El círculo (2)

Segunda parte. Tres son multitud.

EL CÍRCULO (Parte II)

Llegó Yurema ya de noche y cocinábamos algo de cena entre las dos cuando dijo – "La cama no era tan ancha" – reímos las dos – "¿Hoy dormimos juntas?" – continuó Yurema. Sonó el timbre de casa – "¿Esperas a alguien?" – preguntó ella. Negué con la cabeza y fui a abrir. – "¡¡¿Dormimos juntas o no?!!" – gritó mientras yo iba hacia la puerta. Reí mientras abría la puerta, una sonrisa que se cortó. Mis ojos se abrieron como platos, me llevé las manos a la boca sorprendida y mi corazón dio un vuelco. Allí estaba de pie con una mochila y sonriendo, la chica del messenger. Nayala sexykitten.

Nos miramos durante unos segundos interminables. Nos observábamos. Increíblemente era ella. Yo nerviosa y Nayala no dejaba de sonreír – "¿¿¿Queeeeeee???" – dijo ella, y yo sonreí todavía en mi asombro – "¿Sorprendida?" – continuó. Su mochila cayó al suelo. No articule palabra y simplemente lo entendí. La abracé fuerte. Era de carne y hueso, era real y sentí su calidez rodeándome.

  • "¿Todavía es tan grande tu casa?" – preguntó mientras la abrazaba. Entonces recordé a Yurema y volví a la realidad – "Pero di algo tonta!!!" – insistió ella riendo.

  • "Es que… yo… pero como…" – no sabía que decirle y al mismo tiempo quería decirle tantas cosas – "A ver… Claro que hay sitio para ti ¿Cómo es que has venido de tan lejos? ¿A que se debe esta sorpresa? ¿Te vas a quedar?" – me organicé preguntando

  • "Bueno, tengo que decirte algo" – hizo un pausa y no dije nada – "soy de Brasil, no te he mentido pero ya hace algunos años que vivo en España, cerca de aquí y en estos meses he pensado mucho en ti, tenía ganas de salir de mi casa, olvidarme de todo un poco y no pude evitar acogerme a la invitación a tu casa, aunque si es molestia…" – explicó mi chica del messenger

  • "Que va! Pero pasa, pasa y seguimos hablando, ¿has cenado ya?" – intenté crear una situación amable

Entramos en casa, dejó sus cosas en la entrada y fuimos a la cocina donde estaba Yurema. Las presenté mutuamente y no sé porqué mentí, quizá tenía miedo a algún conflicto. Nayala era una prima muy lejana que se iba a quedar unos días y Yurema una compañera del trabajo que había tenido problemas con su marido y también se quedaba unos días. Vi como las dos me miraron respectivamente de forma fría, pero ninguna dijo nada. Le enseñé a Nayala su habitación y mientras ella acomodaba sus cosas, Yurema y yo terminamos de hacer la cena y poner la mesa.

  • "Ha sido una visita inesperada ¿verdad?" – dijo Yurema con un tono que no me gustó

  • "Sí, pero no te preocupes" – le di un beso en la frente más amigable que cariñoso. Las dos entendimos que esa noche sería muy diferente a la anterior.

Volvió Nayala, preguntó donde estaba el baño, se puso ropa más cómoda pero no menos sexy y después nos sentamos las tres a cenar. Un poco de pasta, un poco de ensalada y las noticias en la televisión. Yo me senté en la mitad de la mesa y ellas cada una a un lado, por aquello de no crear incomodidades. Hablaban poco, la verdad es que yo tampoco sabía muy bien que decir, pero a poco la conversación fue menos incomoda y más amigable.

Nayala se había animado y nos contaba cosas de Brasil, como si aún viviera allí, protegiendo mi mentira. Ya el ambiente parecía más amigable hasta que casi me atraganté con un poco de ensalada. Un tacto suave había recorrido mi pierna derecha en cuestión de segundos y me cayó el tenedor al suelo. Las zapatillas de Nayala estaban junto a la pata de la mesa y sus pies descalzos sobre la barra de la silla inquietos. Llevaba una cadenita preciosa en un tobillo.

Me había quedado un poco ausente pensando en que podía pasar con ellas hoy o mañana o pasado, mientras seguían hablando. Yo miraba la tele, pero no la veía ni oía nada hasta que un –"¿Verdad que sí, Ángela? – de Yurema, acompañado de una mano debajo de la mesa que se deslizó sobre mi muslo izquierdo, me despertó. Creo que me asusté y me levanté de la silla como por impulso. Me miraron las dos – "Voy a la cocina a por… esto… mayonesa" – y me dirigí a la cocina – "La he guardado antes yo, no la encontrarás" – se levantó Yurema y me siguió.

  • "¿Te ha molestado?" – preguntó ella cogiéndome del brazo cuando llegamos a la cocina

  • "¿Molestarme el que?" – dije yo un poco tensa

  • "Que te tocara, o eso me ha parecido" – contestó rápidamente

  • "No, ¿Por qué iba a molestarme? Lo que pasa es que tenemos una invitada" – excusé

  • "Ya…" – hizo una pausa, yo cogí la mayonesa y cerré la nevera – "Ahora no nos ve, ¿Por qué no me das un beso mejor que el de antes?" – preguntó acercándose

Nos besamos en los labios suavemente y al momento quedé presa entre la nevera y ella. Una de sus manos sujetaba mi brazo con el bote de mayonesa en alto y la otra se hizo dueña de uno de mis pechos. Me sentí temerosa y separé mis labios de los suyos – "Ahora no" – dije – "Hoy no, por favor" – corregí. Aceptó el inciso y volvimos al salón. Seguimos cenando y Nayala se puso a criticar una noticia que habían dado mientras estábamos en la cocina. Mientras contaba eso, sentí de nuevo su pie descalzo recorrer mi pierna suavemente.

Sentí que no podía más. Me encontraba entre excitada y nerviosa. Quería que terminara la cena, deseaba tocar a Nayala pero tampoco quería dejar de sentir a Yurema tan cerca de mí. ¿Estaba siendo envidiosa? Creo que estaba siendo más bien una idiota nerviosa a mis años. Cerré los ojos unos segundos mientras su pie me acariciaba aún de forma oculta – "¿Te encuentras bien?" – preguntó Yurema – "Me duele un poco la cabeza, creo que me acostaré pronto" – contesté.

De repente algo se enganchó. Debía ser su cadenita del tobillo. Mierda! Sonreí a Yurema intentando no mirar a Nayala para disimular, pero creo que me sonrojé un poco. De un tirón, ella nos desenganchó, dándose un golpe en el pie con la pata de la mesa y saliendo la cadena disparada por el suelo. Rápidamente Nayala la recogió – "No sé como me acostumbro a llevarla en el tobillo, está un poco suelta y algún día la perderé" – dijo sonriendo como si nada.

Aquella cena me superó y como había anunciado decidí acostarme pronto. Antes fui a llevarle a Nayala una sábana limpia a su habitación. Estábamos las dos - "¿Estás bien?" – preguntó ella. Me dije para mí: Que si! Que manía! ¿Tanto se me notaba? Era el día que menos quería que se preocuparan tanto por mí. No sabía si alegrarme o llorar, pero como no dije nada, ella me acarició la mejilla. Sus ojos brillaron intensos y tuve que salir de allí. Cuando entraba en mi habitación me llamó Yurema desde la suya. Al entrar me abrazó, yo temía por la situación pero la correspondí. Me besó en el cuello – "Hoy solo pensaré en ti" – su pelo acarició mi cara repetidas veces y el abrazo se volvió cálido. Una voz en el pasillo – "¿Ángela? ¿Te has acostado ya?" – nos interrumpió separándonos – "Buenas noches" – salí. Era Nayala, no tenía sueño y me pidió usar el ordenador un rato. Al fin en mi habitación. Me desvestí y mi vagina estaba húmeda ¿Qué me pasaba? ¿Estaba excitada? ¿Por quien? ¿Por las dos? ¿A que jugaba yo? Esto no podía terminar bien. Necesitaba reflexionar. Apagué la luz.

Había empezado a llover y a pesar de no hacer nada de calor, me encontraba sudada y confusa, pero aún así me dormí o casi cuando soñé que me acariciaban el pelo. No, no estaba soñando. Abrí los ojos lentamente y vi unas braguitas azules por encima de mis ojos. Alguien estaba de pie en mi cama y la luz de la ventana me impedía ver quien. Mis ojos recorrieron la excitante figura oscura hacia arriba. Sus pechos se adivinaban desnudos. Fui consciente de la situación y reaccioné sentándome en la cama. Era Nayala que venía de usar el ordenador, pero era muy tarde.

Me hizo un gesto de silencio y se acercó entre mis piernas. Yo allí sentada abracé la figura de esa muchacha atrevida que se mantenía de pie susurrando – "Necesito un poco de ti" – seguí abrazando su cintura y rozando mi mejilla en su vientre. Ella me acariciaba el pelo muy lentamente. Estuvimos muchos minutos sin movernos y sintiéndonos muy juntas. Mis manos empezaron a moverse entre su culo y su espalda en la oscuridad hasta que oímos a alguien por el pasillo. Era Yurema que iba al baño, encendió la luz del baño y nos quedamos en silencio abrazadas esperando.

Mi corazón latió a mil esperando que todo volviera a la normalidad en pocos minutos y cada una a su habitación. ¿Por qué pasó? No lo sé, no sé porqué pasó, pero Yurema se asomó a mi habitación. Dejé caer mis brazos y Nayala se dio la vuelta hacia ella. Nos miró a las dos. Ninguna dijo nada – "Muy bonito" – dijo finalmente Yurema yéndose hacia su habitación. Fui rápidamente tras ella. Estaba recogiendo ropa suya.

  • "¿Que haces?" – pregunté confundida

  • "¿A ti que te parece? Ahora ya tengo más claro que sobro yo" – dijo con voz amarga

  • "Por favor, no ha pasado nada, no te pongas así" – intenté calmarla

  • "Claro! Como iba a pasar algo con tu prima! Por favor!" – se puso irónica

  • "Estás haciendo un montaña de nada ¿no irás a irte ahora?" – no sabía que hacer

  • "Mira te agradezco mucho todo lo que has hecho por mi, pero eso es todo, siempre me he buscado la vida, así que me voy a seguir haciéndolo sin mentiras" – dijo llorosa

  • "¿Dónde vas a ir? Son más de las tres de la mañana y llueve" – acaricié suavemente su cara con la mano

Cayó rendida boca abajo sobre la cama cogida a mi mano. Acaricie sus cabellos rubios mientras no dejaba de llorar. Nayala se asomó a la puerta y le hice un gesto para que nos dejara. "Me gustabas" – decía ella contra la sabana. "Tú a mi también" - no quería herirla, pero aún así era verdad, una verdad confusa – "Mañana lo hablamos tranquilamente ¿Vale?" – seguí acariciando su pelo. No dijo nada. Se acostó y me quedé a su lado un rato en silencio. Luego me asomé a la habitación de Nayala, se había acostado. Me sentí mal, pero me acosté de nuevo. Quizá tanta confusión o las ganas de que pasara todo, hicieron que durmiera mejor de lo que esperaba.

A la mañana siguiente quise despertarme pronto, preparar un desayuno, animar a todas y que las cosas no se torcieran de nuevo, pero fue tarde. Nayala estaba dormida, pero Yurema no estaba. La habitación estaba deshecha pero no había nada de ella excepto una nota sobre la cama: "Lo siento. Lo último que necesito es volver a enamorarme y además de una mujer. Es lo mejor para las dos. Estaré bien. Gracias por todo." Era una gran mujer. No pude evitar invadirme de tristeza. Me recosté sobre su cama mirando al techo sin pensar, durante más de una hora hasta que se despertó Nayala.

Desayunamos y yo me encontraba un poco apática mientras ella emocionada me contaba que anoche en el foro había visto que se apuntaban muchas chicas a nuestra comunidad femenina. Había hablado con picara23 y con lisalove y querían organizar una quedada. De repente se dio cuenta de que no se me quitaba de la cabeza lo ocurrido. Intentó animarme y aunque no se me iba de la cabeza, lo consiguió un poco. Para ella era fácil, era la niña de mis ojos. Estuvo todo el domingo haciendo tonterías para que no me aburriera. Vimos una película de risa y más tarde nos conectamos con las otras chicas a organizar locuras y buscar más información de aquello que nos había unido.

Ese día surgió la idea de la súcubo como gobernante del círculo. La mayoría querían que fuera yo la "hermana mayor", ya que mis comentarios habían montando todo el jaleo durante este tiempo. También surgió una idea loca. Nayala había estado leyéndome el libro de Lilitu para motivarme. Encontramos en el libro un ritual que decía precisar de la sangre de una virgen de pelo de fuego y unas palabras extrañas. Bromeamos mucho con esa idea, pero empezábamos a ver que nuestro círculo tomaba forma y se ampliaba de forma sorprendente.

La tarde fue más entretenida de lo esperado había conseguido despejar muchas ideas de mi cabeza a costa de meter otras extrañas. Eran ya casi las diez cuando le dije a Nayala – "Habrá que cenar algo… ¿Qué te apetece comer?" – supongo que me vio más animada cuando me miró fijamente y dijo – "Me apetece comerte a ti" – dio un gruñido simulando morderme el cuello y reímos – "No, en serio" – dije – "En serio!" – respondió ella mordiendo mi barbilla – "¿Estás traviesa?" – me atreví a preguntar – "Lo estoy" – dijo levantándose de la silla.

Sonreí. Se puso detrás de mí, soltó mi pelo tras la silla y me besó el cuello. Cerré los ojos y me olvidé de todo. Tenía que ocurrir. Sus manos acariciaron mis hombros y se deslizaron dentro de mi escote. Siguió besándome el cuello y yo moví los brazos hacia atrás intentando acariciar sus trenzas. Sus manos eran incapaces de abarcar mis pechos, pero empezaban a masajearlos intensamente. Me sentía incomoda sin tocarla, así que me levanté y allí de pie le di besos pequeños y sonrientes que la hicieron caminar hacia atrás. Destino: mi habitación.

Caímos en mi gran cama. Yo me encontraba encima de ella besando su cuello. Mi oído fue capaz de captar un gemido. Nuestros labios se encontraron por primera vez de verdad. Su boca era mi pasión y la mía no quería respirar nunca más. Dimos una vuelta en la cama y ella se quedó encima de mí. Desabroché su faldita y ella me quitó la blusa. Nos fuimos desnudando lentamente intercalando nuestra desnudez con besos húmedos y suaves. Húmedos como nuestros sexos excitados por el momento. "Bórrame el tatuaje" – me susurró dándose la vuelta.

Su tanga mojado era ahora el fruto de mi boca, y mis bragas húmedas el objetivo de su lengua impaciente. Comí con los labios el fruto escondido tras la tela hasta que lo liberé. Entre mis piernas mojadas sentía los tirones que ella daba a mis bragas convirtiéndolas en un hilo de placer. Mis dedos abrieron su cueva sonrosada y lamí aquel sexo de fresa y canela que se deshacía en mi boca. Mi humedad ya estaba siendo penetrada por sus dedos cuando yo empecé a explorarla a ella. Mi respiración se confundía con el calor de su vagina y sentí que mi cuerpo se encontraba al borde del éxtasis.

Más humedad, más lengua, quería más. Me deshice en la intensidad de su boca antes que ella en la mía. Pronto llegó su turno, lo no té, se movía desesperada – "Me gusta" – repetía entre gemidos una y otra vez. Sus flujos huyeron por mis dedos y sus manos apretaron mis muslos dejando escapar un grito agudo que no había oído nunca. No pude aguantar la risa, pero ella se rió conmigo. Nos dimos diferentes besos pequeños en la boca abrazadas en la cama y esa noche no cenamos.

Lunes. Día de trabajo de nuevo. No había puesto el despertador y por poco no me levanté tarde. Fui con prisas vistiéndome pero tuve un minuto para observarla dormida en mis sábanas. Le dejé una nota y me fui al despacho de los juzgados. Fue un día duro, todo el día sin ella y después de u fin de semana tan movidito. Volví a casa por la tarde, pronto, con ganas de verla. Entré en casa y no la vi, fui al despacho donde tengo el PC y estaba allí sentada junto a otra chica pelirroja –"Hola Ángela, ¿Qué tal el día? Esta es Rebeca ¿Verdad que tiene un pelo de fuego bonito?" – me guiñó un ojo.