El chico que salvó mi matrimonio (2)

Laura es seducida por su joven amante a escondidas de su esposo.

EL CHICO QUE SALVÓ MI MATRIMONIO (PARTE II)

En la entrega anterior les relaté como mi matrimonio, que había sido muy feliz al principio, se desgastó por la rutina. Luego, por recomendación profesional, mi esposa y yo decidimos buscar a un amante para hacer un trío y renovar las ganas de estar juntos, aunque al principio no estábamos convencidos de que esa fuese la solución. La tercera persona que elegimos resultó ser un alumno mío de nombre Davidsson, un adolescente que cambió nuestras vidas para siempre. Con él hicimos el amor por primera vez compartiendo con otra persona y resultó ser una experiencia maravillosa y reconfortante. De nuevo sentimos ganas de estar juntos y el sexo volvió a ser otra vez algo deseable. Sin embargo, los hechos futuros demostrarían que muchas más cosas sucederían.

Después de dormir algunas horas fui el primero en levantarme y decidí ir a bañarme. El movimiento mío en la cama despertó a Laura y al chico. Ambos se quedaron acostados en la cama. Davidsson no tardó en rodear con sus brazos a mi esposa y le acariciaba lenta y sensualmente todo su cuerpo. Su pene tenía una tremenda erección típica de la adolescencia, el descanso, aunque corto, había sido reparador para él.

  • Dame una oportunidad de hacer el amor contigo.

  • ¿Estás loco?, ¿Qué pasaría si se enterara mi marido?

  • Él no tiene porqué enterarse, anda, no me digas que no que lo tengo parado.

Inmediatamente el chico tomó su pene con la mano derecha y comenzó a acariciar con él los labios vaginales de mi mujer que aún permanecía desnuda, mientras que con la izquierda seguía acariciando el cuerpo de mi esposa. Luego su joven lengua se encargó de recorrer su cuello y su boca. La respiración de Laura se aceleró y sus ojos se cerraron sin pronunciar palabra alguna durante algunos instantes.

– Mi bella dama no me digas que no, yo sé que tú quieres estar conmigo, mira cómo me tienes – le dijo enseñándole el pene al máximo de erección -

  • Nooo, para por favor, esto es una locura y nos puede traer malas consecuencias, vamos dejarlo así. Podemos hacerlo siempre los tres y disfrutar de esto.

  • ¿Tú quieres hacer el amor conmigo solamente, verdad?, dime.

Ella no contestó, el glande del muchacho recorría la parte exterior de sus labios vaginales sin cesar en una sucesión de rápidos y hábiles movimientos en forma circular. Dentro de sí misma se enfrentaban el miedo y el deseo casi a partes iguales hasta que el primero de esos sentimientos sucumbió ante el empuje de sus desbordadas ganas de sexo con ese chico que se había transformado en su fuente de pasión. Cuando decidió dejar que sus ganas se desataran y dieran inicio a lo que parecía una locura sin control oyeron el picaporte de la puerta del baño, yo había terminado mi aseo personal y me disponía reunirme con ellos. Mi pausado desplazamiento dio tiempo a que ambos se zafaran y yo, por supuesto, no me percaté absolutamente de nada.

Me acerqué a ellos y me senté en la cama e inmediatamente Laura decidió ir a tomar un baño. Sentía miedo de estar solo con Davidsson y no me atrevía a reconocer el por qué. Cuando mi esposa comenzó su faena de limpieza el muchacho se volteó hacia mí y se quitó la cobija que le cubría el cuerpo. Su pene estaba completamente erecto y el tomó mi mano y la dirigió hacia su miembro.

  • ¿Qué haces?

  • Sólo quiero que me lo agarres y sientas lo duro que lo tengo.

  • ¿Y por qué yo tendría que hacer eso?, ¡suéltame!

  • No te pongas así, no quiero que te molestes conmigo.

  • ¿Y cómo no me voy a molestar si tú insistes en pensar que soy gay?

  • Yo nunca he dicho que tú seas gay, eso lo estás diciendo tú.

  • Pero lo piensas y eso me molesta.

  • ¿Por qué estas sudando?, ¿A qué le temes?

  • Yo no estoy sudando, déjame en paz.

Inmediatamente me levanté de la cama con brusquedad y me dirigí a la ventana. El sol ya mostraba toda la potencia de sus rayos e iluminaba la moderna figura de la ciudad situada a nuestros pies. No miré durante algunos minutos al chico y éste enmudeció al percatarse de mi rabia. Tomé entonces la iniciativa de aclarar las cosas.

  • Escucha muy bien Davidsson, no quiero que confundas lo que sucedió hoy. Te agradezco muchísimo que nos hayas ayudado y no tienes idea de cuánto lo has hecho, pero creo que estás equivocado respecto a mí. Desde que me vi obligado a pedirte que nos hicieras este favor has estado tratando de provocarme para tener relaciones contigo. Te lo voy a decir lo más claramente posible: a mi no me gustan los varones, nunca he tenido relaciones sexuales con un tipo de mi mismo sexo y no pienso hacerlo jamás.

  • No fue mi intención hacer que te enfadaras conmigo, yo sólo leo lo que me dicen tus ojos, sé que quieres estar conmigo, te mueres por hacerlo, pero tu orgullo de varón te lo impide. Te garantizo que si estamos juntos yo nunca...

  • Para, para, para. ¿Tú entendiste lo que te dije anteriormente?

  • Sí, pero yo

  • No, aún no has entendido. Eso me obliga a tomar una decisión drástica. Al principio te dije que podíamos tener relaciones los tres de vez cuando. Sin embargo, creo que has ido demasiado lejos en tu confusión, así que yo creo que es mejor que no repitamos lo que hicimos esta noche, es mejor para todos.

  • No te pongas así conmigo, te prometo que

  • No me prometas nada, todo deberá volver a ser como antes. Recuerda, tú eres mi alumno y continúas siéndolo, por lo tanto, espero que mantengas todo lo que hemos hecho en el más absoluto secreto, ¿Entendido?

  • No creas que soy un malagradecido, pero sin respeto las cosas no pueden seguir su camino con normalidad. Te agradezco que te comportes en clase tal como eras antes.

  • Si, así lo haré.

  • Y por favor, de aquí en adelante no me tutees.

Mis palabras, sobre todo la última frase entristecieron a Davidsson una enormidad. Se notaba muy afectado por lo que le había dicho y sus ojos se humedecieron aunque no derramaron lágrimas. Al poco tiempo Laura salió del baño y el chico ocultó su rostro para que no le viera su desconsuelo. Seguidamente, mientras ella y yo nos dimos un sensual beso, el adolescente se levantó de la cama y nos dijo que iba a tomar un baño. A pesar de que teníamos ganas de hacer el amor, sólo nos besamos y nos acariciamos, deseábamos estar en estricta intimidad para desatar nuestra pasión. Entonces nos fuimos a otra habitación de la casa para dar rienda suelta a lo que deseábamos hacer.

Cuando salió del baño Davidsson no nos vio y nos llamó, aunque sin gritar, pero imaginó correctamente lo que estábamos haciendo y no continuó. Se sentó en la cama a esperar y mientras se secaba mejor los pies se percató que mi celular estaba en la mesita de noche. Lo tomó cuidadosamente mientras fijaba sus ojos en la puerta de la habitación para prevenir que lo fuéramos a ver hurgando algo que no era de su propiedad. El aparato no estaba bloqueado y revisó el directorio hasta encontrar el número de Laura. Tomó el suyo y lo copió sin perder tiempo. Luego colocó mi celular de nuevo en la mesita teniendo cuidado de que quedara en la misma posición inicial.

Pasó un rato antes de que volviéramos con él. Entramos abrazados y felices, casi como niños que llegan de una sesión de juegos. Pero cuando lo vimos nos dio un poco de vergüenza de estar disfrutando a solas, sin invitar al gran héroe de la noche, el que nos había restituido las ganas de estar juntos. Entonces nos separamos y nos preparamos para irnos de nuevo a la ciudad.

  • Toma esto Davidsson -le dije poniendo en mano un fajo de billetes en su mano- te agradecemos mucho tu gentileza al hacernos este gran favor. Desde hoy, gracias a ti, volveremos a ser tan felices como éramos al principio de nuestra relación.

  • Disculpe, pero no lo quiero señor. No puedo aceptar su dinero, me sentiría como alguien interesado en hacer las cosas por razones materiales.

  • Nosotros te lo ofrecimos y queremos cumplir, además tú lo necesitas.

  • Sí, yo lo necesito, pero no lo quiero. Guárdelo, si no me voy a ofender.

Ante la negativa del muchacho no me quedó otra que guardar el dinero. Luego nos alistamos para regresar a la ciudad. Davidsson no articuló palabra alguna y través del espejo retrovisor lo veía con su rostro mirando hacia los lados y nunca hacia delante donde estábamos sentados nosotros. Le dejamos en su casa y seguimos hasta la nuestra. Al quedarnos solos Laura me pregunto el por qué de esa actitud del muchacho. Tuve que inventar excusas tontas que por supuesto no la dejaron satisfecha, aunque no insistió. Lo importante era descansar bien y aprovechar ese fin de semana para reponernos del desvelo y gozar de nuestra nueva etapa juntos. Sin embargo, ambos teníamos un halo de tristeza ya que lo menos que deseábamos era perder a ese chico tan espectacular.

El lunes Laura estaba en su trabajo y recibió un inquietante mensaje en su celular.

  • Hola Laura, ¿Cómo te va?

  • ¿Quién eres?

  • Soy Davidsson, no te asustes. Este es mi número de celular.

El corazón de Laura se aceleró pues no contaba con ese detalle.

  • Hola Davidsson, ¿Cómo estás? ¿Y cómo conseguiste mi número?

  • Bien, gracias. Tu número lo conseguí cuando me dejaron solo en la casa y revisé el teléfono del profesor. Tengo ganas de verte

  • No has debido hacer eso, ¿Y para qué quieres verme?

  • Tú sabes

  • Por favor, no insistas, no puede ser.

  • No es que no puede ser, es que tienes miedo, pero yo sé que tú quieres hacerlo.

  • ¿Qué te hace pensar eso?

  • No empecemos con eso otra vez Laura. ¿Dónde estás en este momento?

  • Estoy en mi trabajo, en mi oficina, ¿Por qué?

  • Dime algo, ¿Tu allí estas sola?

  • Sí, normalmente sí, ¿Por qué?

  • ¿Y tienes Internet y webcam?

  • Sí, también.

  • ¿A que hora sales del trabajo?

  • A las 5 ó 6 de la tarde, depende de la cantidad de trabajo que tenga.

  • Ok, tenemos tiempo, entonces espera que un rato me vuelvo a comunicar contigo.

Una simple conversación había desestabilizado los sentimientos de Laura. Sin duda alguna ese chico estaba destinado a ser en su vida algo más que la emoción de una sola noche. Por su parte, Davidsson se apresuró a salir de su casa y se dirigió a la residencia de un amigo que vivía en una zona de clase media de la ciudad. Ese muchacho se llamaba Gregory y era su mejor amigo. Se conocieron jugando béisbol y establecieron una amistad entrañable. Ese chico tenía en su cuarto computadora personal con todos los implementos necesarios para disfrutar de la tecnología. Siempre que podía se iba a esa casa y en la intimidad de la habitación de su amigo veían videos pornográficos y cosa por el estilo. Tal era la confianza que Gregory frecuentemente le dejaba solo y le permitía masturbarse delante de la webcam ante las chicas que conocía en la red. Ya delante del computador y conectado a Internet se comunicó nuevamente con Laura. Le pidió que se conectara a la red y que le enviara su dirección de correo para agregarla a sus contactos. Ella estaba atontada por sus deseos interiores e hizo todo lo que le indicó su joven amante. Después de unos minutos ambos estaban conectados y se veían a través de las pantallas de sus ordenadores.

  • Eres muy hermosa Laura.

  • Gracias… yo a decir verdad debo decir lo mismo de ti.

  • Si quisieras podríamos hacer muchas cosas juntos.

  • Tú sabes que sería una locura.

  • No pienses eso mi princesa, tengo muchas ganas de ti.

  • Por favor, no me digas esas palabras.

  • ¿Por qué?, ¿Tienes miedo de que se desate tu pasión?

  • Tú debes pensar que yo me derrito por ti.

  • No es para tanto mi niña linda, pero sí creo que quieres pasar un rato agradable conmigo y tú misma te lo estás negando. Por mi parte, yo quiero cuando tú quieras.

  • Qué caliente eres, ¿Alguna vez te la habían dicho?

  • Sí, muchas veces. Observa esto.

Davidsson cambió de posición e inclinó un poco hacia abajo su webcam para que Laura pudiera ver su pantalón en la parte donde está su miembro. Claramente se notaba la silueta del pene del chico en plena erección. Esta escena la estremeció de pies a cabeza. Sintió como el deseo de sexo comenzaba a tener escaramuzas con su moral. Instintivamente se levantó de la silla donde estaba sentada y le echó llave al cerrojo de la puerta. Luego le dijo a su secretaria a través del intercomunicador que no quería ser molestada hasta nuevo aviso. Hecho esto continuó con su encuentro virtual. El chico la estaba esperando impaciente y sin perder tiempo continuó mostrándole su pene escondido tras la gruesa tela del pantalón.

  • ¿Te gusta?, ¿Quieres ver más? – preguntó el muchacho sin obtener respuesta de ella-

Laura se hallaba imposibilitada para responder pues lo que sentía en ese momento era más fuerte que ella. Se encontraba entre dos aguas, por una parte no quería admitir que estaba cautivada por lo que estaba viendo y por otro se sentía atraída irresistiblemente hacia un horizonte de placer infinito. No sabía que decisión tomar. Davidsson entendió inmediatamente que estaba bloqueada y decidió ir más allá. Con delicadeza colocó su mano en el cierre del pantalón y lentamente comenzó a bajarlo hasta que se podía ver su ropa interior blanca como la nieve a través de la abertura. La reacción de Laura fue acercarse a la pantalla y abrir más sus ojos para contemplar mejor. Sin perder tiempo se desató el cinturón y se lo bajó, circunstancia que permitió a ella observar mejor su pene que ahora se notaba más claramente debajo de la delgada tela del interior. Su mano comenzó entonces a jugar con su miembro. Con sus dedos se oprimía ligeramente y luego los dejaba resbalar marcando el entorno del pene que ahora se veía más y más claro. La respiración y el ritmo cardíaco de mi esposa se aceleraron en forma proporcional a lo que lograba contemplar. No podía continuar esa incertidumbre, ambos estaban deseosos de seguir. Davidsson se bajó presuroso su calzoncillo y mostró su pene en total erección. Era tal y como lo recordaba Laura, largo, delgado y hermoso. Su órgano se alzaba magnífico hacia el cielo infinito, símbolo de las posibilidades que podía suministrar. Laura estaba casi al máximo de sus deseos y comprendió que su única protección en ese momento era no estar a su lado, ya que de lo contrario habría caído en esa provocación tan descomunal. Posteriormente, el chico comenzó a masturbarse con su mano derecha con movimientos ágiles y rápidos.

  • Ahora déjame verte a ti, quiero observar de nuevo a mi linda gatita desnuda.

  • No, estoy en la oficina, sería una locura,

  • ¿Puede entrar alguien allí en este momento?

  • No, cerré la puerta, pero

  • Te lo ruego mi princesa, no tengas miedo, déjate llevar por lo que sientes, por favor, no me dejes mal.

Laura también estaba deseosa de mostrar sus atributos, pero tenía miedo del lugar. Ya a sus treinta y tres años podía jactarse de una figura bastante buena, producto de sus sesiones de gimnasia y no era poco lo que tenía para delicia de los varones. Entonces se armó de valor y se colocó convenientemente frente a la webcam, acomodándola un poco para que Davidsson pudiera ver todo lo que quisiera. Luego se arrellanó en su sillón y se bajó lentamente la corta falda que tenía. La boca del chico se hizo agua mientras era testigo de lo que hacía su bella dama. Pronto la falda cayó al suelo y dejó ver un bikini ajustado de color naranja claro. Las manos de Laura juguetearon un rato con sus labios vaginales marcados por efecto de la presión que ejercía la tela contra ellos. Sin tardar más que pocos instantes dejó de ejecutar es acción y se quitó con rapidez el bikini. Allí estaba de nuevo la vagina que tanto deseaba Davidsson, grande, profunda, hermosa y llena de lujuria. No se veía ni el más mínimo rastro de vello púbico. La reacción del chico fue acelerar su masturbación y le pidió a su adorada que se diera placer también. Sus bien formados dedos recorrieron y abrieron más y mejor los labios vaginales y luego se hundieron en su interior como si estuviesen explorando un profundo pozo pleno de placeres indescriptibles.

Ambos disfrutaban de lo lindo, viéndose y excitándose mutuamente. Estaban tan cerca y tan lejos a la vez, pero por el momento no pensaban en más nada que no fuera su satisfacción. Sin sospecharlo siquiera un par de manos rodearon desde atrás los ojos de Davidsson. La reacción a esta súbita interrupción fue que él se volteó creyendo que Gregory lo estaba fastidiando.

  • Gregory déjame en paz

Lo que vio le dejó estupefacto. No era su amigo, sino Génesis, su amiga del alma, quien al verle semidesnudo y con el pene en plena erección abrió su boca al máximo. Génesis era una chica adolescente que pertenecía de una familia con buenos principios y valores. Ella estaba enamorada de Davidsson desde siempre, pero él la había respetado toda la vida. Sin embargo, esta escena la dejó sin habla. Laura no entendía la repentina desaparición de su joven amante y se vistió nuevamente. El chico, por su parte, reaccionó tapándose el pene con las manos y alejó a la chica para que Laura no la viera. Se subió el pantalón y sentó a Génesis en la cama para tratar de explicarle.

  • Génesis, mi cielo, no vayas a pensar mal.

  • Pero es tú estabas haciendo cosas malas.

  • Yo no soy malo, no me veas como un depravado. ¿Tú nunca has tenido el deseo de disfrutar con otra persona?, dímelo con sinceridad.

  • Pues yo

  • Yo sé que sí, pero tu crianza te impide reconocerlo ante mí. ¿Sabes una cosa?, a mí me encantaría estar contigo y enseñarte muchas cosas ricas para que te guste todo lo que a mí me gusta. ¿Qué opinas?

  • No sé qué decir, estoy tan confundida.

Davidsson siempre la había tenido como una gran amiga y aunque sabía que ella se derretía por él nunca le había propuesto tener relaciones sexuales para que llegara al matrimonio virgen. La veía como una chica tan especial que no concebía la idea de tener sexo con ella sólo por placer.

  • ¿Te gustaría que hoy fuera tu primera vez?

  • No sé, la verdad es que

  • No tengas miedo, yo estoy aquí contigo y sabes que nunca te haría daño.

Dicho esto la abrazó y juntó sus labios con los de ella para darse un espectacular beso, el primero para Génesis de ese tipo. Después de un rato le propuso que se dejara vendar los ojos para que sintiera una experiencia inolvidable. La chica aceptó con reservas, porque había estado esperando un momento así durante tanto tiempo y al final decidió que podía perder esa oportunidad. Luego de colocarle la venda en los ojos la sentó en la silla frente a la computadora y envió un mensaje de texto a Laura para saber donde estaba. El resultado es que aún se encontraba en la oficina. Le pidió que se conectaran nuevamente en la red a lo que ella accedió. Pronto pudo ver a Davidsson con una chica que ella no conocía y él le escribió.

  • Quiero que veas algo espectacular mi reina.

  • ¿Qué me vas a enseñar?

  • Ya verás, sólo disfrútalo.

Para comenzar le pasó la lengua por todo el cuerpo a la chica y Laura comenzó a calentarse de nuevo. Después le bajó su pantalón y dejó al descubierto un bikini que pronto quitó de la vista. Ante ellos se abría un pubis joven que aún mostraba su vello sin el menor rastro de ser tocado alguna vez con intenciones de sexo. Davidsson tomó los labios vaginales de su joven compañera y los abrió con su boca para introducir su lengua dentro de él, cosa que pudo ver Laura muy claramente y que produjo que ella se empezara a masturbar nuevamente. La lengua del muchacho se movía graciosa dentro de Génesis y la niña se estremecía sin control, se podía notar que jamás había estado en una situación igual y que disfrutaba como nunca. El apetito sexual de Laura también estaba en su máximo apogeo por las calientes imágenes que estaba observando. Después de un rato dejó de estimular a Génesis y le dijo a Laura a través de la red que pronto se comunicaría con ella para ofrecerle algo muy bueno que seguramente no iba rechazar. Acercó sus labios a la webcam y con un gesto muy sensual hecho con sus labios se despidió de Laura.