El chulo de clase - 2

Juanjo y yo nos vemos en los vestuarios después de la última hora de clase.

Estaba muy nervioso. Era última hora y solo quedaban 10 minutos para que acabara la clase de Lengua. No había prestado atención en toda la hora, solo podía pensar en lo que me había dicho Juanjo, y ya me estaba empezando a creer que me lo había imaginado. No, no podía ser producto de imaginación. Miré a Juanjo, que se sentaba en mi misma fila pero al otro extremo de la clase, ninguno de los dos teníamos un compañero de mesa. Se dio cuenta de que le estaba mirando y, tras mirarme de arriba a abajo, se empezó a tocar el paquete, sin hacer movimientos bruscos para que ni ningún compañero ni la profesora se diese cuenta. Su mano desapareció dentro de su pantalon mientras yo lo miraba sorprendido. Notaba como debajo de ese pantalón movía su mano de arriba a abajo y mi mirada no podía apartarse de semejante espectáculo, en ese momento no existía nadie más, solo él y yo.

-Jorge! JOOORGE!! -gritó la profesora. Yo rápidamente miré hacia delante, toda la clase me estaba mirando, parecía que la profesora me había llamado un par de veces antes de gritar.

-Si? -pregunté.

-Jorge llevas sin prestar atención desde que empezó la clase. Te voy a poner con alguien que al final de la clase me diga si has atendido, como sigas así no vas a aprobar el examen. -

En ese momento solo estaba pensando en una persona. Si me ponían a Juanjo al lado mía iba a atender aún menos. La profe miró por toda la clase en busca de alguien en el que tuviese confianza y me pudiese ayudar.

-Laura, por favor siéntate con Jorge. -dijo al fin. Me sentí aliviado, al fin y al cabo, cualquier persona menos Juanjo iba a ser una buena opción.

-Yo puedo ayudarle. -dijo Juanjo levantando la mano-. Además estoy solo.

-Hmmm, bueno venga vale, siéntate con él, que Laura ya está ayudando a Javier. -dijo tras pensarlo unos segundos. Es verdad que Juanjo además de tener todas las cualidades físicas posibles, también sacaba buenas notas, y a la profe no le disgustó que Juanjo se ofreciese voluntario ya que iba a ser bueno para mí. Aún así, yo estaba flipando, Juanjo iba a estar sentado a mi lado todos los días en Lengua, cómo iba a reprimir las ganas de mirarle? o peor, ¿Qué iba a hacer él?, ¿Por qué se había ofrecido voluntariamente?

Juanjo se cambió de sitio y se puso al lado mía, y sin mirarme ni una vez, se sentó y miró a la pizaara. La profe parecía satisfecha con su decisión.

-Venga Jorge, empieza a leer la página 204- dijo la profe.

Comencé a leer, según iba leyendo muy concentado, notaba la mirada de Juanjo en mí, aunque no hacía nada, me ponía un poco nervioso. De repente Juanjo me cogió la mano y la puso sobre su muslo. Yo no podía parar de leer, o se iba a dar cuenta la profe. Juanjo empezaba a mover mi mano sobre su muslo y yo ya me estaba empezando a poner cachondo. Él llevaba un pantalón corto de deporte, por lo que podía notar sus fuertes pienas con bastante pelo, piel con piel. Juanjo notó la erección en mi pantalón corto y fue subiendo poco a poco mi mano, y empecé a notar la fibra de su ropa interior. Me atreví a tomar la iniciativa y metí mis dedos muy lentamente por aquel bóxer. Rápidamente me apretó la mano con la suya, parecía que él quería tener el control y yo me dejé llevar. Relajó un poco su mano y siguió condunciendo mi mano más arriba, aunque por encima del bóxer. Llegué a sus huevos y empecé a masajearlos, eran los huevos más grandes que había tocado y con la mano le agarré ambos suavemente, lo que pareció gustarle por cómo relajaba más su mano. Seguí tocando aquellos enormes huevos y con dos dedos masajeé su perineo. Juanjo cerró los ojos y soltó aire de golpe, como un gemido en silencio, le estaba encantando tanto como a mí aquella situación. Empecé a ascender y llegué al tronco de su polla. Era super gordo, parecía que iba a hacer explotar ese bóxer dentro de poco. Por fín llegué al glande, y noté como tenía el bóxer mojado de precum, con un dedo masajée la punta de su rabo para impregnarme de aquel manjar. Saqué mi dedo mojado de su pantalón, y me lo llevé a la lengua mientras leía aquella página. Juanjo se sorprendió de que me hubiera llevado a la boca su precum, pero no se enfadó, al contrario, volvió a coger mi mano y la llevo hasta su polla, aunque, de nuevo, por encima del bóxer. Agarré su tronco con toda mi mano y empecé a hacerle una paja muy lentamente. Juanjo volvió a soltar aire, asumí que lo estaba haciendo bien, así que seguí agarrando su polla con más fuerza.

Sonó el timbre. Quité mi mano de su pantalón y empezamos a recoger. Nadie se había dado cuenta de lo que había pasado. Juanjo se levantó de los primeros, se puso la mochila al hombro y le dijo a la profe que creía que él podía ayudarme. Al llegar a la puerta de la clase, me hizo una señal para que lo siguiera antes de salir. Yo guardé todo en mi mochila y salí lo más rápido que pude. Vi cómo esperaba a que los de la clase de educación física de esa hora abandonaran los vestuarios, y finalmente entró. Yo mantuve la distancia con él y esperé un par de minutos para asegurarme que no había nadie más, y entré. Cuando llegué parecía que no había nadie, ni siquiera Juanjo, así que avancé un poco por el vestuario. Oí la puerta cerrarse y me di la vuelta, allí estaba Juanjo.

-Tú te crees que puedes dejarme así? -dijo mientras marcaba el bulto de su pantalón con las manos. Yo no respondí, me acerqué a él y llevé mi mano hacia aquel bulto.

-Así me gusta, que no dudes en hacer lo que yo digo, venga ven. -dijo mientras me llevaba los bancos de los vestuarios-. Quítate la ropa y espérame en la ducha.

Dejé la mochila en el banco, me quité toda la ropa y me dirigí a la ducha, tal y como había dicho. Me quedé esperando en la ducha unos segundos hasta que lo ví acercarse por encima de aquellos semimuros. No tenía la camiseta puesta. Cuando llegó a mi ducha me di cuenta de que solo tenía la toalla alrededor de su cintura. Se quedó delante de mí y dijo: Quieres esto? -dejando caer la toalla y descubriendo el bóxer un poco humedecido que antes había tocado. Yo asentí y él se acercó a mí.

-Pues ponte de rodillas- dijo con un tono firme. Yo no dudé ni un segundo y me puse de rodillas frente a él mirándole.

-Pero que puta eres. -Me agarró la barbilla y me escupió la cara. Justo después me agarró por la nuca y me llevó la cara a su paquete, restregándomelo bien por todas partes. Podía notar su olor a macho sudado y eso me encantaba. Esnifé fuerte aquel bóxer hasta que mis pulmones no podían contener más aire.

-Joder esto no lo hacen las pibas con las que he follado, así me gusta putita. -Apartó mi cara de su bóxer y se lo bajó de una, descubriendo su polla por primera vez, era más grande de lo que creía, de unos 20cm y bastante venosa. La agarré con la mano pero me costaba agarrar todo el tronco del grosor que tenía, estaba hipnotizado por semejante pollón.

-Venga chúpame los huevos. -dijo agarrándoselos -que antes en clase me has puesto burrísimo. -dijo mientras meneaba su polla haciendo un movimiento como un helicóptero. Puse mi cara pegada a sus huevos, miré hacia arriba para encontrarme con su mirada, y di un tímido lenguetazo a esos huevos.

-BUFFFF! -gimió Juanjo, ahora sí con fuerza mientras cerraba los ojos y ponía sus manos en su nuca. -Venga puta cómetelos.

Me llevé a la boca uno de sus enormes huevos y mientras succionaba con ambas manos iba tocando sus pectorales, su marcado abdomen, y finalmente, sus nalgas redondas y perfectas, sobándolas con ambas manos. Parecía que estaba en el paraíso.

-Chssst, no te pases, que yo no te he dicho nada de que puedas tocar mi culo. -dijo apartándome las manos-. Por ser desobediente tendrás que sufrir un castigo.

Me agarró del cuello, y con su polla me empezó a dar azotes en la cara. ¿La próxima vez me harás caso? -decía mientras me azotaba con su rabo.

-Sí. -dije, aunque ese castigo no tenía nada de castigo para mí, al contrario, me encantaba.

-Muy bien putita. -dijo-. Vuelve a chuparme los huevos. -En ese momento me llevé ambos huevos a la boca. Eran tan grandes que tenía la boca llena, pero yo no hacía ni la más mínima señal de disconformidad. Me saqué los huevos de la boca, los levanté, y le comencé a chupar el perineo. A Juanjo le dio tanto placer que me empujó a la pared de la ducha con su cuerpo, hasta que mi espalda chocó contra la pared, no dejando poder moverme. Yo seguía chupando su pernieo mientras él me restregaba sus huevos y polla por toda la cara, dándome golpecitos con ella y diciéndome que no parase. Después de un rato así agarró su polla y me apuntó con ella a la boca.

-Venga cómetela a ver si la chupas igual de bien-. Le agarré del tronco y me la llevé a la boca, con mi lengua podía saborear la punta de aquel rabo lleno de precum mientras le pajeaba. Recorrí mi lengua por todo el tronco, era tan grande que no sabía si podía comérmela entera, pero solo podía averiguarlo de una forma. Me la empecé a comer cada vez yendo más profundo, hasta que mi nariz tocó su pelvis y sus huevos mi barbilla. Notaba como el pollón de Juanjo iba creciendo dentro de mi boca y eso me encantaba, significaba que le gustaba lo que estaba haciendo. Comenzaron las embestidas, me empezó a follar la boca muy rápido y mi mandíbula me dolía pero no iba a permitir que eso me frenase. En una de las embestidas me agarró de la nuca y  dejó su rabo en el fondo de mi garganta hasta que me empezaron a dar arcadas, la sacó de mi boca, cogí todo el aire que pude, y de nuevo me la metió hasta el fondo, así un par de veces hasta que se me saltaban las lágrimas y tosía de tener que aguantar semejante pollón. Juanjo sacó su polla de mi boca.

-Ahora empieza la diversión, levántate. -dijo. Me levanté y me giró con sus fuertes brazos y me estampó contra la pared. Rápidamente pegó su cuerpo con el mío y pude notar como su polla se situaba entre mis nalgas. Con una mano me tapó la boca y con la otra empezó a sobarme el culo. La verdad es que mi culo era más grande que el de una persona que hiciese el mismo ejercicio que yo (que no era demasiado) y no tenía apenas pelo por lo que asemejaba mucho al de una chica.

-Cómo no he visto yo esto en las duchas de después de clase? -me decía mientras sobaba mi culo y lo apretaba con su cintura. Le llamó la atención mi culo, ya que estuvo dándome azotes y agarrando mis nalgas con toda su mano mientras su otro brazo me envolvía el cuello. Tambíen me daba azotes en mi culo con su polla, para después ponerla entre mis nalgas y simular una paja con ellas. Yo no podía experimentar más placer que ese, era una de las cosas que más me ponía y al tenerme atrapado entre su cuerpo y la pared, me sentía como un objeto sexual para él, lo que me daba más morbo. Notaba como llenaba mi culo de precum al simular aquella paja hasta que me separó las nalgas y puso la punta de su rabo en la entrada de mi culo.

-Preparado putita? Vas a flipar. -Seguidamente me dio un par de golpecitos con su rabo en la entrada, me abrió las piernas y metió todo su rabo de golpe en mi culo, lo que me hizo gritar de dolor. El muy cabrón no sacaba su polla de mí, lo que  obligó a mi culo a que se acostumbrara a su polla sin ser previamente dilatado. Juanjo me tapaba la boca mientras me cogía de la cintura para atraer mi cuerpo al suyo lo más posible. Empezó a sacarla y a volverla a meter lentamente hasta que sus huevos tocaban mi culo. Después de un par de minutos, mi culo ya estaba acostumbrado al pollón de Juanjo y el dolor se había convertido en placer. Juanjo, al sentirme preparado para la acción me sujetó de los hombros y comenzó a destrozarme el culo con fuertes embestidas. Yo arqueaba la espalda y empujaba mi culo hacia atrás todo lo que podía, cosa que al parecer le gustó por cómo me embestía cada vez más fuerte. Mi cara estaba pegada a la pared y con cada embestida mi cara se pegaba cada vez más. Sus enormes huevos, colgantes como un péndulo, se balanceaban y chocaban fuertemente con mi culo con cada embestida. Tras 15 minutos así yo creía que mi culo no iba a aguntar tanta fuerza, hasta que Juanjo sacó su polla de mi culo, y se sentó en el suelo de la ducha con la espalda pegada a la pared.

-Venga, cabálgame. -dijo con la respiración entrecortada. Al apoyarme en sus hombros para bajar y sentarme en su polla, me di cuenta de que su cuerpo estaba sudando y tenía todos los músculos marcados, especialmente los abdominales, que se volvían más grandes cuando Juanjo respiraba. Finalmente decidí sentarme en su pollón con mi cuerpo mirando al suyo y no de espaldas. Yo creía que me partía en dos con tremendo rabo , pero empecé a subir y a bajar lentamente. Cambié de lugar mis manos y en vez apoyarme en sus hombros me apoyé en sus pectorales, ejerciendo presión contra ellos y obligándole a que se tumbara totalmente en el suelo. Mientras cabalgaba no paraba de tocarle los pectorales, parecía que cuanto más los masajeaba más placer me daba, y así era. Llevé mis dedos a la boca, los chupé y los llevé a los pezones de Juanjo, pellizcándolos muy suavemente. Al hacer eso Juanjo llevó sus manos a mis nalgas y las empezó a agarrar fuerte y por ello me atreví a dar un paso más. Apoyé las manos en el suelo, bajé mi cabeza y empecé a lamerle los abdominales subiendo poco a poco hasta llegar a sus pezones, que los lamí muy lentamente dándole pequeños mordiscos. Noté la respiración fuerte de Juanjo y como no supe si era por el hecho de jugar con sus pezones o lamerle el cuerpo, quise saber cuales eran sus límites. De los pezones seguí subiendo hasta llegar a su cuello, mientras cabalgaba y sobaba con las manos sus pectorales y me puse a lamerle el cuello, Él inmediatamente me puso los brazos alrededor de mi espalda, abrazándome con fuerza y pegando mi cuerpo al suyo aún más, y comenzó a embestir más fuerte y muy deprisa.

-Me corro putaa!! -Sacó su polla de mi culo y se empezó a pajear muy rápido. Le quité la mano y se la agarré yo haciéndole una paja mientras con mi otra mano me hacía yo una paja a la misma velocidad. Yo me corrí primero en el suelo de la ducha y cuando noté que se iba a correr, puse mi cara en su abdomen con la lengua afuera, para que se corriera en mi cara y boca. 1, 2, 3, y hasta 6 lefazos salieron de su polla, que limpié con mi lengua posteriormente. La mayoría de lefazos habían aterrizado en mi cara y mi pelo, pero varios de ellos llegaron a sus pectorales, que también limpié con la lengua, no sin primero llevarme la lefa a sus pezones para después chupárselos en profundidad y limpiarlos bien, cosa que le encantó.

-Buah menudo polvo, al final será verdad que los maricas la chupan mejor que las pibas. -dijo casi sin aliento.

-Si no estás seguro podemos comprobarlo otro día. -dije yo, sin saber de dónde había sacado aquella confianza.

-Míralo, como se suelta despues de que le folle bien un macho como yo.

-Bueno, jajjaja por intentarlo no pierdo nada.

-Ya te digo yo que no será la última vez que nos veamos, zorra. -me dijo mientras me apretaba los mofletes con la mano y me escupía-. Venga vamos a ducharnos que me tengo que ir a fútbol.

Todo el tiempo que duró la ducha no paró de sobarme el culo y de darme nalgadas, prometiéndome que habría un segunda encuentro, un tercero... Después nos vestimos y se fue como si nada hubiera pasado, yo me quedé en el vestuario unos minutos asimilando lo que acaba de pasar. ¿Cuándo se volvería a repetir esa escena?

Continuará...

Espero que os haya gustado, igual que en el primer capítulo, cualquier sugerencia o comentario es bien recibido, todo sea por mejorar la calidad del relato. Gracias