El club (4)

Un suceso inesperado sumergen a Eliseo y a sus hermanastras en un mundo de placer inimaginable.

Tengo un trabajo escolar que hacer; quizás tarde un poco en enviar la siguiente entrega.

Pero en general me está gustando esta historia.

Saludos a todos.



Al día siguiente la alarma del despertador sonó a las seis de la mañana, como de costumbre. Eliseo despertó de un largo sueño y mientras lograba incorporarse pensó en lo sucedido el día anterior: todavía no le cabía en la mente que todo aquello hubiese acontecido; pero así era, lo recordaba perfectamente.

No había adelantado nada de la tarea que su amigo Santino y él tenían pendiente; pero las diapositivas las podía hacer entre clases así que puso a cargar la batería de la laptop que necesitaría llevar ese día. Tras esto salió a darse una ducha; del baño apenas salía Blanca de haberse bañado, se miraron pero además de no dirigirse alguna ofensa todo parecía ir con normalidad. Eliseo no hizo mucho caso a esto por lo que se metió al baño y se dio una ducha.

Media hora más tarde ya estaba listo y solo espero cinco minutos más a que su hermanastra estuviese lista; dando el cuarto para las siete salieron juntos, como de costumbre. La escuela estaba a menos de quince minutos y normalmente, durante el trayecto a pie, jamás se dirigían la palabra. Eliseo se preguntaba si lo ocurrido el día anterior cambiaría de alguna forma las cosas pero no parecía ser así; no le dio mucha importancia, a fin de cuentas no tenía mucho que platicarle a Blanca. Tras unos minutos llegaron.

  • Acuérdate - dijo Blanca mientras cruzaba el portón de la escuela - que hoy no iré a casa, tengo que ir con Liliana a hacer un trabajo.

  • ¿Ya sabe tu papa?

  • Le dije a tu mama, ella le comentará.

  • Ok, si, entiendo - dijo Eliseo mientras miraba como la chica se alejaba.

Era hermosa, no podía dejar de pensar en ello. A su mente le vino algo que había estado en su mente durante la mañana y no dio cuenta cuando grito.

  • ¡Blanca!

La chica se acercó extrañada, pero supuso que se trataba de algo importante.

  • Estaba pensando - dijo Eliseo - sobre lo de ayer.

Blanca no mostró molestia pero su rostro si manifestó que no era el lugar más adecuado para ponerse a platicar de eso.

  • No, es que, simplemente quiero saber de, tu sabes; no utilizamos nada, no sé si me explico...

  • Eliseo - respondió la muchacha - la regla me viene en un par de días, no me voy a embarazar.

  • ¿Y Pilar?

  • Pero, si ni siquiera lo hiciste con Pilar; además a ella le baja uno o dos días después que a mí. ¿Ya me puedo ir?

  • Si; solo quería saber eso.

  • Si, eso estaba pensando también ayer; pero en otra ocasión deberíamos usar condón - opinó Blanca al tiempo que se despedía y se alejaba.

La última frase dejo perplejo al muchacho: de modo que Blanca suponía que habría una siguiente ocasión. Fuera como fuera la situación lo tenía muy ansioso; durante las clases no dejaba de pensar en todo lo que había sucedido y en lo mucho que seguramente estaba por suceder. La última clase se había suspendido y fue la que aprovecho para terminar junto a Santino el trabajo de las diapositivas. A justa hora lo concluyeron e inmediatamente se dirigió a su casa. Por su mente solo paseaba una idea, un deseo; el reloj apenas marcaba las dos y cuarto de la tarde pero él moría porque ya que diesen las tres en punto para estar junto a Pilar. Sin nada que pudiera hacer se sentó en la sala y miró el televisor.

A las tres en punto ya estaba preparándose para ir a recoger a la menor de sus hermanastras a la escuela. Anteriormente no hubiese estado tan ansioso en ir por ella, todo lo contraria, era una molestia. Pero las cosas eran muy distintas ahora y no podía esperar el momento de estar solo con ella. Dando las tres y cuarto ya estaba fuera; de nuevo coincidió con su madre y su padrastro que llegaban del trabajo para comer, esta vez traían pizza.

  • ¿Ya vas por Pilar? - preguntó su madre al tiempo que le besaba en la mejilla

  • Si - respondió Eliseo con un fingido desinterés

Saludó de lejos a su padrastro que estacionaba el automóvil y se fue directamente a la escuela de la muchacha; llegó temprano y  la espero ansioso afuera. A las tres y media la chica salía se despedía de sus amigas y se acercó a su hermanastro.

  • Hola - dijo Pilar

  • Hola - le respondió el muchacho

Como si todo corriera con normalidad la chica caminaba delante de él sin ningún motivo aparente para mirarlo o cruzar palabra con él. El muchacho estaba algo confundido pero supuso que a la chica le daría pena mirarlo siquiera. Pero Eliseo no tenía ningún problema en mirarla a ella; esta vez vestía el uniforme de diario, una falda de rayas azulada con una ajustada camisa blanca que le hacía remarcar su preciosa silueta. El muchacho podía sentirse culpable de todo aquello pero escondía su vergüenza en la idea de que nadie que estuviese en su misma situación podría actuar de forma distinta, o al menos era lo que él quería creer.

Llegaron a casa y la chica entró con toda normalidad, primero a revisar sus juegos de internet y luego bajar a comer pizza, que tanto le gustaba. Eliseo tranquilizó sus ansias y comió con normalidad también; acabó y subió a su cuarto a terminar una tarea.

  • ¡Llegamos al rato! - gritó su madre desde la planta baja.

  • ¡Sí! - respondió Eliseo, mientras apuraba sus manos en el copia y pega que daba forma a su trabajo escolar

Acabó y, cansado, se acostó en su cama. Pensó inmediatamente en Pilar, y en el hecho de que se encontraba solo con ella. Comenzó a estructurar en su mente muchas formas de poder acercarse a ella; sin Blanca no se le ocurría alguna forma. Supuso que en primera instancia Pilar lo rechazaría, así que se fue haciendo la idea de que, al menos esa tarde, no podría hacer de las suyas.

  • ¡Oye! - dijo una voz que le tomó por sorpresa

Azorado, Eliseo volteó hacia su puerta. Era Pilar, que se asomaba por la puerta. El muchacho no supo que decir, de modo que la muchacha entró y encendió las luces. Ella, desde luego, también estaba muy nerviosa por lo que desvió un poco su atención en el desorden de aquel cuarto. Tomando un poco de valor el muchacho se puso de pie y se acercó a ella. Le iba a abrazar pero la chica continuó con su camino hasta sentarse en la orilla de la cama.

Eliseo de veras no sabía que hacer de modo que se sentó junto a ella; no se dijeron nada pero la mano de Pilar, en un momento de lucidez, se posó sobre la pierna de su hermanastro. Motivado por esto la palma de Eliseo cayó sobre la rodilla de la chica. No soportando ya la idea de echarse atrás siguió arrastrando su mano sobre la piel de la chica, esta no dijo nada, lo que supuso como una especie de aprobación.

Sus dedos paseaban sobre las rodillas de la chica, y en seguida se escabulleron bajo la falda; manoseó las tiernas piernas de su hermanastra y continuó su camino hacia su entrepierna. Un bulto se formó bajo los pantalones de Eliseo y la mano de la chica se posó sobre su entrepierna, como queriendo contener la excitada verga que no pudo más que endurecerse aún más.

La mano de Eliseo ya se pasaba en la tela de las bragas de la chica, acariciaba sobre estas la posición del coñito que poco a poco se humedecía en respuesta a aquel roce.

  • ¿Me las quito? - preguntó Pilar, acerca de sus bragas, con un dejo tal de inocencia que Eliseo no pudo más que sonreír

El muchacho se acostó de espaldas sobre la cama, tomando a su hermanastra de la mano y atrayéndola hacia él. El pequeño cuerpo de la chica quedo en cuatro sobre él y pudo sentir de pronto las dos manos de su hermanastro recorriendo sus piernas e instalándose en caricias sobre su culo. El chico arrugó las bragas en el canal que se formaba entre las dos nalguitas de la muchacha, confeccionando una especie de tanguita. La muchacha no sabía cómo reaccionar, por lo que se dedicó simplemente a disfrutar de las sensaciones que aquel manoseo le provocaba. Se mantenía recargada sobre el pecho de su hermanastro mientras este jugueteaba con las carnes de su culito alzado.

La chica se cansó un poco, de modo que suavemente tuvo que apoyar su coñito sobre el bulto de Eliseo. Este recorrió entonces todo el cuerpo de la chica con sus dos afortunadas manos; desde las piernas hasta las tetas, el muchacho saboreo con sus dedos el precioso cuerpo de su hermanastra. Entonces tomó el rostro de la chiquilla y lo acercó al suyo, estampándole en sus labios un apasionado beso en el que Pilar terminó perdiéndose. Poco a poco la chica se fue apasionando mientras juntaba sus labios con los de Eliseo, al tiempo que este seguía acariciando su delicado cuerpo. Mientras se besaban, Eliseo iba deshaciéndose de las bragas de la chica hasta que el húmedo coño de la muchacha se restregaba con su abultada entrepierna.

Eliseo, loco por aquella caliente situación tomó de la cintura a la chica y le oriento para que se girara, de modo que el virgen y húmedo coño de la chiquilla le quedó frente a su rostro. Sin perder el tiempo dirigió su lengua a la rosada raja de Pilar, que en seguida se contrajo al sentir aquella placentera sensación que la boca de su hermanastro le provocaba. El muchacho paseaba su lengua en cada pliegue de aquel coño e introducía su lengua todo lo que podía. La chica no sabía si iba a poder soportar todo aquello; trataba instintivamente de alejar su coño de aquella lengua que la conmocionaba pero las manos de Eliseo sobre sus piernas no dejaban alejar su culito de ahí. Pilar no pudo sostenerse más y la parte superior de su cuerpo se derrumbó sobre las piernas del muchacho; quedó recostada, con su mejilla sobre la abultada entrepierna de Eliseo mientras trataba de soportar cada lengüeteo que este le proveía a su excitado coño.

El placer le llenaba la cabeza a la chiquilla que, viendo su posición, se atrevió a desabrochar el cinturón y el pantalón de Eliseo para después comenzar a desvestirlo. La erecta verga de su hermanastro se erigió frente al rostro morboso de la chiquilla que, casi de forma instintiva, se llevó aquel pedazo de carne a su boca. Sin proponérselo había generado un perfecto sesenta y nueve; el pene de su hermanastro a duras penas le cabía en la boca y no tenía la menor idea de cómo debía chupar una pija. Pensaba preguntarle a Eliseo la manera en que debía hacerlo, pero este estaba tan bien ocupado lamiendo su rajita que prefirió no distraerlo. Tenía unas extrañas ganas de mamar aquel pedazo de carne que estaba frente a ella, por lo que opto por el autoaprendizaje. Se llevó aquella verga a la boca e inició un mete y saca que poco a poco tomaba buen ritmo; la chica era lista, sabía de antemano que no debía utilizar los dientes. Aplicada esta regla solo se dedicó, siempre y cuando los lengüetazos de Eliseo no la hicieran sentir desfallecer, a masajear con sus labios en forma de “O” toda la longitud posible de aquella verga. La muchacha aprendió con agilidad y en aquel momento Eliseo se sentía en el cielo.

Sin embargo la chica apenas podía concentrarse en chupar aquel pene pues la fuerza de la lengua de su hermanastro había aumentado y su coño comenzó a volverse más sensible; la pobre chiquilla se abrazaba a las piernas de Eliseo mientras su cuerpo se estremecía de placer con los últimos lengüetazos que soportó antes de que su coño reventara en fluidos ante tremendo orgasmo. Eliseo tuvo que entrecerrar los ojos cuando un chorrito de líquido escapo de aquel coñito estrecho. Sabía que la muchacha estaba en pleno punto y rápidamente se incorporó para inmediatamente colocarse detrás de ella. La chica apenas pudo presentirlo cuando el glande de Eliseo ya comenzaba a empujar en su virgen vagina.

La chica entró en terror pero en el fondo también estaba ansiosa de que aquella verga la penetrara hasta el fondo; el día anterior había quedado tan caliente que su desilusión fue grande al ver como Eliseo se había ido a dormir. Había esperado toda la noche sin poder dormir y durante todas las horas de clases para este momento; deseaba ya que ese pedazo de carne la follara de una buena vez. El muchacho comenzó penetrando poco a poco, mientras el diámetro de su verga empujaba las paredes del estrecho coño de Pilar. A la muchacha le dolía un poco y sus manos se aferraban y apretujaban las sabanas. El falo de Eliseo se abría camino y tuvo que hacer fuerza cuando una especie de elástico detuvo su camino.

  • Duele - tuvo que admitir Pilar en aquel momento

Eliseo no dijo nada; se detuvo un poco a pensar y en seguida continúo empujando. Algo se resistía al tiempo que Pilar echaba su nuca hacia atrás con tal de soportar aquel dolor. De pronto, tras forzar un poco más, Eliseo pudo por fin penetrar a la chica. Un hilo de sangre fluyo del coño de la chica pero Eliseo prefirió no mencionarlo. Pilar dejo de sentir dolo poco a poco mientras Eliseo comenzaba la lenta y progresiva tarea de meter y sacar su verga de aquel estrecho coño.