El chulo del novio de mi hermana (4)

Me encantaba que mi cuñado me llenase la boca con su polla, estaba en la gloria a pesar de lo que se tenía que abrir mi mandíbula para dejar paso a aquel rabo. Estaba en el séptimo cielo, pero quería probar algo más.

Me desperté y abrí los ojos, a través de la puerta entreabierta podía escuchar cómo Rubén se duchaba. Me pregunté cómo lo hacía. En sólo unos días, el que era el insoportable y chulo novio de Marta se había convertido en uno más de la familia. Uno más fibrado, musculado, chulo, sobrado y problemático, pero uno más. La noche anterior, cuando mi padre me había dicho que nos íbamos los cinco a pasar el día a un parque acuático, no me lo podía creer. Pero aquella mañana, mientras oía caer el agua de la ducha y me imaginaba a mi cuñado enjabonándose, aún me lo creía menos.

A diferencia de otras ocasiones, esta vez nos fuimos todos juntos en el coche de mi padre. Se podía decir que incluso se respiraba buen rollo. Mi padre había hecho buenas migas con Rubén y hablaban a menudo de deporte, y Marta parecía menos arisca y agresiva. Sólo mi madre mantenía ciertas dudas respecto a su yerno. En el coche, Marta y Rubén, sentados a mi lado en el asiento de atrás, se hacían mimos con cierto recato. Me sorprendió que Rubén se cortara con lo cabrón que era. Pero aunque fueran mimos discretos, me ponía cada vez más enfermo ver que mi hermana y él se tocaban delante de mí. Lo peor de todo era que Rubén lo sabía, me miraba y sabía que me jodía, por eso todavía lo hacía más.

Cuando llegamos al parque acuático Caribe Aquatic Park en Salou, mi hermana y mi madre se metieron juntas en su vestuario y los tres "machos" nos fuimos al nuestro. Para ser sincero, yo estaba bastante nervioso por tener que desnudarme delante de mi padre y Rubén, así que me puse el bañador en casa. Eso sí, entré con ellos para quitarme la camiseta y dejar las cosas en la taquilla. Cuando entramos en el vestuario de la zona cubierta del parque me sorprendí de que no hubiera nadie. Para ser agosto el parque estaba anormalmente vacío y el hecho de que fueran casi las 2 de la tarde contribuía a que aquel vestuario estuviera desierto. Mi padre empezó a desvestirse lentamente y Rubén hizo lo mismo. Me daba mucho corte mirarles, así que sólo lanzaba miradas furtivas de vez en cuando mientras me descalzaba sentado en un banco de madera. Rubén se había desnudado completamente y mi padre estaba vestido únicamente con un slip cuando le dijo:

-Rubén, joder, que envidia me das. Los años no perdonan –dijo mi padre pasándose una mano por la barriga-. Cuando era joven estaba casi, casi como tú...

Mi padre había practicado el ciclismo y la natación cuando era más joven, y a sus casi 50 años se conservaba bastante bien. Debía medir 1,90 y era corpulento y fuerte. Tenía el pecho definido y cubierto por una consistente capa de vello, aunque más abajo, lo que un día fue un vientre plano se había convertido en una incipiente barriga, eso sí, una barriga dura y tersa. No había ni una parte del cuerpo de mi padre que pudiera describirse como fofa o flácida. Las piernas y los brazos se mantenían fuertes, especialmente las piernas, anchas y definidas como las de un ciclista en activo. Nunca había mirado a mi padre de una forma sexual, pero en aquel momento me pareció un hombre atractivo. Su cara, de rasgos duros y masculinos y su pelo algo cano acentuaban su aspecto de tío duro y trabajado.

-Pero cualquiera diría que estás gordo y fofo, joder... –le respondió mi cuñado sin ni siquiera ponerse el bañador.

-Bueno... no, gordo no... pero ya no estoy firme ni definido.... –mi padre tensó el brazo marcando un prominente tríceps.

-No te me pongas a llorar como una vieja, joder... aún puedes tonificarte y recuperar definición muscular. Lo que te pasa es que eres un perro... –Rubén le hablaba con una confianza y un colegueo que me dejaron K.O.

-No sé, pienso que no me servirá de nada a estas alturas...

-¿Cómo que no? Mira –Rubén se acercó a mi padre sin vestirse y le puso las manos en el brazo-, tensa el brazo... ¿ves? Tienes unos buenos tríceps y bíceps. Sólo necesitas definir un poco. –Sus manos se pasaron al pecho-, lo mismo con el pectoral, esto te lo machacas en el press de banca, unas aperturas con mancuerna, una series en un par de máquinas de pectoral... y parecerás Stallone en dos semanas...

-Joder, yo no lo veo tan claro... -contestó mi padre repitiendo las posturitas. Otro al que le gustaba exhibirse...

-Va nen, que hasta tienes unas piernas más musculadas que las mías... –Rubén se agachó y le puso las manos en los gemelos a mi padre-. Tensa la pierna... –Mi padre lo hizo y mi cuñado fue subiendo con sus manos hacia el muslo hasta rozar con sus dedos los huevos de mi padre enfundados en un slip blanco-. Enric, estás en muy buena forma... –cuando retiró su mano, sus dedos rozaron intencionadamente el paquete de su suegro.

Mis ojos se abrieron como platos cuando Rubén se levantó. Su polla había crecido bastante y le colgaba con aún más aparatosidad sobre ese par de grandes huevos tan apetecibles y con el vello recortado.

-Bueno, aunque hay cosas que por que más que las ejercite no se pondrán tan en forma por lo que veo... jajajaja. –rió mi padre con absoluta tranquilidad. Mis mejillas se encendieron de vergüenza.

Pero la vergüenza no era un atributo en el carácter de Rubén. Sin cortarse ni un pelo, se cogió la polla y se pasó la mano de la base hasta la punta haciendo aún más evidente su estado de semierección y su destacado tamaño. Con toda tranquilidad, corrió y descorrió varias veces la piel que cubría parcialmente el capullo de su polla.

-Y eso porque no la habéis visto al máximo de su capacidad –Rubén me miró con una mirada pícara. Me dejó alucinado que mi padre bromeara sobre la polla del novio de su hija y encima delante de su hijo. "Los hetero son la hostia", me dije...

Sin dejar de reírse de su propio comentario, mi padre terminó de desvestirse y se quitó el slip para ponerse el bañador. Fue la primera vez que le vi desnudo. Su culo estaba tan duro y tan cubierto de vello como sus piernas, y destacaba porque estaba especialmente blanco respecto al moreno que lucía mi padre en el resto del cuerpo. No quise mirar, intenté apartar la vista, pero vi y miré... mi padre se giró y pude verla. Era una buena polla, especialmente ancha y gorda, aunque no muy larga. Estaba circuncidada, con su gordo capullo rosado semicubierto por la piel del prepucio. Para no estar en erección, aquello estaba más que bien. Me llamaron la atención sus huevos, eran casi el doble de grande que los míos, un par de huevazos del tamaño de dos huevos de gallina. Como el culo y el resto de su cuerpo, su polla y sus huevos estaban rodeados de vello oscuro. Aparté la vista y la clavé en el suelo ¿qué coño hacía mirándole la polla a mi padre? Aquellas vacaciones me iban a volver loco.

-Bueno suegro, eso tampoco está nada mal... –dijo Rubén mientras se ponía un pantalón coro y miraba con descaro la entrepierna de mi padre.

-Ya bueno, la mía es un Audi Q7 y la tuya un Hummer, hay que joderse...

-Ya, bueno, y la mía un Toyota Rav4. Me estáis rallando, vamos a la piscina de una vez –En el fondo me estaban poniendo malo y quería acabar con aquella situación de una vez o no respondía de mis actos.

-Tranquilo chaval, esto son cosas de hombres –dijo el cabrón de Rubén con una sonrisa mientras se plantaba a un palmo de mi cara y me acariciaba la cabeza con un falso colegueo que me puso de los nervios.

-Hijo, no te agobies, ya crecerá y se pondrá como la de tu cuñado, eres muy joven aún... –me soltó mi padre con un tono paternalista-sexual de lo más incómodo.

Si padre hubiera sabido en aquel momento que yo no quería tener la polla como la de Rubén, sino lo que quería era tener la polla de Rubén, a ser posible en mi boca, hubiera flipado. El cabrón de mi cuñado era un Dios salido de un vídeo de Corbin Fisher o Sean Cody. Y por si no era suficiente soportar todo el puto día su torso marcado, el muy sobrado se había puesto un pantalón de futbolista blanco sin nada debajo y que, evidentemente, no llevaba forro. Si estando seco ya se le notaba la polla semierecta pujando bajo la tela, cuando se mojara aquello iba a ser todo un espectáculo.

"Rubén, eres un cabrón", pensaba mientras miraba como el "machito" sobaba a mi hermana que se reía divertida estirada en la hamaca de al lado. Mis padres habían ido probar el Río Loco, así que mi hermana y su chulazo podían rozarse sin cortarse un pelo. "Con lo puta que es ya podría ligar con un guiri y dejar a Rubén en paz" decía para mis adentros sin dejar de mirarles. Mi hermana estaba de espaldas a mí y no me veía, pero Rubén sí se estaba dando cuenta de mi cara de mala hostia. De repente mi hermana se zafó de él y se levantó de la hamaca...

-Cari, ahora vuelvo... tengo que cambiarme el Tampax... –Joder, ¿por qué era tan jodidamente ordinaria la zorra de mi hermana?

-Vale, cochito... –le soltó él dándole una palmada en el culo-. Tu niño te espera aquí...

-¿Me pasas una Coca? Creo que mi padre las ha dejado a tu lado –le dije a mi cuñado con una mirada matadora que equivalía a un "deja de sobarla de una puta vez o no te la vuelvo a comer".

No me contestó, el muy cabrón cogió una Coca-Cola de las que había junto a su hamaca, y me la tendió. Cuando la fui a coger, la retiró de mi alcance. Abrió la lata con calma, bebió directamente de ella posando sobre el metal esos morritos de chulo que tiene, y me la volvió a pasar...

-Ahora sí... -Cuando di el primer trago pensando que sus labios habían estado en contacto con aquel trozo de aluminio, mi polla se puso dura de golpe. Yo quería ser lata.

Pero sus provocaciones fueron más allá aquel día, cuanto más enfadado me veía por sobar a mi hermana, más cabrón era conmigo. Cuando mis padres llegaron, nos fuimos Rubén, mi padre, mi hermana y yo la piscina de olas. Para animar la cosa, a Marta no se le ocurrió otra cosa que jugáramos a luchas. Ella se encaramó a los hombros de mi padre y soltó...

-Estamos listos... –y me miró como diciéndome "anda, súbete encima de mi novio", y claro, si tu hermana te dice que montes a su chulazo, no puedes decirle que no. Miré a Rubén...

-Vamos, nen... ven con Rubén... –dijo él entre risas. Lo peor de todo es que iba en serio.

Mi hermana y yo empezamos a pelearnos de broma, aunque en más de una ocasión pensé en empujara de verdad para tirarla de una puta vez al agua. "Es tu hermana" me repetía mi conciencia, "No puedes matarla, al menos no aquí, delante de tanta gente". Pero las manos de mi cuñado apretándome los muslos para sujetarme, hicieron que dejara de pensar en acabar con la vida de mi hermana y me dedicará a disfrutar del roce. Tanto fue así, que me empalmé y dejé de pelear con ganas hasta que mi hermana me tiró de los hombros de mi cuñado.

-¡Chaval eres un blando! –Me soltó ella-. Papá, somos los mejores...

Cuando saqué la cabeza del agua, Rubén me ayudó a ponerme derecho. Sus brazos rozaron mi cintura. Su gesto me pareció incluso cariñoso. Me apoyé en su pectoral durísimo para estabilizarme. Tuve que contenerme para no empezar a lamérselo en aquel mismo momento. Se acercó a mi oído y me susurró:

-Tu Rav4 se ha puesto muy duro, nen... Y me gusta.

Ufff... ni en mis sueños más húmedos me imaginé al chulazo del novio de mi hermana decirme al oído delante de ella que le gustaba notar mi polla dura en su nuca. Seguimos jugando entre apretones y caídas. Me dejé ganar sistemáticamente para poder rozarme aún más con la espalda y los hombros de mi cuñado. En repetidas ocasiones, Rubén me sobó el culo para sacarme del agua y yo, cada vez con menos disimulo, le rozaba las piernas y el torso al levantarme. En una de mis últimas sumergidas, incluso me atreví a tocarle el paquete por encima de la ropa fingiendo estar desorientado por la caída. Jamás me había divertido tanto en un parque acuático.

Pero después de 20 minutos de roces, ya no podía más, me dolía la polla de lo dura que la tenía. Así que desmonté a mi cuñado y me di un tiempo muerto a mí mismo para irme al lavabo. Volví a los vestuarios y entré en los servicios. Como estaban vacíos me puse a mear en un urinario de pared. Con la polla fuera, intentaba pensar en algo negativo para que se me bajara la erección, pero el recuerdo del contacto con el cuerpo de mi cuñado no ayudaba mucho. En eso estaba cuando entró alguien. Suspiré y le miré de reojo. Sin decir nada se puso a mi lado y se la sacó. La tenía morcillona el muy cabrón. Miró de reojo hacia mi polla y me soltó...

-Te la he puesto dura...

-Sobrado... –le respondí desafiante. Algo me decía que me seguiría hasta los baños. Sin decirme nada, me cogió la mano libre y me la colocó en su polla. Noté como se fue poniendo dura hasta alcanzar su máximo esplendor-. Y yo a ti...

-Pues vas a tener que hacer algo, putito...

Odiaba que me llamase putito, y él lo sabía, por eso lo decía aún más, porque sabía que doblegaba mi voluntad. Liberó mi mano, aunque yo no solté su rabo, y me empujó con las dos manos para que me agachase delante de él. No opuse apenas resistencia, me moría de ganas. Con su rabo tieso zarandeándose a pocos centímetros de mi boca, poco importaba que pudiera entrar alguien. Olía ligeramente a agua clorada, pero aún así, podía percibir el olor característico de su polla. Saqué la lengua y la pasé por su glande. Ladeé la cabeza y continué por ese grueso tronco hasta rozar sus huevos. La apreté fuerte con una mano, y volví a lamerla esta vez por arriba, resiguiendo la vena que cruzaba aquel pollón y lo mantenía así de tieso. Volví a la punta y me la metí en la boca...

-Come, cabrón... –susurró él mientras me empujaba por la nuca para metérmela más en la boca. Poco más de la mitad de su rabo entraba y salía de mi boca al ritmo que marcaba él, mientras yo le succionaba el glande y pasaba mi lengua por la punta de aquel capullo hinchado. Me encantaba que mi cuñado me llenase la boca con su polla, estaba en la gloria a pesar de lo que se tenía que abrir mi mandíbula para dejar paso a aquel rabo. Estaba en el séptimo cielo, pero quería probar algo más. Mis manos se clavaron en su culo...

-Espera... –dije sacándome su polla mojada de la boca. Le empujé para que se diera la vuelta y se apoyase en el urinario de pared. Rubén se dejó hacer en silencio. Le bajé los pantalones hasta los tobillos y mis manos volvieron a clavarse en aquel culo heterísimo. Estaba duro, firme, y tenía esas dos hendiduras a los lados que hacían que sus nalgas estuvieran aún más prietas y que sólo puede tener el culo de un buen macho de gimnasio.

-¿Qué coño vas a hacer? –Parecía una queja, pero no era una queja. El chulazo de mi hermana más que quejarse, susurró aquellas palabras como si fuera un gato cachondo. Besé y mordí suavemente sus nalgas sin dejar de apretárselas. Estaba en medio de un sueño. Las abrí lentamente dejando a la vista aquel preciado agujero rodeado de una fina capa de vello casi rubio, saqué la lengua y se la pasé desde los huevos hasta el principio de su espalda. Cuando mi lengua rozó su agujero, a Rubén le flaquearon hasta las piernas. El muy cabrón se inclinó un poco más y abrió más las piernas. Volví a lamerle todo el culo y me detuve en su agujero, mi lengua empezó a jugar intentando penetrarle. Me hubiera querido soldar a aquel culo.

-Joooddder... –susurró él-, eres un puto cerdo... cómeme el culo, joder...

Mi cuñado me apretó fuertemente la cabeza contra su culo y yo seguí lamiendo aquel puto agujero como si me fuera la vida en ello. Intentaba penetrarle con la lengua hasta que me quedaba sin aire y bajaba hasta sus huevos lamiéndole el perineo. Cogí su polla con una mano y la empujé hacia atrás para comerme su capullo húmedo de precum y pajearle. Mi cuñado se retorcía como un animal. Solté su polla para que él pudiera pajearse a saco y me centré en lo que más me apetecía, lamer de arriba a bajo el centro de aquel culo de macho corrompido por mi lengua.

-Agggg... nunca me lo habían hecho joooddder, me vas a matar, cabrón...

Aprovechando que relajó su esfínter, mi lengua entró un poco dentro de él. La moví con desesperación, como si intentara penetrarle con mi polla. Por primera vez le veía rendido ante mí y no al revés.

-Jooddder, me corro... ven, joder... –me arrancó de su culo, me puso de pie y mientras seguía pajeándose, me sacó la polla del bañador y me pajeó con la otra mano-. Mi puto me come el culo como un perro...

-¿Quieres saber a qué sabe tu culo?

Rubén no contestó. Soltó mi polla y me arrastró de la nunca hasta su boca. Nuestros labios chocaron desesperadamente y su lengua no tardó ni un segundo en meterse en mi boca y recorrer cada rincón de ella. Nos corrimos en medio de un brutal orgasmo que nos salpicó los torsos y pringó todo el urinario. No dejamos de comernos la boca hasta mucho después de que el cañonazo de mi cuñado dejara de lanzar trallazos de leche caliente.

Sin tiempo para recuperar el aliento escuchamos que alguien entraba en los lavabos. Nos subimos los bañadores como pudimos, y nos colocamos en los urinarios para hacer lo que habíamos venido a hacer... bueno, lo otro que habíamos venido a hacer, mear. Rubén se acarició el abdomen esparciendo los restos de mi corrida y yo hice lo mismo con la suya. El intruso era un niño inglés de unos 12 años, se paró en el tercer urinario, junto a Rubén, y se puso a mear. Nuestra respiración aún era muy agitada y el chaval nos miró extrañado. Lanzó una mirada al urinario donde estaba Rubén y vio restos de la corrida. Rubén se guardó la polla, le miró, me miró, volvió agarrarme de la nunca y me plantó otro pedazo de muerdo de los que hacen historia. Volvió a mirar al inglés, al que se le había cortado la meada, y soltó:

-¿Qué coño te pasa, chaval?

Fue sencillamente brutal. Que volviera a besarme después de correrse y delante de aquel chaval me dio un subidón muy bestia. Sentí que éramos algo... que había algo que nos unía más allá del sexo. O al menos era lo que yo quería creer en aquel momento. Rubén no dejaba de sorprenderme, estaba claro que le encantaba provocar, transgredir, y ni siquiera le importaba lo que pensaran los demás. Había descubierto al puto Rey del Sexo.