El chofer en la Habana - Raúl
El conductor que era un señor maduro alto de pelo rapado pero canoso, una barba bien gruesa que también era canosa, y hombros anchos y brazos musculosos. Sus manos eran grandes y con duras como de levantar pesas y tenía muchos anillos puestos y un reloj.
Después de pasar la noche con Arturo me sentía mucho más femenina y definitivamente abierta. Era la mañana después que Arturo me había penetrado y roto el sello por primera vez (ver el relato Arturo Rompe mi Sello).
Arturo era un macho completo y unos años mayor que yo me había enseñado a como ser hembra completa para un macho en la cama. Yo había sido suya. Él me había completamente hecho el amor y penetrado mientras yo vestía como putica para él. Arturo me había satisfecho, pero yo todavía me sentía curiosa por la conversación que había tenido en el taxi con el macho maduro aquel. Aquella conversación me seguía torturando y dando vueltas en mi cabeza.
La noche anterior yo había tomado un taxi a la casa de Arturo y el chofer un hombre maduro muy macho me había estado piropeando y hablando sucio.
El conductor que era un señor maduro alto de pelo rapado pero canoso, una barba bien gruesa que también era canosa, y hombros anchos y brazos musculosos. Sus manos eran grandes y con duras como de levantar pesas y tenía muchos anillos puestos y un reloj. Yo le mande un mensaje de texto: “buenos días, hay chofer disponible esta mañana?”
y respondió enseguida: “mi muñequita linda, a qué hora paso a recoger?”
“ven cuando puedas, por favor.”
“llego en 15, mi reina. Ven lista para la playa que quiero ir a bañarme contigo.”
Me retoqué el maquillaje y me puse mi arete de ombligo con una minifalda bien corta. Me puse el traje de baño debajo de la minifalda. Arriba me puse el brazier del traje de baño con mis senitos pequeños hinchados pero paraditos. Me puse el pelo en un moño y me puse bastante lápiz labial. Me tire un poncho de playa de mujer por encima de mi cuerpo y me perfume. Arturo se iba al trabajo entonces nos despedimos. Me dio un beso bien mojado y me abrazo fuerte. Yo todavía con su leche en mis adentro.
Parada afuera vi cuando la camioneta venia y la sombra del macho detrás del timón. Él se acercó, paro y me abrió la puerta desde adentro. Me subí con mucha gracia y ternura. El salió rápido de esa calle con una pisada al acelerador. En el retrovisor del lado pude ver a Arturo mirando como con curiosidad o sospecha en su cara. Yo le dije adiós con la mano.
“Muñequita, que bella estas hoy. Me encanta que me hayas llamado. No pensé que me ibas a llamar.”
Yo me sonreí y dejé que tomara mi mano en la de él. Nuestros dedos entrelazados, sus manos ásperas y gruesas apretando la mía suave y delicada con uñas largas.
La tenia espejuelos oscuros y una camiseta blanca con pantaloneta de playa y chancletas. Se veía delicioso. Una cadena de oro gruesa colgaba de su cuello con un crucifijo y note sus piernas eran bien peludas y formadas, los pies bien masculinos y grandes cubiertos en pelos.
“Me encanta lo linda y tierna que tú eres. Dame un besito, ven.” Y me pego su boca a la mía. Yo lo bese y le toque la barba con la otra mano. Fue un beso de pico y poca lengua.
“¿Que pasa, mamita? ¿No te gusto?”
“No es eso, ni siquiera me has dicho cómo te llamas.” Dije yo acariciando su brazo peludo.
“Yo me llamo Raúl Alberto Fonseca y tengo 43 años de edad. Soy macho casado hetero, pero me gustan las loquitas vestidas femeninas como tu porque me paran la pinga mucho. ¿Que más quieres saber?”
“Wok, casado y todo. ¿Y que es lo que te gusta de chicas como yo que te calienta y obviamente tu mujer no te puede dar?” Pregunte yo recostándome en su hombro.
“Bueno, me gusta la sumisión y lo femenina que son con machos como yo. Yo soy un macho alfa dominante y me gusta cuando mi jeba es sumisa y obediente y sabe darme placer sin quejarse. También me gusta lo puta que te pones cuando estamos en la intimidad.”
“Oye que fresco y atrevido tu eres. Tú no has estado en la intimidad conmigo para decir que me pongo puta.”
“No mami pero yo siento la energía y la química contigo y sé que eres una locota y te vas a tragar todo lo que yo te dé y te vas a entregar a mí. Dime que no, ¿eh? Mira esa carita y esos labios.”
Sus manos recorrían mis piernas y su voz masculina me daba escalofríos. Nos besamos brevemente mientras el parqueo la camioneta cerca de una área privada y discreta que llevaba a la orilla del mar.
Nos bajamos y entonces Raúl me dijo, “esta parte es bien tranquila y discreta y podemos relajarnos con privacidad y discreción, mi cielo.”
Saliendo de la camioneta pude observar su cuerpo ya estando de pie. Raúl estaba sacando una bolsa de la parte trasera de la camioneta. Raúl era súper alto, casi un pie más alto que yo y tenía un pecho fueron con una barriguita natural de macho y un porte bien masculino. Nos encaminamos al mar y entonces me echo un brazo arriba y me pego a él mientras íbamos caminando juntos.
Raúl puso una sábana en la arena y construyo una casita de campaña que solo cabían 2 personas y apretadas. Me dijo que era de cuando estaba en el servicio militar entrenando nuevos reclutas. Y así me entere que era ex militar y que había tenido un rango bien alto. También me enteré que nunca había penetrado a una marica como yo, pero si había recibido sexo oral de maricas. Me dijo que nunca había mamado pinga y que no planeaba en mamar pinga o tener su culo tocado. Me advirtió muy claramente que la hembra siempre seria yo. Yo me sonreí y le dije “pues claro papi.”
Entonces, se quitó la camiseta y se quedó sin camisa. Se quitó los lentes y saco una botella de bronceador y me pidió que le aplicara pero que me quitara mi vestido primero.
Con una sonrisa me desvestí y me quedé en mi traje de baño solamente. Ya sentía los ojos de Raúl sobre mis muslos y grandes nalgas. Le di masaje para distribuirle el bronceador por su espalda gigantesca y su pecho fuerte y peludo que me observaba callado y con una sonrisa mientras con mis uñas largas frotaba sus fuertes músculos. Era un hombresote hecho y derecho y quería que yo fuera su jeba. Levanto sus brazos para que yo siguiera aplicando bronceador y me dejo admirar sus peludas axilas llenas de largos y frondosos pelos negros y canosos. El olor a sudor y a macho era fuerte y presente.
Entonces me tomo con sus manos grandes y toscas y me sentó encima de sus piernas mirándolo cara a cara.
“Me encantas, nena linda. Me tienes la pinga bien dura y quiero hacer el amor contigo. Quiero disfrutar de tu cuerpo.”
Yo hice un sonido femenino y le sonreí. Sentía su pinga grande e hinchada debajo de mi culo mientras me sentaba sobre él. Me calentó estar así tan íntimamente cerca del como si fuera su amante. Entonces me beso y el beso se apodero de mi completamente. Sus labios y lengua masculina, su barba raspándome el rostro, sus manos ásperas tocando cada rincón de mi cuerpo mientras yo gemía como una gatita en celo. Y allí solitos en la playa en aquel rincón de paraíso me entregue a Raúl decididamente y sin marcha atrás.
“Papi, que rico tú me tocas y me besas. Eres realmente todo un macho y me haces sentir sexy y liberada. Nunca he estado con un macho maduro.” Le dije yo gimiendo y respirando profundo.
“Anoche disfrutaste con un machito de tu edad, pero hoy te toca con un papi maduro macho de verdad que te sepa hacer sentir toda una hembra. Con 18 añitos que tienes y mira lo femenina y seductora que eres. Realmente entiendes lo que buscan los machos y como atenderlos bien.”
“Me encantas papi rico, me vuelves loca. Que rico esta tu cuerpo fuerte y velludo.”
“Y muy pronto me vas a tener profundamente enterrado en ti. Soy un alfa con un misil directo y erecto para puticas hambrientas y culonas como tú. Que ricas son tus nalgas y que suavecitas, y tus muslos parecen de seda. Pareces una muñequita de sexo para papi.”
Raúl tenía sus dos manos apretando mis nalgas y con sus dedos grandes apartaba mis cachetes y metía su dedo del medio hacia mi huequito que estaba mojado y rosadito. Yo gemía en su cuello y me agarraba de sus anchos hombros y de sus bragotes que parecían de hierro.
“yo sé que anoche estuviste con ese muchacho, pero hoy eres mía. Déjame verte tus pechitos que desde hace tiempo me tienen intrigados.”
Raúl me quito la parte de arriba del traje de baño y me dejo mis dos senitos expuestos. No eran muy grandes, eran crecidos por el estrógeno y tenía pezones bien parados y anchos. Parecía una colegiala. Raúl se puso a chuparlos inmediatamente y me hablaba entre chupones.
“Que téticas tan deliciosas, mami. Que senitos tan jovencitos y femeninos. Te gusta tomar hormonas para tener este cuerpo de hembra y calentarme. Con la clavada que yo te doy, estas tetas crecen y dan leche porque te dejo preñada.”
Que caliente estaba yo con el allí afuera al aire libre, siendo toqueteada y chupada en los senos por un macho maduro. Además, su tamaño y fuerza eran increíble lo cual me hacían sentir pequeña y diminuta.
Entonces Raúl me acostó en la sabana en la arena bajo la sombrilla y me soltó el pelo de la colita que yo tenía y lo dejo que callera al lado de mi cara libremente. Su mano toco mi rostro y siguió bajando por mi cuello, después mis tetas la cual el apretó y pellizcó. Su mano siguió viajando hacia mi estómago y toco mi anillito del ombligo “que putita te hace ver esto” y sonrió. Yo gemí y sonreí también. Entonces sus manos acariciaron mis muslos y mis piernas y las separo suavemente mientras le pasaba la lengua a mi pantorrilla. Pronto mis dedos del pie que estaban pintados y bien decorados llegaron a su boca. El otro pie descansaba en su pecho peludo. Agarro mi pie con su mano y los junto a los dos. Abrió mis piernas y miro entre ellas el espacio debajo de mi tanga.
Mi pene/clítoris estaba bien guardado y escondido para efecto femenino en la playa. Raúl noto que yo estaba bien plana y me dijo, “wok, tan chiquitica tienes eso que parece que tuvieras vagina” y se empezó a reír. Yo me mordí el labio inferior. “te hace falta tenerlo afuera para estar conmigo? ¿Para disfrutar?” me pregunto. Yo le respondí con la cabeza que no. Él se sonrió y me dijo que mantuviera el bikini puesto durante el sexo. Y entonces me abrió las piernas hasta tener mis rodillas arriba por mis orejas y empezó a pasarme la lengua por la raja. Entonces empecé a gemir como una loca.
“MMMmmm que rico bollito tienes mi beba. Esto es una vagina MMMMM” Sus lenguazos eran grandes y profundos. Su barba raspaba las partes sensibles de mi rajita y sus ojos masculinos me miraban mientras más me mamaba. Entonces me agarré las tetas y me las apreté como una putica y gemí para el como una chica de película. “Si mi mamacita, papi te está abriendo ese coñito para que puedas aguantar su pinga MMMMMmmm que rico es comerte mami” y me metio los dedos de su mano izquierda en mi boca para mojarlos y sentí su anillo de casado. LE moje los dedos y me siguió comiendo. Con la mano mojada me sobo la entrada a mi bollito y me introdujo el dedo del medio de una sola. Yo grite como jebita inocente. El me miro y sonrió, “estas abiertica de anoche pero no lo suficiente para que yo te pueda entrar bien. Yo soy mucho más grueso que tu noviecito. Mira, toca.” Y agarrándome la mano, me la puso en su bulto que yo podía sentir por encima de sus bermudas. Era una BARRA como una botella de cerveza. Uff, que delicia de macho. Me introdujo otro dedo y grite aún más. Me escupió la raja de manera vulgar y masculina.
“Me gusta lo gritona que eres. Eres una hembra puta completa y lo que te hace falta es un hombre hetero casado maduro como yo que te sepa guiar. “Y seguía dándome dedo y hablando, “un macho 100% activo que te sepa dar tu lugar. Tu eres hembra y ni siquiera tu piticito responde. Tu cuerpo sabe que necesita ser penetrado. Pero primero ven y ponte de rodillas y demuéstrame lo puta y sumisa que eres.”
Raúl se paró y estando parado se dejó caer las bermudas. No tenía ropa interior y su pinga estaba erecta y sus huevos colgaban libremente. Su pinga era del grueso de una botella de cerveza con venas y piel un poco más oscura cubriendo hasta la punta donde el glande empezaba como la punta de un micrófono – grande, hinchado, y aunque no era circuncidado, la piel no llegaba a tapar el glande cuando estaba erecto. El pene era más grueso en el medio y era como 9 pulgadas de largo. La base estaba cubierta de pelos y vellos frondosos nunca cortados o afeitados. Los huevos colgaban bien bajos y también eran bien peludos y grandotes.
Raúl sabía que era un dios alfa en ese momento mientras yo me ponía de rodillas delante de él y me preparaba para darle su primera mamada. Con una mano apreté sus huevos y con la otra me apreté mi teta. Entonces abrí la boca y me tragué el glande y la punta de su pinga. Raúl respondía con voz masculina y sonidos de machos. Yo me la tragaba y dejaba que penetrara mi garganta. Mis ojitos fijados en la cara de Raúl.
“Trágatela, mima. Dale métela completa en tu boca, puta. Quiero oírte ahogando.” Raúl agarro mi cabeza con una mano y empezó a mover su pinga más y más profundo. Yo me ahogaba, pero persistía.
“Quiero que dejes tu lápiz labial en mi pinga porque para eso es tu boca, para darle placer a un macho como yo. ¿Tú quieres entregarte a mi hoy? Aquí en la playa, afuera, como una puta fácil. Te entregas a un macho casado sin importarte que yo tenga una familia e hijos. No, porque lo que te importa es mi pinga y mi leche.”
Mamando yo había movido mi culo y lo había empinado y me había puesto en cuatro. Yo lo veía que miraba a mis nalgonas y me singaba la boca. Mi pelo largo caía en mi cara y el hacia un puño con ellos y me singaba la cara. La verdad que entre sus piernas peludas y sus huevotes yo me sentía una reina dando placer a mi macho. Y entonces con una mano sobándole la pinga, lo miré a los ojos y le dije, “papi, ya quiero que me penetres y me hagas sentir tu hombría en mi raja de hembra”. El me miro y se sonrió, me dio una bofetada liviana y me beso en los labios.
“Metete a la cabaña y acuéstate boca arriba y abre tus piernas para papi mi princesa.”
Me metí en la cabaña y me acomodé como él me dijo. Mi pelo al lado como hembra y mi tanga aun puesta pero mi clítoris aun flácido. Me metí dos dedos en la raja y me sentí que estaba caliente. Raúl entro a la cabaña desnudo y grandote y se me subió encima y entre mis piernas. Inmediatamente me abrí y lo recibí encima mío. Era un hombre macho peludo y se sentía increíble sobre mí. Su pecho peludo tocaba mis pezones y sentía su pinga apuntando a mi raja. Mis piernas lampiñas y depiladas hacían rose con sus piernas peludas y duras.
“¿Mami, tú quieres ser mi hembra? Quieres que te penetre ese bollo?”
“Si, papito por favor. Dame tu pinga y hazme el amor.”
“¿Te va a doler, pero una vez que yo entre yo no paro, ok? Yo no uso condón porque la tengo muy gorda. Yo te clavo a lo obligado con mi peso y mi fuerza encima. ¿Tú quieres?”
“si mi papi, hazme tuya, por favor.”
Raúl me beso con un beso agresivo que me clavo la lengua en mi boca y me mordió los labios. Depuse me chupo los pezones y se lubrico la pinga. Sentí el grueso cabezón chocar contra mi raja. ME apreté los pezones y me puse bien puta y le empezó a hablar.
“Dale macho, penétrame y estírame ese culo y házmelo una vagina. Dale mi papi, enséname a ser mujer para un macho que me sepa romper toda. Acuérdate ayer me dijiste que una chica como yo necesita a un papi experimentado para sentirse rica. Este cuerpo femenino pide leche y pide sudor de macho. Yo creo que me vas a preñar hoy.”
Y entonces con presión y fuerza me clavo la cabeza en el bol lóculo. Yo grite y Raúl me beso el cuello. Mis uñas se clavaron en la espalda grande de Raúl y sentí como mi culo se estiraba alrededor de la cabezota de la pinga de este macho alfa.
“Estas bien apretadita mi amor. Respira profundo mi reina. Tu cuerpo ruega por mi pinga. Ahí vamos.”
Y empezó a clavarme bien profundo y metiendo su pinga poco a poco hasta que estaba completa dentro de mí.
“Ay papi que grande y que gruesa la tienes. Ay me duele macho. Papi que rica la tienes.”
“Dale mami, aguanta que tu papi va a romperte esa chocha.’
“Dale macho que soy toda tuya.”
Si alguien nos hubiera visto desde lejos hubiera visto a un machote maduro con una puta jovencita con un culote blanco y suave. Singamos varias veces en la playa y una vez en la camioneta.