por el tronco de su verga.
Karen y Georgette chupaban con verdadera devoción el pene del hombre. A veces lo hacían por turnos y en ocasiones lo hacían al mismo tiempo. Ahí era cuando sus dos bocas coincidían y las dos amigas dejaban salir su vena lésbica para darse unos ósculos breves pero apasionados.
Las dos amigas usaban sus bocas con sabiduría.
Las dos bocas lamían y chupaban esa enorme polla. Para el hombre, era una imagen gloriosa ver a esas dos mujeres lamiendo y chupando por turnos o al mismo tiempo su verga
“Ya falta poco” dijo el hombre para advertirles de su pronta erupción.
Ella se detuvieron y él se puso de pie. Se sentó sobre el borde de la cama y ellas se arrodillaron en el piso, acomodando unas almohadas para estar más cómodas.
Las dos amigas abrieron ansiosamente sus bocas. Georgette cogió la verga del hombre y empezó a masturbarla con firmeza.
Renato no pudo resistir más y el primer chorro fue directamente a la boca de Georgette que hábilmente había dirigido la corrida del hombre. Pero Karen fue lo suficientemente astuta para recibir el segundo y tercer chorro sobre su lengua ya que abriendo la boca ampliamente y empujando suavemente a su amiga logró recibir los efluvios masculinos.
Luego siguieron lamiendo el glande del hombre hasta dejarlo brillante.
Al terminar Karen miró a su amiga y dudó un instante antes de besarla apasionadamente. Georgette le correspondió más por el afán de seguir probando el semen del hombre, ya que pequeños residuos se habían quedado en las comisuras de sus labios. Renato las miraba con curiosidad.
Hicieron una pausa para ver algo de tele. El hombre les dijo que se pusieran cómodas y ellas se quitaron los zapatos y se soltaron un poco las prendas sin desprenderse de ninguna.
Unos minutos después, Karen notó que el pene del hombre empezaba a despertar así que volvió a acomodarse sobre la cama y empezó a lamerle el capullo, suavemente, después empezó a darle lameteadas a lo largo de todo el tronco hasta que poco a poco se lo fue introduciendo en la boca sin dejar de succionar.
Solamente chupaba el glande mientras le movía la piel del tronco con ambas manos. Renato cogió su cabeza con ambas manos y empujó hacia abajo. Empezó a moverse de adelanta atrás para follarle la boca. La tenía completamente a su merced.
Renato fue metiéndole más y más el pene en la boca. Karen luchaba por seguir chupando y no atragantarse. El hombre soltó una mano para magrearle las tetas a ella y luego a su amiga que no veía la forma de ocupar su lugar sobre la verga del hombre.
Georgette no pudo esperar más y se agachó para lamerle los huevos a Renato. Lo hizo con dedicación y mucha delicadeza.
Finalmente Karen le cedió su lugar a su amiga. Georgette empezó a mamarla con ansia. Mientras ella chupaba la enrojecida punta del pene, Karen lamía el tronco arriba abajo. Las dos bocas provocaban en el hombre sensaciones indescriptibles.
En determinado momento Karen agarró con fuerza la base del pene y se lo introdujo casi completamente mientras miraba lascivamente a Renato. Georgette se mordió el labio inferior mientras observaba el espectáculo. Estaba muy excitada y lo demostró quitándose el pantalón y las bragas, quedando desnuda de la cintura para abajo.
Obviamente Renato tuvo que brindarle los favores de introducir sus dedos en la húmeda conchita de Georgette.
Karen se tomó una pausa para imitar a su amiga. Ni corta ni perezosa Georgette se acomodó sobre la verga del hombre. El primer escupitajo seminal la cogió desprevenida pues Renato no le advirtió. Se tragó todo lo que pudo y dejó un poco para su amiga que estaba ansiosa de disfrutar del líquido sagrado.
Cuando el falo perdía firmeza, Georgette lo cogió con decisión y comenzó a restregárselo por todo el rostro. Se lo introdujo nuevamente en la boca y empezó a mamarlo con ansias. Su rostro reflejaba mucho deseo. Miraba a los ojos de Renato mientras lamía y succionaba muy concentrada el glande. Lo dejó reluciente.
Renato las masturbó rápidamente a ambas. No hizo el intento de devolverles el favor ni ellas se lo pidieron. Las dos amigas no tardaron mucho en correrse.
Al terminar ambas hicieron una rápida visita al baño antes de despedirse. Le dieron un besito en cada mejilla al hombre y partieron raudamente.