El chiquito de Carmen

Relato sobre las aficiones anales de una madura Argentina.

El chiquito de Carmen

El chiquito de Carmen era esquivo, renuente, prohibido –igual de evasivo y mojigato como su dueña. No siempre fue así, sólo al principio. Su dueña, mezcla de temores y tabúes, en nuestras primeras incursiones amatorias había establecido un cerco en torno a su culo; razones, según ella no le faltaban: "aunque mi hermana y una de mis amigas me han comentado que el sexo anal es muy rico, tal vez mas que el vaginal, he leído en libros sobre las posibles consecuencias, y eso me da miedo; también me han dicho que si no se sabe hacer duele, duele mucho, eso me aterra bebé; mejor porque no lo haces frotando a vergi en mi colita, sólo en la entrada con la puntita de tu palo y luego lo metes en la puchis desde atrás", eran algunas de sus razones.

Pero vayamos por partes. En uno de sus viajes a México fuimos a Chapultepec, recorrimos el museo de Antropología, el Castillo y una larga exposición de fotografías colocadas sobre las llamadas Rejas de Chapultepec, por supuesto que el tremendo recorrido hizo sus efectos, la argentina pidió reposo. Buscamos una banca vacía y en ella descansamos un poco, ahí mismo nos besamos un rato, ella apretando mi erección sobre mi pantalón en tanto que yo intentaba meterle la mano bajo el vestido, pero ella apretando las piernas no me dejó pasar, aquellos escarceos hicieron que llegáramos ardiendo al hotel. No aceptó darse un baño ni nada, se desnudó rápido apurándome a hacer lo mismo y cuando apenas me acostaba en la cama la madura se posesionó de mi, montándose encima pero en sentido inverso, esto es, lista para hacer un 69; mientras su ávida boca se tragaba mi verga bien erecta yo le mamaba su pucha jugosa y muy olorosa, sólo que me faltaba concentración pues tal vez por haber sudado o caminado mucho, su culo, que quedaba justo arriba de mi nariz, apestaba bastante. Pese a ello dejé que me mamara hasta casi hacerme venir, y para no dejarla en seco le mordí delicadamente el clítoris mientras, como no queriendo, le metía un dedo en el ano. Mita se vino gritando de placer, para luego quedar desfallecida sobre mi, que tuve que soportar sus más de 63 kilos de peso.

Luego nos metimos a la regadera para quitarnos el olor y el sudor de la cogida. Pero Carmen seguía caliente: "anda bebé, quiero saber qué se siente montar", y al llegar a la cama sin decir más se montó en mí para clavarse en mi verga parada, y mientras yo le mordía los pezones, ella brincaba como posesa sobre mi que le amasaba las firmes nalgas, "ay papaíto estoy montando, qué rico es montar sobre vergi, te siento todo dentro de mi"; se me ocurrió una idea: dejarle ir el dedo por el culo. Creo que no lo sintió, pues ya casi cuando le llegaba el orgasmo le dejé ir dos dedos en su culito, que ya no estaba duro, sino bastante flexible, elástico, amigable, y así se vino, de nuevo gritando un "aaarrrrgggg, papaíto que me vengo, aaahhh, hummmmm, más, me viene más, papi no… te detengas, sigue, sigue, mételo más, todo, aaahhhh, otra vez… me veeeengo". Mientras se venía le removí la verga en la pucha mientras mis dedos seguían danzando dentro de su intestino, eso le provocó otro orgasmo que me contagió, pues me vine en seguida. Descansamos un rato y luego le dije:

--"¿Te gustó el dedito en el culo?".

--"¿Qué dedito?".

--"El que te metí en el culito mientras estabas cabalgando a vergi".

--"No digas mentiras, no sentí nada, no se, no creo que hayas podido, mi cola esta muy apretada, me hubiera dolido, no te creo", dijo ella mirándome extrañada.

--"A lo mejor no sentiste cuando entró porque estabas muy excitada, ya casi te venías montando a vergi…".

--"¿Montar a vergi?, si, es la primera vez que hago eso, fue muy rico papaíto, pero no creo que tú… con tu dedo en mi cola".

Y para probárselo le llevé mi dedo hasta su nariz, al principio no comprendió, pero cuando el penetrante olor de su excremento le llegó, exclamó: "¡¿qué cerdo?!, eres un degenerado, sucio, eso no se hace, mira que darme oler mi cola, fuchi, cochino!", y se levantó corriendo rumbo al sanitario.

Luego regresó apenada, esquivando la mirada, se acostó junto a mi. Quise convencerla: "anda Mita dame tu cola".

--"No papaíto, tengo miedo, mucho miedo, algo le puede pasar a mi ano; los libros dicen que eso no es normal y que la mujer puede sufrir consecuencias; me han contado que el ano se deforma y que puedo tener no se, consecuencias… no, eso no, ya sabes".

No quise insistir. Nos vestimos y nos fuimos a cenar. De regreso la dejé en su hotel y me fui a mi casa un tanto frustrado.

En las siguientes citas no volvimos a hablar del asunto de su cola, hasta que una tarde luego de pasear por el Centro Histórico, al llegar al hotel Mita se desnudó y se puso de rodillas en la cama mostrándome sus ricas nalgas, volví a pensar en su culo y acercándome a ella por detrás empecé por acariciarle los cachetes de sus nalgas firmes y carnosas, luego las abrí un poco para descubrir su rosado culo, apretado, rodeado de pliegues y de escasos vellos castaños, cortitos, aquella visión desató mi excitación y a besos me comí sus nalgas que ella removía con picardía gimiendo hasta que lamí su ano que me supo amargo y olía bastante, por momentos sentí repulsión, eso me hizo ir por una toalla al baño y con ella le limpie el culo usando mi saliva para lavarle ahí en esa zona; Mita estaba quieta, arqueando la espalda para elevar más el culo, dejándose lamer la cola aunque por momentos gemía moviendo las nalgas y para hacer más intensa la caricia le paseaba mis dedos por su pucha viscosa y cálida, hasta que con dos dedos le penetré la concha, entonces Mita sintió llegar al orgasmo: "ay papaíto, qué rico siento, que rico, más, besa más, ahí, en la colita, hummm, siento que todo se abre, puchis y mi colita palpitan bebito, lame, besa, ahí, tus dedos, más, hummm, siento que me viene, ay chiquito de mi vida qué me haces, aaaahhhh", seguí titilando su ano con mi lengua pero no la deje venir; enderecé mi cuerpo y le apunté la verga en la pucha que entró toda, fácilmente, hasta que quedé pegado a sus glúteos, y me la estuve cogiendo como perra, entrando en ella con violencia, haciendo brincar su carne, sus nalgas que chocaban contra mi pelvis, seguí así hasta dejarla desfallecida, casi sin sentido, era mi oportunidad, le saqué el miembro chorreando de jugos y se lo apunté en el culo, creo que no lo sintió, pues cuando casi el glande penetraba el duro ano ella gimiendo apenas dijo: "¿qué haces?, duele papaíto lindo, ay, no, deja, eso no por favor, ay bebé duele, duele mucho, nooooo", pero no hice caso a sus suplicas y mantuve la presión de mi verga en su culo hasta que el hoyo se fue aflojando, ella gimiendo y su culo dando de sí, hasta que media verga estaba dentro de su intestino y me detuve, Mita preguntó: "¿ya bebé?, ¿entró todo?, anda termina que me duele mucho" y como para comprobar pasó su mano hacía atrás tocando mi verga parcialmente metida en su culo, "ay papi, falta mucho, ya no, déjalo ahí, termina así que me arde todo, ¡me matas bebé!", sentí que la presión de su ano sobre mi pinga disminuía un poco y me agarré a sus nalgas, moviendo un poco el miembro, delicadamente, poco a poco, y sin meterlo más, así me la estuve cogiendo, sacando apenas un poco de verga, luego sentí bajo de mi la mano de Carmen que me tocaba los huevos y se acariciaba ella misma en la pucha, volví a presionar y la verga entró más, ya casi la tenía toda; Mita seguía frotándose con los dedos en la panocha, gimiendo tal vez de dolor o de placer, hasta que toda la verga estuvo dentro: "ya papi, te siento dentro, todo dentro de mi, eres un pillo, malo, malote, nunca me lo habían hecho así, nadie antes entró ahí querido mío, me robaste la cola, me desvirgaste por ahí, anda muévete un poco, siento cosas dentro, un placer diferente, muy rico, muévete papaíto lindo" y para cuando Mita decía aquello ya mi verga iba y venía con facilidad en su culo, ahora flexible, flojo, caliente; sentí que la leche se me iba y aceleré las metidas, sacando el miembro hasta el glande y sepultándolo de golpe en el agujero abierto que era ahora el antes apretado culo de Mita, "dale, dale más, dame la leche, ¡dámela, la quiero en la cola, dame leche en la cola bebito lindo aaaaahhhh!, ¿qué siento?, ¿qué me haces?, riquito mío, dámela ya…, ya…, leche, quiero tu leche bebé, dámela, más, hummmm, la siento, ¡ay qué rico!, los chorros, el semen dentro mío, sigue papaíto, hummm, más, otro más, palpita tu rica verga bebé", y eyaculé dentro de Mita sintiendo como el intestino palpitaba al unísono con mi verga, succionándola, sacándome el semen. Al terminar de venirme caí sobre ella y quedé acostado sobre su espalda todavía con mi tronco clavado en ella, juntando los rostros, besando su cuello y sus mejillas: "¿qué hiciste tontito?, loco, eres un loco adorable, ¿qué me hiciste hacer?, yo no quería, la cola sólo sirve para evacuar, lo sabes, pero lo usaste para cogerme y fue rico, nunca imaginé que fuera así, tan diferente, caliente, entre dolor y placer, tan delicioso, huummm, todavía lo siento dentro", dijo la madura dándole con el ano algunos apretones a mi verga, ahora flácida, y apretando la fue echando fuera, escupiéndola junto con el semen. Luego de unos minutos Mita protestó: "anda ya quítate, déjame ir a la ducha, huele mucho a eso…", le saqué la verga del culo y se levantó corriendo al baño, momentos después la alcancé ahí y la encontré de espaldas al espejo mirándose la cola que abría con las manos: "me duele, bebé, duele mucho, lo destrozaste, mira, lo dejaste rojo, muy irritado, me arde y está como abierto, flojo, casi no tiene pliegues", dijo ella; "no te preocupes, el dolor es pasajero, en unas horas lo volverás a tener apretadito, luego del baño te aplicas un poco de crema para la piel y eso es todo", le contesté.

Más tarde fuimos a cenar al Mesón del Cid, y aunque la cena fue exquisita ella se quejó: "ay bebé me duele más ahí cuando estoy sentada, eres un loco", y de regreso pasamos por una farmacia, ella se extraño pero no preguntó nada, en los anaqueles encontré un "gel lubricante" y lo compré, llegamos al cuarto y nos acostamos, fue entonces que preguntó: "¿qué compraste?"; "un gel para ponerte en la cola, así entrará más fácil la próxima vez"; "¿qué pretendes?, ¿lo quieres hacer así de nuevo?, ¡ni loca aceptaría!, todavía siento que la cola me arde, no bebé, ya accedí a tus caprichos, deja mi ano en paz" y con un mohín de disgusto me dio la espalda, me acerqué a ella colocándole mi verga erecta entre las nalgas, ella lo sintió: "está duro tu pene, ay bebé, eres un loco, hace rato lo hicimos y ya quieres más, eres insaciable bebito loco" y se volteó quitando las sábanas de la cama hasta desnudarme, amorosa se acercó a mi hasta quedar hincada sobre mis piernas, su cara muy cerca de mi pinga: "me gusta tanto tu pene, es adorable, mira, acaba de comer y ya esta parado, duro, listo, queriendo más guerra el bribón!!", y con su mano derecha acariciaba el miembro delicadamente, deslizando sus dedos en forma de anillo sobre el lomo de la verga para desnudar el morado glande: "¡es graaande!, ¡enorme!, tu pinga se ve amenazante, pero linda y suave a la vez, la piel se desliza muy rico y la cabecita, tan roja, casi morada, se te pone muy buena, ¡ay bebé siento cosas!, en puchis y… en la colita dolorida, pero no lo quiero hacer así, al menos hoy no bebé, me duele mucho todavía, tal vez otro día, no se, quizá…, pero a partir de hoy mi culo es tuyo papaíto, todo tuyo, sólo tú haz entrado ahí, puedes estar seguro".

--"No te creo, pienso que tú ya habías culeado".

--"Te juro que no, eres él primero ahí, en puchis ya sabes, te conté hace tiempo, pero mi ano está nuevo, nunca antes acepté esas cosas, nunca me penetraron así".

--"A lo mejor ya antes te lo había pedido".

--"Si, alguna vez, hace tiempo, todos los hombres lo desean… si, pero fue hace tiempo, hace años".

--"¿Quién?".

--"No tiene importancia, ¿para qué quieres saber?, no tiene caso, soy tuya, ahora más, que me haz poseído contra natura".

--"Quiero saber".

--"Uno de mis escasos novios, Juan, ya te he platicado de él".

--"¿El que te enseñó a mamar, el que te recargaba en la pared y lo dejabas venirse en tu pucha haciendo a un lado el calzón?, ¿el que te mamaba la panocha en el auto?".

--"Jo, jo, jo, sí, pero ya no sigas, no me recuerdes cosas, no me gusta hablar de otros".

--"Si, pero quiero que me digas, ¿qué hacían?, ¿cómo fue que te pidió la cola?".

--"Casi no recuerdo, no me gusta decir esas cosas, fue hace tiempo, bastante; él era muy insistente, andaba muy caliente por mi, pero nunca acepté acostarme con él, quería casarme, pero insistía, se enojaba porque yo no aceptaba, luego se contentaba y regresábamos, jo, jo, jo, un día me dijo que lo dejara venirse en mis pompas, yo no quería; pero venía muy excitado y yo tenía la regla, así que entre unos arbustos del jardín de mi casa le di la espalda, él alzó mi vestido y me bajó un poco la panty y puso su miembro ahí, entre mis glúteos; hizo que me empinara un poco y así estuvo un rato, yendo y viniendo con su pinga gorda entre mis glúteos, hasta que sentí que eyaculaba en mis nalgas, a partir de ese día se volvió más insistente, quería que le diera mi cola, pero yo sólo lo dejaba que pusiera a su pene entre las pompas, él buscaba mi colita con su pene, pero yo la apretaba para no dejarlo entrar, se ponía furioso pero al final se venía echando el semen ahí, en la puertita secreta, por fuera de la cola".

--"¿Y tú que sentías?".

--"Cosas, ya sabes, sentía rico, como placer y a la vez ternura, por dejar que él terminara de esa forma, me gustaba sentir como palpitaba su miembro al eyacular, luego me daba su pañuelo para limpiarme el semen, me levantaba el calzón y nos despedíamos con un beso, a veces en mi recámara, antes de dormir, me quitaba la panty, estaba húmeda y oliendo a semen y pensaba, me excitaba pensando en su… miembro, lo deseaba, pero yo quería casarme con él, no ser su amante, sino formar una familia, eso fue todo con Juan".

--"Pero alguno más te lo pidió ¿o no?".

--"Bueno, si, tal vez, pero nunca me penetraron, al menos por ahí".

Carmen suspendió la plática para inclinar más su rostro y tragarse mi pene erecto, lo estuvo mamando un rato, tratando siempre de mantenerlo bien metido en su boca, pero no lo aguantaba y terminaba por tener accesos de vómito. Luego nos quedamos dormidos.

Al día siguiente tuve trabajo por terminar y cuando llegué por ella no estaba en el cuarto, eso me extrañó, bajé al bar para hacer tiempo y media hora después subí al cuarto. Mita ya estaba ahí, le pregunté a dónde había ido y me dijo que había salido a hacer unas compras y me mostró una pequeña bolsa de plástico casi transparente. "¿Quieres saber qué compré", me dijo con coquetería y sacó varias cosas de la bolsa, primero ví un tubo de gel: "me lo recomendó la chica de la farmacia, dijo que era para lubricar mejor el ano en las relaciones anales y esto –me mostró un paquete de condones— son preservativos para sexo anal, dijo que son más resistentes y así se evitan las infecciones por una mala higiene durante el acto sexual, ¿entiendes?, así si me lo haces por atrás te pones el condón, luego si quieres cambiar de lugar nomás te quitas el condón y me penetras por puchis", dijo sonriendo coqueta.

--"¿Y cuándo quieres probar todo eso?", le pregunté.

--"Cuando lo desees, si quieres ahora", dijo dándome la espalda.

Verla de espaldas bajándose su pantalón gris me calentó de inmediato, pero cuando estaba por quitarme la ropa me detuvo: "no, espera, voy al sanitario a lavarme ahí". Cuando regresó ya la esperaba bajo las sábanas con el pene erecto, se sorprendió al notar el bulto que formaba mi erección bajo la ropa de cama y haciendo un coqueto mohín dijo: "ay papaíto, ¿siempre eres así de caliente?, ¿nunca te llenas?, ¿siempre eres así de intenso?".

--"A veces, cuando la chica me calienta, así como tú, me excitas y desatas todas las ganas que traigo dentro, ¿y tú?".

--"¿Yo?, no lo se, pero desde que nos conocimos por internet desee conocerte y estar a solas contigo, dejarte que me hicieras de todo, también me calientas mucho, me estás convirtiendo en una loca, loca por tu… pinga, jo jo jo", dijo Mita acostándose junto a mi.

Nos abrazamos con urgencia, Mita ofreciéndome su boca abierta, acariciando con su mano derecha mi verga bien parada; estuvimos besándonos algunos minutos hasta que fue capaz de separarse para decir: "quiero tu… verga, anda ya bebito, dame veeeeerrrrga!!!!"; me separé unos momentos para montarla, ella abrió las piernas en compás y miró como mi verga iba al encuentro de su pucha entre abierta, siguió mirando cuando la empecé a penetrar y exhalando el aire de sus pulmones siguió viendo como la pija entraba lentamente, toda, en su panocha viscosa, hasta que nos quedamos pegados, yo sobre ella que enlazaba sus piernas en mi cintura atrayéndome hacia ella; luego de estar quietos unos momentos la empecé a bombear con arremetidas lentas pero profundas, sacando casi todo el miembro para luego sepultárselo de golpe, haciéndola brincar en la cama gimiendo: "aaahhh, siii, así bebito, fuerte, dame verga, la quiero toda, más, dame más, aaahhh, aahhh, no pares, no pares por favor, así, así…", luego de unos breves minutos Mita gritaba de placer cuando el orgasmo le llegó, y se vino gimiendo y apretando mi verga con los espasmos de su vagina, tratando de sacarme el semen, hasta que desfallecida cerró los ojos suspirando quedamente. Dejé que se recuperara y cuando le iba a sacar el miembro para culearla protestó: "no bebito, no la saques, quédate así, dentro mío, dame más, quiero tu verga, macho, anda papaíto dale verga a esta argentina caliente, sigue bebito, quiero más…", y me la seguí cogiendo hasta sacarle dos orgasmos más que la dejaron adormecida y sofocada, transpirando, entonces sí la desmonté acostándome junto a ella que permanecía con las piernas muy abiertas, mostrando la pepa abierta y chorreando jugos, con los ojos cerrados y respirando acompasadamente; no protestó cuando dí vuelta a su cuerpo hasta ponerla boca abajo y miré su cuerpo perfecto, bien formado, la espalda fuerte, la curva sabrosa donde termina la espalda e inicia su culo, sus nalgas bien formadas y firmes que amasé con ambas manos haciendo círculos con mis manos encada glúteo, así por minutos en los que Mita permaneció quieta y silenciosa, hasta que por voluntad propia fue alzando el culo, levantando las nalgas como buscando que mis caricias se hicieran más intensas, fue entonces que acerqué mi rostro a la abertura, al valle rosado entre sus nalgas y mi lengua recorrió el camino, de arriba abajo, hasta titilar con la lengua el estrellado conjunto de pliegues; fue entonces que la madura gimió un "oooooohhhh papaíto, más, lame, ahí…. Ssssíiiii, hummmm, tu lengua ahí, sí, más, juega ahí, en la puertita, ay bebé qué me haces… mi cola palpita, qué rico siento, más, aaahhh", y mientras lamía su ano sentí que ella, a voluntad, lo distendía y lo apretaba; me separé por momentos para mirar como el culo de Mita se contraía en espasmos que hacían desaparecer los pliegues o formarlos al apretar con fuerza el anillo del culo; volví a pegar mi boca al culo que seguía moviéndose, titilando, tratando de penetrar con mi lengua filosa, haciendo gemir a la argentina: "hummmm, hhhaaaaa, hummm", seguí lamiendo el culo de Mita unos momentos más hasta que ella lo pidió: "ya papaíto, hazme la cola, dame pinga por el culo, ya quiero pito, lo quiero, mételo ya!", poniéndose en cuatro patas y abriéndose las nalgas con ambas manos.

Ver a Mita en esa posición despertó la furia sexual que tenía contenida, apenas le apunté la verga en el ojete y empujé con fuerza, un "aaaaaayyyyy" doloroso escapó de la mujer cuando la penetré de un solo golpe, luego me quedé quieto, bien pegado a las nalgas de la argentina que gemía dolorosamente, luego sentí algo diferente: el culo de Carmen palpitaba, fue entonces que inicié una furiosa sucesión de arremetidas contra el ano distendido de la madura que sólo atinaba a gemir de dolor o de placer, no lo sabía, en eso la leche escapó de mi verga y le llené de semen los intestinos, y me abandoné para disfrutar del inmenso placer. Sólo reaccioné cuando el culo de Mita me apretaba con espasmos deliciosos el pito; volví a agarrarme a sus carnosas nalgas y arremetí contra su culo, ahora flojo, viscoso; ella volvió a gemir y a suplicar: "sssssiii, papaíto, dame más, quiero verga… dame pinga, dame más, quiero más leche bebé, dame más, quiero más, hummm, así, fuerte, más, jálame del pelo, sssiii, así con fuerza, cógeme bebé con tu pinga grandota", y obediente que soy me seguí cogiendo a la vieja calentona hasta que desfallecido le dejé ir todo el pito para volver a eyacular dentro de su culo, y nos quedamos pegados mucho rato, ella apretaba el culo para no dejarme salir de su ano, yo sobre ella con sus cabellos enmarañados en mi cara, suspirando, mientras que el olor a excremento inundaba la habitación. Rato después cuando ambos nos limpiábamos los olores y humores con una toalla, sentí su mirada sobre mi: "¿sabes bebé?, hay cosas que no te he dicho… ¿me vas a perdonar?... ¿si?... es que… mi colita no era virgen cuando… tú… la penetraste… es que… bueno… ya lo había hecho por… ahí… y… fueron varios… tres o cuatro… pero ya lo había hecho así, anal, dos, creo, fueron mis amigos y dos de ellos mis novios, ¿me perdonas?... ¿sí?", y miré sus ojos suplicantes y su cara triste que acaricié con mi mano, y añadió: "pero… ¿sabes?, nunca había sido tan rico, tan delicioso como contigo, lo juro, de verdad te lo juro!". La confesión sólo generó en mi una ligera sonrisa y… algo de coraje, pues comprobé que todas las mujeres mienten, y sin contenerme le di una fuerte nalgada con la mano y ordené: "¿Ah sí, puta argentina?, pues seguro que tus novios luego de culearte te pidieron que les mamaras la pinga, así con semen y caca, pues anda mamacita mámame el pito", y ella obediente se inclinó para lamer, primero, luego succionar el pito flácido hasta comérselo todo, mientras suspiraba diciendo "si, eso también lo hice".

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