El chulo del novio de mi hermana (3)

En estas vacaciones con Rubén, ni la merienda está libre de sobresaltos.

Alguien dijo una vez que hay que tener cuidado con lo que se desea porque puede hacerse realidad. Antes de estas "intensas" vacaciones de verano jamás pensé que desear el chulo ajeno me iba a dar tantos quebraderos de cabeza. Siempre me había imaginado haciéndole una fugaz mamada al novio cachas de Sandra, mi mejor amiga, o pajeándome junto a uno de los múltiples rollos de mi hermana sin que ella lo supiera. Pero jamás imaginé que el último fichaje de mi hermana iba a darme tanta caña.

Si me costaba creerme que la noche anterior le hubiera hecho un pajote al semental de mi cuñado, mucho más me costó encajar los jueguecitos que Rubén me tenía preparados en los días sucesivos. A la mañana siguiente me desperté muy tarde. Escuché ruido a lo lejos, mi familia parecía estar preparando la comida. Me vestí y salí al jardín. En efecto, mi madre y mi hermana estaban poniendo la mesa y acabando de preparar una ensalada.

-Hijo, hoy comemos fuera, debajo del toldo se está muy bien.

-¿Papá y Rubén no han vuelto? -Preguntó mi hermana.

-No, estarán al llegar.

-¿Papá y Rubén han ido juntos a algún sitio? –Pregunté perplejo.

-Sí, sorprendentemente se han puesto a hablar de deporte, papá ha dicho que pensaba que se estaba poniendo fondón y Rubén le ha animado a salir a correr. Así que se han ido a correr hasta Torredembarra. Supongo que también lo ha hecho para que le perdone por el pique de ayer...

-Flipo.. –respondí atónito. En teoría mi padre no podía ni verle.

-Y yo... ya ves, mi novio se está ganando a mi familia -sonrió Marta-. Ahora sólo faltáis mamá y tú... ¿no me digas que no te cae mejor después de estos días juntos?

-Bueno... –recordé mis manos haciéndole una paja la noche anterior-. Sí, supongo...

A mi padre se lo estaba ganando corriendo con él. A mí me estaba conquistando corriéndose conmigo... me pregunté qué haría para caerle bien a mi madre. No me hizo falta esperar mucho para obtener una respuesta. Las mujeres son previsibles...

Mi padre y Rubén llegaron sudando, sobre todo mi padre, que a sus casi 50 estupendos años ya no estaba para caminatas como la que se acababa de pegar. Tal y como entró en casa, se fue a duchar y a descansar sin ni siquiera comer. En cambio, el chulazo de mi hermana venía sudando pero sin el más mínimo síntoma de agotamiento.

-¿Vamos a comer ya, cari? –le preguntó mi cuñado a mi hermana mientras le daba un beso en la mejilla y le apretaba furtivamente el culo.

-Sí, dentro de poco... voy un momento dentro a por la carne.

-Vale, entonces ya me ducharé luego... ¿os importa que me dé un baño en la piscina antes de comer? Estoy muerto de calor... –Rubén nos miró a mi madre y a mí.

-Adelante... –murmuró mi madre.

Rubén lo sabía, sabía el efecto que iba a provocar. Junto al borde de la piscina, a pocos metros de la mesa en la que mi madre y yo acabamos de aliñar la ensalada, el chulo del novio de mi hermana se quitó la camiseta blanca de tirantes que llevaba y la dejó en el suelo. Mi madre lanzó una furtiva mirada al pecho y al abdomen de mi cuñado que estaban completamente bañados en sudor. Él lo notó. Todavía más despacio empezó a bajarse los pantalones cortos negros que llevaba dejando lentamente a la vista uno de esos bañadores de competición speedo de color azul eléctrico. Con su polla y sus huevos llenándolo todo, aquella imagen me recordó a los créditos de los "Vigilantes de la Playa" que me había tragado tantas veces de pequeño, suspirando por el abultado paquete de David Chokachi enfundado en un bañador como ese. Mi cuñado incluso mejoraba aquella imagen. Terminado su ritual, Rubén se dio la vuelta y se lanzó de cabeza a la piscina. Miré a mi madre, tenía la vista clavada en Rubén...

-¿Qué? –La increpé. No sé si me cabreaba más que estuviera mirando a otro hombre con esos ojos estando casada, o que estuviera mirando al tío por el que yo me moría.

-Nada... –Disimuló ella.

-¿Nada?

-No, nada.. sólo estaba pensando que no parece tan mal chico como pensábamos...

En aquel momento entendí que con un cuerpo musculado y fibrado en su justa medida y un rabo de caballo, puedes llegarle a caer bien incluso a una suegra que, cuando estás vestido, no te soporta.

Después de comer, y con la visión de la entrada y la salida de Rubén de la piscina, me pegué una de las siestas más placenteras de mi vida. Cuando me desperté, le vi durmiendo en la cama de al lado, de espaldas y tapado con una sábana. Tranqui, me dije a mí mismo. Me puse la camiseta y me fui a merendar algo. Cuando entré en la cocina mi topé con mi padre que se iba a tomar el sol a la piscina. Me dijo que mi hermana y mi madre habían salido de compras.

Cuando me senté en la mesa del comedor para devorar un bol de cereales con leche, apareció él. El muy cabrón se acababa de despertar y entró en el comedor totalmente desnudo. Su rabo flácido se apoyaba en su pierna derecha y se zarandeaba ligeramente al caminar. Sin decir nada se paró frente a mí, al otro lado de la mesa, y se estiró desperezándose. Al levantar los brazos por encima de su cabeza puede volver a ver esas axilas con el vello perfectamente recortado y muy oscuro. Rubén no tenía mucho pelo en el cuerpo, sólo en las piernas, los brazos, las axilas y el vello púbico que le llegaba hasta el ombligo marcando el mejor camino para perderse que haya visto nunca.

-Joder, Rubén... ¿qué haces en bolas? Mi padre está fuera tomando el sol...

-¿Y qué? Seguro que también se muere por verme en pelotas... y comparar.

-Como te pille, te echa de casa... –empecé a ponerme nervioso por la situación y Rubén lo notó.

-¿Nos apostamos algo?

-¡Joder Rubén! Vístete...

-Vale... tranqui, chaval... –mientras me vacilaba, mi cuñado se acarició la polla de arriba abajo y tiró de la piel que cubría el glande. A esas alturas su polla estaba morcillona-. Pero antes, déjame probar eso que estás comiendo... tengo hambre.

-Son sólo cereales... –mis rodillas se tensaron.

-A ver... –Rubén me quitó la cuchara de la mano, la metió en el bol, la llenó y se la llevó a la boca-. Mmmmmm... están muy buenos –Lamió la cuchara lascivamente por los dos lados y la volvió a meter en el bol.

-Vístete, joder... –la idea de que mi padre entrase en el comedor y viera a mi cuñado desnudo, con la polla en semierección a pocos centímetros de mi cara, me estaba poniendo de los nervios. Por bueno que estuviera Rubén, sus juegos iban a matarme. El problema era que mis 16 centímetros estaban ya a tope y mojando mi bañador.

-No, antes me quiero dar una ducha... he corrido mucho esta mañana. Además, ayer un putito me hizo una paja y se olvidó de limpiarme bien la polla –con total tranquilidad, mi cuñado volvió a acariciarse la polla y la descapulló lentamente-. Aunque quizás debería limpiármela él...

-Y una mierda... vístete, joder.

-No –dijo rotundamente-, antes termina lo que empezaste...

-Yo no empecé nada, fuiste tú...

-Te mueres de ganas, chaval –sin darme tiempo a reaccionar mi cuñado estiró el brazo y me cogió la polla por encima del bañador-. Lo sabía... Bueno, quizás te apetece más si te la comes con tu merienda...

Ante mi mirada perpleja Rubén se acercó al bol y metió su polla dentro. Con una calma que me estaba matando de excitación y de nervios removió la leche con cereales hasta que su polla estuvo completamente dura. Cuando la sacó le empezó a chorrear la leche por el tronco hasta llegar a sus huevos.

-Límpiala... –me dijo en un tono absolutamente autoritario. Me debatía entre mandarle a la mierda por darme ordenes o lanzarme a comerme aquel rabo como un puto desesperado. Pero ganó mi orgullo.

-¡Y una mierda! –Repliqué con rabia.

-Chaval, lo estás complicando todo, joder. Me la vas a comer porque te mueres de ganas...

Rubén me cogió de la nuca y me amorró a su polla tiesa. Mis labios rozaron su capullo mojado de leche y cereales. Intenté zafarme y empujarle pero me agarró los dos brazos y volvió acercarme la polla a la boca con su mano libre. Yo seguía sin abrir mi boca, ya no sabía si por dignidad o por nervios, porque en el fondo me moría de ganas de hacerlo. Viendo la resistencia que estaba oponiendo, Rubén empezó a pasarme ese rabo casi de caballo por toda la cara. Estaba tan dura y era tan grande que mientras sus huevos me rozaban la barbilla, la punta de su capullo pasaba de largo de mi flequillo. Me calentó tanto notar su pija en los ojos, en los labios, en la nariz... que mi resistencia flaqueó y abrí la boca. A partir de ese momento mi cuñado no perdió el tiempo. Me agarró la cabeza con las dos manos y empezó a follarme la boca como un animal. El diámetro de su rabo hacía que mi boca estuviera completamente abierta y notar su capullo en el fondo de mi garganta me provocaba unas arcadas tan bestias que aún no sé cómo pude controlarlas. Me folló la boca como quiso durante unos minutos que me parecieron horas hasta que...

-Joder, qué boca tienes cabrón... me voy a correr...

Mi cuñado sacó su polla de mi boca y empezó a masturbarse frente a mi cara. Yo tenía lágrimas en los ojos del esfuerzo. Cuando su rabo se tensó anunciando su venida, Rubén apuntó al bol y empezó a descargar su leche... fueron 6 o 7 trallazos de esperma, una cantidad increíble teniendo en cuenta que se había corrido la noche anterior.

-Abre la boca... –me dijo muy serio. Aunque me imaginaba lo que quería hacer, no opuse resistencia, primero porque estaba muy caliente y segundo porque tenía ganas de que saliera del comedor y se vistiera de una puta vez antes de que nos pillara mi padre-. Muy bien, buen chico...

Cogió la cuchara sopera con la que estaba comiendo yo y la metió en el bol recogiendo la mayor cantidad de su corrida posible. Ni siquiera se molestó en mezclarla con la leche que ya había en el bol. La llevó a la punta de su polla, aún bastante dura, y con la otra mano escurrió el semen que quedaba en su glande y lo dejó caer en la cuchara. El trayecto de su polla a mi boca se me hizo eterno. Aquello era una guarrada, pero mantuve la boca abierta hasta que la cuchara entró en ella. Noté el gusto un poco amargo de su semen y me lo tragué sin más.

-Te debía una cucharada...

Sin decir nada más, Rubén se dio la vuelta y salió del comedor. La imagen de su potente espalda y su culo apretado y duro me tensaron la polla otra vez. Acababa de comerle la polla y ya me moría de ganas por pasar mi lengua por aquel culo tan rematadamente heterosexual.

Como si estuviera poseído, me terminé con desesperación el plato de cereales con leche mezclados con la corrida de mi cuñado. Sin lugar a dudas, la mejor merienda de toda mi vida. Me levanté corriendo y me fui al baño a pajearme pensando en la cerdada que acababa de hacer. Estaba tan salido aquella tarde que me pajeé con tanta fuerza que incluso sentí dolor.

Tras la corrida estaba hecho un flan. Fui consciente de que mi padre nos podía haber pillado. Estaba de los nervios. Así que me mojé la cara, intenté relajarme y me fui a la piscina a ver cuál era su reacción. Recé para que no se hubiera dado cuenta de nada. Salí al jardín y le saludé, me respondió con normalidad. Estaba enfrascado en la lectura de uno de los últimos best sellers editoriales. Respiré profundamente y me senté en el borde de la piscina.

-¿Qué tal la tarde hijo?

-Bien, bien... acabo de merendar leche con cereales... ¿y tú?

-Aquí leyendo. Tu cuñado me ha dejado hecho polvo de tanto correr...

-Ya, ya... se nota que él puede... –contesté pensando en lo que acaba de pasar dentro de mi casa.

-¿Sabes? En el fondo no es tan mal tío como pensaba. Me ha dicho si quiero ir a entrenar con él al gimnasio para recuperar un poco la forma...

-¿Y tú qué le has dicho?

-No sé, me lo estoy pensando...

Definitivamente, Rubén se estaba metiendo en nuestra casa y en nuestras vidas.