El círculo completo
Puede uno escapar de su pasado? Mi experiencia me dice que no. Intenté dejar una vida atrás, pero todo regresa.
Me presento, soy poli, tengo 26 años, me gusta leer, escribír poemas, las pelis de terror y el reggaeton, vengo de una familia humilade, somos cinco hermanos, una hermana y yo, mis padres eimpre hicieron hasta lo imposible por darnos de comer.
Como no teníamos casa propia, debíamos alquilar, pero las deudas muchas veces no nos permitían pagar en tiempo y forma y estábamos cambiando de hogar en cuestión de meses, de aqui para allá, desfilando por diferente barrios, donde pude conocer mucha gente, de la buena y de la mala.
Un día llegué a conocer el que creí sería el amor de mi vida, alto y bien parecido, educado y con una buena posición económica, me deslumbró con sus palabras finas y delicadas, me llenó de regalos y me profesaba amor eterno, así que no tardé en caer en sus brazos.
Así las tardes en que me dedicaba a escribir en mis cuadernos poemas para la vida, se llenaron de rimas dedicadas a mi dulce amor, eso cuando no estábamos caminado de la mano, éramos una pareja muy graciosa, yo pequeñita y menuda y el grande y fornido, era felíz a pesar de los comentarios de las que yo creí eran mis amigas y demostraron que la envidia era mas fuerte que la presunta amistad.
Finalmente me propuso matrimonio y yo acepté sin pensarlo, por fin mi vida cambiaría, pero lamentablemente no para mejor.
Pero cómo podía saberlo? Obviamente de haberlo hecho no habría aceptado, el castillo prometido no era más que una prisión y mi príncipe su carcelero.
Lo primero fue alejarme de mi familia, obligándome a dar evasivas cuando venían a visitarnos, así inventé viajes, enfermedades, reuniones, etc, todo para no verlos y así complacer a mi marido, tambien me alejó de las pocas amigas que quedaban y finalmente, presa de los celos, tampoco podía salir si no era con él.
El infierno se tornó peor cuando mi carcelero, presa de un morbo que iba creciendo cada día, decidió que yo era el equivalente a una muñeca sexual para su disfrute, y me obligaba a hacer cosas que mi timidez y educación no permitían, lo peor es que de negarme me golpeaba, aún así mi orgullo era mayor y me resistía a sus degeneradeces.
Y un día huí, no importaba dónde, lo importante era irme lejos de él, lejos de sus aberraciones, lejos de la jaula, mis padres me acogieron con los brazos abiertos y mi esposo, seguramente por temor a que hablara e hiciera público sus castigos y abusos, decidió concederme el divorcio, sin dejarme un centavo, claro está.
Pasaron dos años, y con mis flamantes 20 fui a una disco con mi hermana, allí conocí a mi actual esposo, padre de mis dos hijos y que me enseñó que el amor es más que encandilar con regalos y viajes, sino formar un hogar y luchar codo a codo por un futuro para nuestros niños.
Desgraciadamente la vida para él también fue dura y la pobreza nos acosaba, trabajaba todo el día para pagar un techo donde vivir y yo lavaba la ropa de los vecinos para poder llevar comida a la casa.
Hasta que las deudas nos superaron, las casas de crédito ya no nos prestaban dinero, no ofrecíamos garantías, nos iban a correr de nuestro hogar y no teníamos como impedirlo y mi hermana no tuvo mejor idea que contárselo a mi ex, creyendo que debía quedar algo de ese amor que expresaba por mi y que dicho amor le haría ayudarnos.
Un día, mientras lavaba la ropa se apareció en el portón, mi hermana me había confesado su charla con él así que no me sorprendió, pese a esto igual tenía los nervios a flor de piel y las piernas me temblaban, allí estaba el, alto y autortario, con sus penetrantes ojos fijos en mi.
Después de saludarme me dijo que quería hablar conmigo, con cierta duda le invité a pasar y luego de preguntarme todos los temas relacionados con nuestra deuda, me propuso cierto trato, en el primer momento lo rechacé ofendida, pero con sus palabras me fue envolviendo en su telaraña y terminó por convencerme, de todas formas el tiempo se acababa y ya no había otra opción de conseguir el dinero.
Y aqui estoy, atada de manos, colgada desde el techo, la sala es oscura pero puedo notar que frente a mi hay un espejo, el cual refleja todo mi temor, mi cuepor tiembla, y mi apariencia me recuerda a una película japonesa que una vez me obligó a ver con él, vestida de colegiala con una camisa blanca, una pollera y medias a la altura de las rodillas.
Lentamente se acerca a mi, por el espejo puedo ver que tiene un cuchillo y la carne se me pone de gallina.
-Tranquila, todo está bien. -me dijo, mientras su mano derecha acercaba el arma blanca a mi cuello
-Qué vas a hacer con ese cuchillo? -pregunté alarmada
-Sssshhh, cierra los ojos. -respondió
El terror que experimentaba me impidió cerrarlos, la hoja describió un tajo y los dos primeros botones de la camisa saltaron, dejando entrever el principio de mi sostén.
Luego bajó la pollera y me la quitó, sentí el frio del cuchillo rozando mis partes íntimas sobre mi ropa interior.
-Por favor... -supliqué
-Qué sucede? Tenemos un trato mi amor, yo pago todas tus deudas y a cambio te entregarás a mi esta noche en cuerpo y alma. -y mientrs decía esto abría mi camisa haciendo volar los botones restantes.
Pese a que fuimos marido y mujer y estuve muchas vees sin nada frente a él me ruboricé completamente y la brisa que corría por la habitación me hacía estremecer hasta los huesos.
El cuchillo realizó otro movimiento y mi sostén cayó cortado por ambas tiras, eso me alarmó profundamente, no sólo queróa poseerme una vez más, sino que la violencia que estaba demostrando para quitarme la ropa señalaba que pretendía ensañarse conmigo.
-Recuerdo estos pequeños pechos -agregó mientras sus manos los tomaban y acariciaban a su antojo, intenté mirar hacia un costado para evitar la humillación, pero furiosamente me tomó del mentón y me obligó a ver el espejo.
-Bajarás la mirada cuando yo te lo ordene, esclava! -gritó como poseso, mientras pellizcaba mis pezones y me arrancaba un grito de dolor.
Grité, aullé de dolor cuando mis senos fueron estrujados mientras su otra mano cortaba mi tanga y me dejaba completamente desnuda a no ser por las blancas medias.
Mis esperanzas eran que fuera al acto de primera y se desfogara, pero pronto me dí cuenta de que sus intenciones eran otras, lo supe cuando se arrodilló frente a mi y abrió mis piernas.
-Q-qué.. qué vas a hacer? -a pesar de suponer lo que se avecinaba
-Empecemos por algo que sé que te gusta y nunca me permitías hacerlo. -dicho esto, hundió su lengua dentro de mi sexo, mientras sus dedos la abrían para facilitarle la tarea.
-No! -gemí, el bastardo sabía que eso me gustaba, lo supo una noche en que habíamos bebido de más y estaba muy mareada para resistirme, esa vez comenzó a lamer mi sexo mientras con mis manos intentaba separar su cabeza, pero no hubo foma de quitarlo de ahí mientras sentía un calor subir de mi entrepierna.
Pero ahora no sólo me lamía, además sentí uno de sus dedos intentando abrirse paso en mi ano, me removí con todas mis fuerzas pero me fue imposible, y apretar mi esfínter sólo logró que me doliera aún más, y grité, grité de dolor y humillación mientras su dedo entraba y salía furiosamente mientras él reía.
La pesadilla no acabó ahí, se retiró por un momento y creí que mi tormento terminaba pero no sucedió, regreso con aquel objeto con forma fálica que jamás había visto en presona pero sabía perfectamente que era, lo encendió y comenzó a vibrar, mientras lo pasaab por la punta de mi vagina, el movimiento era demasiado, y cuando estaba empezando a cumplir sus efectos lo hundió de una sola vez.
-Ahhhhh!!! no no no!!! -aullé mientras entía las paredes de mi sexo temblar ante als embestidas del aparato.
Una enigmática sonrisa me hizo pensar que preparaba algo más, y estaba en lo cierto, se volvió a parar detrás de mí, comprendí llena de terror que quería hacer algo que nunca le permití y que fue el detonante que me hizo huir.
-Ah... e-espera... uh uh... no... no!!!
Pero ya era tarde, aquel dedo que se introducía en mi ano hacía poco tiempo sólo era el preludio a esto, su miembro desgarró todo lo que tocó mientras entraba por la fuerza.
-AAAAAhhhhhhhh!!! sacalo, sacalo -supliqué, pero no se conmovió, sus embestidas continuaron y mi cuerpo no sabía como responder, el aparato en mi vagina estimulaba a potencia máxima pero el dolor en mi cola era demasiado, aprecía que estaba descargando toda su frustación llena de negativas que le daba, y cada empujón que me propinaba me elevaba en el aire para luego caer sobre su miembro hasta el fondo.
La contienda la decidió una vez más su dedo, ese que luchó contra mi ano para introducirse, esta vez su objetivo fue mi clitorís, empezó a acariciarlo y con toda la hinchazón provocada por el vibrador no tardó en ganar la partida, mientras comenzaba aretorcerme y apretaba la boca para no descubrirme, mi antigua pareja descargaba su semen dentro de mi conducto anal.
-Qué dices ahora, eh? Vas a admitir que eres una verdadera puta? -me increpó, mientras yo hacía lo imposible para apretar las piernas y evitar que viera el liquido que brotaba de mi sexo y empezaba a chorrear sobre mis piernas, le miré con todo el coraje y la rabia que me quedaban, pero no dije nada.
Coomenzó entonces a aflojar el extremo de la cuerda que me mantenía en el aire, caí de rodillas frente a él, al fin, al fin terminaba todo, su deseo era denigrarme y lo había hecho al hacerme sentír un orgasmo mientras profanaba mi ano, pero por qué se demoraba tanto en desatarme?
-Vas a limpiarla ahora. -ordenó mientras extendía su aún erecto miembro frente a mi, le miré llena de asco, sólo lo hice una vez antes bajo sus muchas insistencias y me desagradó por completo, sentír aquel fuerte olor y el sabor ácido y vizcoso, una edesagradable experiencia que ni siquiera volvi a repetir con mi actual esposo, y allí estaba ese hombre inmundo, con su pene lleno de semen y sangre queriendo que se la chupara.
Creí que se enfurecería, así que apreté la boca y miré hacia un costado, no dijo nada, fué hasta el extremo de la cuerda y tiró nuevamente, volví a quedar colgada.
Guardó el vibrador en una caja al costado de una mesa, y desde allí sacó un grueso látigo.
-Qué vas a hacer?
No respondió, se paró tras de mi, tampoco dije nada, sabía que todo intento de quejas o de intentar razonar sería inútil, solo le enfurecería más.
El primer latigazo resonó en la habitación, causándome un fuego en la espalda, otros siguieron y mis gritos se llenaron de lágrimas mientras le rogaba que parara.
-Vas a pedirme, no a rogarme que te permita chupármela, y cuando lo hagas, la tragarás hasta el fondo, como la puta que eres. -girtó, mientras los latigazos seguían marcando mi espalda.
-Ah! sí, sí, te la chuparé, te la chuparé! -aullé llena de dolor y desesperación.
-Ruega, perra, di "quiero chupartela, papi!, dilo!"
-Ahhh! q-quiero chuparla, quiero chupártela papi!!!"
El castigo cesó y nuevamente fui descendida al suelo, se paró frente a mi en silencio, la órden ya estaba hecha y no necesitaba decir más.
Acercó su miembro a mi boca y el olor casi logra que me descomponga y apreté mis labios, una cachetada me arrancó un grito y más lágrimas, abrí la boca despacio y lo introdujo hasta el fondo, tocando mi garganta y atragantándome.
Comenzó su vaivén penetrando mi boja una y otra vez mientras yo hacía fuerzas para no vomitar, esto continuó por un lapso de diez minutos, mis mandíbulas ya dolían cuando empezó a moverse más ápidamente, entendí la señal y quise retirar la boca, pero mientras con una mano me sostuvo la cabea por la nuca, su derecha me apretó la nariz, dejándome sin aire y logrando que diera grandes bocanadas buscando el precioso oxígeno, sentí todo el vizcoso y caliente líquido y me ahogué, me soltó y entre grandes convulsiones tosí y vomité en el suelo.
-Basta... cof... basta ya... cof cof... -repetía una y otra vez mientras temblaba caída en el suelo.
Se paró frente de mi y empezó a orinar sobre mi cabeza, extendiéndose por todo mi cuerpo mientras me observaba con esa degenerada expresión que tanto conocía, mientras lloraba e insultaba me levantó por los cabellos.
-La noche es larga aún. -dijo mientras me llevaba a empujones al cuarto de baño, allí abrió la regadera del agua fria y me puso debajo, tomó el jabon y comenzó a lavar todo mi cuerpo, tocándolo todo sin reparos, pese a todo era un verdadero bálsamo después de las torturas sufridas.
Mes ecó y para mi sorpresa puso una soga en mi cuello, le miré intrigada y suplicante.
-Tranquila... -dijo adivinando mis pensamientos- es así como se llevan a las perras como tu.
Y sin decir más me arrastó por la cuerda hasta la habitación, se sentó en un sofá y me atrajo hasta sí.
-Ahora vas a cabalgarme como nunca en tu vida, me cojerás más que el puto de tu esposo.
Me sentó sobre él y me penetró, haciéndome saltar con cada embestida.
-Mueve las caderas, puta! -ordenó, otro cachetazo me indicó que de no seguir sus peticiones más castigos llegarían, no tenía más opción que obedecer.
Pero todo se puso peor, comenzó a apretar la cuerda y a asfixiarme, mientras mis ojos se abrían hasta casi salirse.
-Dicen que la falta de aire consigue un orgasmo mayor, probemos si es cierto, pero apúrate o morirás.
Mordió un pezón con fuerza hasta hacerlo sangrar, mi salvación fue que las embestidas sumadas a la falta de aire realizaron su cometido y sentí que llegaba el orgasmo, me dejé ir, él viendo que lo había logrado descargó otra vez.
-Tranquila, luego te daré una pastilla, no vas a quedar embarazada y sacarme dinero, puta. -me dijo.
Ni siquiera pude responder, mi cuerpo estaba cansado y pedía reposo, pero lejos estaba de conseguirlo, lo supe cuando jalándome de la soga me ató en una silla, para luego sacár unas pinzas que prendió en mis doloridos pezones, grité, pero lo hice aún más cuando una tercera pinza apretó mis labios vaginales, el dolor casi me hace desmayarme, pero me arrojó agua para que no lo hiciera.
Conectó el extremo de las pinzas a un aparato y empecé a gritar pidiendo ayuda, me amordazó mientras cobraba nuevas fuerzas e intentaba liberarme.
No sé cuanto lloré esa noche pero aún me quedaban lágrimas, y mientras mis ojos se nublaban debido a estas, aquel hombre que fue mi principe azul alguna vez, se acercó al aparato y presionó un botón, comenzó a reir mientras mi cuerpo convulsionaba por la descarga.
Y la noche no había llegado ni a la mitad...