El chulazo del supermercado (1)

Mi compañero del super me restriega el rabo por el cuello, mientras yo le chupo el dedo de la mano.

Eran las ocho y media de la mañana del lunes. Era mi primer día de trabajo en un supermercado. Llevaba más de un mes en paro y por fin había encontrado algo. Tengo veinte años y estaba esperando a que llegase septiembre para comenzar unas oposiciones, pero hasta entonces, necesitaba algo de dinero.

Llegué puntual al establecimiento. Aún no estaba abierto de cara al público, pero así mi flamante jefe me pondría al día sobre el funcionamiento de todo.

-Bueno si tienes alguna duda sobre la carga y la descarga, le preguntas a Iliana, que ella te ayudará ¿vale?- Me dijo para finalizar la chapa que me había soltado.

-De acuerdo, todo perfecto.- Dije yo con una exagerada sonrisa en la cara.

-¡Hola guapo! Yo soy Iliana.- Dijo una chica con el pelo muy negro y unas tetas enormes, dándome dos sonoros besos. -Me han pedio que te supervise para que no la cagues estos primeros días jaja.

-Hola, si eso parece, bueno por donde empiezo.

-Pues mira, el camión llegará en unos minutos, vete ahí al almacén y ayudas a Sergio a descargar ¿ok?-Me dijo mirándome con lascivia mi nueva compañera de trabajo.

Entré al almacén y había un chico de unos veinticuatro años sentado sobre una caja de una manera muy varonil y fumándose un cigarro. Tenía el pelo casi rapado. Un pendiente en la oreja bastante grande y unas finas patillas casi hasta la barbilla. Llevaba la camisa del uniforme abierta dos botones más de lo normal y el pantalón le quedaba bastante ajustado.

-Buenas, tu debes de ser el nuevo ¿no?-Me preguntó con una voz de chulería, y además claramente era madrileño, por que tenía esa manera tan peculiar de hablar.

-Ehhh… esto... si, soy yo - Mierda, ahora pensaría que soy idiota.

-Pues estate por aquí, que ya mismo llega el camión y tenemos que descargar rápido.-Dijo pegando una última calada al cigarro y tirándolo al suelo. Me hablaba sin mirarme fijamente, con total indiferencia hacia a mi.

El camión no tardó en llegar, y en media hora habíamos terminado entre los dos de descargarlo entero. Cuando terminé este trabajo, fui a buscar a Iliana, para que me dijese que tenía que hacer en ese momento.

-Iliana, ya hemos terminado de descargar, ¿que hago ahora?-Pregunté un poco incómodo, pues mi compañera me estaba mirando con una cara bastante insinuante

-Pues mira guapo, tomate cinco minutillos y ahora después ayudas a sacar los pedidos de las cajas ¿vale?

Asentí y me di la vuelta. Iba directo hacia el baño. Cuando entré aparentemente no había nadie, así que me acerqué al espejo y estuve lavándome la cara y las manos.

Me encontraba con la mirada perdida sobre el espejo, cuando de repente escuché una cisterna vaciarse. Y al instante salió mi compañero Sergio del WC con la bragueta semibajada y un paquetorro impresionante. Se estaba frotando los ojos y llevaba la camisa medio salida. Me saludó con un gesto de cabeza que mostraba su total indiferencia y pasotismo hacia mí, y después se acercó al lavabo, escupió un lapo, y bebió un trago de agua. Tras eso se marchó.

Se me puso una erección impresionante. Pero estaba clarísimo que ese hijo de puta no era gay, por que tenia una pinta del típico chulazo hetero.

Cuando llegó la hora del almuerzo, Iliana vino en busca mía

-Javi, he pensado yo, que si quieres podemos ir a comer juntos. Mi casa está aquí al lado.

-Verás Iliana, eres una tía de puta madre… pero soy gay.- Solté sin saber muy bien como se lo tomaría mi compañera.

-Ah… bueno… no lo sabia… bueno pero si quieres puedes venir igualmente a comer… solo vamos a comer.- Dijo claramente sorprendida.

-No, muchas gracias tía.- Dije sonriendo. Era evidente que su invitación para comer no era la de una amiga.

Cuando estaba en el baño recogiendo mis cosas para irme a comer, escuché susurros cerca de la puerta de acceso al baño. Era Iliana susurrando:

-Te lo juro tío, que me ha dicho a la cara que es gay… flipa, con lo guapo que es.

Solo tuve que aguardar unos segundos para descubrir quien era el receptor de esa información. Era Sergio. Entró al baño y se sorprendió al verme. Me puso una mano en el hombro y me dijo:

-¿Colega te vienes a comer?

-Mmm, pues si tío.- Mi polla volvió a pegar una sacudida dentro de mis calzoncillos.

-Bien, pues vamos- Me dijo entregándome un casco de moto.

-Pero, ¿donde vamos a comer?-Pregunté yo siguiéndole como un perrito faldero.

-Pues colega, a mi casa. Paso de gastar pelas en la calle.

Me daba igual donde me quisiera llevar ese machote, sinceramente estaba dispuesto a hacer todo lo que me pidiese. Nos montamos en su moto y me llevó hasta su piso. Por el camino me había contado que vivía con un colega de alquiler.

Entramos y enseguida pude apreciar una casa del típico veinteañero que no es muy ordenado. Había ropa tirada encima del sofá, revistas por el suelo y zapatillas casi en el recibidor.

-Voy a cambiarme, ponte cómodo que ahora salgo tío.- Dijo mientras se dirigía hacia lo que parecía su dormitorio.

Cuando me iba a sentar al sofá, vi que había un par de calcetines usados encima del cojín. Los cogí con cautela y me los llevé a la nariz mientras miraba hacia la puerta de su habitación.

-¡Pon la tele!-Gritó desde su habitación.

Solté los calcetines en el suelo y puse la televisión.

-Uff que asco de uniforme colega, siempre llego a casa con los huevos to sudaos.

Me giré y lo vi detrás del sofá en calzoncillos y sin camiseta. Tenía muy buen cuerpo, lo que mas llamaba la atención eran sus desarrollados pectorales. Se estaba secando con una toalla el pecho y el abdomen de sudor. Me quedé con la boca entreabierta y una cara de salido impresionante. El se dio cuenta de mi mirada y sonrió.

Rápidamente giré la cabeza y clavé la mirada en la tele. Me puse muy nervioso y noté como me encendía en calor de la vergüenza. Pasé unos segundos con la mirada fija en la pantalla. Cuando de repente noté que algo se echaba en mi nuca.

Me mantuve unos segundos totalmente quieto, y empecé a girar el cuello para descubrir que era, pero una mano caliente me agarró del cuello y me imposibilitó girarme.

-Jaja, ¿tío que haces?- Pregunté algo nervioso.

-Shhhhhhh- Escuché por respuesta.

Notaba que algo muy caliente reposaba en mi cuello. Y enseguida me vino un olorcillo muy característico. Me había puesto el paquete dentro de los calzoncillos encima de la nuca.

-Tío, pero ¿que estás haciendo?- Dije intentando zafarme de su mano agarrada mi cuello. Cuando de repente me dio un bofetón en la cara.

Mi nabo, ya actuaba por libre, si no me había estallado todavía la bragueta, poco faltaba. Entonces me soltó del cuello y me metió un dedo en la boca. Lo tenia bastante caliente así que me dejé de tonterías y me puse a saborearlo sin perder un segundo. Entonces escuché una risa proveniente de Sergio y noté como se estaba bajando los calzoncillos, porque inmediatamente noté caer el rabo sobre mi espalda. Y la verdad es que sentía bastante peso, pues debía de tener un cacho de nardo.

Comenzó a restregarme la punta del capullo por el cuello, y poco a poco notaba que me iba mojando mi piel con su precum. También sentía cosquillas producidas por su vello púbico sobre mi espalda.

-Bueno colega, ¡me vas a gastar el deo! Jaja- Dijo mi compañero sacándomelo de la boca y dando la vuelta al sofá hasta situarse delante mía.

Ciertamente tenía un cacho de chorizaco entre las piernas de campeonato, rodeado de una buena mata de pelos negros. Yo no sabía muy bien que hacer, así que aguardé hasta recibir instrucciones de Sergio.

-Colega come un rato- Me dijo dándose pollazos en el abdomen y salpicando gotitas para todos lados.

Me tiré rápidamente a comer y empecé a engullir muy rápido.

-Eehhh tranquilo, tranquilo, que hay polla para rato, así que saboréala mejor.- Me dijo mientras me tiraba un tirón en la oreja.

Así que continué lamiendo aquel pepino, pero con mas tranquilidad y esmero. Recorría todo el tronco de la polla con mi lengua hasta la base. Una vez allí, hundía mi nariz entre tanto vello púbico e inspiraba fuertemente para llevarme todo el aroma que producía mi nuevo compañero de trabajo. Cuando terminaba, daba unos cuantos lenguetazos a cada huevo moviéndolos cómicamente suspendidos en el aire.

-Mmmm, colega no veas lo bien que la comes. ¿Te gusta?

-Muchísimo tío, está súper jugosa.- Dije sacándomela un instante de la boca para responderle.

-No veas la alegría que me ha dado la Iliana cuando me ha dicho que eras bujarra ¿sabes?

-Jeje, ¿si? ¿Tu también eres gay no?- Dije mientras le miraba a la cara desde mi posición.

-Que va, yo soy bi chaval, me encantan los coñitos, pero reconozco que vosotros los maricones la chupáis mejor que nadie jaja.

Ya estaba harto de sacarme el rabo de la boca para contestar, así que me limité a asentir con la cabeza sin dejar de disfrutar de aquel atracón que me estaba dando.

-Pues colega me apetecería que me comieses el culo un rato ¿sabes?- Dijo Sergio.

-Pero… no se tío… es algo que no he hecho nunca.- Dije algo dubitativo.

-Jaja, pero si es que no te lo estoy pidiendo, te estoy obligando- Respondió con sorna en la voz.

-A ver, siéntate en el suelo, apoya la espalda contra el sofá y pon la cabeza en el asiento del sofá.- Dijo Sergio mientras se pajeaba lentamente y se quitaba los calcetines. El cabrón ya estaba completamente desnudo.

Yo obedecí, pues tenia ganas y no quería enfadarlo.

-Abre la boca- Dijo mi colega

Y me escupió un salivazo en toda la boca.

-Jajajaja, lo siento colega, pero es que no lo he podido evitar jaja.-Dijo descojonándose Sergio. – Ahora en serio, abre la boca, y cuando veas que pongo los cachetes cerca, pasas la lengua, tu pega lametones como si fuera la punta de un capullo ¿vale?

-Vale, vale- Dije tras tragar aquel lapo que me había echado.

Mi compañero entonces hizo amago de sentarse en el sofá, situando sus piernas cada una a un lado de mi cuerpo. Y dejando el ojete en mi boca prácticamente. Cuando terminó de bajar, todo se volvió oscuro.

Mi vista había quedado tapada por sus cachetes. Pero me daba igual. Saqué la lengua y empecé a pegar lametones contra lo que yo suponía que era su ojete. Estaba algo peludo, pues sentía como mi lengua se enredaba con algunos pelos que tenia. Tras un rato de dar fuertes lamidas, decidí investigar un poco más, e introduje mi lengua hacia dentro del ojete. Sergio pegó un respingo y una exclamación de placer.

En ese momento el mamón, dejó de ejercer fuerza en sus piernas y se sentó completamente sobre mi cara. Al principio me hizo algo de daño tanto peso puesto sobre mi cara, e irremediablemente en unos segundos me quedaría sin respiración. De repente se levantó por completo y me despejó la cara.

-Colega, ¿te molesta si me siento del todo como acabo de hacer? Es que así estoy más a gusto y seguro que tu lames mejor.

-No me importa, tu ponte como más cómodo estés, no te preocupes por mi, dije tirando de sus muslos para que volviese a sentarse.- De vez en cuando te levantas para que me dejes respirar un poco.

-Jajajaja, no te preocupes, tampoco quiero ahogarte el primer día.

-¿El primer día?- Dije yo algo sorprendido.

-Si, esto solo acaba de empezar.