El club (1)

Un suceso inesperado sumergen a Eliseo y a sus hermanastras en un mundo de placer inimaginable.

Eliseo se sentía como una especie de forastero en su hogar. Había decidido, tras el divorcio de sus padres, quedarse a vivir con su madre pero no imagino que esta iba a volverse a casar tan pronto con alguien más. Desde hacía tres años había tenido que soportar el vivir, no tanto con su padrastro, sino con sus irritantes hermanastras, Blanca y Pilar. Blanca era un año menor que Eliseo e iban juntos en el mismo colegio; la rivalidad entre ambos no tenía sentido para Eliseo pero para la chica era una forma de vida. Pilar, dos años menor que su hermana, simplemente la imitaba.

A Eliseo le faltaba poco menos de dos años para terminar el bachillerato e irse de aquella casa a estudiar pero por lo pronto no era más que una especie de patiño de sus molestas hermanastras. Sin embargo, tampoco se mortificaba tanto y era feliz; salía constantemente y se la pasaba platicando con Santino, su mejor amigo. Santino tenía otra suerte respecto a las hermanas, tenía una, gemela, y ambos se llevaban de maravilla.

  • Deberías entender - decía Santino - que en realidad les caes muy bien a tus hermanas, es solo que les da temor hacértelo saber.

  • Te equivocas - repelía Eliseo - ni son mis hermanas y ambas son insoportables.

  • Bueno, yo te lo he dicho, no me quieres entender. Como sea, hay que aprovechar que se suspendió la clase y terminar de una buena vez la exposición de mañana.

  • No te preocupes; es más, ya hice la mitad de las diapositivas.

Eliseo llego cansado a su casa; era una casa grande, fruto del trabajo conjunto de su madre y su padrastro y realmente le gustaba. Estaba feliz de haber salido más temprano del colegio, de modo que llego y tomó una soda del refrigerador; se sentó en el sofá a descansar un poco puesto que en tres horas debía ir a recoger a Pilar de sus clases de ingles.

Terminando su soda y tras ver un rato el televisor se sorprendió de no haber recibido hasta ese momento ningún insulto de Blanca que a esa hora normalmente estaría viendo la televisión justo donde él se encontraba sentado.

Le dieron ganas de orinar por lo que subió al baño que se encontraba en el segundo piso; no llevaba la mitad de los escalones cuando un extraño sonido lo hizo detenerse. Siguió subiendo, lentamente, mientras sus ganas de orinar se esfumaban y aquel sonido tomaba forma. Era un sonido como gemidos, como los que se escuchan normalmente en una película pornográfica.

Llegó al pasillo y el sonido se escuchó venir claramente del cuarto de sus hermanas; las cosas se le aclararon: su hermana Blanca era guarra que diariamente llegaba a casa a ver pornografía en internet. No se asomó a comprobarlo sin antes ir silenciosamente a su cuarto y tomar la videocámara, a su padrastro le iba a ajustar ver las cochinadas que su hija ve cuando nadie está.

Encendió la videocámara en el cuarto para no despertar la atención de Blanca; en silenció se acercó de nuevo a la entrada del cuarto y se alegró de ver que la chica ni siquiera se había tomado la molestia de cerrar la puerta. Listo y preparado asomó con lentitud la cámara hasta que por fin la enfocó hacia donde se encontraba la computadora de sus hermanastras.

Lo que vio no era lo que esperaba, la sangre de Eliseo se congeló apenas miró aquella escena. Efectivamente, Blanca estaba mirando pornografía por la Internet pero no todos los gemidos provenían de las bocinas. La chica miraba desde su cama, posada en cuatro, el video al tiempo que un plátano de tamaño medio salía y entraba de su vagina. La fruta parecía devorada hasta la mitad por los tiernos y rosas labios de la chica cuyo cuello se contorneaba de placer. Eliseo tuvo el impulso de irse pero decidió quedarse ahí; sin perder tiempo aumentó el zoom de la cámara y grabó a detalle aquella escena. Era obvio que no se la enseñaría nunca al padre de la chica pero aquello había pasado de una travesura de hermanos a una situación bastante erótica.

Eliseo, hombre al fin, no pudo evitar que una enorme erección llenara su pantalón. Y es que la escena era simplemente insoportable; por más que su hermanastra fuera irritante no dejaba de ser una muchacha bastante hermosa. Ni siquiera se había quitado la ropa; la falda del uniforme de su escuela estaba echada sobre su espalda, mostrando las suculentas carnes de sus nalgas; más abajo, sus rosadas bragas apenas habían llegado a sus rodillas, como si apenas llegando del colegio estuviera ansiosa por meterse lo que fuera en el coño, aunque fuera un plátano.

En la computadora corría el video pornográfico de la escena de una orgia; la chica parecía gemir en coro con las actrices mientras no paraba de sacar y meter lentamente el plátano de su coño. Eliseo estaba excitado pero también nervioso de no saber si en cualquier momento su hermanastra voltearía a ver como él la videogrababa. Pero por lo pronto eso no sucedía y la verga del muchacho parecía volverse loca con semejante escena.

De pronto, los gemidos de la chica estallaron en grititos y su cuerpo se retorció de placer; Eliseo pudo comprender que Blanca se había provocado un tremendo orgasmo. Tras unos segundos la muchacha se calmó y cayo rendida y exhausta sobre la cama.

Eliseo no supo qué hacer, su hermanastra aun no se daba cuenta de que era observada, y tras meditar un poco y armándose de valor tomo una decisión.

  • Ya vi quien se está acabando los plátanos - dijo en voz alta, con el comentario más jocoso que pudo ocurrírsele.

Blanca volteó inmediatamente y su piel se enchino totalmente mientras sus ojos parecían salírsele de la sorpresa; se levantó gritando de la cama con tal brusquedad que sus bragas se salieron de sus piernas y fueron a caer a varios metros. Se dirigió bastante enojada a su hermanastro mientras se abrochaba su camisa de la escuela y tapaba su coño con la falda; se dirigía a golpear con todo su odio a Eliseo pero se detuvo horrorizada al ver que este había grabado todo. Completamente avergonzada cerró la puerta de golpe y Eliseo solo quedó afuera, en el pasillo, escuchando los gritos, insultos, lamentos y lloriqueos de la pobre muchacha.

Eliseo despertó de aquella situación de incertidumbre y se dirigió directamente a su cuarto; cerró con seguro y encendió rápidamente su computadora. Descargó todos los videos en el disco duro y los reprodujo; de nuevo se proyectaba en la pantalla la escena erótica que jamás hubiera creído ver. Su pene volvió a erigirse sin más opción; Eliseo nunca se había puesto a pensarlo pero su hermanastra era simplemente hermosa, tenía un cuerpo espectacular además de la belleza que su edad le proporcionaba. El abdomen de la muchacha era suave pero estilizado con un culo redondo y bien erigido además de una piel clara que se adivinaba suave a la vista y un rostro hermoso con una pequeña nariz chata y redonda y unos labios gruesos, unas orejas pequeñas con unos lóbulos carnosos y un cabello largo, rizado y negro como sus ojos.

Eliseo ni siquiera se dio cuenta cuando su mano ya masturbaba sobre sus pantalones a su ansioso pene. Sacó su verga y se la masajeo con toda libertad mientras veía a su hermanastra meterse y sacarse un plátano del coño a través de la pantalla. Era imposible que pudiera volver a mirar a aquella muchacha con los mismos ojos.

Eliseo se llevó una buena paja y se dirigió al baño. Se dio un baño mientras su mente no dejaba de dar vueltas pensando en lo que haría tras todo aquello. No la iba a acusar con sus padres, por su puesto pero tampoco pensaba que fuera muy útil para estarla molestando con aquello, así como no era de aquellos que gustan de estarse burlando de la gente. Sin embargo, mientras se secaba el cuerpo con la toalla, una idea más perversa se apoderó de él.

Se enrolló la toalla en la parte inferior de su cuerpo y salió del baño y escuchó los pasos de Blanca en la sala; bajó, tratando de mantener una actitud fuerte y al llegar la vio en la sala. Se dirigió firmemente hacia ella, que miraba la televisión y se sentó junto a Blanca en el mismo sofá. Ella tenía los ojos rojos y lagrimosos y estaba visiblemente molesta, completamente enojada. Se mantuvieron en silencio un rato.

  • Mira Blanca - dijo decidido Eliseo - te lo explicare de manera sencilla. Grabé todo, lo descargue en mi PC, subí el video a un correo electrónico y tengo a todo el colegio como destinatario - continuó explicando mientras Blanca permanecía inmóvil - No he enviado el correo y desearía no tener que enviarlo nunca, que se mantenga siempre como borrador...

  • ¿Que quiere Eliseo? - interrumpió Blanca - ¿que te deje de molestar? Está bien, no te molestaré jamás, déjame en paz. - concluyó bastante molesta.

  • Te equivocas Blanca - respondió Eliseo - lo que quiero es a ti.

Blanca volteo a mirarlo completamente ofuscada, se asustó con aquella última frase pero intento mantener la compostura.

  • ¿A qué te ref...?

  • Sabes a que me refiero, y si quieres que te lo aclare te lo aclararé: quiero follarte - dijo Eliseo lentamente.

Blanca se puso inmediatamente de pie pero Eliseo alcanzó a tomarla del brazo.

  • ¡Hey, hey! Tranquila, esta es tu situación y sabes que no puedes repararla. ¿No quieres hacerlo?, bien, envió el correo y tú resuelves tus problemas.

  • ¡No vas a enviar nada a nadie! - gritó molesta Blanca.

  • ¡Oh! Por supuesto que lo hare, ¿por qué no habría de hacerlo?

  • Te acusare con mi padrastro.

  • Ok, acúsame con él, me correrá de aquí y me iré a vivir con mi padre mientras el video de tú y tu plátano recorre todo el colegio.

Blanca se quedó en silencio, era obvio que no tenía muchas opciones y su edad no le daba experiencia para resolver esta clase de situaciones.

  • No puedes hacer esto - dijo Blanca con la voz entre cortada, sin saber que más decir.

  • Claro que puedo - respondió Eliseo al tiempo que jalaba lentamente a la muchacha hacia él.

La sentó sobre sus piernas y se entusiasmo al ver que la chica no ponía ninguna resistencia. Aprovechando la visible rendición de la pobre chica Eliseo comenzó a acariciar la suave piel de su hermanastra. Su boca se dirigió al rostro de Blanca que se mantenía inmóvil y un tanto molesta. El muchacho besaba incontenible el rostro de la muchacha e incluso apretujaba con sus labios los de la muchacha que no se movía absolutamente para nada. Más abajo, las manos de Eliseo se escabullían debajo de la falda escolar de la chica y se dirigían rápidamente a rozar el coño de la muchacha a través de las mismas bragas que hacía unos momentos ella misma tenia bajo sus rodillas mientras se masturbaba con aquel plátano. Eliseo intentó retirar  las bragas pero esta vez Blanca si puso resistencia.

  • No puedes hacer esto - dijo la muchacha con la voz temblorosa al tiempo que una lagrima corría por sus mejillas.

Sin embargo Eliseo, perdido en el deseo, hizo caso omiso a esto y continuo jalando la tela de las bragas hasta que estas cayeron al suelo. Paseó sus dedos por el exterior del coño que aun se mantenía húmedo e introdujo, en la medida en que Blanca se lo iba permitiendo, no uno sino dos dedos de su mano en el interior de aquel preciado tesoro. Fue entonces cuando un reflejo de placer invadió inevitablemente la mente de Blanca. Eliseo continuó con este mete y saca mientras seguía besuqueando los labios de la chica que poco a poco, dejándose llevar por el placer, se fundían con los de Eliseo.

Confirmada la aprobación de Blanca, Eliseo se apresuró a desabrochar la camisa escolar de la chica mientras por vez primera podía darse cuenta de las proporciones de sus tetas; eran juveniles aun pero le sorprendió que fueran tan redondas y tan carnosas, especialmente porque nunca se había fijado en ellas hasta entonces. Retiró el sostén y liberó los senos de la muchacha que ya comenzaba a retorcer las piernas ante el placer que el magreo de su hermanastro le provocaba; apenas los vio llevó sus labios a los rosados pezones de Blanca que parecían reventarse ante la menor provocación por la suave y delicada piel con la que estaban hechos, era en esos pezones donde se vislumbraba la juvenil belleza de aquella chica.