El cine

Paula tuvo que rendirse del todo a la evidencia una buena tarde del mes de agosto en que apretaba el calor. Bueno tuvo que rendirse a las evidencia y a unas cuantas cosas más

Paula tuvo que rendirse del todo a la evidencia una buena tarde del mes de agosto en que apretaba el calor sobre Madrid. Bueno tuvo que rendirse a las evidencia y a unas cuantas cosas más., Y lo malo es que desde aquel día se aficionó al asunto, convirtiéndose en cómplice de su marido. A partir de entonces, ya no tendrían nada que reprocharse mutuamente, si bien hubo aun ocasiones futuras en que disimularon por el aquel de los respetos humanos y de la formación que a ambos de habían inculcado. Paula no paraba de asombrarse, con lo decente, intachable, virginal que había sido ella hasta hace unos meses. Ya ves tu lo pronto que se marchita la flor de la pureza, ya ves tu lo cierto que resulta aquello de que la juventud corrompida es fruta verde y podrida, ya ves tu lo rápidamente que se contagia la depravación.

Casada desde hacía tres meses, y embarazada casi desde el mismo tiempo, aún no se le veía la tripita, aun mantenía la hechura de sus caderas, pero la preñez había aumentado el calibre de sus ya duros y plenos pechos y afilado todavía más sus pezones casi siempre enhiestos.

Llegaron a las puertas del cine a eso de las siete y les fue preciso guardar cola un buen rato. Su marido Diego era un ardiente devorador de películas. Se dispusieron a disfrutar de la película.

Al cabo de un rato notó Paula un roce en el brazo, a babor, pero no le atribuyó especial importancia. Sus ojos se habían acostumbrado ya a la oscuridad. Miró de reojo con muchísimo disimulo, y el rozador era un hombre, joven al parecer, y con barba. Bueno no creía que fuera con mala intención. No iba a tener la gente tanta cara dura como para intentar aprovecharse con su marido al lado. No, no podía ser.

Al cabo de un rato el joven barbudo se agachó, como para recoger algo, y al incorporarse recorrió descaradamente la pantorrilla de Paula con la mano, de abajo arriba, llegándole a la corva. Vaya por Dios, que mientras fuera solo eso…

Y en los minutos siguientes – vaya trajín – volvió a suceder tres veces. A la cuarta le dejó la mano en la corva y empezó a recorrerle la sutil arruguita de ésta con un dedo. Encima era el lado de la raja, de la raja de la falda vaquera, se entiende que se había puesto esa tarde. Unos minutos después la mano se había apoderado de su rodilla.

Diego parecía no darse cuenta de nada. Claro como tenía la cabeza metida en su melena y le propinaba besitos en la oreja. Y la estaba también calentando. Vaya gracia.

El joven barbudo, por su parte, había dado un leve tironcito a su chaqueta y ocultado bajo ésta la cabeza de puente establecida en la rodilla de Paula. Y luego – que atrevido – tiró de su pierna, llevándosela hacía él.

Se le tenía que decir a su marido, y se lo dijo, pero no todo.

-Diego, porque no nos cambiamos de asiento.

-Cambiarnos .. ? Si estamos tan a gustito aquí

-Podríamos irnos un poco más adelante

-Pero no ves que no hay un asiento libre.

-Pero es que

-Es que

-Es que que ?

-Que me parece que el tipo de al lado se está queriendo aprovechar

-Habrá sido sin querer

-Mira, vamos a hacer una cosa: Espera un rato y si sigue le parto la boca.

-Vale

-Tu no dejes de avisarme, eh ?

-Vale

Y Diego volvió a sumirse en su melena y continuó besándola con más ardor que antes.

El otro se había remangado la pernera del pantalón y estaba restregándole pantorrilla con su velluda pierna. Que cosquillitas más agradables, que calentita la tenía, la pierna, claro.

La mano, por su parte, había subido por la cara exterior del muslo de Paula y al llegar a la mitad del camino hacía la cúspide, hacía el objetivo se puso muy insolente, sobre la parte superior. Le hizo separar más la pierna hacía él y a la acariciaba con mucha ternura. La mano estaba ahora en la cara interna del muslo y ascendía hacía la braga.

-Diego.

-- Que ?

-Vamos a cambiarnos.

-¿ Porque ?

-Ya sabes

-Te está tocando

-- Si

-Donde ?

Mintió otra vez.

-En la rodilla

-Pero …… te ha dejado la mano puesta ?

-Si

-No será sin querer ?

-Hombre..

-Es que no vamos a encontrar sitio … y a lo mejor es sin mala intención.

-Hombre

-Mira espera un poco más y si ves que la sube me lo cuentas

-Vale

-Pero no dejes de decirmelo

-No

La mano había llegado al principio de esa deliciosa y suavísima zona de la entrepierna femenina que precede, ya próximas las ingles, a las asperezas del vello púbico …

pero no conseguía pasar de allí, porque la falda se lo impedía, así que la saco de tan sagrado recinto y se la puso por encima de la falda. Y desde allí Paula vivió en todo su esplendor el momento sublime en el que la mano del joven encontró su chocho por encima de la falda y empezó a acariciárselo. Ay que gusto, madre. No pudo contenerse la pobre chica así que introdujo su propia mano izquierda bajo la chaqueta y oprimió la de su magreante vecino de asiento, haciéndole que le apretase aquella raja suya que se había convertido en una especia de pústula de fuego. Que la tocara pronto en vivo. Que la tocara pronto a pelo, por favor, porque si no se moría. Palabra que se moría. Y es que Diego, tampoco paraba. Aparte de los besos, se había llevado su otra rodilla hacía él, y así quedaba la pobre toda despatarrada, con perdón, con la raja abierta de par en par, y una especie de siroco devastador escapándosele de dentro.

Subió el chico la mano hasta la cintura y empezó a acariciarle el terso estómago. Con un dedo alcanzó el borde superior de la braga, pero no le cabía bien le mano y le oyó que cuchicheaba:

-Desabróchate.

No tenía más remedio que obedecerle. Contestarle, hubiera sido darle tres cuartos al pregonero, es decir a Diego. Claro que, seguramente, éste no ignoraba lo que estaba pasando, pero eso era harina de otro costal.

Se desabrochó los corsetes y la mano ya no tuvo obstáculos en su operación de castigo. Descendió, primero, por encima de la braga, tomando nota, o así lo parecía, de los apretados rizos que se apiñaban bajo la tela. El apogeo de la fiesta tuvo lugar cuando la mano, por fin, se introdujo por debajo de la braga. La mano se enredaba, ansiosa, en los pelos. Ya no sabía que orden de prelación establecer en su ansia y pronto se engolfó mucho más con la ya mojadísima abertura; saludó cariñosamente al clítoris; penetró gozosa en el cálido pozo de la vagina; mandó un destacamento a explorar el ojo del culo …

Ni Diego, ni Paula, ni el joven barbudo sabían ya lo que estaba pasando allá abajo, allá lejos, en la remota película y les importaba un rabano. Tan ajenos estaban a la proyección que no se dieron cuenta que la película se acababa … y el descanso casi les coge con las manos en la masa, sobre todo al joven barbudo que era el que estaba disfrutando de la “ masa “.

Decía Diego, al parecer con mucha guasa:

-Si quieres podemos cambiarnos de sitio ahora.

Si, sí y ella con la falda desabrochada

-No, ya no vale la pena. Total solo nos falta por ver el primer cuarto de hora.

-No mujer, la vemos entera, otra vez

-No te habrá vuelto a molestar ese ?

-Bueno, un poquitín, si me ha molestado

-Que te ha hecho?

-Bueno, subir un poco la mano.

-Porque no me lo dijiste ?

-Chico, como te parecía tan horroroso que nos cambiaramos de sitio.

Preguntó ahora él, con la voz más ronca que nunca:

-Hasta donde te ha llegado ?

-Pues … me ha tocado un poco el muslo.

-¿ Hasta que altura ?

-Casi hasta arriba.

-¿ Casi hasta el chocho ?.

-Si

-Pues vaya zorra que eres.

-Como tu no querías moverte…

-Si quieres nos cambiamos ahora.

-No, total, ya …

-Si te llega al chocho no dejes de avisarme.

-Bueno …

Los tres deseaban ardientemente que volviese a apagarse la luz …

Apenas se hicieron las tinieblas, la mano del joven barbudo, muy dueña de si misma … y del coño de Paula, volvió a las andadas, haciendo esfuerzos denodados por quitarle la braga. Era una tontería porque le hubieran quedado a medio muslo, imposibilitándola para abrir las piernas tanto como ahora. Así que se las dejó enrolladas, hechas un guiñapito, a la altura de las ingles, decidiendo atacarla desde el norte.

Dijo el joven barbudo, que tenía pelos en la barba, pero no en la lengua:

-Saca más el culo del asiento, que no puedo tocartelo bien.

La estaba poniendo a cien, a mil, a diez mil.

Lo sacó.

-Abre más las piernas

Imposible las tenía separadas de par en par.

-Quiero follarte.

Eso estaba clarísimo.

-Dime, como y cuando podemos vernos.

Eso si que no, no pensaba decir ni mú.

-Me encanta tu coño…

Diego, que lo estaba viendo y oyendo todo, le preguntaba, ansioso:

-Te está haciendo algo ?

-Si

-El que ?

-Luego te lo digo.

-Te molesta ?

-No

-Te gusta ?

-Si

-Lo estas pasando bien ?

-Siii…

En ese momento, el joven barbudo cogió la mano de Paula y se la puso debajo de su chaqueta. Esta estaba impaciente por tocársela a su joven acompañante, que en ese momento la estaba masturbando descaradamente. Seguro que se movía toda la fila. Seguro que Diego se estaba dando cuenta. Pero ahora su vecino y compinche paró un momento la otra mano, sin duda para que saborease mejor del aterrizaje de la suya sobre la bragueta. También el había abierto mucho las piernas y ahora le extendió la mano entera sobre la pretina. La tenía doblada – como una serpiente pitón – pensó ella y muy dura y muy tensa. Le hizo desabrocharle la cremallera, los botones superiores del pantalón y el cinturón, dejando el peludo vientre a su disposición por unos momentos. Luego, le puso la mano otra vez, por encima del miembro, ahora por encima de los calzoncillos .. y en seguida le obligó a meter un dedo por la abertura lateral. Que dura y calentita la tenía. Que grande y hermosa. No pudo más y liberándose de la mano carcelera introdujo, ya de motu propio, la suya en aquel nido y se la agarró, toda frenética. Pugnó por sacársela, pero estaba aprisionada entre las telas, como un duro resorte, y no lo conseguía. Pensó que no se la había tocado nunca a su marido – aunque parecía claro que ésta poseía un calibre superior -. Como no podía extraérsela por el lado, le bajó el calzoncillo y al final consiguió apoderarse de ella, ya toda enhiesta y liberada. Que maravilla, le tocaba ahora a ella extasiarse con el vello y le encantaron los bordes del capullo. Luego le agarró los huevos. Sentía que giraban igual que dos planetas, quizá satélites, en el hueco de su mano febril …

Y empezó a masturbarle.

Así pasaron mucho rato y cada vez que se aproximaba el orgasmo de uno o de otro, se paraban como de mutuo acuerdo. Estaban hechos unos artistas …

Diego la seguía besando, cariñosísimo y se puso a tocarle las tetas. Estaba muy caliente. Le levantó el jersey. Le levando el sujetador y saltaron los senos a la palestra. El otro se las debía estar viendo, claro y … . Pero ya …

Paula sintió que se corría sin remedio y masturbó frenéticamente a su amigo, que, ésta vez, tampoco pudo contenerse. Mientras se moría en un terrible orgasmo, tratando de acallar los aullidos que le salían de dentro, noto ella como explotaba bajo su mano el capullo aquel, como la empapaba el viscoso y cálido liquido, como salía a borbotones … .

Se siguieron masturbando, por la pura inercia y el puro gozo de lo que había pasado, algún rato después de finalizar el orgasmo, hasta que por fin extrajeron las pringosísimas manos de los respectivos regazos. Parece que, entonces, el joven tuvo conciencia de la enormidad que allí había pasado, del escándalo del marido y se marchó.

Iba Paula a abrocharse la falda, cuando Diego se fingió sorprendido:

-Paula, tienes desabrochada la falda.

-Paula, tienes bajadas las bragas

-Paula tienes el chocho al aire

-Paula, estas mojadísima

Salieron a toda prisa del cine. En el taxi, el taxista le tuvo que decir a Diego que se reportara. Llegaron a su casa. Paula quiso lavarse.

-Lavarse, que bobada.

Paula iba a pagar las luces para desnudarse, como hasta entonces había tenido por costumbre, pero su marido, muy seguro de si mismo le dijo que no, al contrario encendió todas las luces de la habitación.

-Quiero verte bien.

-Debo oler mal, muy guarro

-Claro con tanto meneo ….

Le fue bajando las bragas, despacito, y cuando ya estaban rendidas, en los tobillos, empezó a asestarle cariñosos lenguetazos en la raja.

-Túmbate

Lo hizo.

-Abre mucho las piernas

Obedeció .

-Hasta que no puedas más.

Se le mamó como si fuera un hambriento niño del tercer mundo y aquel un almacén con las natillas más ricas del orbe. Luego se desnudó y Paula no se la había visto tan grande y tan hermosa. Bueno, la realidad es que no se la había visto nunca.

-Chúpamela tu a mí.

Este parecía otro Diego, otro hombre.

Se apoderó de ella, golosa e hicieron un impecable sesenta y nueve. Diego estaba tan frenético que se puso a moverse como si la estuviera follando y casi acaba con ella, pues la puso cinco o seis veces al borde la asfixia.

Paula estaba otra vez a punto de correrse. Se atrevió a decir:

-Métemela.

-Ponte boca abajo

-El culo en pompa

-Baja más la cabeza.

Fue el mejor casquete de su vida matrimonial, con una enorme diferencia y se corrieron al unísono, quedándose luego dormidos como troncos.

No haría mucho que se había dormido cuando notó la mano de Diego en sus orificios. Empezó a hablarle con la voz más entrecortada que nunca:

-Cuéntamelo

-El que ?

-Todo

-Que es todo ?

-Lo del cine, mujer.

-Pues si ya te le he dicho..

-No, pero ahora la verdad.

-Bueno, pues me puso la mano en la rodilla ..

-Y luego ?

-Luego la subió por el muslo.

-Y te hizo abrir las piernas, no ?

-Si.

-Después ?

-Nada.

-Si.

-Se puso a tocarme por encima de la falda.

-El que ?

-Pues el vientre

-Y .. que más ?

-Lo que su sabes.

-Pero.. dilo

-El chocho

-Y .. te daba gusto ?

-Si.

-Tenias ganas de que te lo tocara por debajo de las bragas ?.

-Si.

-Que hizo después ?

-Me acarició el ombligo … Ya encima de la carne y empezó a meterme mano por debajo de la falda.

-Y entonces te desabrochaste ?

-Y luego ?

-Luego me empezó a tocar por encima de las bragas

-Que decente

-Es verdad

-Y .. ?

-Bueno, me sobó todo lo que quiso por encima …

-Y tu estabas con las piernas bien abiertas, no ?

-Si

-Tenías ganas de que te metiera mano en el coño ?

-Si

-Y te la metió ?

-Si

-Bien ?

-Si

-Te tocó el culo ?

-Si ..

-Y después del descanso ?

-Me dijo que sacara el culo del asiento para tocármelo bien.

-Y lo sacaste

-Si

-Y te lo tocó bien ?

-Si

-Que más te dijo ?

-Que quería follarme

-Te hubiera gustado que te follara ?

-Quien ?

-El del cine

-Si

-Oye Paula, y tu te corriste ?

-Si

-Y tu se la tocaste a él ?

-Si

-Te gustó ?

-Si

-Como fue ?

-Me cogió la mano y me la puso encima de la bragueta.

-Y después ?

-Me hizo acariciarla por encima del pantalón.

-Gorda ?

-Si

-Dura ?

-Si

-Y luego ?

-Me hizo abrirle la cremallera.

-Siempre dices me hizo, tu no hiciste nada ?

-Hasta entonces, no.

-Y desde entonces ?

-Si

-Tenia muchos pelos ?

-Si

-Le tocaste los huevos ?

-Si

-La tenía más gorda que yo ?

-Si

-Y más grande ?

-Si

-Te apetecía chuparsela ?

-Si

-Te apetecía que te la metiera ?

-Si

-Se la meneaste ?

-Si

-Te pondría perdida de leche, no ?

-Si, Síiíí. Ay, ay ay, ay

Volvieron a correrse los dos juntos y fue el orgasmo más horrísono de todos, ya ven lo que son las cosas. Luego se quedaron dormidos como dos querubines. En la habitación olía a coño que apestaba.