El club (6)
Un suceso inesperado sumergen a Eliseo y a sus hermanastras en un mundo de placer inimaginable.
Disculpen la anterior tardanza en la continuidad de este relato.
Les invito a leer los capitulos anteriores y a disfrutar los nuevos capitulos.
Estoy tratando de ponerme al dia con esta historia que, personalmente, me esta agradando muchisimo; espero que ustedes tambien la hallen interesante.
Sus comentarios y sugerencias son siempre bien recibidos.
Saludos.
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El muchacho estaba cansado pero un impulso natural le empujó a seguir con la faena y no desaprovechar aquel sueño en el que estaba inmerso. Pilar, sin problema alguno, asistió a su hermanastro y le ayudó a desvestir a su propia hermana. La mayor de las hermanas ni siquiera notó esto, estaba cegada en el deseo que llevaba encima. Sin duda alguna, se dejó despojar de sus ropas mientras las manos de su hermanastro recorrían todo su cuerpo.
Sin importar las dos erecciones anteriores, el pene de Eliseo se preparaba ya para la siguiente faena. Blanca se encontraba solo con las bragas y el sostén puesto; pero estos no duraron mucho pues, casi al mismo tiempo, Pilar la despojó de las bragas mientras su hermanastro le desabrochaba el corpiño.
Apenas se retiró la tela, sus pezones fueron recibidos por los ansiosos labios de Eliseo. Por su parte, Pilar solo se mantuvo en su lugar, hincada en la posición de una geisha. No sabía qué hacer, pero le empezaba a gustar lo que miraba; la lascivia se había convertido en una constante dentro de sus pensamientos. No solo le había terminado por gustar el mantener relaciones sexuales con su hermanastro, sino que comenzaba a agarrarle el gusto a ver a su propia hermana ser follada por él.
También a Blanca le había sucedido algo parecido, y no tenía ningún problema de ser grabada, observada e incluso tocada por su pequeña hermana mientras cogía con su hermanastro. Algo similar a cualquier droga había cambiado las adolescentes mentes de los tres, y era algo que no daba muestras de terminar pronto.
Dejándose llevar por aquel ambiente de erotismo, Pilar se acercó por detrás de su hermanastro y le intentó abrazar torpemente, pues el muchacho estaba entretenido besuqueando las tetas, el cuello y los labios de una Blanca que se ponía cada vez más caliente. La mayor de las hermanas, cegada seguramente por la excitación, notó el comportamiento de su hermanita y se le ocurrió el mayor de los atrevimientos hasta entonces: sin mediar palabra, la tomó por la nuca y la acercó a su pubis.
La primera reacción de Pilar no fue lo esperado, se intentó alejar ante aquello. Eliseo se dio cuenta de esto; los tres se detuvieron por primera vez. Era obvio que Pilar se sentía incomoda con la idea de realizarle sexo oral a su hermana; no era algo tan sencillo de decidir después de todo. Blanca se sintió avergonzada con aquello, y esto se notaba en su enrojecido rostro. Incluso Eliseo se sintió como un idiota; al grado de que se preguntaba si aquello era correcto más allá de los placeres.
Pasaron largos segundos, y Pilar notó la incomodidad de aquel momento. Ahí estaban los tres; hacia menos de una semana que se comportaban como cualquier trio de hermanos y ahora estaban ahí, completamente desnudos y en medio un torbellino sexual.
Pilar se dio cuenta de que estaba provocando lo que podría ser la ruptura de aquello; no sabía cómo remediarlo pues su intención no era acabar con todas aquellas cosas que seguramente estaban por venir. A ella le gustaba todo aquello, sí, pero, ¿chupar la vagina de su propia hermana? Era algo que desde luego le incomodaba así de pronto pero, finalmente, ¿qué más daba? Armándose de valor, se acomodó frente a su hermana. Ante la expectación de los dos mayores, abrió con suavidad las piernas de su hermana y dirigió sus labios al coño tembloroso.
- Pilar – la detuvo con voz entrecortada – si no quieres no.
Pilar la miró, casi con compasión y, sin mediar palabra, besó los labios vaginales de Blanca. La hermana mayor se estremeció con aquello, su piel se enchinó y era capaz de sentir cada movimiento de la boca de su hermanita. Pilar hacia aquello con tal calma que parecía estar catando el sabor del coño. Volvió su mirada directamente a los ojos
- Si – le dijo con una voz tan suave como sus besos – si quiero.
Eliseo, que seguía sin poder creer todo aquello, sintió en el fondo un suspiro de tranquilidad al concluir que todo seguía viento en popa. Pero se mantuvo un momento como observador del oral que Pilar le practicaba a su hermana mayor. Al principio la chiquilla era torpe, pero poco a poco los gemidos de su hermana mayor se intensificaban y era así como sabía que iba por el camino correcto. Contrario a lo que se imaginaba, chupar un coño no era tan difícil ni desagradable; y, en el fondo, le parecía excitante la idea de provocar todo aquello a Blanca.
Pasados algunos minutos, Eliseo se atrevió a unirse a la fiesta. No sabía ni por dónde empezar, por un lado estaba el culito levantado y expuesto de Pilar y por el otro las tetas y la boca gimiendo de Blanca. Se le podía ocurrir cualquier cosa pero optó por una; abierto de las piernas, se colocó cuidadosamente sobre el cuello de Blanca y le ofreció su verga erecta. Blanca no tuvo ningún inconveniente y, a pesar de los gemidos que su hermanita le causaba, recibió de buena gana aquel falo y lo chupó con deleite. Ahí estaban de nuevo los tres, dándose placer.
A pesar de su torpeza inicial, Pilar no tardó mucho en provocar el primer orgasmo a Blanca, que se sintió un poco avergonzada al darse cuenta que la cara de su hermana había sido parcialmente salpicada por sus líquidos vaginales. Pero a Pilar no pareció importarle mucho pues incluso aumentó la pasión en sus labios, obligando a Blanca a sacar la verga de Eliseo de su boca y gemir fuertemente mientras su cuerpo se tensaba.
Eliseo decidió que era momento de cambiar posiciones y colocó a ambas chicas en cuatro sobre la cama. Era obvio que no iba a poder penetrar a ambas al mismo tiempo pero el solo hecho de observar aquellos dos culitos dispuestos solo para él ya era todo un deleite. Decidió iniciar con Blanca, a quien consideraba la más urgida en ser penetrada, y en realidad era así.
Perfectamente dispuesta, la chica disfrutó cada segundo en que el pene de su hermanastro se clavaba entre sus labios vaginales. Posterior a esto, sentía como aquel glande se remojaba dentro de su coño para inmediatamente sentir los primeros bombeos. Había esperado con desesperación para ese momento, sabía que no faltaba ni una hora para que sus padres llegaran pero deseaba que el tiempo se detuviera un poco para que Eliseo la follara a plenitud.
Eliseo aumentaba poco a poco los bombeos sobre aquel coño, mientras su mano derecha se dedicaba a ofrecer a Pilar un poco de placer. La chiquilla en realidad hubiese preferido aquella verga que daba placer a su hermana, pero era lo suficiente compasiva para esperar. De un momento a otro, Eliseo pareció volverse un animal y aumentó el ritmo de tal forma que Blanca cambio sus gemidos por gritos. Pilar veía aquella imagen con erotismo, solo ver a su hermana y a su hermanastro en aquella salvajada le provocaba una inundación en su coño.
No tardó mucho en llegar el siguiente orgasmo de Blanca, quien pidió a gritos una pausa que Eliseo no concedió, pues siguió taladrando a la muchacha con la misma intensidad. La pobre Blanca tuvo que dejar escapar algunas lágrimas con todo aquel placer que recibía en su vagina.
Mientras se follaba a Blanca, Eliseo posaba su mirada en dos figuras que le estaban volviendo loco. No paraba de enfocar su vista en la entrada del ano de ambas chicas. Se trataba de dos asteriscos perfectos y apretados; y a pesar de ser hermanas, ambas chicas tenían esfínteres con características muy distintas. El culo de Blanca era claro, con una entonación central más bien rosada. Pilar, por su parte, tenía un ojete aún más apretado y pequeño aun, y en vez del tono rosado de su hermana tenía agujero más bien oscuro. La sola idea de romperle el culo a ambas le estaba volviendo loco, pero le parecía una proposición tan grave que temía que eso provocara el acabose de aquella aventura. Sabiamente, prefirió esperar, al menos por el momento.
Pasaron los minutos y otro orgasmo llegó para Blanca; agotada, la muchacha se dejó caer sobre la cama. Eliseo, rabioso de placer, sacó su verga de Blanca y se posó detrás de Pilar, que seguía pacientemente esperando en la misma posición en cuatro, exponiendo sin tapujos la belleza de su culo.
Eliseo solo tuvo que magrear un poco con su pene aquel coño ya dispuesto a ser penetrado. Apenas vio la oportunidad, clavó de golpe su falo en la pobre chica, que esta vez no recibió los mismos cuidados de hacia unas horas. Pero Pilar no se sintió enfadada, al contrario, deseaba ser tratada de la misma salvaje forma con la que hacía unos momentos su hermana había sido follada. Quería ser maltratada, quien sabe por qué, pero eso quería.
Sin saberlo, Eliseo le cumplía sus deseos taladrando velozmente aquel coñito. Pilar gritaba como loca ante cada embestida, y al igual que Blanca, no pasó mucho tiempo cuando las lágrimas brotaron de sus ojos.
- ¡Cabrón! – gritó, llamando la atención de los otros dos, que nunca la habían escuchado decir semejante palabra – ¡Sigue, sigue! ¡Cabrón! - repitió
Y el cabrón de Eliseo no pudo más que obedecer; y siguió penetrando con gusto a su pequeña hermanastra. La muchacha sintió también la misma sensación que Blanca había experimentado hacia algunos minutos: llegado el primer orgasmo, Eliseo no le permitió descansar, sino que aumentó el ritmo y la fuerza de sus embestidas, no dejándole a la chiquilla otra opción que revolver su cara sobre la almohada.
Justo en ese momento, Eliseo presintió por fin lo que había estado deseando desde hacía mucho: un torbellino se sintió a lo largo de su falo y enseguida un chorro de semen y esperma se precipitó en el interior de Pilar; era la primera vez que Eliseo eyaculaba dentro de la chica y, sin duda, esto le dejaba satisfecho. También la muchachita disfrutó el calor de aquella viscosa sustancia en su coño.
Pasados algunos segundos, Eliseo sacó su falo del interior de Pilar, tomó sus cosas y se retiró hacia su cuarto. Así, como si nada, el muchacho había abandonado a sus hermanastras desnudas, agotadas y recién folladas, como si de un par de putas se tratara.
En realidad, Eliseo se había ido tan precipitadamente por que no faltaban más de quince minutos para que sus padres llegaran. Veinte minutos después, los padres llegaron y se encontraron con la normalidad de todos los días. No podían ni siquiera imaginar lo que en esa casa sucedía en cada una de sus ausencias. No se imaginaban siquiera la posibilidad de ello. No sabían en lo absoluto como Eliseo se follaba por las tardes a las dos hermanas, y probablemente no lo sabrían nunca.
Fueron semanas de locura; casi todos los días Eliseo recibía alguna mamada o algún encuentro fugaz por parte de Blanca. Nada le encantaba más que la idea de tenerlas a ambas al mismo tiempo; pero rara vez se presentaba la oportunidad. Peor aún, Pilar, por alguna extraña razón, comenzó a pasarse tardes enteras en casas de sus compañeras de clases. Esto volvía loco a Eliseo que la deseaba como a nada en el mundo; sentía el temor a perder los placeres que esta le había dado y apenas le bastaba con los arrebatos sexuales con la hermana mayor para soportar aquel deseo. En su paranoia, el muchacho llego a temer que esa era la forma de Pilar de alejarse de él para siempre. Para cuando Pilar llegaba a casa, lo hacía con sus padres.
Pero un respiró llegó cuando Eliseo cumplió los dieciséis años; durante las horas de ausencia de los padres las dos muchachas llevaron a la cocina a su hermanastro y le regalaron un pastel individual al que el muchacho sopló la vela y se comió con gusto, pues era además el primer detalle que alguna de ellas le regalaban desde que Eliseo llegó a aquella casa.
Apenas terminó de comer el pequeño postre, Blanca se precipito bajo la mesa ante la sorpresa del muchacho. Pilar, por su parte, se encargó de alejar la mesita de ahí y se dirigió enseguida a acompañar a Blanca en la tarea de desvestir las bermudas de Eliseo. La situación era tan excitante que para cuando las dos hermanas lograron quitarle el calzoncillo a su hermanastro, este ya tenía la verga perfectamente erecta.